Colectivo Grado Superior en Educación Social. Integrando miradas


Visita a la exposición

En esta ocasión se le da la bienvenida a las y los estudiantes del IES Jimena Menéndez Pidal de Fuenlabrada, 1er curso del CFGS de Integración Social, Formación, Profesional. Entre docentes, estudiantes y equipo L-ABE, suman 35 personas en el patio principal del Conde Duque dónde se inicia la presentación de una manera particular: cada una debía decir su nombre y algo que no le gustase: “el calor”, “madrugar”, “el pescado”, “las películas de terror”, fueron algunas de las cosas que mencionaron las estudiantes. Entre risas y sorpresas se descubre un lado nuevo de quienes nos encontrábamos allí reunidas. 

El grupo se dirige hacia el patio sur para descubrir el espacio que nos rodea. Antes de revelar que se trataba de un cuartel militar en 1717 que fue convertido en centro cultural en 1983, se pregunta a las estudiantes ¿Que ven? y ¿Qué les hace sentir eso que ven?: ”Es un lugar histórico”, “ha sido reconstruido”, “es un espacio frío”. Poco a poco, sin dar pistas, se acercaron y adivinaron esta historia que inevitablemente se manifiesta en la arquitectura del lugar,  en su extrema simetría y su amplitud vacía. 

A continuación se introduce la exposición, y con esas sensaciones e información en mente, el grupo se adentra en las antiguas caballerizas para hacer un pequeño juego en el que, eligiendo una imagen impresa de la exposición que les llamase la atención se acercarían a una pareja y, luego, a uno de los cuatro grupos correspondientes a cada bóveda: problemática social, fotos de archivo, espacio urbano e imágenes del mundo del arte. En los grupos formados se entra a contemplar las imágenes y a escuchar la voz y el pensamiento de los artistas en la exposición.

 

 


Taller de Arteterapia

El taller se desarrolló en la sala de ensayos de teatro. Este espacio, perfecto para el movimiento por su amplitud e iluminación, permitió llevar a cabo un ejercicio corporal breve en el que las participantes pudieron reconocer el lugar, reconocerse y conectar entre sí.  Este primer momento hizo que se rompiera el hielo y se creara un ambiente relajado y seguro para continuar con la propuesta artística que habíamos preparado.

Las invitamos a crear una imagen a través del collage, el dibujo y/o el uso de palabras, teniendo en cuenta su experiencia en la exposición.

Durante la actividad se hicieron pequeños grupos en los que, acostadas sobre el suelo, crearon compartiendo materiales, conversaciones y creatividad. Al terminar las obras, les propusimos pegarlas en la pared de la sala y dar un paso atrás para verlas desde otro ángulo. Esta acción, tanto en el arte como en la vida, permite tomar perspectiva, observar la realidad desde una mirada más amplia que muchas veces posibilita integrar nuevos elementos a nuestro panorama, o dar un orden, un lugar y un sentido a lo que tenemos enfrente. 

Seguido de esto, se  invita a las participantes a que con un post-it regalasen una palabra o una frase a otras personas, pegándolas alrededor de su obra. Una a una las palabras fueron llenando los espacios en blanco de la pared y agregando vida a lo que ahora parecía una creación conjunta.

Luego, tomando las palabras que estaban alrededor de cada obra, las participantes escribieron un texto breve, con la libertad de utilizarlas todas, unas cuantas o ninguna. Para finalizar, nos reunimos en los grupos iniciales de la sala de bóvedas y cada participante compartió su obra y/o leyó en voz alta el texto que había creado a partir de esta y de los regalos recibidos. Durante este compartir nos dimos cuenta que, en la mayoría de los casos, las palabras que habían recibido las obras coincidían con lo que su creadora quería plasmar y transmitir, lo que muestra que, sin una explicación verbal, es posible conectar con el espectador desde el sentir, la universalidad y la singularidad de la experiencia humana. En los grupos también hubo resonancias entre las imágenes creadas que sorprendieron por sus similitud figurativa y simbólica: “¿cómo es posible que todo esté conectado?” Por otro lado, en algunos casos, las participantes hablaron de sus reflexiones desde la distancia, desde lo general de una lección de vida, y en otros casos, hablaron de experiencias vitales en primera persona. Ambas formas de narrar (se), absolutamente válidas y ricas, les permitieron conocerse entre sí al desvelar elementos valiosos de cada una que normalmente no emergen en el aula de clases. 

Al unirnos nuevamente en un círculo grande para dar cierre al taller, nos despedimos compartiendo cada una, una palabra que reflejase aquello que habíamos vivido a lo largo de la mañana y resonamos en grupo repitiéndolas como un mantra. Palabras como “lugar seguro”, “conexión”, “compañerismo”, “amor”, “emoción” y “unión”, llenaron el espacio y demuestran que el arte es una herramienta para conectar con realidades distintas, promoviendo la inclusión, la empatía y la creación de comunidad.