Ander Villacián
Ander Villacián (Bilbao, 2003) es un joven poeta que en la actualidad cursa estudios de Ciencias Políticas en un grado conjunto entre la Universidad Complutense y Science Po Toulouse. Atraído por la escritura a causa de la experiencia adquirida en encuentros y talleres literarios, Ander comenzó a escribir tanto en euskera como en castellano desde muy temprana edad. Asimismo, ha sido galardonado en varios certámenes como el primer premio del Concurso “Satarka” en la categoría de poesía joven del Ayuntamiento de Hondarribia (2018, 2019), el premio Ramón Rubial para narrativa en valores sociales (2020), el premio “Ciudad de Ermua” de poesía en euskera (2020) y el certamen “Urruzuno” de jóvenes creadores del Gobierno Vasco con el cual realizó una estancia creativa con escritores afianzados en el verano de 2021. Ese mismo verano fue seleccionado para “Ruta alExilio”, una novedosa iniciativa del Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 para la participación de la juventud en proyectos artísticos que rescatasen la memoria histórica. Igualmente, ha colaborado con una serie de revistas poéticas como Kametsa o Casa Bukowski en cuya antología de poesía joven hispanoamericana “Todos los dioses” ha sido publicado.
Autoterapia
¿qué hago yo con este dolor? dímelo:
qué ciudades construyo
cuántas bibliotecas de alejandría debo levantar
cuántas migraciones de los estorninos
tengo que incinerar en la palma de mis manos
qué hago yo con el sollozo del trigo
con el resquemor de los estuarios
con la canción de cuna de las esparteras
y el trampal oscuro donde se atora la escarcha
mi dolor no es mío
es tan prestado como el frío de los armarios
es tan caduco como el nombre de los dientes de leche
es tan ajeno como la voz que habito
pero mi dolor es el ojal de una aguja
enhebrada a mi cuerpo
cuántos días se extiguen en el azul canicular
de mi dolor
cuántos osarios amanecen
en las cancioncillas de la ría de la plata
cómo se polvifica el sonajero sordo de las cunetas
mi dolor se llama Vicenta Santiago Carmen Jesús Gerónimo Consuelo Luis Natividad
y yo no sé cómo me llamo si no entiendo mi dolor.
Justicia supletoria
seguimos esperando el juicio
de quien deletrea el pasado áspero
en el que está escrito el porvenir
de quien reconoce la necesidad
de acabar con la violencia armada
antes de volver
al pulso de las enredaderas
de quien engaña
a los adiestradores de las sombras
y reconoce que la poesía está muerta
pero no ha sido su culpa
de quien corrige el relato de los nenúfares
que salen de paseo a medianoche
de los que pronuncian el verso monosilábico
a la memoria vital de los abrigos
del exilio
seguimos guardando piedras mojadas
en los bolsillos de los colibríes
seguimos pidiendo volver
a las cárceles de la amapola
volver
con la cautela de entreabrir el invierno
y señalar la vergüenza
volver a esta casa tomada
a sus paredes donde tiritan los abrazos
volver a nuestro nombre
donde queda un silencio
que no podemos resarcir.
Botánica del olvido
venimos de replantar el olvido
de construir sobre él
un país donde escarchar la historia
venimos del azafrán
de ciento catorce mil dos cientas veintiséis huellas
en el barrio de los violinistas
venimos de ahogar la sed de los pozos
de reescribir el inventario de la duda
de encender bombillas de consumo bajo
y camuflarnos entre las bandadas
del silencio
nosotras que compartimos cama
con los predicadores del aire
que mordisqueamos las ciruelas
de william carlos williams
sabemos que el olvido
es el cuerpo de la huida
en el lugar equivocado
el olvido es un camino que seguimos haciendo
la herrumbre de los cementerios
o la parada final de este tren de los adioses
lo recogemos con las manos
como polvo de las vencidas
lo almacenamos como un mendrugo de pan
en las faldas de mi abuela
sus restos
son los brazos que labran el miedo
la médula espinal de las canciones viejas
o una conversación en la casa del poeta
quizá no estaríamos aquí si no fuera por el olvido
sin ese viento triste
ya no quedaría nada por contar.
