Proyectos de Innovación

Basílica

 

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La basílica del Real Monasterio de San Lorenzo el Real de El Escorial es el núcleo arquitectónico, político y religioso del gran complejo monástico. Como decíamos, todo el complejo arquitectónico -monasterio, palacio, colegio y convento- se articula en torno a la basílica. A esta se accede por el Patio de los Reyes, subiendo por unos escalones que dan lugar a la fachada. Esta se compone de dos cuerpos: el inferior se articula verticalmente con seis columnas dóricas adosadas a la fachada, formando parejas en los laterales. Entre ellas se abren tres arcos de medio punto que dan acceso al vestíbulo de entrada a la basílica. El uso de este orden se completa en el entablamento, con un arquitrabe liso, un friso con triglifos y la cornisa superior. Sobre dicha cornisa, ya en el segundo cuerpo, llaman la atención las seis estatuas de los Reyes de Judá realizadas por Juan Bautista Monegro hacia 1580, dispuestas de manera que coinciden con la dirección de las columnas inferiores. Estos reyes son, de izquierda a derecha: Josafat, Ezequías, David, Salomón, Tomás y Manasés. En origen, el diseño definitivo de la fachada (1576-1577), de Juan de Herrera, incluía seis pirámides funerarias[1]. Sin embargo, en 1580 las pirámides fueron sustituidas por estas esculturas, que dieron nombre al patio, por iniciativa del bibliotecario del monasterio, Benito Arias Montano.

En planta, la basílica se presenta como un espacio centralizado en cuyo extremo occidental se añadieron el sotacoro o coro bajo, flanqueado por dos patinejos, y los coros de los seminarios. El extremo oriental se remata con el presbiterio y capilla mayor, elevado en tres niveles por dos escalinatas. En dichos espacios se encuentran los grupos orantes de Carlos V y Felipe II en los extremos laterales y el retablo mayor con el tabernáculo o Sagrario en el testero. Flanqueando el presbiterio se encuentran los testeros laterales de la basílica, en los que se encuentran los armarios-relicario de la Anunciación, en el lado del Evangelio, y de San Jerónimo, en el lado de la Epístola, pintados por Federico Zuccari. Estos no fueron del agrado del rey, por lo que fueron retocados por el pintor Juan Gómez.

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La basílica propiamente dicha se divide en tres naves: una central y dos laterales. Estos espacios se articulan a partir de cuatro grandes pilares, y sobre el crucero descansa la gran cúpula. Esta se compone de un tambor de 12,92 metros de altura, del cual arranca la cúpula, de 24,58 metros de diámetro[2]. Por su parte, las naves central y laterales están cubiertas por bóvedas de cañón. Distribuidos por las tres naves y sus capillas se encuentran los altares laterales o comunes, en los que se disponen 41 pinturas de Juan Fernández Navarrete “el Mudo” (1526-1579), Alonso Sánchez Coello (1532-1588), Luis de Carvajal (1556-1607), Diego de Urbina (1516-1594), Luca Cambiaso (1527-1585, autor también de las bóvedas del altar mayor y del coro) y Pellegrino Tibaldi (1525-1596). Además, en alzado, el templo tiene dos pisos. El piso superior lo ocupa el coro en el extremo occidental, los antecoros y una galería que recorre el perímetro de la iglesia. La autoría de los frescos de los antecoros, así como de los que decoran las bóvedas del piso inferior de la basílica, se debe a Luca Giordano (1634-1705).

Es importante destacar que el diseño de esta basílica debía responder a las funciones para las que se construyó: se trata de un espacio de culto y devoción, pero también de un lugar que representaba la memoria de la monarquía y de la Casa de Austria. Por ello, como expresó Fernando Marías, el proyecto de construcción del edificio debía tener en cuenta los requisitos y exigencias de su fundador, que en gran medida definieron la disposición de los espacios dentro de la basílica: los oratorios de los aposentos reales del palacio -del rey y de la reina- debían estar comunicados con la cabecera de la basílica, y a los pies del templo debían figurar el coro de frailes en el piso superior y bajo él un sotacoro en el que los fieles pudieran atender a la misa[3].

