SESIÓN 5. El papel del remordimiento

VISITA A LA EXPOSICIÓN

El cielo despejado con un sol resplandeciente nos daba la bienvenida a un nuevo taller de domingo. Poco a poco, comenzaron a llegar diez asistentes y dimos paso a las presentaciones. Había personas que ya conocían Condeduque porque habían asistido a otros talleres de L-ABE o a la biblioteca musical, sin embargo, para otras personas era su primera vez. Expresaron que el lugar les daba vibras de amplitud, frialdad e historia. 

 

Una vez que bajamos a la Sala de Bóvedas, dispusimos de 10 minutos para deriva libre y luego nos reunimos alrededor de las obras que elegimos para trabajar. En esta oportunidad, una de las piezas que seleccionamos fue cosas que no van a morir” (2021), de Manuela Gutiérrez Arrieta. En esta desktop movie doméstica, se observa una reconstrucción de la vida audiovisual de la artista desde el escritorio del ordenador. A partir de fotografías y vídeos propios que subió a redes durante su infancia, reflexiona sobre el problema de cómo la formación de la identidad de muchas/os jóvenes se ha llevado a cabo a través de internet desde su niñez, tanto consultando como mostrándose a través de los dispositivos. Es destacable para este taller, que hacia al final del vídeo, se cuestiona cómo hubiera sido si ella hubiera hecho algunas cosas de otra manera, y lo expresa con frases repetitivas que comienzan con “quizás si hubiera…”. 

 

Además, observamos detenidamente Mirar al sol (2023) de Sara Marín Velázquez, una vídeoperformance doméstica que está realizada en una sola toma repetida cíclicamente y con un sonido de una shakuhachi, flauta tradicional japonesa. La autora mira al horizonte desde una montaña a través de la cámara, a modo de catalejo, y aparece un hombre empeñado en salir en cámara. Como una mosca interfiriendo la visión de un vídeo, el individuo intenta sucesivamente aparecer ante la cámara voyeur de la autora. Si bien ella lo esquiva, él vuelve a introducirse. Esto podría recordarnos a los pensamientos intrusivos de remordimiento, arrepentimiento o dudas que de vez en cuando nos carcomen y pareciera que no podemos esquivar.

 

Posteriormente, nos sentamos en sillas dispuestas en un círculo para compartir nuestras sensaciones y pensamientos tanto de la exposición en general, como de las obras en específico. Se desarrolló una conversación fluida y abundante, que tuvo que ser mediada para poder continuar con la parte creativa del taller. Además, es preciso agregar que en el transcurso de ese momento, se integraron tres personas al taller.

 

Un participante comentó que la sala le recordaba a un espacio donde se podrían grabar películas de terror. Por el contrario, otra participante comentó “a mí no me ha generado incomodidad, todo lo contrario, el hecho de bajar las escaleras sabiendo que aquí había caballos, el ruido de la madera, fue como entrar en las cavernas, para mí fue como entrar en mí”. 

 

También se hizo alusión a la intimidad de lo expuesto, comentando “las obras que pude ver son expresadas desde una perspectiva muy íntima y muy personal y creo que por esa razón nos incomoda porque nos vemos muy reflejados en nosotros mismos por miedo a mostrar los errores que cometimos en algún momento o cuando nadie nos ve”, a lo que una persona agregó “evidentemente los vídeos son de chicos y chicas de otra generación, pero yo conecté con ellos porque llegas al espacio interior y eso es igual al final, yo me sentí muy cómoda”.

 

Siguiendo con las sensaciones sobre la juventud de la/os artistas, expresaron “siento cierta atemporalidad con esto, ¿no? Entonces hay unos buenos conceptos que veo como comunes, cierto voyeurismo, cierta necesidad de exhibir pero también de protegernos”, “todos nos sentimos mal en algún momento o bien o tenemos esa necesidad de comunicarnos, nos corresponde a todas las personas independientemente de la generación”.

