Pellegrino Tibaldi (Puria di Vasolda, Milán, 1527 - Milán, 27 de mayo de 1597)
Pintor, ingeniero y arquitecto. Aunque nacido en Lombardía, desde muy temprana edad se estableció en Bolonia, ya que su padre, maestro de obras y arquitecto, trabajaba en esta ciudad. Aparte del ambiente boloñés fue decisiva para su formación su estancia romana entre 1547 y 1550, donde entró en contacto con Perino del Vaga y Daniele de Volterra. De esta etapa merece ser señalada la Adoración de los pastores de la Galería Borghese. En 1550 regresa a Bolonia decorando al fresco el palacio Poggi y la capilla de esta familia en San Giorgio Maggiore. En los siguientes años trabaja de nuevo en Roma, Loreto y en Ancona, donde coincide con el cardenal Borromeo en 1561, pasando a trabajar para él. Primero se ocupa del colegio Borromeo de Pavía entre 1564-1566. A partir de 1567 le encontramos como arquitecto mayor del Duomo de Milán al servicio del cardenal Borromeo y como ingeniero del Milanesado, territorio en aquellos momentos gobernado por España.
Parece que la primera relación de Tibaldi con El Escorial se remonta a 1571 cuando se trata de enviar a España unos diseños que se habían realizado en Milán para la Basílica de El Escorial. También participarían en este proyecto, coordinado por barón Marturano, los más prestigiosos arquitectos italianos. En 1572 Tibaldi es pagado por su contribución. Desgraciadamente, estos dibujos se perdieron y no sabemos exactamente en que medida influyeron en la Basílica escurialense, punto neurálgico del edificio.
Durante estos años no se rompe su relación con España y escribe una pequeña descripción sobre el túmulo que se erige en el Duomo para las honras de la reina Ana de Austria (1539-1580) en 1581. Asimismo, en 1582 mide y dibuja los restos de la escultura funeraria de don Gastón de Foix del Bambaia (repartidos actualmente entre la pinacoteca Ambrosiana y el Castillo Sforzesco de Milán) para informar al cardenal Granvela en Madrid. Estos dibujos del monumento funerario en mármol serán analizados por Juan de Herrera y Jacome da Trezzo para ver si se pueden aprovechar en El Escorial.
Estas fluidas relaciones con España propician que Felipe II se interese por él como se desprende de las consultas que se hacen esos mismos años al gobernador español en Milán. En 1583 Felipe II accede a que se traslade a España para servirle, especialmente en calidad de arquitecto e ingeniero, aunque en el informe milanés también se alaba su habilidad como pintor.
No obstante, sus compromisos con el Duomo de Milán, impiden su partida inmediata, pero en junio de 1586 ya está en El Escorial, como informa el propio artista en una carta al conde Renato Borromeo. En principio parece que vienen a servir al rey en materias arquitectónicas y de fortificaciones, como deducimos de que el primer asunto que trate con el monarca sean los Presidios de la Toscana. Todo apunta a que Felipe II queda satisfecho de sus cualidades y por una real cédula con fecha de 9 de agosto de 1586, se informa al prior de que va a acometer las pinturas al fresco del Claustro Principal y de la Biblioteca.
Durante 1586 y parte de 1587 trabajó en los frescos con episodios del Antiguo Testamento prefiguradores de la Eucaristía en las paredes del trasaltar del retablo mayor de la Basílica. El pintor, que llevaba años sin cultivar esta técnica, empleó recursos como el puntillado aplicado en seco, cercano a la miniatura, siendo el resultado muy del agrado del monarca. Las escenas elegidas son: Los israelitas recogiendo el maná, la Cena del Cordero, Abraham ofreciendo el diezmo a Melquisedech, y a Elías, a quien el ángel da el pan subcinerario. El programa se completa en la bóveda de medio cañón con el arcoiris con querubines, muy cercano a Arias Montano y a su Biblia Sacra.
Paralelamente trabajó en varias de las estaciones del Claustro principal con la temática de la historia de la Salvación con sesenta y dos escenas de la Vida de la Virgen y de Cristo, con un claro sentido procesional. La mayoría de estas escenas fueron realizadas por Tibaldi y su equipo, picando, incluso, las escenas que había realizado en 1586 Federico Zuccaro y sus colaboradores, que no fueron del agrado del Rey. Su trabajo en el claustro y escalera principal se prolongaría hasta 1590. Tibaldi también se encargó, aparte de proporcionar los dibujos para las escenas del Claustro, de dar el modelo a los dos trípticos que Luis de Carvajal pintó para el primer altar del claustro entre 1587 y 1589 con los temas de la Crucifixión y la Resurrección. Algunas de estas pinturas debieron de ser retocadas por orden del Rey, como El prendimiento, la Coronación y el tránsito de la Virgen ó cuando Cristo permite a santo Tomás meter su dedo en la llaga. También modifica la Anunciación que pintó Zuccaro y su equipo en el claustro.
