Eclipses

Autora: Azucena Hernández Pérez; azucena.hernandezperez@gmail.com

Palabras clave: eclipse, sol, luna, Calvario, Pseudo Dionisio Areopagita.

Keywords: eclipse, sun, moon, Calvary, Pseudo-Dyonisius the Areopagite

Fecha de realización de la entrada: 2016

Cómo citar esta entrada: HERNÁNDEZ PÉREZ, Azucena (2016): "Eclipses", Base de datos digital de Iconografía Medieval. Universidad Complutense de Madrid. En línea: https://www.ucm.es/bdiconografiamedieval/eclipses

© Texto bajo licencia Creative Commons "Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 International" (CC BY-NC-ND 4.0)


(Izda): Ilustración de un eclipse de sol. Tratado de Astrología de Enrique de Villena. 1438. BNE, Ms. Res/2, f. 31r; (Dcha arriba) Detalle del díptico de la Crucifixión y la Coronación de la Virgen. Marfil. Taller francés ca. 1350. Metropolitan Museum New York (nº inv.17.190.288); (Dcha abajo) Ilustración de un eclipse de luna. Maravillas de las criaturas y las cosas extrañas que existen (‘Aŷā’ib al-majlūqāt wa garā’ib al-mawŷūdāt) de Zaqariya’ ibn Muḥammad al-Qazwīnī (1203-1283). Museo de Doha (Qatar) MS.647 f.29r. 


Abstract

The dynamics, periodicity and ways to predict the eclipses goes back to the Babylonian astronomy and the alignment of the Sun, the Moon and the Earth, which causes the eclipses, has been represented in the astronomical texts since then. Despite the understanding of the eclipse phenomenon within the intellectual elites in the Antiquity and the Middle Ages, they were linked to risks and threats to human life by the society.

Besides the geometrical and astronomical iconography of the eclipses that can be found in the scientific literature, there was interest in representing them in other environments. The Gospels and other texts, such as those of Pseudo-Dionysius the Areopagite, stated that the sun was darkened in the afternoon of the day of Christ Crucifixion. That fact was interpreted as the occurrence of a sun eclipse during the Middle Ages and beyond. Artists tried to find a way to represent that “special” eclipse with some difficulties, resulting on various ways of integrating the sun and the moon in the sky above the cross in the depictions of the Crucifixion.


Estudio iconográfico

El término “eclipse” proviene del griego “έκλειψις, ekleipsis” que quiere decir “desaparición”. Un eclipse es la ocultación de un cuerpo celeste por otro, observado desde un punto situado en la superficie de la Tierra. Durante la Antigüedad, la Edad Media y hasta la invención del telescopio en el siglo XVII, los únicos eclipses que pudo observar el ser humano fueron los de sol y los de luna. Un eclipse de sol se produce cuando la luna cubre total o parcialmente el disco del sol y eso precisa de una perfecta alineación espacial y visual de la Tierra, la Luna y el Sol. Un eclipse de luna se produce cuando la sombra de la Tierra cubre total o parcialmente el disco lunar iluminado por el sol. Cada año se producen entre dos y siete eclipses aunque cada uno es sólo visible en una zona de la Tierra y durante un periodo de tiempo. Todo eclipse de sol ocurre de día y cuando la luna se encuentra en fase de luna nueva y los de luna suceden de noche y en fase de luna llena.

El conocimiento de la dinámica de los eclipses, su periodicidad y el cálculo para predecirlos se remonta a la astronomía babilonia y ya desde entonces se asociaron los eclipses con riesgos o amenazas al devenir de la vida de los hombres, a pesar de que las élites intelectuales comprendían ese fenómeno astronómico periódico y carente de daños.

