Sesión 2 El refugio que habitamos


Visita a la exposición

03/10/2021

En la sala del Doctor Verneau del Museo Canario, se encuentra Teresa Correa rodeada por varias vitrinas llenas de cráneos de personas. Ella, sentada frente a una mesa -donde se disponen cráneos y un peso- realiza un acto simple de conteo secuencial de monedas que son introducidas en un cráneo humano, hueco, que hace las veces de hucha, y genera un ambiente hipnótico a la vez que meditativo; nos llena de motivos y preguntas frente a ese pequeño acto de contar. En la obra la autora hace referencia al Doctor Verneau, famoso médico y antropólogo francés (1852-1938) que durante años se dedicó al estudio en Canarias de los restos de la población aborigen. Entre otras teorías, hoy  refutadas, indicaba que el  tamaño del cerebro se relacionaba con la capacidad intelectual, conclusión a la que llegó a través de cálculos y mediciones específicas. Estas teorías le llevaron a afirmar, entre otras cosas, que el cerebro de la mujer y el del africano son más pequeños y, por tanto, menos inteligentes que el hombre blanco. Con Desmesurada-mente (2015) la artista expulsa al Doctor Verneau y se pone en su lugar. Esta acción pone en evidencia los discursos patriarcales, androcéntricos y racistas que justifican y reeditan las actitudes de discriminación y desigualdad en el presente. 

 

Este acto se reconoce pues como una acción desobediente y resistente, donde al introducir monedas se activa un diálogo con tres bustos, de tres mujeres del siglo XIX procedentes del Museo Nacional de Antropología  que se encuentran frente al video performance. Ello nos invita más que a generar juicios, formulaciones, a hacer reflexiones, preguntas, a opinar sobre lo que significa la muerte, la vida, lo efímero y lo lánguido, lo que queda y lo que se va. Surgen inquietudes como: ¿Qué nos contiene? ¿De qué estamos llenos? ¿Cómo nos medimos? ¿El dinero es el principal medidor del ser humano? 

 

Se da apertura a la conversación a partir de la pregunta ¿Qué nos dice la obra? Aparecen diferentes miradas de lo que la artista propone, más allá de la crítica etno y androcéntrica: “siento que su acción me hace pensar en que somos una hucha”, “la pesa que está en su mesa es particular, solo da una medida de peso, me hace pensar en ¿Cuál es mi inversión? como si solo tuviera ese valor para invertir en mi, en mi conocimiento, invierto en experiencias, aprendizajes, viajes, etc.”  “en el lugar que se hace la acción veo como nos convertimos en parte de una colección”, entre otras reflexiones.

 

Todo ello, lleva al grupo a la reflexión ¿De qué estamos hechos? ¿Somos un contenedor de vida quizás, de experiencias, de sentimientos, de emociones, de pensamientos, de vivencias, de anhelos?, ¿somos el reflejo de nuestro interior, de lo que nos forma y lo que habita en nosotros?. Teresa, al contar una a una las monedas, nos dispone a reconocer cada una de esas partes que nos contiene, como si nos ayudará a encontrar la respuesta simbólica de nuestro propio contenido, de nuestro propio tesoro, ¿solo nos rige lo material y el dinero? o ¿Quizás estamos hechas y hechos de mucho más que eso?


Compartiendo sus creaciones


Taller de Arteterapia

Somos un algo que contiene, somos un refugio que se habita, un dispositivo que se integra de sensaciones, emociones, pensamientos, que nos permiten ser quienes somos. Nuestro refugio habla de quienes somos, muestra una fachada precisa que en ocasiones ni reconocemos nosotros mismos o que dejamos de lado invisibilizando todo el potencial que llevamos dentro.

Cada quien decide reconocer su propio contenido -si lo muestra, lo expone, lo comparte o si lo guarda atesorando entrañablemente para que nunca vea la luz-. Nuestro refugio es ese, ese particular que nos permite vivir, ese que alimentamos día a día, que renovamos a cada instante, que nos lleva a latir desde muy dentro de nosotros. 

Durante el taller los participantes escogen su lugar, dejan sus pertenencias y se disponen en el centro del salón en un círculo para realizar un breve ejercicio de respiración y movimiento para generar la conciencia presente en sí mismos para crear, a través de la atención a lo corporal. Desde una postura de pie se invita a realizar un ejercicio de inspiración y expiración a través de un movimiento libre tanto en el momento de inhalar como en el momento de exhalar permitiendo que el cuerpo y su movimiento estuvieran presentes. Al finalizar el ejercicio se les pide a los participantes que escriban palabras, frases, emociones que les haya suscitado la obra y que las exterioricen en un folio. Partiendo de estos hallazgos se les invita a crear un “contenedor” - “refugio” en el que ellos habitan, en el que habitan esas emociones, esos pensamientos, esas sensaciones.  

Durante la creación se acompañó a las diferentes familias ubicadas por mesas reconociendo su conexión con el material propuesto (3 trozos de barro - arcilla, plastilina profesional para modelar y masa blanca). El juego y la sensación de construir se dio de manera fluida, se reconocieron comentarios acerca de su creación como “he hecho un volcán, para decirles a las personas de la palma que tiene que ser fuertes, su casa se fue y hay que ser fuertes” ante este comentario compartimos con la adolescente que refiere lo anterior que la artista es de La Palma donde ocurrió el incidente del volcán (que está sucediendo en el momento de la exposición), con lo cual ella se asombra, “me dispongo a hacer mi refugio y pienso en lo que soy”.

Tras la creación se invita a los participantes a exponer su trabajo sobre una mesa ubicada en el centro del salón a manera de exposición, animándoles  a compartir ¿Cómo se sintieron?  ¿Qué sucedió durante este momento de creación? ¿Qué querían compartir? 

La mayoría compartió su contenedor, su refugio, se crearon casas, cuerpos, vasijas, un reloj de arena, figuras abstractas, refugios de cercas, volcanes, cerebros.

Algunos compartieron sus palabras, sus sensaciones y la relación que hicieron con su propia historia, de la importancia de darse la posibilidad de ese momento.