SESIÓN DOMINGO 31 de Enero. En busca de las geodas


Geodas

La exposición “Bajo la Superficie” nos sumerge ya físicamente, en las profundidades. El espacio, las antiguas caballerizas del cuartel del Conde Duque, nos habla de los espacios de los animales, oscuros, invisibles, que sostienen, sin embargo, al edificio. 

En esta ocasión, con un grupo donde se mezclaban distintas edades y vínculos, nos acercamos a lo oculto, lo escondido, lo que no vemos rápidamente, aquello a lo que debemos atender para apreciarlo. Las personas, como los libros, como las obras artísticas necesitan de escucha, mirada y tiempo para apreciarlas en su singularidad. Sólo escuchando, mirando, abriéndonos sin prejuicios, sin arrogancia y con curiosidad, podemos nutrirnos con ellas y abrir nuestra experiencia con ellas. 

En esta ocasión, la primera de diez sesiones, nuestra mirada y nuestra escucha, a pesar de intentar atender a la totalidad, se centró en los seres más jóvenes y con ellos nuestra mirada se nutrió de la suya, limpia, atenta y dispuesta a expresar su parecer. Los adultos, más tímidos, parecían pensar más sus argumentos. Estamos acostumbrados a retraernos ante las obras de arte, a no aventurarnos a decir lo que vemos y sentimos a través de nuestra mirada, por miedo a veces al absurdo ridículo impuesto por la sociedad o a que se nos devuelva una imagen inexperta de nosotros. Estas visitas taller están pensadas exactamente para que la cultura y el arte viva en nosotros, a través de nosotros, para que todas las miradas sean válidas y todas las experiencias, excepcionales.

El espacio de Bóvedas de Conde Duque es, en sí mismo, una experiencia que ayuda a situarnos en un espacio otro y en un tiempo otro. Pasar del kronos, el tiempo medible, al kairós, un tiempo suspendido donde nos podemos permitir la calma. Por ello pedimos a nuestras y nuestros acompañantes a que se sienten, sí, se sienten alrededor de una obra. Pareciera que las obras de arte se miran de pie, mientras que la música, la danza o el teatro necesita de un cuerpo relajado para sentir y contemplar. Por ello optamos por una actitud de reflexión y relajación, pero también de escucha y atención. La atención a la obra, a nosotros mismos y a los otros. 

Tras la contemplación pausada, la conversación frente a la obra, con los textos de las y los artistas, surgen comentarios tan sabios como “las huellas de los edificios son como las cicatrices que tenemos. A veces nadie se fija. Pero nosotros sabemos dónde están”. 


Algunas obras de nuestro itinerario

CARLOS IRIJALBA. Sin título (Skins), 2014. Resina y fibra de vidrio

SARA RAMO. Matriz y la Perversión. de la Forma (Variación I) (Casca IV), 2016.Yeso, piedra y pigmentos. 


Taller de Arteterapia

En el taller planteamos la posibilidad, a través de bolas de arcilla, de cortarlas en dos, vaciarlas y con el material interior, hacer algo significativo: por delicado, hermoso, íntimo o preciado. Una de las participantes habló de atesorar las sonrisas de sus amigos y seres queridos, otra del amor por quienes hacen parte de nuestra vida. Otra participante hizo un árbol y habló de la conservación del medio ambiente y de su preocupación por el mundo en el que vivirán sus hijos en 10 o 20 años. Una vez hecho, lo volvimos a poner en el interior de la esfera, cerrándola, a modo de geoda que por fuera es ruda -¿se defiende de las inclemencias?-  y por dentro guarda alguna de las cosas más bellas que la geología, la naturaleza atesora. Sólo las y los naturalistas, científicos más atentos, saben reconocer a las geodas. Como sólo la atención, la escucha y cuidado sabe reconocer y estimar la singularidad del otro.