Restitución de Rectores Represaliados por la Dictadura

Durante la dictadura, nuestros rectores Blas Cabrera, José Giral, Claudio Sánchez Albornoz, Fernando de los Ríos y José Gaos fueron represaliados y separados de sus cargos. En Diciembre de 2021, se celebró un acto de reconocimiento institucional para reparar esta situación. El texto del discurso leído por la Secretaria General, Araceli Manjón-Cabeza, se incluye a continuación. 


 

DISCURSO DE LA SECRETARIA GENERAL DE LA UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID CON MOTIVO DE LA ENTREGA DE LAS DECLARACIONES DE REPARACIÓN Y RECONOCIMIENTO, POR PARTE DEL MINISTRO DE LA PRESIDENCIA, RELACIONES CON LAS CORTES Y MEMORIA DEMOCRÁTICA, A LOS FAMILIARES DE LOS RECTORES DE LA UNIVERSIDAD CENTRAL REPRESALIADOS POR LA DICTADURA

 

Sr. Ministro de Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática

Sr. Ministro de Universidades

Sr. Rector

Sres. Rectores honorarios

Autoridades todas

Familiares de los Rectores de la Universidad Central que reconocemos hoy

Asistentes todos a este acto

 

Constituye un gran honor para la Universidad Complutense poder participar en el acto de entrega de las Declaraciones de Reparación y Reconocimiento personal en favor de nuestros Rectores Blas Cabrera, José Giral, Claudio Sánchez Albornoz, Fernando de los Ríos y José Gaos. Todos ellos fueron depurados y separados definitivamente del servicio por el régimen franquista en 1939, mediante Órdenes de 4 de febrero y 29 de julio. No fueron estas las únicas represalias que padecieron.

En octubre de 2020, desde el Ministerio de Universidades, en colaboración con la Secretaría de Estado de Memoria Democrática, se solicita del Rector información para determinar si en nuestra Universidad hubo rectores que sufrieron represalias durante la Guerra Civil o después, a los efectos de impulsar su reconocimiento, todo ello en base al artículo 4 de la vigente Ley 52/2007, por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas en favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la Guerra Civil o la dictadura.

Para atender la solicitud, el Rector ordenó a la Secretaria General la instrucción de un expediente que se inició con la consulta de fuentes bibliográficas y recabando la documentación del Archivo General de la UCM. Es obligado agradecer al personal de nuestro Archivo el magnífico y pronto trabajo que hicieron proporcionando en 24 horas los expedientes completos de cada uno de los cinco Rectores. Su consulta permitió determinar que todos ellos sufrieron represalia y exilio por su posicionamiento político o por ausencia del mismo.

Instruido el expediente, fue elevado al Consejo de Gobierno de la Universidad que, el 27 de abril de 2021, acordó solicitar la reparación de los cinco Rectores de la Universidad Central, en el entendido, de que la hoy Universidad Complutense de Madrid, es la continuación de la entonces Universidad Central o Universidad de Madrid, en otro momento, Literaria de Madrid y, en el origen, la cisneriana, sita en Alcalá de Henares, fundada como consecuencia de la carta bulada de Alejandro VI de 1499.

Elevado el acuerdo del Consejo de Gobierno, al Ministerio de la Presidencia y habiéndose obtenido la adhesión de los familiares de los cinco Rectores, el Sr. Ministro, con fecha de hoy, expide las cinco Declaraciones de Reparación y Reconocimiento, 82 años después de perpetrarse la injusticia.

Los cinco protagonistas de este acto fueron Rectores de la Central entre 1930 y 1939; fueron depurados, separados del servicio en 1939 y padecieron exilio; solo uno –Sánchez Albornoz-, volvió con vida a España; los demás, murieron fuera, aunque el cuerpo de Fernando de los Ríos fue repatriado. Blas Cabrera, José Giral y José Gaos están enterrados en México.

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Nos referimos ahora, brevemente, a los cinco Rectores.

