Bajo la mirada del inquisidor

El Santo Oficio de la Inquisición, más conocido como Inquisición española, fue una institución fundada en 1478 por los Reyes Católicos con el objetivo de mantener la ortodoxia católica en sus reinos. Con el paso del tiempo, el tribunal inquisitorial fue adquiriendo una mayor importancia, al convertirse la religión, ya en época de los Austria, en una herramienta política de primer orden: aunque en un principio fueron cuestionadas sus competencias, Carlos I utilizó frecuentemente la Inquisición, convirtiéndola en un arma contra el protestantismo; Felipe II alteró el foco de atención de los tribunales, poniendo bajo la lupa a los moriscos con el fin de lograr la unidad religioso-cultural de la península; y Felipe III continuó con el proceso iniciado por su padre, culminando la expulsión de los moriscos en 1609, no sin contar con la ayuda de la Inquisición en tan ardua empresa. A pesar del papel que desempeñó, la Inquisición no siempre fue bien recibida por todos. En ocasiones fue fuertemente cuestionada, sobre todo a nivel social, al contaminarse los principios religiosos que debían guiar el camino de la institución por cuestiones de tipo económico o social. Por otro lado, la corrupción, en sus múltiples formas, también afectó gravemente a la Inquisición entre los siglos XVI-XVIII. No obstante, esta institución nunca funcionó de forma arbitraria, tratando de "encontrar" la verdad de las acusaciones conforme al Derecho canónico.

A lo largo de los siglos XVI-XVII, el tribunal del Santo Oficio intervino en toda la vida religiosa y espiritual con celosa vigilancia; por ello, directa o indirectamente todo estaba sometido a su jurisdicción. Aunque, desde sus orígenes, el principal objetivo de la Inquisición fue la persecución religiosa emprendida contra judeoconversos, protestantes y moriscos, también castigaba a aquellos que no siguieran sus preceptos: es por ello por lo que, entre otras cosas, las traducciones de las Sagradas Escrituras fueron condenadas y perseguidas; que todo tipo de textos fueran sometidos a una rígida censura; o que las prácticas consideradas como herejes fueran duramentre reprimidas. Delitos como los aquí expuestos eran perseguidos y juzgados por los llamados tribunales territoriales de la Inquisición. Así, la Corona de Castilla contó con tribunales en Sevilla, Córdoba, Toledo, Valladolid, Murcia, Cuenca, Logroño, Granada y Santiago de Compostela entre otros, creando nuevos y suprimiendo otros con el paso del tiempo; por su parte, en la Corona de Aragón fueron cuatro los tribunales, situados en las ciudades de Zaragoza, Valencia, Barcelona y Palma de Mallorca; e, incluso, los territorios americanos contaron con sus propios tribunales, destacando entre ellos los de Lima, México y Cartagena de Indias. Con la llegada de la Ilustración en la segunda mitad del siglo XVIII, la actividad inquisitorial mermó notablemente en España, aunque su abolición definitiva no se produciría hasta 1834.

 

Las obras seleccionadas pueden consultarse en los siguientes enlaces: 


 

Bibliografía complementaria

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Estudiantes encargados de la sección

Adrián Labrado López

Paula Moreno Arcos

Javier Rocamora Villegas