Las más antiguas representaciones gráficas de los eclipses proceden de esa astronomía babilonia y nos han llegado en tablillas de arcilla acompañando a textos astronómicos en escritura cuneiforme encontrados en Uruk y datados en torno al siglo III a.C. También conservamos papiros egipcios con textos sobre eclipses que se ilustraron de forma esquemática. Todo ese conocimiento sustentó y permitió el gran desarrollo de la astronomía en Grecia, aunque poco más se añadió a lo ya conocido en lo que se refiere a los eclipses de sol y luna. El poco interés que mostró Roma por la astronomía encontró en los eclipses una excepción pues se incorporó su conocimiento a los afanes romanos por establecer un buen calendario. Es por ello que el conocimiento sobre la dinámica y la periodicidad de los eclipses se extendió con la romanización y formó parte del sustrato de los saberes en el mundo occidental durante el periodo altomedieval.

En la Edad Media, las ilustraciones sobre los eclipses se incorporan tanto a los textos sobre astronomía como a las enciclopedias generales del saber, a los tratados sobre la medida del tiempo y a los calendarios. Todas las ilustraciones responden al mismo patrón: se dibuja el alineamiento de la Tierra, el Sol y la Luna, en el orden correcto según que el eclipse sea de sol o de luna, destacando los conos de sombra para apoyar visualmente la explicación textual.

Este tipo de ilustraciones se encuentran en textos tan relevantes durante la Alta Edad Media como las Etimologías de San Isidoro (ca. 560-636) que incluyen un estudio de los eclipses de sol y luna en el capítulo “Del curso de la luna” del libro tercero (Etimologiae III, 57-59) y el De natura rerum de Beda el Venerable (674-735).

Idéntica es la aproximación visual que se hace al fenómeno en los textos islámicos medievales. Obras de astronomía como las escritas por el matemático, astrónomo y también historiador y lingüista persa Muḥammad ibn Aḥmad al-Bīrūnī (973-1048) incorporan dibujos esquemáticos de los eclipses y también otras más literarias pero que incluyen información sobre los eclipses por el impacto que tenían esos fenómenos en la vida de los pueblos. De ese tipo es la magnífica obra Libro de las maravillas de las criaturas y las cosas extrañas que existen (Kitāb‘Aŷā’ib al-majlūqāt wa garā’ib al-mawŷūdāt) del astrónomo, geógrafo, médico y viajero persa Zaqariya’ ibn Muḥammad al-Qazwīnī (1203-1283). En todos los casos se opta por representar el esquema que explica cómo se produce el eclipse en lugar de ilustrar el modo en que se ve y se vive el eclipse desde la Tierra.

La producción bajomedieval de textos de astronomía en latín muestra la misma aproximación gráfica a los eclipses, esquemática y explicativa del fenómeno, como se constata en las varias copias que nos han llegado de una obra de gran difusión, el Tractatus De Sphera Mundi que escribió en 1230 el monje agustino y astrónomo inglés Johannes de Sacrobosco (ca. 1195-1256).

Una excepción a esta tendencia a situarse en lo abstracto de la dinámica astronómica del eclipse en lugar de lo más sensitivo de su visión desde la Tierra, la protagonizó Enrique de Aragón, Marqués de Villena (1384-1434), miembro de la nobleza castellana y hombre culto de controvertida personalidad, situado a medio camino entre el conocimiento científico y la libertad creativa literaria. Su Tratado de Astrología que se fecha en 1438 dedica un capítulo a los eclipses y lo ilustra con una imagen de la ocultación del disco solar por la luna mediante un juego de colores.

Hay que salir de la esfera de lo científico para encontrar otros modos de representar los eclipses desde la experiencia visual humana. Se vincula este otro patrón iconográfico a una de las representaciones religiosas más frecuentes en el arte medieval: la crucifixión.

Una lectura atenta del relato de la Pasión permite identificar un episodio narrado por tres de los cuatros evangelistas:

-      Mateo (27, 45) “Desde la hora sexta se extendieron las tinieblas sobre la tierra hasta la hora nona.”

-      Marcos (15, 33) “Llegada la hora sexta hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona”.