Blas Cabrera, canario, inició y abandonó, por influencia de Ramón y Cajal, los estudios de Derecho. En la Central se licenció y doctoró en Ciencias, donde fue Profesor Auxiliar y Catedrático de Electricidad y Magnetismo. Fue uno de los fundadores de los Anales de la Sociedad Española de Física y Química, donde publicó numerosos artículos. Dirigió el Laboratorio de Investigaciones Físicas de la Junta para Ampliación de Estudios. Fue vocal de la Junta Constructora de la Ciudad Universitaria y Presidente de la Real Academia de Ciencias, reemplazando a Ramón y Cajal en el sillón i de la Real Academia Española.

Su intensa actividad investigadora, tuvo una proyección internacional inusual en aquel momento, relacionándose con los científicos más relevantes de la época; así, Einstein o María Curí.

Durante 4 meses, en 1929, fue Vicerrector de Asuntos Docentes, siendo nombrado Rector de la Universidad Central en marzo de 1930, permaneciendo en el cargo un año.

Siendo Secretario del Comité Internacional de Pesos y Medidas de París, le sorprendió el golpe de Estado, quedando exiliado allí, hasta que las presiones del Gobierno de Franco le forzaron a dimitir en 1941.

Blas Cabrera fue depurado por la República, al no presentarse al llamamiento hecho en 1936, y por el franquismo en 1939, no por razón de activismo político alguno, sino por su equidistancia y no adhesión, como otros representantes de la tercera España; porque entonces, la única opción era la adhesión acrítica e inquebrantable a la dictadura.

Sus intentos por conseguir la rehabilitación fracasaron.

En 1941 partió hacia México, siendo acogido en la Universidad Nacional Autónoma de México, baja el paraguas de la política del Presidente Lázaro Cárdenas para el exilio español. Cuatro años después fallecía, estando enfermo de Parkinson.

Está enterrado en el Panteón español de México.

José Giral, nacido en Cuba, republicano, masón y antimonárquico, repartió su vida entre la docencia, la investigación y la política. Se licenció y doctoró en la Universidad de Madrid, en Farmacia y en Ciencias Físico-Químicas, desempeñándose como Profesor Auxiliar en la Facultad de Farmacia.

Fue Director de la Sección de Química del Instituto Español de Oceanografía, hasta que en 1927 obtuvo la Cátedra de Química Biológica en Madrid.

En el plano de la actividad política, padeció cárcel durante la huelga general de 1917, con la dictadura de Primo de Rivera y en el mandato de Berenguer.

Fue Rector de la Universidad de Madrid entre junio y diciembre de 1931.

Fue cuatro veces Ministro de Marina, con Azaña, Barcia y Casares; diputado por Acción Republicana y por Izquierda Republicana.

El 19 de julio de 1936 fue designado Presidente del Gobierno hasta septiembre de 1937, para después ocupar varias carteras ministeriales con Largo Caballero y Negrín.

En febrero de 1939 pasó a Francia con Azaña. Siguió el exilio mexicano, como en el caso de Blas Cabrera, en la UNAM.

Además de ser separado de la Cátedra en 1939, fue condenado a una multa de 75 millones de pesetas y extrañamiento de 15 años en 1941 por el Tribunal de Responsabilidades Políticas y sufrió proceso en el Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo en 1944.

Falleció en México, en 1962, después de compatibilizar docencia, producción científica y la Presidencia del Gobierno en el exilio desde 1945 -tras la primera reunión de las Cortes republicanas en el exilio celebrada en México- hasta al 1947. Su cuerpo está enterrado, como el de Blas Cabrera, en el Panteón español de México

Claudio Sánchez-Albornoz, nacido en Madrid, trabajó en el ámbito de los archivos, se licenció y doctoró en Filosofía y Letras por la Universidad de Madrid. Obtuvo la Cátedra de Historia en Madrid en 1919.

Decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central en 1931 y Rector de la misma en 1932, abandonando el cargo a finales de 1933, por quedar en excedencia forzosa al ocupar un cargo político.

Miembro del Instituto de Estudios Históricos, fue fundador de la revista Anuario de Historia del Derecho Español.

Liberal, republicano, católico y demócrata, fue diputado por Ávila en la República con Acción Republicana; Ministro de Estado con Lerroux y Martínez Barrio; Vicepresidente de las Cortes y Embajador en Portugal.

En 1936 inició el exilio en Francia, por no sentirse seguro en Portugal, para después, en 1940, trasladarse a Argentina, impartiendo docencia en las Universidades de Mendoza y Buenos Aires y con una intensa actividad en el ámbito de la Historia medieval.

La depuración le llegó en 1939 y fue condenado por el Tribunal de Responsabilidades Políticas a la pérdida de sus bienes y multa de 5 millones de pesetas.

Entre 1962 y 1971 fue Presidente del Gobierno de la República en el exilio, bajo la Presidencia de Jiménez de Asúa.

Pudo volver a España, primero, en 1976 y, definitivamente, en 1983; desde 1977 tuvo una intensa actividad en la prensa española; es Doctor Honoris Causa por 6 Universidades y recibió el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación.

Falleció en Ávila en 1984.

 

Fernando de los Ríos nació en Ronda, en una familia liberal y burguesa; se formó bajo la influencia de su pariente Francisco Giner que le inculcó la idea de que solo la educación podría sacar a España de su retraso y que los profesores debían salir a Europa para formarse, lo que sería posible, y aprovecharía el propio Fernando de los Ríos, con varias pensiones de los programas de la Junta para Ampliación de Estudios.

Se posicionó a favor de la clase obrera y luchó en la defensa de sus intereses, considerando que solo la República permitiría la implantación de sus ideas.

Fue militante del PSOE desde 1919 y se ubicaba en el socialismo democrático, humanista y burgués no revolucionario, siendo miembro de la Masonería. Era partidario de la libertad de culto y de la aconfesionalidad del Estado.

Se licenció en Derecho en 1901 por la Universidad de Madrid y prestó sus servicios docentes en la Institución Libre de Enseñanza. Tras doctorarse en 1907, con una tesis sobre la filosofía política en Platón, obtuvo la cátedra de Derecho Político en la Universidad de Granada en 1911.

En 1930, consiguió la Cátedra de Derecho Político en la Universidad Central y fue encarcelado por participar en la Sublevación de Jaca.

Fuera de la Universidad destaca su carrera política, como Diputado en varias legislaturas; Ministro de Justicia (con Alcalá Zamora y con Azaña), de Instrucción Pública y de Estado en diversos gabinetes republicanos.

Siendo Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes intervino en el nuevo proyecto de Universidad; por un lado, se afianzaba la idea de construir una Ciudad Universitaria en Madrid y, por otro, se buscaba un nuevo diseño de los planes de estudios.

En septiembre de 1931, el Gobierno puso en pie un Plan de Estudios Experimental en la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid, que consagraba un régimen de preautonomía. La idea se generalizó después en el proyecto de Ley de Bases de Enseñanza Universitaria de Fernando de los Ríos. Se definía allí una universidad moderna y formadora del hombre, del profesional y del investigador. En su mandato se abrieron 10.000 nuevas escuelas y se apoyó el bilingüismo en las aulas.

Como Ministro de Justicia y como Diputado constituyente intervino intensamente en los asuntos más problemáticos que debía resolver la Constitución republicana: la cuestión agraria, la separación Iglesia-Estado, la defensa de los derechos fundamentales, la igualdad de la mujer, la reforma penitenciaria y la educación. Además, trabajó en la Ley del Divorcio y en la Ley de restablecimiento del Jurado.

Fernando de los Ríos fue Rector de la Universidad Central durante un corto periodo de tiempo en 1936, concretamente 34 días, desde el 31 de agosto de 1936 hasta su renuncia.