Bidasoa
en un nombre quedan retenidos
sesenta y seis kilómetros
este cruce de caminos
este camino de cruces
que sumerge y esconde
que lleva consigo lo que el recuerdo difumina
en un nombre
las flores desborradas
se encajan en el estuario de Hondarribia
donde el mar mira a América y a la muerte
con una falda de primavera
en un nombre
sesean las corrientes
las traiciones de la marea
el vuelo ignorante de la tierra
de las islas sin dueño
en un nombre
se nota el peso del salabre y la voz de Baroja
el hambre refugiado entre los juncos
y los puentes que la lengua no trazó
pero sí lo hizo la historia y la represión
la necesidad y la guerra reblandecida por la arena
que tapa los huesos y las caricias
hoy lo hace en árabe en wolof o en tamazigh
hoy lo hacen los niños y una puerta cerrada
hoy lo hacemos todas con la indiferencia
y aun así avanzamos
bajo lluvia de agosto
como de otra forma nunca pudo ser
y así andamos los caminos que otras hicieron
creyendo que “frontera” es el apellido de una madre huérfana
seguimos
tan inmóviles tan veloces
con la dirección contraria del agua
hasta la piedra que enseña la piedad de sesenta hombres
el lugar de una cicatriz que parte las ramas de los castaños
Endarlatsa
aspereza del antiguo ferrocarril
donde una línea se vislumbra y un túnel quiebra la voz
donde se amontonan latas de cerveza junto al memorial de la historia acallada
donde los metros son cruces invisibles
donde las estrellas vuelan como cometas
importando a esta tierra que no conjuga el verbo volver
la paz en medio de las trincheras,
exportando más de doscientas almas
que no nadan en la ceniza
en un nombreun río que trabaja de noche
para llevar pan a las casas que no desembocan
y arrullar a los niños que crecen con la brújula hacia Francia
en un nombre
florece la playa al norte
y descansan los pies que salvaban
a pesar de la ignorancia
a pesar del frío
a pesar de lo que la enfermedad pudo ennegrecer y hoy muere en Ziburu
en un nombre
esta tierra que prohíbe y se mueve en los días de galerna
que no conoce su origen
y tiene en cada pueblo una raíz en cada pueblo una historia
aquí donde las televisiones cruzaron lo que la justicia no hizo
aquí que se ahoga el fado que huía de guerras impuestas
aquí no se nos enseñó
la sed de los pozos
las heridas de los atajos
y las fotografías rasgadas
en un nombre
casi un millón de caminos
que un día se abrieron
pero que hoy ya no se ven
si los claveles no confiesan
lo que se escondía en camiones
aquí que se nace mirando al río
y sobreviven al abandono las violetas entre dos tablas de madera
permanecen los pasos que se abrían desde marzo hasta noviembre
el nombre de la falsa locura
y un árbol que llora en portugués
no es un sauce
o la lágrima larga de una secuoya
es el comienzo de un valle
y de un balbuceo cortante
donde se juntan dos sendas
y un tejo se levanta
para ver un camino que sigue roto por dentro:
Bidasoa.
PORLAN AMETSAK
trenbidearen okerreko aldean jaio ginen
izenik gabeko kaleen babeslekuan
han enarek hegan egiten erakatsi zietela
nostalgiaren hondarrei
eta enura landatu zutela jatorriaren otalurrean
babes-ofizialeko gezurren artean
ezkutatu dago gure abandonuaren errautsa
konpromisoaren itzala
porlanaren barnean espetxeratu zituzten
behin sorturiko esperantzak.
SUEÑOS DE CEMENTO
nacimos en el lado equivocado de las vías
en un baluarte de calles sin nombre
allí donde las golondrinas les enseñaban a volar
a los despojos de la nostalgia
y sembraron la duda en el erial del origen
entre mentiras de protección oficial
está escondida la ceniza de nuestro abandono
la sombra de lo que fue el compromiso
dentro del cemento han encarcelado
las esperanzas que se crearon un día.