La Universidad isabelina

La Universidad isabelina

La ubicación, en segundo intento, de la Universidad en Madrid -con la denominación de Central- se produce a partir de 1836 (por Real Orden de la Reina Gobernadora de 29 de octubre de 1836). Hasta 1837 no se completó el traslado de las Facultades o Estudios; en ese momento eran las de Teología, Filosofía, Cánones y Jurisprudencia (la Facultad era la de Cánones y convivía con los Estudios de Jurisprudencia), Ciencias, Medicina y Farmacia (que se consideraba Estudio y no Facultad). En 1843 ya no quedaba en Alcalá ningún vestigio de la institución fundada por Cisneros.

La Universidad, ya radicada en Madrid, se llamó “Literaria de Madrid” hasta 1850, recuperándose a partir de este último año el nombre de “Central”.

Con el Plan Pidal de 1845 se establecen las Facultades que, con alguna variación sobre las existentes en 1837, eran: Teología, Ciencias, Derecho, Medicina y Farmacia (que deja de considerarse Estudio para ser Facultad, al escindirse la Facultad de Ciencias Médicas de 1843 en dos Facultades –Medicina y Farmacia-) y Filosofía y Letras, considerada entonces “Facultad menor”, en contraste con las anteriores que eran “Facultades mayores”. En 1847, la de Filosofía pasa a ser “Facultad mayor”.

En 1850, mediante dos Decretos de 6 de marzo y 2 de octubre de la reina Isabel II, se volvió a autorizar el uso del traje académico y se establecieron los colores de las seis Facultades: “blanco de la Teología, encarnado de la grana la de Derecho, amarillo de oro de la Medicina, morado de la Farmacia, azul celeste la de Filosofía y Letras y verde la de Ciencias”. Más tarde, en 1859, se modificó el color de Ciencias que pasó a ser azul turquí. Desaparecidas las Facultades de Teología, el color blanco es elegido por Bellas Artes.

En 1852 se suprimieron las Facultades de Teología, aunque se reinstauraron en 1854 en cuatro Universidades -Central, Sevilla, Zaragoza y Santiago de Compostela-, consolidándose esta situación con la Ley Moyano de 1857. Con vaivenes y sucesivas normas que modificaban los estudios universitarios de Teología, se mantuvieron unos años más. La desaparición definitiva se produce en 1868, por Decreto de 21 de octubre, al entenderse que la Ciencia y la Teología han de permanecer separadas. Otro Decreto del día 25 da el plazo de un mes para que los alumnos se examinen, quedando los Catedráticos de la materia en situación de excedentes por supresión y cesando en el cargo los auxiliares y sustitutos retribuidos.

También en 1852, se inauguró el Paraninfo de San Bernardo que carecía en ese momento de la decoración que hoy tiene el techo. No se sabe muy bien cuándo se realizó la pintura, pero es cierto que en la inauguración del curso 1855/56, a presencia de Isabel II, se hizo referencia en un discurso a los dieciocho sabios que pueden verse en el friso. En 1858 estaba terminada la decoración del techo.

Hasta la Ley de Instrucción Pública de 1857 –Ley Moyano- se sucedieron muchos Planes de Estudios de corta vida que acompañaban a las convulsiones políticas del país; algunos fueron de imposible aplicación por falta de presupuesto.

En 1858 se integraban en la Universidad Central, además de las seis Facultades (Teología, Filosofía y Letras, Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, Derecho, Medicina y Farmacia), las siguientes Escuelas: Real Conservatorio de Música y Declamación, Normal de Primera Enseñanza, Agricultura, Arquitectura, Diplomática, Ingenieros Mecánicos y Químicos, Veterinaria y Comercio.

El ‘Plan Moyano’ consolidó la centralización y control de la administración central sobre la vida universitaria. Junto con una prolija descripción del plan de cada uno de los estudios, la Ley insistía recurrentemente en el ‘carácter práctico’ que habrían de tener las enseñanzas; para paliar la sempiterna carencia de instalaciones en la que hacer viable estas enseñanzas prácticas, algunas de las instituciones científicas creadas en Madrid durante el periodo ilustrado se habían integrado, previamente a esta norma, en la Universidad; tal es el caso del Museo de Ciencias Naturales, el Real Jardín Botánico y el Real Observatorio Astronómico. Las escuelas de ingeniería y las enseñanzas profesionales, se recogían en la normativa como estudios posteriores a las enseñanzas medias, aunque no se vincularon a la Universidad.

Aunque la estructura universitaria planteada por Moyano pervivió hasta principios del siglo XX, su desarrollo conoció periodos de reformas conservadoras. La última etapa del reinado de Isabel II supuso uno de estos momentos álgidos en la interpretación más conservadora de la norma y dio origen a una reacción de la comunidad universitaria madrileña, conocida como ‘primera cuestión universitaria’.

La Universidad en el Sexenio Democrático y la Restauración »