José A. García Avilés: “El periodismo es un oficio maravilloso que ha sido injustamente denostado”
Por Manuel Tapia Zamorano
No es frecuente, en un escenario de crisis económica y de credibilidad, escuchar voces y experiencias que devuelven la esperanza en el periodismo. En las páginas de Águilas y colibríes (Editorial Playhacks), José Alberto García Avilés, catedrático de Periodismo en la Universidad Miguel Hernández de Elche, plasma las experiencias de un itinerario iniciado en abril de 2024 que le permitió recorrer 16 países para conocer de primera mano a una treintena de profesionales que está transformando el periodismo en Europa.
García Avilés analiza proyectos de todo tipo, de medios grandes o pequeños, que están aportando su granito de arena para transformar y mejorar el periodismo. Y entre todos ellos destaca el caso del diario digital francés Mediapart, que supera los 250.000 lectores y, a su juicio, simboliza un periodismo libre e independiente que es viable económicamente e inspira confianza a su audiencia.
Águilas y colibríes es un libro original porque el autor configura un particular aviario para describir un hábitat periodístico en el que convive una fauna muy variopinta: buitres, cuervos, cotorras, pavos reales, cabezas de chorlito y gente que va “como pollos sin cabeza”.
En esta entrevista, realizada por cuestionario, García Avilés subraya que tampoco faltan las carroñeras, las aves sensacionalistas y petulantes, ni los pajarracos. “Pero estoy convencido”, añade, “de que abundan los buenos periodistas. Me refiero a las águilas que tienen la visión, la energía y la nobleza necesaria para cometer los problemas de la profesión e inspirar a sus equipos. Y los colibríes que trabajan sin descanso, con enorme versatilidad y gran sentido del humor. Es una metáfora que explico y utilizo con frecuencia a lo largo del libro”.
El autor defiende, al igual que Ryszard Kapuscinski, que para ejercer con dignidad la profesión hay que ser buena persona y asumir un firme compromiso con la verdad. “Este es un oficio maravilloso y muy necesario, que ha sido injustamente denostado y que en la actualidad está desprestigiado en nuestro país”, concluye.
En esta entrevista, realizada por cuestionario, García Avilés subraya que tampoco faltan las carroñeras, las aves sensacionalistas y petulantes, ni los pajarracos. “Pero estoy convencido”, añade, “de que abundan los buenos periodistas. Me refiero a las águilas que tienen la visión, la energía y la nobleza necesaria para cometer los problemas de la profesión e inspirar a sus equipos. Y los colibríes que trabajan sin descanso, con enorme versatilidad y gran sentido del humor. Es una metáfora que explico y utilizo con frecuencia a lo largo del libro”.
El autor defiende, al igual que Ryszard Kapuscinski, que para ejercer con dignidad la profesión hay que ser buena persona y asumir un firme compromiso con la verdad. “Este es un oficio maravilloso y muy necesario, que ha sido injustamente denostado y que en la actualidad está desprestigiado en nuestro país”, concluye.
La tesis de su libro es que el periodismo debe volver a sus raíces y recuperar su esencia. Muchos suscribirán esa opinión, pero ¿qué medidas concretas son necesarias para afrontar ese reto?
Los periodistas cuyas historias cuento en el libro coinciden en que debemos recuperar la pasión por la verdad, la independencia y el trabajo de investigación y de control al poder que caracteriza al periodismo. No es fácil, pero existen formas de concretar esta aspiración. Por un lado, hemos de aprender a escuchar mejor a nuestros lectores para conocer sus problemas e identificar sus necesidades. Mantener una distancia con los políticos, los agentes sociales, los centros de poder para poder trabajar con independencia. Ser muy transparentes y cuidadosos con los procesos y la forma de hacer periodismo y rectificar si es preciso. Ello nos dará más credibilidad ante la audiencia. Ofrecer coberturas atractivas y formas innovadoras de contar la información. Hacer un uso responsable de la inteligencia artificial que esté verdaderamente al servicio del trabajo periodístico. Y muchas otras sugerencias que encontramos a lo largo de estas páginas.
Cita en la introducción de su libro una mítica frase de Ryszard Kapuscinski: “Para ser periodista, ante todo, hay que ser buena persona”. En los tiempos que corren, ¿no cree usted que ese pensamiento peca de ingenuo?
No creo que sea algo ingenuo la necesidad de que en este oficio hay que ser buena persona, me parece algo esencial. Si el periodista no es respetuoso, ecuánime, honesto y asume un compromiso con la verdad, difícilmente hará bien su labor. Por eso, me gusta otra frase que aparece como un lema en el libro: “Sólo los periodistas enamorados salvarán el periodismo”. Necesitamos enamorarnos de nuestra profesión y recuperar la autoestima. Este es un oficio maravilloso y muy necesario, que ha sido injustamente denostado y que en la actualidad está desprestigiado en nuestro país.