 

Una mujer en particular comentó sobre la obra cosas que no van a morir: “me da mucho miedo porque soy madre y bueno, tengo una nena, tengo tres nenas, me dan ganas de mostrarle la obra”.

 

Ya terminando la conversación, les invitamos a que pensaran algunos conceptos que pudieran vincular las dos obras elegidas. Dijeron perseguidor, buscando, consentimiento, contraposición, entre otras.

 

Finalmente, las ideas que nos llevamos para el taller a partir de la visita a la exposición fueron: vulnerabilidad, sensibilidad, pequeña, morbo, invasión, inseguridad, límite, universalidad, ingenuidad, vergüenza, herramienta, contar, saber.

 

TALLER DE ARTETERAPIA

Cuando llegamos a la Sala Polivalente, nos tomamos unos minutos para colgar nuestros abrigos, ir al baño y luego realizar un breve ejercicio de respiración y escaneo corporal. 

Seguidamente, revelamos que el tema del taller era el remordimiento, por lo que la invitación era a reflexionar sobre las vivencias personales relacionadas a este concepto.

 

En la mesa de materiales se encontraban rotuladores permanentes, rotuladores no permanentes de colores, cello, lápices de colores, tizas, pasteles, tinta china, pinceles, tijeras, pegamento en barra, recortes para collage y revistas, y como soporte principal, se les animó a usar rollos de papel para datáfono, a modo de mini papel continuo.

 

La propuesta era ir escribiendo frases que comenzaran con “y si…”, haciendo un guiño a la obra de la artista Manuela, sin embargo, se les aclaró que podían hacer lo que les hiciera sentido. Casi la totalidad de asistentes usaron los rollos de papel y comenzaron a crear en distintos lugares del espacio utilizando prácticamente toda la variedad de materiales disponibles.

 

Luego de aproximadamente 20 minutos, pasamos a la segunda parte del taller, que consistía en recortar nuestra obra para extraer imágenes, frases o palabras que queramos conservar, y luego utilizarlas para realizar una obra en conjunto con el simbolismo de que igual siempre algo queda y lo podemos transmutar o utilizar como combustible para lo que sí existe, más allá del lamento y la culpabilidad de algo que pasó. Ante esto, vimos que algunas personas recortaban decididamente, mientras que otras dudaban qué preservar. 

 

Una vez que se fue componiendo la obra colaborativa, recibimos a otra participante que se quedó en silencio observando lo que pasaba y escuchamos con atención lo que cada persona quería compartir:

  • “Siento que no fue fácil emocionalmente para mí. Como que sí, ya estaban las ideas allí, pero justo me salieron porque no dejo que salgan normalmente”.
  • “Llegué a conectar con la palabra “voz”. Como que hay una voz dentro y mi cuerpo la sostiene”.
  • “Yo en mi caso he mirado más de texturas”. 
  • “Yo simplemente he apuntado ideas, o sea, no he pensado cómo quedaría al final, sino que estoy pensando en el momento”.
  • “Cuando pensaba en la frase “y sí”, se me desplegaba un paisaje. Doblar el rollo de papel como si fuera un vídeo, una película”
  • Mis palabras ahí recortadas, el ‘éxito’, las críticas y eso me llevó a pensar en qué es el éxito para cada uno de nosotros, o sea nos autoflagelamos con una versión del éxito personal que tiene cada uno, pero al final el éxito es subjetivo para cada quien y también se puede trazar como algo inalcanzable o como algo alcanzable”. 
  • “Puedes volver al pasado para pensar, “de esto aprendo”, pero no debe ser algo que te coma porque al final, supongo que cada uno ha actuado de la mejor forma que ha sabido o podido”.

 

Para finalizar, les pedimos que dijeran una palabra o frase que resumiera la experiencia: abierto a cosas distintas, satisfecho, revelador, agradecida, libre, conmovida. Esto se complementó con las palabras con las que definieron la vivencia en las encuestas: liberador, reflejo, interesante, introspección, libertad, vuelta a mí, expresivo, especial, conexión, crecimiento, en paz, revelación.