-      Lucas (23,44-45) “Era ya como la hora sexta y las tinieblas cubrieron toda la tierra hasta la hora de nona obscureciéndose el sol”

San Juan no hace ninguna referencia a este fenómeno que, tal como está narrado, sólo puede entenderse como un “anómalo eclipse de sol”. Evangelios Apócrifos, como el de Pedro y el de Nicodemo también inciden en este oscurecimiento total del sol en pleno día incidiendo en la completa oscuridad que se generó “muchos circulaban con lámparas encendidas, pensando que era ya de noche y tropezaban”. El único factor que permite considerarlo posible es la hora, pues la hora sexta, según la medida del tiempo romano, indica la sexta hora tras la salida del sol que se traduciría hoy en las 12h del mediodía y a esa hora puede producirse un eclipse de sol. Lo que no es creíble es que la oscuridad total durase tres horas (de la hora sexta a la hora nona) pues esa fase nunca supera los ocho minutos. Pero, sobre todo, es imposible que haya un eclipse de sol en la Pascua judía porque ésta se celebra en la primera luna llena tras el equinoccio de primavera y no se puede producir un eclipse de sol más que en fase de luna nueva.

No obstante todos estos hechos, la creencia de que tuvo lugar un eclipse de sol “milagroso” durante la agonía de la crucifixión fue una constante en la cultura cristiana, desde el periodo bizantino en adelante. La creencia se sustentó principalmente en un escrito hoy atribuido a Pseudo Dionisio Areopagita. Su epístola VII, escrita entre el 480 y el 530, y dirigida a San Policarpo, narra que contempló el “anómalo” eclipse de sol que tuvo lugar durante la crucifixión mientras estaba en Heliópolis (Egipto). Este texto, junto con el resto de epístolas y tratados atribuidos a este pensador neoplatónico bizantino, se consideraron en el medievo escritas por San Dionisio Areopagita, el discípulo de San Pablo y gozaron de gran predicamento en el Edad Media al ser validadas por personalidades como el papa San Gregorio Magno o Santo Tomás de Aquino.

Por todo ello, se empezaron a incorporar, a partir del siglo VI, figuraciones del sol y la luna, que trataban de representar un eclipse de sol, en las escenas del Calvario, generando una nueva iconografía de estos fenómenos astronómicos. La dificultad de mostrar el efecto visual de un eclipse de sol en una escena diurna como es la crucifixión, llevó a los artistas a ubicar un sol y una luna a ambos lados y sobre el madero horizontal de la cruz utilizando distintas variantes:

-      Sol mostrado exclusivamente como un círculo o rodeado de rayos y luna mostrada con su círculo completo o en fases creciente o decreciente

-      Sol y luna personificados con rostros masculinos o femeninos

-      Sol y luna cubiertos por velos

-      Sol y luna parcialmente ocultos por elementos estructurales o decorativos

No fue hasta el renacimiento y sobre todo el barroco que el dominio del claroscuro permitió a los artistas representar visualmente un eclipse de sol en los Calvarios con aceptable naturalismo.

La inclusión del sol y la luna en las escenas de la crucifixión no fueron muy frecuentes en el periodo medieval, pudiendo estimarse su presencia en un 15%, considerando todos los formatos (pintura, escultura, relieves y marfiles). Hay artistas que optaron por representar esa súbita oscuridad mediante nubes de tipo cumulonimbos pero la mayoría ignoró ese detalle narrativo. Por contra, se encuentran casos en los que se incorpora la pareja sol-luna en otras escenas de la Pasión como el Descendimiento o la Piedad sin que, en ese caso, se responda a la narración textual de los Evangelios. El sol y la luna cuentan con un buen número de significados simbólicos provenientes de la Antigüedad y no puede tampoco ignorarse ese hecho. No puede deducirse, de forma biunívoca, que la presencia del sol y la luna, en una escena cualquiera, trate de representar un eclipse.


