“Lo que te aporta la poesía como ética es la serenidad para buscar la plenitud
Luís García Montero, sobre la poesía y la vida de Francisco Brines:
23 jul 2013 - 12:54 CET
Luís García Montero, catedrático de Literatura de la Universidad de Granada, Premio Nacional de Poesía, ensayista y novelista, ha trazado hoy las líneas diferenciales de la poesía de Francisco Brines dentro del curso que repasa la vida y la obra de este poeta de la Generación del 50, a la que pertenecen también Ángel González, Caballero Bonald o José Ángel Valente.
García Montero ha definido a la Generación del 50 como un grupo marcado por un compromiso ético con la poesía en contraste con el compromiso político y social, de divulgación de ideas, de los poetas y escritores de los años treinta, que vivieron la tragedia de la Guerra Civil. “Lo que te aporta la poesía como ética es la serenidad para buscar la plenitud, no en las promesas engañosas de inmortalidad sino en el entendimiento con la vida”, ha dicho García Montero.
De Francisco Brines ha destacado, entre otros rasgos de su carácter, su gran generosidad como persona y como poeta, “lo que le permite emocionarse y ser feliz con los poemas de los demás. Paco se ha sentido a gusto con los demás poetas”.
Ha señalado a Gil de Biedma, como el poeta con el que más afinidad tiene Brines, coincidiendo en la indagación íntima y en el rigor lingüístico; pero ha reconocido que “uno de los poetas fundamentales en la poesía de Francisco Brines ha sido Juan Ramón Jiménez que supuso un cambio en su adolescencia lírica”.
En un diálogo con la filóloga Almoraima González Sánchez, García Montero ha destacado de su generación que “nosotros, hemos tenido desde el principio una admiración clara hacia los poetas de la Generación del 50. Nosotros empezamos a escribir después de una generación que se había caracterizado por la ruptura”. La generación de Brines, vino a hacer tabla rasa de la poesía española publicada después de la guerra, decretando el vacío absoluto a esta, como escribió Pere Gimferrer en un artículo de la época.
Para García Montero hubo tres maestros de referencia: Jaime Gil de Biedma, Francisco Brines y Ángel González que “te ayudaban a buscar tu propio mundo en un contexto muy politizado, en el que las alternativas poéticas pasaban o bien por el maximalismo político y las consignas o en otro caso, por el culteranismo, refinado y completamente ajeno, a la dramática realidad que España vivía en aquellos tiempos”. Gracias a la Generación del 50, García Montero y sus contemporáneos pudieron encontrar su propia vía de entrada a la poesía, reconciliándose con la tradición clásica española. Recordó las palabras del crítico José Olivio Jiménez, que dice que la poesía de Brines, está “impregnada de un nihilismo trascendente”, porque se adentró en el compromiso ético e individual con la poesía; distinto del acuñado por Sartre en los años treinta del “intelectual comprometido”. De ahí parte la famosa polémica de la Generación del 50, entre poesía como comunicación o poesía como conocimiento.