El estallido de la Guerra le sorprendió en Ginebra; ocupó, temporalmente, para el gobierno republicano, la embajada en París y, después, la embajada en Estados Unidos hasta 1939; en ese país viviría durante su exilio. Fue Ministro de Estado del gobierno en el exilio con José Giral en 1945.

Además de la separación del servicio de 1939, padeció proceso por responsabilidades políticas, con incautación de sus bienes y multa de 200.000 pesetas y fue condenado por el Tribunal para la Represión de la Masonería a 30 años de reclusión mayor e inhabilitación absoluta y perpetua.

Impartió docencia en Nueva York, ciudad donde falleció en 1949. Su cuerpo fue repatriado a España en 1980.

 

José Gaos nació en Gijón. Recibió clases de Ortega y Gasset –su maestro- y Javier Zubiri. Licenciado y Doctor en Filosofía por la Universidad de Madrid, en 1930 obtuvo la Cátedra de Lógica en la Universidad de Zaragoza (1930-1933) y, después, la Cátedra de Introducción a la Filosofía en la Universidad de Madrid.

En 1931 se afilió al PSOE.

Fue el Rector de la Universidad durante la Guerra Civil, entre 1936 y 1939. En 1937 fue Comisario General de España en la Exposición Internacional de París.

Al término de la Guerra se exilió en México, donde quedó “trasterrado” (según expresión suya), que no desterrado, por el buen trato que recibió de la administración mexicana de Lázaro Cárdenas, integrándose en el cuadro docente de la Universidad Nacional Autónoma de México y de la Casa de España (más tarde, Colegio de México). 

Fue separado en 1939.

Tuvo numerosas actividades académicas en varias Universidades e instituciones de enseñanza. Cultivó la traducción de obras de filósofos alemanes, entre otros Hegel, Kant y Heidegger.

Obtuvo la nacionalidad mexicana y en 1953 fue nombrado Doctor Honoris Causa por la UNAM; falleció en 1969, de un infarto, tras intervenir en un acto académico de Doctorado de la Universidad mexicana.

En el Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM se custodia su archivo personal, organizado conforme a la agrupación en carpetas del propio Gaos. El Instituto cuenta con una “Cátedra José Gaos”, creada en 1979, que sigue activa.

Su figura sigue viva en la UNAM, donde creó una escuela todavía activa.

Descansa en el Panteón español de Ciudad de México, como Blas Cabrera y José Giral.

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Volviendo ahora a las dos Órdenes de 1939 de separación del servicio de los cinco Rectores, vemos que las mismas afectaban a otros Catedráticos de la Universidad; así, Jiménez de Asúa, Juan Negrín, Julián Besteiro o Niceto Alcalá Zamora, entre otros.

En ambas Órdenes, con idéntica dicción, se expresaba, de forma inmotivada y genérica, que las separaciones se decretaban

 

“-por desafección al nuevo régimen,

-por sus actuaciones en las zonas de dominación marxista

-o por su pertinaz política antiespañola antes del Glorioso Movimiento Nacional”.

 

Estas decisiones se tomaron de plano, es decir, sin seguirse procedimiento administrativo contradictorio que permitiese la defensa, porque, como se leía en las Órdenes, “la evidencia de sus conductas perniciosas para el país hace totalmente inútiles las garantías procesales”.

La separación del servicio decretada conllevaba tres consecuencias:

-la imposibilidad a perpetuidad de desempeñar las labores docentes e investigadoras dentro de la Universidad española

-la pérdida a perpetuidad del salario o la pensión que correspondiesen

-la baja en el escalafón y, con ello, la pérdida de la condición de funcionario y de Catedrático.

 

A todo ello deben unirse otras consecuencias que se siguieron en los distintos procesos de responsabilidades políticas, sin olvidar, el exilio.