Selección de obras

  1. Tablilla de arcilla con representaciones astronómicas y texto en escritura cuneiforme refiriendo un eclipse de luna. Uruk. Siglo III-II a.C. Vorderasiatisches Museum de Berlín (nº inv. VAT 7851).
  2. Conjunto de fragmentos de un papiro (s. II-III d.C.) escrito en demótico con un tratado babilonio sobre eclipses de sol y de luna del siglo VI a.C. Österreichische Nationalbibliothek Papyrussammlung D6278 a 6289 , D6698 y D10111
  3. Ilustración esquemática de un eclipse de sol. De naturarerum de Beda el Venerable (674-735). Uno de los cuatro libros que forman un compendio de obras de San Isidoro, Beda el Venerable, e Higinio realizada en el Monasterio de Santa María de Ripoll en el año 1055. Biblioteca Vaticana Ms. Reg.Lat.123, f. 163r.
  4. Ilustración de un eclipse de luna. Maravillas de las criaturas y las cosas extrañas que existen (‘Aŷā’ib al-majlūqāt wa garā’ib al-mawŷūdāt) de Zaqariya’ ibn Muḥammad al-Qazwīnī (1203-1283). Museo de Doha (Qatar) MS.647 f.29r. 
  5. Ilustraciones de eclipses de sol y luna. Tractatus De Sphaera Mundi (capítulo 4- Eclipses). Joannes de Sacrobosco, ca. 1230. The New York Public Library, Ms Col 2557-MA69. 
  6. Ilustración de un eclipse de sol. Tratado de Astrología de Enrique de Villena. 1438. Biblioteca Nacional de España, Ms. Res/2, f. 31r. 
  7. Calendario perpetuo con registro de los eclipses de luna. Anónimo. Atribuido a taller francés. ca. 1425. Biblioteca de la Universidad de Leiden (Holanda), Ms. VUL 100C, f. 17v.
  8. Crucifixión del Evangelio Rabbula. Scriptorium del monasterio de San Juan de Zagba (Siria). 586. Biblioteca Medicea Laurenziana de Florencia, MS Plutei 01.56, f.13r.
  9. Crucifixión con el sol y la luna. Salterio de San Luis de Francia y Blanca de Castilla, ca. 1225.BNF Ms Arsenal 1186 f. 24r 
  10. Crucifixión con el sol y la luna. Ilustración de un misal atribuido a escuela castellana. Segundo cuarto s. XIV. Temple y oro sobre pergamino. Museo Nacional de Arte de Cataluña (nº inv. 068699-000) 
  11. Crucifixión con el sol y la luna en un cielo estrellado. Libro de Horas francés. 1495. Morgan Library New York, Ms. H5, f. 79r 
  12. Crucifixión con el sol y la luna. Tabla de la tumba de Sancho Sánchez Carrillo de la ermita de San Andrés de Mahamud (Burgos). 1295. Museo Nacional de Arte de Cataluña (nº inv. 004374-000). 
  13. Crucifixión con el sol y la luna. Pintura mural de la iglesia de San Salvador de Gallipienzo (Navarra). 2º Maestro de Gallipienzo. 2ª mitad s. XV. Museo de Navarra (Pamplona).
  14. Crucifixión con el sol y la luna. Tríptico del Calvario en la Cartuja de Miraflores. Escuela flamenca. s. XV. 
  15. Retablo de la Crucifixión de Cartuja de Champmol. Jacques de Baerze. 1390-1399. Museo de Bellas Artes de Dijon (nº inv CA1420A) 
  16. Calvario con sol y luna. Retablo de la capilla de Santa Ana de la catedral de Burgos. Gil de Siloé y Diego de la Cruz. 1486-1492.
  17. Crucifixión con el sol y la luna. Políptico de la Pasión. Marfil. Taller francés o alemán, ca. 1350. Metropolitan Museum New York (nº inv. 17.190.205). 
  18. Díptico de la Crucifixión y la Coronación de la Virgen. Marfil. Taller francés ca. 1350. Metropolitan  Museum New York (nº inv.17.190.288) 
  19. Díptico de la Crucifixión y la Virgen con el Niño. Marfil. Taller francés ca. 1450. Metropolitan  Museum New York (nº inv.17.190.294) 
  20. Díptico de la Crucifixión y el Santo Entierro. Marfil. Taller francés, ca. 1450. Metropolitan Museum New York (nº inv. 17.190.269)

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