Silfio

Autora: Irene GONZÁLEZ HERNANDO irgonzal@ucm.es

Palabras clave: medicina, botánica, ciencia, silfio, cocina

Keywords: medicine, botany, science, silphium, cookery

Fecha de realización de la entrada: 2023

Cómo citar esta entrada:  GONZÁLEZ HERNANDO, Irene (2023): "Silfio", Base de datos digital de iconografía medieval. Universidad Complutense de Madrid. En línea: https://www.ucm.es/bdiconografiamedieval/silfio

Entrada realizada en el marco del proyecto "Ecología y sostenibilidad en la Antigüedad y la Edad Media: arte, género y  sociedad", coordinado por la prof. Diana LUCÍA GÓMEZ-CHACÓN.

Publicación relacionada: GONZÁLEZ HERNANDO, Irene y PÉREZ TERESA, Inés (2023): "¡Se extingue el silfio de Cirene!", Proyecto Innova "Ecología y sostenibilidad en la Edad Media: arte, ODS e innovación docente", Infografía.

© Texto bajo licencia Creative Commons "Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 International" (CC BY-NC-ND 4.0)


Materia Médica de Dioscórides, finales s.VIII, Egipto o Próximo Oriente, hoy en la Bnf, ms. grec 2179, fol. 43 (con representación del silfio)


Abstract

The silphium, which was a very appreciated plant among Greeks and Romans, extinguished maybe towards the 1st century after Christ. Once extinguished, the silphium continued to be depicted in the Middle Ages in the context of medical and botanical treatises, since it was believed to have lot of qualities (purging, aphrodisiac, abortive). In medieval manuscripts, it can be recognized its umbrella-shape yellow inflorescences and sometimes its Greek name σιλφιον.  


Estudio iconográfico 

Desde el siglo VII a.C. unos griegos de la isla de Thera se asentaron en la costa de Libia y fundaron Cirene en honor a la ninfa del mismo nombre. Descubrieron entonces una planta desconocida en el mundo egeo, el silfio, de la familia de las umbelíferas y del género de las férulas, de crecimiento silvestre y endémica, a la vez que difícilmente aclimatable a otras latitudes. Su alto valor gastronómico, además de medicinal, la convirtió en un producto suntuario y de exportación. El monopolio de su comercio lo tenían los Batíades, soberanos de Cirene, que recibían de la población nómada libia el silfio a modo de tributo.

Este tributo era, más que la materia prima sin tratar, un producto procesado, resultado de extraer el jugo resinoso de la raíz y tallo de la planta, más su posterior solidificado, secado, pulverizado y mezclado con harina, y tal vez con otras plantas de la misma familia y género botánico. Se obtenía así un producto sólido y seco, de color rojo claro, estable y fácil de conservar, que se metía en fardos y vasijas y se llevaba por barco hasta el puerto del Pireo (Atenas), donde se compraba como condimento o especia exótica para aderezar platos de alta cocina. Algo de ello tal vez cuente la enigmática copa de Arcesilao, realizada en Esparta hacia el 560-550 a.C. y hoy conservada en el Cabinet de Medailles de la BnF, en el que aparecen unos fardos considerados tradicionalmente de silfio, por más que no hay inscripción que así lo indique. Los nombres identifican a los personajes del barco, entre los que se halla -en posición prominente- el propio Arcesilao ΑΡΚΕΣΙΛΑΣ, soberano de Cirene de la dinastía de los batíades, además de Sofortos ΣΟΦΟΡΤΟΣ, Filakos ΦΥΛΑΚΟΣ y Tzlifomajos ΖΛΙΦΟΜΑΧΟΣ, entre otros,  de los que no sabemos su función, oficio o condición social. Complementan el paisaje una serie de animales que habitualmente identificamos con la fauna egipcia: un babuino, un ibis, y unas rapaces que bien pudieran ser halcones. Y es que Cirene y Egipto compartían fronteras y ecosistemas. 

