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Ser un héroe de a pie en el estado de alarma: compromiso, responsabilidad y ojo crítico con la desinformación

19 MAR 2020 - 03:01 CET

Artículo de la Prof.ª María Paz García-Vera publicado en El Mundo, el 14 de marzo de 2020.

Ser un héroe de a pie en el estado de alarma: compromiso, responsabilidad y ojo crítico con la desinformación

A los héroes se les suponen acciones sobrehumanas, pero a nosotros, para enfrentarnos al coronavirus, se nos piden comportamientos muy sencillos. Aunque de nada vale que sean sencillos si no los llevamos a cabo

Algunas veces la vida nos coloca en situaciones difíciles, como la generada ahora por el coronavirus. La incertidumbre y la creciente percepción de amenaza, especialmente ahora que el Gobierno ha declarado el estado de alarma, han disparado nuestras emociones de intranquilidad, inseguridad o miedo y nuestras preocupaciones. Esto es normal, y para sobrellevarlas puede ser muy útil leer estas recomendaciones que mis colegas del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid han publicado en su página web. Pero también muchas personas pueden sentir indefensión o desesperanza, como si no pudiéramos tener un papel activo y relevante en esta lucha. Es evidente que los grandes héroes son los que están enfrentándose al virus en primera línea: los profesionales sanitarios, los miembros de los cuerpos y fuerzas de seguridad, los profesionales que atienden a nuestros ancianos en las residencias, etc., pero nosotros también podemos ayudar como héroes de a pie, haciendo las cosas bien, y eso es lo que se nos está pidiendo a gritos que hagamos.

Hoy ya estamos en estado de alarma. Muchas personas lo pueden ver exagerado, pues con frecuencia tendemos a pensar que nosotros no estaremos afectados por aquellas enfermedades graves u otro tipo de desgracias que les ocurren a otros. Habitualmente, estas creencias de invulnerabilidad nos ayudan a vivir tranquilos y reducir nuestra ansiedad, pero también pueden hacer que sintamos el problema como algo ajeno y descartemos la necesidad de implicarnos en la solución. Hoy es importante que dejemos a un lado nuestras creencias de invulnerabilidad. Ejemplos de estas creencias son frecuentes en fumadores empedernidos que piensan que el tabaco no les dañará, o en los conductores imprudentes que no creen que puedan ocasionar graves accidentes. En los años 80, las campañas publicitarias de prevención del contagio del VIH quisieron resquebrajar estas creencias dirigiéndose a toda la sociedad con el mensaje claro y repetitivo de que “cualquiera podría verse afectado”. Se trataba de comprometer a la gente con el problema, de hacerlo una cuestión de todos, de que todos aceptáramos que había que protegerse y, al mismo tiempo, de especificar el modo de hacerlo.

Aunque el coronavirus es un problema distinto, es muy similar la necesidad que tenemos de convencer a la sociedad de que esto es asunto de todos. Resulta obvio que una gran parte de la población se ha sentido invulnerable durante semanas y que muchos siguen sintiéndolo así, sin entender que aunque realmente ellos fueran invulnerables, hay muchas personas que no lo son, incluso entre sus seres queridos, y mantenerlas a salvo es responsabilidad de todos, porque todos podemos ser transmisores del coronavirus. Si todos cuidamos de todos, algo bueno habríamos aprendido de esta batalla.

Una vez aceptado el problema y comprometidos con el hecho de que todos tenemos que hacernos cargo de nuestra parcela de responsabilidad, para ser un héroe de a pie, es preciso conocer el modo en que debemos de actuar, es decir, cumplir las normas que nos piden, ser responsables. Los expertos están explicando muy bien esas normas con los mensajes de quedarse en casa y lavarse las manos. Pero para cumplir bien las normas, no nos engañemos, lo esencial es ver su necesidad y aceptarlas, en definitiva, hacerlas nuestras, y querer cumplirlas. Las normas que han acordado los expertos no pueden ser puestas en duda por los inexpertos. Si aceptamos estas normas como leyes a cumplir, nos gusten o no, tal vez estemos dando un paso agigantado hacia una sociedad que cumple las normas que se ha dado, le gusten o no. En ese caso, algo bueno habríamos aprendido de esta batalla.

Esto es lo que pretende en parte nuestro recién inaugurado estado de alarma, que trata de poner claras las normas para todos y de paso asegurarnos los recursos para esta batalla. El estado de alarma es un conjunto de medidas necesarias para hacer más fácil esta lucha contra el coronavirus, para que haya una mayor rotundidad en lo que se puede o no hacer más allá de las recomendaciones, para tranquilizar a la población garantizándole, por ejemplo, que va a tener acceso a la comida en los supermercados, a los fármacos en las farmacias, a disponer de recursos sanitarios aunque haya que utilizar todos los recursos públicos y privados, o que el Ejército, acostumbrado a situaciones complicadísimas, vaya a poder ayudarnos en las labores que se necesiten.

Y finalmente, para ser un héroe de a pie contra el coronavirus, es importante estar informado, pero con buen ojo crítico, sabiendo que la sobreinformación puede generarnos un malestar innecesario y que mucha de esa información puede ser falsa o incompleta. Estar todo el día escuchando noticias sobre el tema puede elevar innecesariamente nuestra ansiedad sin que estemos mejor informados. Hace ya años que los estudios de psicología demostraron que las personas que en este tipo de situaciones estaban más de cuatro o cinco horas al día atendiendo a las noticias tenían más síntomas de ansiedad. Para estar bien informado no hace falta estar todo el día oyendo, leyendo y viendo noticias, y hay que recordar que muchas de esas noticias pueden ser bulos o informaciones falseadas que no debemos transmitir a otros.

Por eso conviene que seleccionemos lo que escuchamos, vemos y leemos, que acudamos a las web oficiales del Gobierno, a las ruedas de prensa de los responsables políticos y sanitarios o a los periódicos de prestigio. Obsesionarnos no nos ayudará a enfrentar mejor esta situación. Necesitamos estar al tanto, pero también distraernos y descansar de esas noticias. Si conseguimos desarrollar nuestro espíritu crítico frente al exceso de información y desinformación, algo bueno habríamos aprendido en esta batalla.

En definitiva, comprometernos con lo que está pasando, cumplir las normas y estar bien informados, tres comportamientos sencillos para ser un héroe de a pie contra el coronavirus. Si lo hacemos bien, venceremos y algunas cosas buenas habremos aprendido en la batalla. Si no, algún día las futuras generaciones se preguntarán cómo siendo cosas que podíamos hacer tan fácilmente, no las hicimos.

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