Parece comúnmente aceptado que el periodismo ha perdido prestigio y relevancia social, no ha encontrado modelos económicos solventes y añora la credibilidad que le reconocía antaño la ciudadanía. ¿Por qué si ese diagnóstico no es cuestionado por nadie no existe un acuerdo básico para adoptar una toma de decisiones que revierta esa situación?
Es una excelente pregunta y no tengo claras las razones. Me parece que en España nos falta dialogar sobre estas cuestiones y lograr que los periodistas se pongan de acuerdo. Es una experiencia muy distinta a la de otros países europeos. Por ejemplo, los periodistas nórdicos han creado hace años una alianza para explorar juntos el desarrollo de la inteligencia artificial y los retos que plantea a la profesión. No tienen miedo de colaborar entre sí y compartir sus experiencias y fracasos, aunque sean de empresas de la competencia. Esta actitud me da mucha envidia, ojalá pudiéramos conseguir algo parecido en España.
Se refiere a las águilas y colibríes, utilizando una simbología aplicada al periodismo, como ejemplos del poderío y versatilidad tan necesarios en la profesión. Pero en el aviario de Mario Tascón en el que se ha inspirado para escribir su libro también se alude a cuervos, buitres y demás fauna del hábitat periodístico. ¿Existe equilibrio en ese ecosistema mediático o abundan más las especies que dañan al periodismo?
En nuestra profesión, encontramos una fauna muy variopinta: hay buitres, cuervos, cotorras, pavos reales, cabezas de chorlito y gente que va como pollos sin cabeza... Tampoco faltan las carroñeras, las aves sensacionalistas y petulantes, ni los pajarracos. Pero estoy convencido de que abundan los buenos periodistas. Me refiero a las águilas que tienen la visión, la energía y la nobleza necesaria para cometer los problemas de la profesión e inspirar a sus equipos. Y los colibríes que trabajan sin descanso, con enorme versatilidad y gran sentido del humor. Es una metáfora que explico y utilizo con frecuencia a lo largo del libro. Hoy más que nunca necesitamos profesionales con autonomía, que sean constructivos, capaces de ilusionar, que se conviertan en auténticos líderes.
En su libro se recogen las experiencias de un buen número de profesionales que, desde su punto de vista, están transformando el periodismo en Europa. En ese catálogo no se incluye ningún medio español porque, tal y como indica en la introducción, usted “anhelaba aire fresco”. ¿Tan irrespirable está el escenario mediático en nuestro país?
No es que sea irrespirable, ni mucho menos. Pero en España ya nos conocemos todos y por eso me interesaba ir fuera, recorrer Europa de Norte a Sur y hablar con estos profesionales que aportan nuevas ideas, proyectos innovadores y soluciones a los problemas que actualmente afronta el sector. El resultado está a la vista. En España hay magníficos profesionales y medios excelentes, pero desde el principio quise poner el foco en el resto de los países europeos.
¿Qué experiencia o proyecto de innovación periodística de los que ha estudiado le ha resultado más sorprendente o interesante y por qué?
Resulta muy difícil quedarse con uno solo. En el libro aparecen proyectos de todo tipo, de medios grandes o pequeños, que están aportando su granito de arena para transformar el periodismo. Me llama la atención la estrategia del medio francés Mediapart. En 2008, un grupo de periodistas de desilusionados con la situación de los medios en Francia, se plantearon retomar la confianza del público. Para ello lanzaron un medio dedicado a la investigación y basado en una estrecha relación con sus lectores. Establecieron un modelo de suscripción, algo muy innovador en aquel entonces y apostaron por una independencia radical. No tienen publicidad, ni accionistas ni ningún tipo de subvenciones. Como ellos dicen, “sólo nuestros lectores pueden comprarnos”. Han pasado 17 años y Mediapart supera los 250.000 suscriptores. Simboliza un periodismo libre e independiente que es viable económicamente e inspira confianza a sus miles de lectores. Me parece muy innovador apostar por esta estrategia desde 2008, sin ceder al desaliento y superando las muchas dificultades que han afrontado.
Admite en su libro que durante los últimos 25 años ha hablado con muchos periodistas y directivos de medios que le han confesado en privado que el periodismo está “en caída libre” y que la profesión “ha perdido el norte”. En este contexto, ¿ve posibilidades reales de regeneración o mejora?
Por supuesto que existe capacidad para mejorar y de hecho, se está corrigiendo el rumbo. Hay muchísimos profesionales que aman el periodismo y están empeñados en que los medios de comunicación sigan siendo relevantes en nuestra sociedad. Durante años, algunos directivos han dado palos de ciego o se han dejado llevar por los cantos de sirena de la tecnología. Y eso ha tenido un efecto contraproducente, que a menudo ha mermado la credibilidad de los medios. El mensaje de estos profesionales europeos con los que he conversado es que, aunque queda mucho por hacer y no hay soluciones mágicas, existe una voluntad de cambio y de regeneración. Coinciden en que es necesario volver a los fundamentos del periodismo y trabajar en estrecho contacto con las audiencias, ejerciendo un servicio público que sigue siendo necesario en las sociedades democráticas. Por eso, afortunadamente, el mensaje del libro está lleno de esperanza.