Entre los siglos VI y III a.C. las monedas de Cirene incorporaron el silfio como elemento distintivo. En la numismática de este período el silfio se representó incidiendo en sus características botánicas más reconocibles: su larga raíz (rica en jugo resinoso), su tallo grueso, muy alto y estriado (que también exudaba jugo resinoso y que se podía sangrar para aumentar la extracción), las inflorescencias en forma de abanico en las extremidades de los tallos, y los frutos y semillas comestibles en forma de corazón. En algunas de estas monedas se halla además la inscripción KIPA, alusiva a Cirene; o el rostro del dios Zeus-Amón (al que se daba culto en el templo oracular del oasis de Siwa), fácilmente identificable por los cuernos de carnero; o la ninfa Cirene, que habría dado nombre a la región, y que suele aparecer sentada, permitiendo con ello comprobar la gran envergadura de la planta.

La fuente más fiable para reconstruir el silfio es Teofrasto (ca. 372-286 a.C.), discípulo predilecto de Aristóteles y al frente del Liceo desde el 322 a.C., que si no directamente, sí tal vez a través de alguno de sus corresponsales, pudo documentarse bien sobre esta planta e incluirla en su magna obra en nueve volúmenes dedicada a la Historia de las plantas.

También hablaron de la planta el geógrafo Estrabón y el naturalista Plinio el Viejo, pero en el contexto de su extinción en el período de dominación romana de la Cirenaica. Efectivamente, entre el siglo I a.C. y el I d.C. debió extinguirse el silfio, seguramente por una concurrencia de causas, entre las que se hallan: 1) la sobreexplotación de un recurso limitado y silvestre, 2) la tensión política en la zona, siendo los nómadas libios acusados de arrancar deliberadamente las raíces como modo de oposición a la dominación romana (véase Estrabón); 3) el ramoneo del ganado ovino que comía esta planta, impidiendo su reproducción natural; y 4) el crecimiento demográfico sin precedentes al que se atendió con un aumento de la superficie cerealera que produjo una consecuente deforestación y eliminación de vegetación autóctona.  Según Plinio el Viejo, el último ejemplar vivo de silfio fue enviado a Nerón como tributo hacia el año 60 d.C.

Muy probablemente, tras la extinción del silfio de Cirene, Roma empezó a importar jugo de Persia, también conocida como férula asafétida o estiércol del diablo, como sustituto culinario más próximo. Esta segunda planta presenta un olor sulfuroso y un sabor intenso, mezcla de cebolla y ajo, y se comercializa generalmente en forma de polvo resultado de extraer la resina, secarla y triturarla. El intenso sabor de la asafétida no tiene buen encaje en el gusto occidental contemporáneo, pero sí que lo tiene en una parte de la cocina asiática. Parecido debió ser el sabor del silfio de Cirene durante la Antigüedad, que en palabras de Teofrasto era acre, áspero y picante, aunque tal vez algo menos fétido que el jugo de Persia y por ello más apreciado.

Desaparecido el silfio de Cirene, siguió apareciendo en textos de botánica médica (tales como los de Dioscórides, Soranos de Éfeso, Galeno, Oribasio de Pérgamo) y en la correspondencia privada, donde se resaltaba su carácter suntuario además de sus cualidades medicinales (purgante, antitusivo, anticonceptivo, abortivo y afrodisíaco). Uno de testimonios del silfio más interesante se halla en la correspondencia de Sinesio de Cirene, de inicios del siglo V d.C. En la carta 134, Sinesio le anuncia a un amigo constantinopolitano el envío de un regalo de lujo, que incluye jugo de silfio. En la carta 106 Sinesio cuenta que la planta de silfio procedía del jardín de su hermano en Phycous (hoy Al Hamamah), próximo a Cirene. Este sería un testimonio único del cultivo del silfio, que tal vez por estas fechas ya no se conseguía silvestre. A lo mejor lo que había conseguido cultivar el hermano de Sinesio era alguna otra especie botánica parecida, de la misma familia (Apiaceae o Umbelífera) y del mismo género (Férula).

