Luz roja encendida… Estamos en el aire
RNE despliega sus directos en los Cursos de Verano
16 jul 2015 - 18:04 CET
Cables, voces, ajetreo, escaletas, locutores, técnicos y el abismo del directo. La radio, en definitiva. RNE sale al encuentro de los oyentes y enseña sus interioridades con programas y debate. El curso RNE: nuevos retos, nuevos tiempos. La radio de siempre traslada la magia de este medio de comunicación a las aulas de los Cursos.
Entre el olor del primer café de la mañana y la soledad del patio del Euroforum Infantes hay voces que nos recuerdan que empieza una nueva jornada. Alfredo Menéndez, director de Las Mañanas, el programa más madrugador de Radio Nacional de España, interpreta una realidad marcada por Grecia, los rifirrafes de Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, y Cataluña: “Aunque el curso haga referencia a los retos, la crónica política es la de siempre”.
Los minutos corren rápido y hay que vestirlos de contenidos. Llegan los alumnos, a los que Menéndez les invita a “armar bulla”; al segundo intento, el director de Las Mañanas conecta con Juan Tato, corresponsal en Atenas. Desde las ocho de la mañana, siete en Canarias, no sólo el directo copa la atención de la audiencia, sino también lo que no se oye y lo que casi nunca se ve porque habitualmente está encerrado en un estudio. Paloma Zamorano, jefa de contenidos de RNE y secretaria del curso, no para. Distribuye soportes publicitarios, contacta con el personal de los Cursos de Verano…. Igual ritmo que Mamen Asencio, coordinadora de Las Mañanas, que sortea los imprevistos y cuida que nada falle.
Carmen y Carmelo
La mímica entre los técnicos -Rubén Jurado y Rubén Fernández Argüelles- y Alfredo Menéndez se sucede después de un saludo inicial a los oyentes, o escuchantes como se llaman ahora, en el que no ha faltado una felicitación afectuosa a todas las Cármenes y Carmelos, “a la gente del mar, y a Cangas de Narcea, en su día grande”.
Después de animar a todo el mundo a venir a los Cursos de Verano para “hacer dos cosas en San Lorenzo de El Escorial: ver el Monasterio y el programa en directo”, Menéndez, con sus colaboradores habituales, Raimundo Castro, Curri Valenzuela y Esperanza García (ésta desde Barcelona) entrevista por teléfono a Manuela Carmena, alcaldesa de Madrid, y Rafael Catalá, ministro de Justicia. Valenzuela intenta estirar el tiempo con el ministro y le pide con pequeños gestos al director de Las Mañanas que quiere plantear más preguntas.
David Vidueiro, que cumple años el día de la emisión en los Cursos, aprovecha cada minuto para leer los comentarios en las redes sociales de los oyentes que están bien representados con intervenciones en directo. Por ejemplo, Pablo, de Valencia, llama al magazín para quejarse del tiempo que consume la información dedicada a Cataluña y no a Aragón o Galicia. Todas las opiniones son válidas.
Lejos de la caldera de Madrid
Parece que el equipo matinal de RNE –compuesto también por Loreto Souto (redactora), Toñi Muñoz (productora), Antonio Gutiérrez (informático) y Pedro Jurado (realizador)- disfruta emitiendo desde San Lorenzo y escapando de los estudios porque a todos los invitados les dice: “En San Lorenzo de El Escorial se está más fresquito, mucho mejor que en la caldera de Madrid”.
El face-kini, una máscara que cubre el rostro y que triunfa entre las bañistas chinas; los estrenos de cine, con Yolanda Flores; las claves económicas, con Gabriel Herrero “J”; los concursos; “los jueves, los nuevos viernes”, la sección de Inmaculada Palomares; las conversaciones con Ramón Arangüena; y los minutos de la DGT con Ángela Alcover se entrelazan con más entrevistas: a Carlos Andradas, rector de la Universidad Complutense; a Gema Hassen-Bey, que a sus grandes dotes con la esgrima paralímpica se une su reto de subir el Kilimanjaro; y a la escritora Rosa Montero, que participa en un curso sobre la cordura y la locura.
