Arturo Anadón aboga por regular la presencia de tóxicos en los alimentos
18 jul 2019 - 12:56 CET
Manuel Granados / Foto: Alfredo Matilla
“La alarma con respecto a los tóxicos en los alimentos es excesiva, pero eso no significa que no existan”, afirma Arturo Anadón, profesor de Toxicología en la Facultad de Veterinaria de la UCM y ponente en el curso de Madrid Alimentación, salud y Agenda 2030, dirigido por Javier Aranceta Bartrina, profesor de Medicina de la Universidad de Navarra. Anadón apunta que lo sensato para evitar una excesiva ingesta de estos elementos nocivos es “establecer límites legales” que garanticen la salubridad de los productos.
Este experto explica que existen tres tipos de contaminantes: los naturales, que forman parte del alimento; los externos, que aparecen durante el procesado del producto –como fertilizantes o pesticidas nocivos–, y los que se ingieren debido a los elementos que desprende el envasado, en especial cuando se trata de plástico.
Además, estos tóxicos –argumenta el profesor– pueden originar diferentes efectos. Ante una exposición aguda, es decir, concentrada en el tiempo, se produce una sintomatología directa, pero ante una exposición crónica las consecuencias son más dañinas: “la ingesta de pequeñas concentraciones de forma continuada produce una acumulación que causa trastornos”, como problemas metabólicos o fallos en ciertos órganos.
Además, explica el profesor, “algunos tóxicos naturales están aumentando su concentración debido al cambio climático”, como es el caso de las micotoxinas presentes en los cereales. Ante el aumento de la preocupación social por la presencia de estos elementos, Anadón explica que “muchas veces la prensa transmite mensajes alarmistas porque la toxicología es una ciencia muy compleja”, aunque también añade que “es importante que tengamos conciencia de que ciertos alimentos pueden tener contaminantes”.
Para ello, el profesor reclama la puesta en marcha de investigaciones a nivel internacional para obtener datos con los que establecer unos máximos para estos contaminantes, y así reducir la exposición generalizada a estos elementos. “Hay áreas que aún están sin legislar, pero estos límites debe establecerlos la Unión Europea a nivel comunitario”, explica Anadón. Por ello, recalca que la investigación es esencial ya que, ante estos problemas a largo plazo “es mejor prevenir que curar”.