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Noticias - Universidad Complutense de Madrid

A todo volumen | LUX, de Rosalía: la sinfonía de una vida

La artista le da la vuelta al pop, componiendo una sinfonía sobre el amor, el dolor, y la fe

12 nov 2025 - 11:49 CET

MIHAELA DONCHEVA
Co-coordinadora de A todo volumen

 

¿Cuándo fue la última vez que os emocionasteis con un disco? ¿Que os puso los pelos de punta o que os hizo llorar por su belleza y por su perfección?

7 de noviembre, las 00:00 de medianoche. El mundo volvía a vivir un hecho que pasaría a la historia. Por fin podíamos escuchar por completo lo nuevo de Rosalía: cuatro movimientos, dieciocho canciones –quince en streaming–, y toda una vida de emociones contada en cada una de ellas.

Exactamente veinte días antes, la catalana nos regalaba un adelanto de lo que sería su cuarto álbum de estudio. Una pieza llena de sentimientos: una oda al amor, la rabia y el deseo. Berghain nos daba una pista de qué esperar cuando saliera el disco entero.

Pero nada más lejos de la realidad. Este viernes pasado, LUX y Rosalía hacían historia, cambiando el canon una vez más.

Acompañada por la Orquesta Sinfónica de Londres, cantando en trece idiomas y con colaboraciones inesperadas –Björk, Carminho, Estrella Morente, Silvia Pérez Cruz, y los coros de la Escolanía de Montserrat y de L’Orfeó Català–, la artista catalana le daba la vuelta al pop, haciéndolo suyo.

Desde el amor, el desamor, el enfado y el reproche, hasta el perdón y la paz con uno mismo, LUX nos ofrece una forma de hacer música de la que hace tiempo no éramos testigos. Una “obra de arte”, como la definen muchos críticos, que nos muestra la esencia de la auténtica Rosalía, desvelando todo su potencial y reivindicando la belleza del arte español.

Con este nuevo proyecto, la cantante nos hace llorar (Mio Cristo), reír (La Perla), amar (Sauvignon Blanc) y perdonar (Magnolias). No podemos saber si las canciones son del todo personales o si hay algo ficticio en ellas, pero el dramatismo, combinado con la intensidad lírica, el virtuosismo vocal y el exuberante arreglo orquestal, convierte a LUX en algo completamente abrumador.

Igual que en una ópera, cada uno de los cuatro movimientos narra historias distintas. Empezando con la dualidad entre lo material y lo mundano, y lo divino y lo espiritual, y concluyendo con un funeral al que acude todo el mundo, Rosalía habla su verdad y se acerca a Dios, como ella misma lo define. Un Dios que podría interpretarse como Amor. Después de todo, el disco nos conduce a hacia un final de armonía, de aceptación y de paz.

Pero la cantante no se refiere solamente a lo divino en el álbum. O, por lo menos, no a lo divino en un sentido estrictamente bíblico estrictamente bíblico. Rosalía habla de santas, de mujeres que han luchado en sus vidas. En todas la entrevistas que ha dado, deja claro que su inspiración para este proyecto fueron las vivencias de distintas santas del mundo teológico: Santa Rosa de Lima, Anandamayi Ma, Hildegard von Bingen, Rabia al-Adawiyya, entre otras. Mujeres que no se conformaban con su mundo, que luchaban por sí mismas, por los demás y para los demás.

En varias piezas explora la mística femenina, la transformación y la fuerza de la mujer. En Porcelana se refiere precisamente a eso: una mujer puede serlo todo, desde una santa hasta una diosa, o un mal capaz de destruir a quien se lo proponga. ¿Podría ser que, de esta forma, Rosalía se reafirme en la industria musical como alguien que no se conforma fácilmente?

Sea como sea, LUX no es solo un disco: es un viaje espiritual, una liberación y una revolución estética. Rosalía logra transformar la música en una experiencia trascendental. Con esta obra nos recuerda que el arte sigue siendo un acto de fe: en uno mismo, en los demás, en lo divino y en lo humano.

En un tiempo dominado por la inmediatez y lo efímero, LUX se erige como un testamento a la permanencia de la emoción, de la belleza y del riesgo artístico. Es el reflejo de una artista que se atreve a construir su propio lenguaje, su propia liturgia.

Quizás por eso, al terminar el último movimiento, lo que queda no es solo la admiración, sino el silencio. Ese silencio sagrado que solo dejan las obras que nos cambian por dentro.

 

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A todo volumen | LUX, de Rosalía: la sinfonía de una vida - 1

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