Darío Márquez Reyeros
Darío Márquez Reyeros (Alcobendas, Madrid, 1998) reside desde los dos años en Alcalá de Henares, en donde ha impulsado proyectos como “Alcalá pedía a gritos poesía”, en el que el objetivo era compartir frases poéticas colocándolas en distintos lugares de la ciudad (bancos de los parques, marquesinas, estaciones de tren…). Estudió un Grado Superior de Producción Audiovisual y Espectáculos. En 2018 quedó finalista del Certamen Nacional de Poesía para Jóvenes Poetas “Antonio Hernández”. También ha sido finalista de la VI Edición del Premio Valparaíso de Poesía. En la actualidad estudia Español: Lengua y Literatura en la Universidad Complutense de Madrid y colabora de manera habitual en SER Henares con un espacio cultural.
DEBERES
El director nos dijo convencido
aquel día de nubes:
Hoy comienzan las obras,
disculpen las molestias.
A golpes de martillo llegó el ruido,
entró en nuestras cabezas, retumbaba.
Era el turno del profesor de inglés,
la tiza en la pizarra con perfecta
«pronunciation»
What´s the weather like today…?
Nosotros nos moríamos de risa
cuando jefe y peón, peón y jefe
discutían colgados del andamio:
¡esto no se hace así!,
se increpan, se reprochan,
insultan a sus madres.
Míster Eugenio da por terminada
la clase —y menos mal—,
yo no hice los deberes.
AL RITMO DE LAS CUERDAS DE PACO DE LUCÍA
Al ritmo de las cuerdas de Paco de Lucía
dos cuerpos se devoran entre acordes.
Tienen toda la prisa y poco tiempo.
Dame tus labios, dámelos, se exigen.
Un rato más, se besan.
Lleno de sed me bebo Entre dos aguas
la falta de verano en nuestros ojos.
Los lugares se han hecho despedida
y ya te echo de menos.
Después llegará el lunes
como todas las tardes.
INVENTARIO
Ya no hay nada en la casa excepto polvo,
mamá y papá nos fuimos a la costa,
vosotros ya partisteis a las grandes ciudades
en donde las estrellas se ven cada dos años.
Allí no queda nada.
Las sillas se rompieron. Entró el tiempo en sus huesos.
Murieron por el frío los relojes,
y en las fotografías
no nos reconocemos, vaya caras.
Qué jóvenes y guapos. Qué felices.
Una familia como otra cualquiera,
con navidades y algún cumpleaños,
con las películas de Disney Pixar
en las estanterías. Parece que fue ayer
cuando todo empezaba.
Allí no queda nada. No queda ni el recuerdo
de cuando erais bebés insoportables,
aferrados al pecho de mamá
como a la propia vida. Tampoco nada queda
del niño con la brecha por saltar en la cama,
mira que te avisamos…
Las estúpidas broncas de tus padres
al terminar el mes.
Ya no hay nada en la casa excepto polvo.
Mamá y papá se quieren todavía,
vosotros ya partisteis,
para no volver más.
Pero allí ya no hay nada, ya no hay nadie.