La basílica que vemos actualmente fue diseñada por Juan de Herrera (1530-1597), arquitecto, matemático y militar español. Conocemos bien este proyecto constructivo gracias a que sus diseños fueron grabados por Pedro Perret en 1587, y que hoy se pueden ver en la Biblioteca Nacional de España. Sin embargo, el suyo no fue ni el primero ni el único de los diseños para la basílica ni para el monasterio. Desde 1559, Juan Bautista de Toledo (1515-1567) era el arquitecto del rey, y por tanto fue él quien en agosto de 1562 le presentó a Felipe II el primer proyecto para el monasterio. Este primer proyecto fue criticado por el arquitecto italiano Francesco Paciotto (1521-1591), quien le envió al rey otro proyecto para el monasterio. En 1563, Juan Bautista de Toledo realizó una nueva propuesta de diseño del conjunto arquitectónico que hizo llegar al rey, en la que incluyó algunas modificaciones en la planta de la basílica a partir de las críticas que le había hecho Paciotto: en su nueva propuesta la planta de la iglesia era cuadrada, lo cual indicaría que en su primer proyecto la planta no tenía este aspecto. Ese mismo año, Juan de Herrera entró a trabajar en el Escorial a las órdenes de Toledo. Sin embargo, a la muerte de éste, Herrera le sucedió como arquitecto del monasterio, dando lugar al diseño de la basílica que hoy está en pie[4].

                                                                                                                                                                                                                                                                                                          Marina Sánchez Montero

Bibliografía y recursos:

Bustamante García, Agustín. La octava maravilla del mundo: (estudio histórico sobre El Escorial de Felipe II). Madrid: Alpuerto, 1994.

  • “Los proyectos para el Monasterio del Escorial”. En El Monasterio del Escorial y la arquitectura: actas del simposium, 8/11-IX-2002, coordinado por Francisco Javier Campos y Fernández de Sevilla, 43-62. San Lorenzo del Escorial: Real Centro Universitario Escorial - María Cristina, 2002.
  • “Las tumbas reales del Escorial”.

de la Cuadra Blanco, Juan Rafael. “El proyecto perdido de la basílica del Escorial de Juan Bautista de Toledo”. En El Monasterio del Escorial y la arquitectura: actas del simposium, 8/11-IX-2002, coordinado por Francisco Javier Campos y Fernández de Sevilla, 373-388. San Lorenzo del Escorial: Real Centro Universitario Escorial - María Cristina, 2002.

Fuentes Lázaro, Sara. “Luca Giordano en la Basílica de El Escorial. Fortuna crítica y recepción según Talavera, Santos y Palomino”. Reales Sitios 178 (2008): 4-25.

Hurtado Valdez, Pedro. Análisis de la estabilidad de la cúpula de la basílica del monasterio de El Escorial. Monografía (Artículo de Trabajo). E.T.S. Arquitectura (UPM), Madrid. Disponible en https://oa.upm.es/5441/ (consultado el 6 de octubre de 2023).

Lahuerta, Juan José. “El ‘Séptimo diseño’, de Juan de Herrera, y la idea de El Escorial”. Arquitectura: Revista del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (COAM) 249 (1984): 29-34.

Marías, Fernando. El largo siglo XVI. Madrid: Taurus, 1989.

  • “La iglesia de el Escorial: de templo a basílica”. En Felipe II y el arte de su tiempo, Varios Autores, 29-54. Madrid: Visor - Fundación Argentaria, 1998.

Mulcahy, Rosemarie. A la mayor gloria de Dios y el Rey: la decoración de la Real Basílica del Monasterio de El Escorial.

Ruiz Hernando, José Antonio. “El Monasterio del Escorial y la arquitectura Jerónima”. En El Monasterio del Escorial y la arquitectura: actas del simposium, 8/11-IX-2002, coordinado por Francisco Javier Campos y Fernández de Sevilla, 245-284. San Lorenzo del Escorial: Real Centro Universitario Escorial - María Cristina, 2002.

 

[1] Marías, 48.

[2] Hurtado Valdez, 9

[3] Marías, 34.

[4] Sobre los proyectos, las críticas, los diseños, véanse las referencias de Bustamante García, de la Cuadra Blanco, Hurtado Valdez, Lahuerta, Marías y Ruiz Hernando, incluidas en la bibliografía.