Entre tantas palabras, Demode Quartet, un grupo de música y humor a capella, rompe la sucesión de preguntas y respuestas con un sonido envolvente. De pie, con cuatro micrófonos, sus componentes, cantan La puerta de Alcalá, de Ana Belén y Víctor Manuel, con compases del Satisfaction, de los Rolling Stones. “Lo que se ahorran en instrumentos”, ironiza Ramón Arangüena.
Verano peligroso
La guinda la pone el valdepeñero Paco Clavel minutos antes de las señales horarias de las 12 del mediodía, que marcan el final de Las Mañanas. Se lleva al público de calle entonando Déjame vivir con alegría y Mi jaca. En su labor de descubrir temas musicales desconocidos, se atreve con la canción del grupo Los Punsetes, cuya letra recrea los peligros de pasar un verano en El Escorial: “La bebida me sienta fatal,/ hace un año que escapé de El Escorial,/ pero sigo funcionando mal, es algo ya habitual…. Ese verano en el Escorial,/ gracias a ti, me sentó fatal,/ este verano lo paso en la capital”. Ahí queda eso.
Cuando todavía los alumnos están comentando los entresijos de Las Mañanas, el directo se para unos minutos para la conferencia de Alfonso Nasarre, director de RNE. Ante un auditorio joven, explica que la radio pública se tiene que “poner la pilas” para, “con los mejores profesionales”, seguir generando contenidos de calidad e interés para los españoles, independientemente de los soportes -tabletas, móviles o receptores clásicos- desde donde se escuche.
No obstante, comenta, el reto es “hacer lo de siempre: buenos programas, estimular la imaginación y la fantasía de la audiencia, y ofrecer y contar la mejor información nacional e internacional”. Luego, los alumnos, muchos del Máster de Radio Nacional de España, tímidamente se atreven a formular alguna pregunta.
“Un ojo mágico”
Más activos están cuando la luz roja del directo se enciende de nuevo en el programa Crónica de Madrid, con África Huerta, donde uno de los reporteros el programa local de RNE charla con ellos. “Nos sentimos muy a gusto aquí, ojalá un día estemos haciendo radio; de momento, nos toca ver a los profesionales para luego evolucionar” comentan a micrófono abierto. Estaremos pendientes de si mejora la especie radiofónica.
Mientras tanto, el curso aparca los directos para descansar en la mesa redonda final moderada por Pepa Fernández, directora de No es un día cualquiera, un ejemplo de radio “deslocalizada” y alejada de los estudios. En sus 16 años de vida, este formato ha recorrido buena parte de la geografía nacional. Al debate, que versa sobre la radio de antes, concurren los periodistas José María Íñígo, Andrés Aberasturi y José Ramón Pardo.
“Un mueble como una nevera que tenía encima un tapete”. Así veneraba Íñigo la radio, mirándola más que escuchándola. Pardo se acuerda de la suya: “Un ojo mágico que se abría y cerraba como la pupila de un gato”, que determinaba si habías sintonizado bien una emisora. El crítico musical sentencia que la radio se ha transformado de un amanera extraordinaria, del sonido de fritura de los discos que se pinchaban hasta los cuatro grandes silos que conforman la parrilla actual: “Mañana, tarde, noche… y deportes”. Aberasturi recuerda esa etapa mítica de la radio como “más familiar, aunque más aburrida” que la actual.
Después de esta nostálgica mesa redonda, los jóvenes alumnos abandonan el aula con el móvil en sus manos. Tal vez escuchen la radio a través de él, quizás evoquen las palabras sobre el coltán de la activista africana Caddy Adzuba pronunciadas en la misma sala un día antes… Lo que está claro es que si siguen atendiendo a los profesionales de la radio y conservando la intuición innata de su generación, podrán cumplir sus sueños… en las ondas.