Las depuraciones tuvieron efectos más allá de las víctimas a las que afectaron: se destruyó el entramado investigador gestando desde la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, a la luz de la Institución Libre de Enseñanza. La Junta desapareció en 1939, el año de las depuraciones, pretextándose

 

todas las herejías científicas que secaron nuestra genialidad nacional” y que “Nuestra ciencia actual, en conexión con la que en los siglos pasados nos definió como nación y como imperio, quiere ser ante todo católica”.

En este punto, deben reseñarse dos consideraciones.

En primer lugar, la reparación que hoy obtienen nuestros Rectores es simbólica y sin consecuencias jurídicas y se fundamenta en el reconocimiento de que las sanciones fueron injustas e ilegítimas. Pero ese carácter simbólico se amplifica con la solemnidad de este acto, su naturaleza institucional y la presencia de los familiares.

Con todo, debemos aspirar a más; concretamente, a que las resoluciones y sentencias que actuaron la represión sobre todos los perseguidos por el franquismo sean declaradas nulas y, con ello, inexistentes en derecho.

Confiamos en que el texto de Memoria Democrática que se tramita en el Parlamento se convierta en Ley y repare jurídicamente y para cualquier represaliado, no solo nuestros cinco Rectores, la condena jurídica que hoy todavía padecen.

En segundo lugar, hay muchos más perseguidos en la Universidad Central. Fue descapitalizada y reducido el talento que albergaba por fusilamiento, encarcelamiento, muerte civil o diáspora.

En 1946, Fernando de los Ríos afirmó que el 40% de los profesores universitarios españoles de 1936 estaban en el destierro. El régimen quiso contrarrestar esta información con un documento que disfraza y oculta las cifras y, además, se refiere a los represaliados como los “cesantes” y los que “están en el extranjero”; es decir, los depurados y los exiliados. Fernando de los Ríos fue sometido a especial vigilancia por sus afirmaciones.

Si nos fijamos solo en la Universidad Central, de los 128 Catedráticos que había en 1936, fueron sancionados el 44%.

En profesores auxiliares y ayudantes, la represalia fue del 50%. Contando todas las formas de represión en estos cuerpos, desde la separación al fusilamiento, se contabilizan 486 represaliados, la mitad de ellos de la Facultad de Medicina. Todo ello, según la obra La destrucción de la Ciencia en España. Depuración universitaria en el franquismo, del Profesor de la UCM Luis Enrique Otero Carvajal. Estas cifras, más las que se refieren a toda España, superan las que manejó Fernando de los Ríos.

En la mente de todos también están hoy los estudiantes y profesores que en los años 60 y 70 padecieron persecución por hacer valer sus ideas.

Este acto que hoy celebramos Gobierno, Universidad y familias quiere reparar, aun simbólicamente, el sufrimiento de los Rectores represaliados y reconocer la importancia de lo que hicieron, aun lamentando, lo que no pudieron hacer.

Una Universidad como la nuestra, cuya historia se ha trenzado siempre con la historia de España –y muestra de ello es el Paraninfo en el que estamos- no puede desconocer las consecuencias personales e institucionales de lo que ocurrió.

Lo que hoy escenificamos forma parte del deber ético de memoria al que se refería Primo Levi: un ejercicio de justicia, no de compasión, para las víctimas y para la sociedad que, no solo debe conocer lo que pasó, sino, además entender por qué pasó.

MUCHAS GRACIAS

 

Madrid, 15 de diciembre de 2021

La Secretaria General. Araceli Manjón-Cabeza Olmeda

 

Foto 1: Julián Chaves, Manuel Castells, Feliz Bolaños, Ana María Cabrera, Laura García Lorca, Nicolás Sánchez-Albornoz, Araceli Manjón-Cabeza y Joaquín Goyache.

Foto 2: Laura García Lorca de los Ríos, nieta de Fernández de los Ríos

Foto3: El hijo de Claudio Sánchez Albornoz recoge el documento de reparación simbólica de manos del ministro Féliz Bolaños