Su especialización hace que se encargue de encontrar pigmentos idóneos en Milán, en vez de en Venecia, donde se compraban normalmente. No obstante, al estar estos frescos a la intemperie, se hizo necesario que se repintasen desde finales del propio siglo XVI. Especialmente significativa sería la labor del veneciano Bernardino dell’Acqua.
En 1589 el embajador imperial en Madrid, que no ha podido conseguir unas pinturas de Zuccaro para Rodolfo II, alaba los frescos de Tibaldi, destacando que usa recursos propios de la miniatura, como eran pequeños puntos aplicados en seco, a la vez que la belleza y viveza del colorido empleado, hoy en día perdidos por los daños que han sufrido estos frescos a lo largo del tiempo y la degradación de muchos pigmentos. También nos informa de que ya ha comenzado a pintar la Librería en enero de ese año. Entre 1586 y 1587 había llevado a cabo todos los preliminares. En la espina de la bóveda se dispondrían las alegorías femeninas de las Artes Liberales (Gramática, Retórica, Dialéctica, Aritmética, Música, Geometría y Astrología) que enlazarían la Filosofía con la Teología, en ambos testeros de la sala. El discurso se completaría con los personajes que desde la Antigüedad las han cultivado y con escenas relacionadas con la Alegoría de la bóveda, extraidas de las Sagradas Escrituras y de la Antigüedad clásica. En septiembre de 1591 se terminaron la bóveda y los lunetos hasta la cornisa superior. En esta empresa, aparte de Nicolo Granello y Fabrizio Castello, en los encuadramientos de las escenas de grutescos, colaborará activamente Bartolomé Carducho. Generalmente se supone que la colaboración de Carducho se limitaría a las historias de la cornisa inferior.
Paralelamente a estas pinturas al fresco, Felipe II encarga al pintor tras lienzos para el retablo de la Basílica para sustituir a otros de Federico Zuccaro, quien ya había regresado a Italia, ya que éstos no se consideraron apropiados. Concretamente se trataría de la escena central, con el Martirio de San Lorenzo y los dos cuadros del cuerpo inferior con La Adoración de los Pastores y La Epifanía. Éstos se tasarían en 1592, después de ser modificados por el propio Tibaldi acatando órdenes del Rey. Para la Adoración de los Reyes llegaría a hacer hasta dos dibujos preparatorios.
A pesar de que el artista pensaba haber terminado en junio de 1591 todos sus trabajos para el Rey, incluidos estos tres lienzos para el altar mayor de la Basílica y poder así regresar a Italia, en 1592 se le pide que haga de nuevo otros dos grandes lienzos que ya habían sido encargados anteriormente a Luca Cambiaso para los altares laterales de la Basílica: San Miguel Arcángel y El Martirio de Santa Úrsula y las once mil vírgenes. A pesar de que estas pinturas están aún hoy in situ, no se libraron de ser retocadas en algunos detalles por Juan Gómez. También parece que retoca las manos y el rostro de la Santa Ana de Luca Cambiaso.
Su última intervención en la decoración del monasterio fue el frente de la escalera principal con tres escenas al fresco de las apariciones de Cristo tras su muerte: Aparcición a la Magdalena, a las tres Marías y a sus discípulos de Emaús, sustituyendo las primeras versiones ejecutadas por Luca Cambiaso. El artista finalizaría estas pinturas en 1593.
Tibaldi permanece en España dos años más sin que se sepa con certeza en qué se ocupó y no regresaría a Milán hasta 1596, donde fallecería poco después. Durante este tiempo otorga un testamento en abril de 1594 en Madrid, tras otro fechado el 1 de febrero de 1592.
Se ha supuesto que el pintor Jeronimo Pelegrin que trabajaría en El Escorial fuese su pariente, según relata el propio Carducho.
Obras: frescos del Sagrario de El Escorial (1586); estaciones del Claustro Principal del Monasterio de El Escorial (1587-1589); bóveda al fresco del Salón Principal de la Biblioteca de El Escorial (1589-1591); Martirio de San Lorenzo, Epifanía y Adoración de los Pastores en el retablo principal de la Basílica de El Escorial (1592); San Miguel (capilla lateral de la Basílica); escenas al fresco con las apariciones de Cristo tras su resurrección en la escalera principal (1593); dibujos en la Biblioteca Nacional de Madrid.
Escritos: Descrittione de l’edificio, et di tutto l’apparato, con le cerimonio pertinenti à l’essequie de la serenissima D. Anna d’Austria, regina di Spagna. Celebrate nella chiesa maggior di Milano, a vi di settembre, MDLXXXI, Milán, 1581
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Almudena Pérez de Tudela