La fama del silfio no terminó con su extinción en la Antigüedad, sino que se mantuvo en la Edad Media, por más que en ese momento seguramente lo que se consiguiera fuese alguna de las plantas con las que estaba emparentada y que seguían siendo mayoritariamente silvestres como el Smyrnium olusatrum, la Malabaila suaveolens, la Ferula marmarica, y particularmente el Laserpitium gummiferum, planta habitual en el Mediterráneo occidental.  En la Edad Media parece desaparecer su uso como condimento culinario, pero se mantienen su empleo en materia médica. Así en algunos manuscritos médicos y botánicos el silfio figura entre las plantas representadas. Lo hemos hallado al menos en tres textos griegos: dos Materias Médicas de Dioscórides y una Triaca de Nicandro. La primera de las Materias Médicas, datada a finales del s.VIII y realizada en Egipto o Próximo Oriente, con texto en griego, hoy conservada en la Bnf con signatura ms. grec 2179, incluye en el fol. 43 un silfio más o menos reconocible por las inflorescencias amarillas anaranjadas en forma de abanico en la parte superior. La segunda de las Materias Médicas, datada en el s.XV y realizada en Constantinopla también con texto en griego, hoy en la Bnf, ms. grec 2183, dedica el fol. 80 al silfio, del que resultan reconocibles las inflorescencias superiores en forma de abanico, así como la raíz prominente (donde se concentraba el jugo resinoso de mayor calidad). El tercer y último ejemplo localizado es una Triaca de Nicandro, copiada e iluminada en la segunda mitad del s.X, realizada en Constantinopla y con texto en griego, hoy en la Bnf, ms. supplément grec 247, que contiene en el fol. 5 un preparado farmacéutico que incluye silfio. El preparado debe ser la triaca, que da nombre al tratado y que era un fármaco de amplio espectro, una suerte de panacea, en el que intervienen distintos simples botánicos,   entre ellos en este caso el silfio, del que consta su nombre en la parte inferior σιλ-φιον, pero del que no alcanzamos a encontrar su correspondencia con las plantas que lo circundan.


Selección de obras

  1. Copa de Arcesilao II, ca. 560-550 a.C., Esparta, hoy en el Cabinet de Medailles Bnf 
  2. Tetradracma de Cirene, s.V a.C., con brote a ras de tierra e imagen de Zeus-Amón.
  3. Materia Médica de Dioscórides, finales s.VIII, Egipto o Próximo Oriente, hoy en la Bnf, ms. grec 2179, fol. 43, con silfio.
  4. Triaca de Nicandro, 2ª mitad del s.X, Constantinopla, hoy en la Bnf, ms. supplément grec 247, fol. 5, con silfio.
  5. Materia Médica de Dioscórides, s.XV, Constantinopla, hoy en la Bnf, ms. grec 2183, fol. 80, con silfio.

Bibliografía básica

AMIGUES, Suzanne (2004): "Le silphium – État de la question", Journal des savants, núm. 2, pp. 191-226.

CHAMOUX, François (1987): "Le problème du silphion", Bulletin de la Société Nationale des Antiquaires de France, pp.54-59.

DFRERE (2019): "Le silphium, plante merveilleuse mais disparue", L’Antiquité à la BnF, 04/09/2019, https://antiquitebnf.hypotheses.org/8676 [consultado en mayo de 2022].

POLLARO, Paul y ROBERTSON, Paul (2022): "Antropogenic Climate Change in the Extinction of Silphium", Frontiers in Conservation Science, vol.2, pp.1-9.

POSANI, Luciano (2020): Sylphium. A new interpretation.

RÍOS RUIZ, Segundo (2016): "Extinciones históricas: el caso de la enigmática planta del Silfio", Cuadernos de biodiversidad, núm. 50, pp.8-11.

WARTENBERG, Ute y KAGAN, Jonathan H. (2016): "Silphium, Jerboas, Genets and the Coinage of Cyrene", en ASOLATI, Michele (coord..): Le monete di Cirene e della Cirenaica nel Mediterraneo. Problemi e prospettive. Atti del V Congresso Internazionale di Numismatica e di Storia Monetaria Padova, 17-19 marzo 2016, Università degli Studi di Padova, pp. 43-56.

Fuentes

TEOFRASTO (s.IV-III a.C.), Historia de las plantas [Introducción, traducción y notas de José María DÍAZ-REGAÑÓN LÓPEZ, Ed. Gredos, Madrid, 1988]