Páginas personales

Don Quijote en Azul 11. Los títeres llegan a los más pequeños

 

Portal de las I Jornadas Educativas Cervantinas en Azul




Los títeres llegan a los más pequeños.

Una experiencia como alumna del Instituto Superior de Formación Docente y Técnica N° 2

 

Débora Oliva

 

Esta experiencia cervantina, comienza como alumna del Profesorado en Educación Inicial del Instituto Nº 2, cursando Didáctica en Practicas del lenguaje y Literatura, a cargo de la profesora Estela Cerone. En esa oportunidad se nos presenta el desafío de leer “El quijotito” y el trabajo grupal de analizar sus partes, para luego acercarlo a los niños más pequeños.

Entendiendo la importancia de la experiencia de aprendizaje mediado, como proceso de transmisión cultural en el desarrollo y construcción del ser humano, es que aparece la propuesta de abordar dicha adaptación como base para un encuentro intergeneracional, entre estudiantes de los Profesorado de Educación Inicial y Especial, y los niños.

“Los títeres llegan a los más pequeños”, fue un Proyecto diseñado en el año 2008, con el objetivo principal de lograr la transmisión de los valores quijotescos a las tempranas edades por medio de los títeres. De este modo, comenzó el trabajo en equipo, fundamental para poder lograr lo propuesto.

En este marco, participé en dos obras: en 2009 se puso en escena “Don Quijote, El Caballero de los leones”. Al año siguiente: “Andanzas de caballero y de caballos” y en el 2011 incorporamos las obras de María Elena Walsh: “El brujito de Gulubú” y “La Princesa Suki-Muki”, interactuando con brujos, princesas, reyes, en las cuales Quijote y Sancho fueron tanto espectadores como actores.

Los guiones fueron aportados por la profesora Estela Cerone y enriquecidos por todos los que de una u otra manera se sumaron a este proyecto colectivo. Durante el proceso creativo en las clases todos coincidimos en que el teatro de títeres presenta algo mágico, ¡y eso era lo que más nos entusiasmaba! Fue muy enriquecedor pensar en poder realizar esa conexión maravillosa con los niños y niñas espectadores en una gran función de títeres, donde pudieran identificarse con los muñecos proyectando en ellos sus emociones y deseos.

Nos concentramos en el mensaje de transmisión de valores cervantinos reflejado en los personajes principales Quijote y Sancho: la amistad, el compañerismo, el respeto y la fidelidad, entrelazándose con locuras disparatadas, amores y desamores y la valentía de ser un gran caballero.

A medida que se estudiaba el guion era necesario poner en valor el texto dramático trabajando la oralidad, la importancia de la voz y entonaciones. No fue tarea fácil, no éramos titiriteras, muchas aun no teníamos experiencia de trabajar con los niños, lo que implicaba otro desafío aún mayor, no mostrarse tímidas, vencer la vergüenza al público, confiar en el trabajo del otro, dado que como en todo espectáculo el rol de cada una era fundamental.

Comenzamos a buscar asesores que nos ayudaran a enriquecer nuestro trabajo, fue así que contamos con la asistencia del profesor de teatro Tucho Valladares, quien vino a darnos clases de expresión teatral.

Con el paso del tiempo, los ensayos fueron mutando, de jugar con guantes negros en el salón donde realizábamos la cursada, a rondas en el patio, tardes enteras en el SUM del Instituto, hasta llegar al Complejo San Martín. Ya en el 2011 ensayábamos en el Teatro Español, donde realizamos las funciones del Quijote y María Elena Walsh. Ese fue para todo el equipo el “broche de oro”, poder llegar a estar en el teatro de nuestra ciudad significó para nosotras un gran momento y trabajamos comprometidas para que la función estuviera a la altura de las circunstancias.

Como todo trabajo grupal requirió de gran esfuerzo y compromiso. Las obras necesitaban de la colaboración de muchas estudiantes para poder ser montadas- Un grupo se ocupaban del retablo, armado y desarmado, otras ayudaban a mover los títeres y hacer la puesta en escena.