El mundo anglosajón, y en concreto Estados Unidos, ha sido considerado tradicionalmente como el referente del periodismo. ¿Cree que Europa y Latinoamérica podrán disputar, e incluso arrebatar, ese papel a la prensa norteamericana por el tipo de periodismo que se practica en esas latitudes?
Considero que cada cultura ofrece un tipo de periodismo, tremendamente enriquecedor y diverso. Por ello, las generalizaciones suelen ser injustas. Dentro de Estados Unidos hay buen periodismo y también ejemplos de decadencia periodística. En la mayoría de los países latinoamericanos se practica un periodismo pujante, lleno de innovación, del que tenemos mucho que aprender. Y a lo largo de un continente tan rico y diverso como Europa encontramos grandes diferencias y matices. He charlado con periodistas, eslovacos, leones y ucranianos que están desarrollando proyectos tremendamente interesantes y que en España apenas se conocen. Tenemos mucho que aprender de la industria periodística de vanguardia. Del trabajo multidisciplinar con diseñadores, ingenieros, editores y profesionales de otras disciplinas, y de la forma innovadora de contar historias que conecta con las necesidades de las audiencias. En muchas redacciones podemos incorporar la creatividad, la flexibilidad, la frescura y los avances técnicos e intelectuales que surgen del periodismo más innovador.
¿Cómo puede contribuir la inteligencia artificial a mejorar el ejercicio del periodismo y qué riesgos conlleva una mala praxis de esa herramienta tecnológica?
Los sistemas de IA ya están absorbiendo buena parte de las tareas que llevan a cabo los periodistas. Algunas, como la traducción de textos, transcripciones de entrevistas, procesamiento de datos… son rutinarias. Otras, como investigar, plantear preguntas o diseñar un guion original, resultan más esenciales. Cabe suponer que, si un profesional no aprende a manejar las herramientas de IA, pronto será prescindible.
Sin embargo, las máquinas aún no pueden competir con los periodistas humanos cuando se trata de observar, formular buenas preguntas o elaborar reportajes creativos. La fortaleza de los modelos de IA radica en procesar cantidades ingentes de información y “vomitar” lo que han aprendido, en vez de en crear algo verdaderamente original. Estas herramientas son capaces de generar “alucinaciones”, manipular los datos y sembrar desinformación. Por tanto, la supervisión humana seguirá siendo vital.
¿Cómo están implantando los medios de comunicación españoles la inteligencia artificial en sus redacciones? ¿Creen realmente en sus posibilidades? ¿En qué porcentaje y en qué parcelas concretas están aplicando sus prestaciones? ¿Qué países de nuestro entorno están sacando un mejor partido a la inteligencia artificial?
La IA ha entrado de lleno en las redacciones en España mediante herramientas -y tensiones derivadas de su uso- que a diario conforman la actividad periodística. Desde la generación automatizada de contenidos hasta la curación algorítmica y la personalización de las audiencias, la IA se ha convertido a la vez en catalizador de la innovación y en fuente de gran incertidumbre ética y profesional.
En el mejor de los casos, la IA promete liberar a los periodistas de las tareas repetitivas, agilizar los flujos de trabajo y mejorar algunos procesos periodísticos. Representa una innovación que pretende alinear el avance tecnológico con la responsabilidad ética. Sin embargo, hasta el momento no todas las prácticas resultan igual de ejemplares. Algunas redacciones han usado imágenes generadas por IA que simulan hechos que nunca ocurrieron, tales como fotografías de figuras públicas en contextos falsos, publicadas como si fueran reales, con advertencias poco visibles. Otras prácticas reflejan una preocupante opacidad editorial y la ausencia de verificación al difundir contenidos falsos de procedencia ajena, generados mediante IA. Como mencionaba antes, los países nórdicos son los que están llevando a cabo una estrategia más avanzada y colaborativa que les permite aprender de forma más rápida e innovar en su uso.
¿En qué escalafón situaría usted en la actualidad al que en otros tiempos fue considerado como el cuarto poder?
No comparto la visión del periodismo como poder; prefiero considerarlo como un servicio público que garantiza el derecho a la información que posee la ciudadanía.
¿Qué papel corresponde a las facultades de periodismo y comunicación en la recuperación de las esencias y virtudes de la profesión?
En un momento crucial para la supervivencia de los medios y la buena salud del periodismo, las Facultades desempeñan un papel esencial. Para ello, hemos de fomentar una investigación universitaria que destaque por su aplicación práctica y su preocupación ética, que motive a los estudiantes y les haga plantearse retos ambiciosos. Y, además, si queremos que los periodistas tengan en cuenta a los académicos, hemos de trabajar con una mentalidad abierta. Es fundamental que la academia y la industria periodística nos conozcamos mejor y colaboremos más estrechamente para aprovechar los recursos, los métodos y los talentos que nos permitan responder al gran reto del futuro del periodismo. La colaboración entre los medios y las universidades es más necesaria que nunca.