La confección de los muñecos se realizó en talleres de trabajo, con Omar Chirola Gasparini, que los diseñó a partir nuestras descripciones. Fue un espacio de intenso aprendizaje e investigación, para poder darle el carácter necesario a cada protagonista y transmitir con su apariencia, la voz y la actitud corporal que la obra requería. Para nosotras haber estado presentes en estos talleres fue maravilloso, aprendimos muchas técnicas y pudimos disfrutar del talento de un gran artista.

Fue así que cada muñeco formó parte de la persona que lo animaba y, para tener un verdadero valor, era necesario estar en el proceso de construcción grupal de personajes y características, a tal punto que en la previa del ensayo perdías tu nombre y era habitual escuchar algún grito eufórico: “¿Qué pasa que no llega el Quijote? ¿Sancho ya vino?”.

El espectáculo incorporaba todos los elementos para expresar el mensaje que se quiere dar. El color, la forma y la música fueron los adecuados, y la acción: real, limpia, nítida. De esa forma, el niño integra su fantasía, haciéndolo sentirse cómodo y afirmando su espíritu de observación y crítica, ayudándole a descubrir que, además de su mundo irreal y maravilloso, también es maravilloso el mundo real en que vive.

La selección de la música fue otro gran proceso. Era necesario completar los vacíos con melodías que lograran ambientar y acompañar los movimientos de cada muñeco. También jugábamos usando canciones de moda y del contacto cotidiano de los niños para crear un clima amistoso y divertido.

Todo equipo al proponerse una meta, se encuentra con obstáculos, dificultades, frustraciones y nosotras no fuimos la excepción. El proyecto era ambicioso ya que debíamos dedicarle varias horas de ensayo y comprometernos a cumplirlas para que todo marchara de lujo. Surgían problemas cuando algunas compañeras faltaban, que al ser tantas era entendible que surgieran esos contratiempos, por eso implementamos suplentes de cada personaje para aliviar y superar esas dificultades.

Parte del ejercicio de trabajar en grupos tan grandes era poder aceptar los distintos tiempos que cada una disponía. Además de las titiriteras, estaban las presentadoras de las obras. Decidimos hacerlas divertidas, con colores llamativos, usado pelucas alegres, siendo ellas el primer contacto con el público.

Sin duda lo más enriquecedor de este proyecto fue compartir un proceso creativo con todo lo que ello implica, desde las tristezas y el estrés por los nervios, el pánico de escena, a esas rondas de mate con la sonrisa de haber terminado una función llena de niños riendo, donde se sentía que la magia tan esperada había hecho efecto.

Un lindo recuerdo fue el viaje a la escuela de Chillar, (localidad del partido de Azul) donde montamos la función con muchos nervios y ansiosas de que todo saliera bien. La alegría y la música siempre nos acompañaban, teníamos un lindo ritual de ronda y abrazos unos minutos antes de recibir al público. Todo este proceso significó un gran crecimiento para todo el equipo de trabajo.

Hoy después de haber pasado unos años de aquellos primeros encuentros, me emociona saber que nos animamos a esta gran aventura de transformarnos en titiriteras. Sin duda fue una experiencia que muchas recordamos con gran sentimiento, y cada vez que nos salta alguna foto de recuerdo por Facebook es inevitable traer el lindo clima de trabajo que se logró en este Proyecto.

Como docente en formación esta actividad fue muy valiosa porque nos dio elemento para conocernos, a identificar el valor del otro. Nos ayudó a ser el sostén del compañero todas las veces que se necesitaba estar ahí, en todos los momentos, como nuestros amigos Don Quijote y Sancho, que nos hicieron partícipes de la magia de la Cervantina.

 

Palabras claves: Titiriteras. Quijotito. Interdisciplina. Trabajo en equipo. I.S.F.D y T N° 2. María Elena Walsh.