Atlante

Francisco de Asís GARCÍA GARCÍA

Autor: Francisco de Asís GARCÍA GARCÍA fagarcia@ucm.es 

Palabras clave: Atlas; telamón; cariátide; vencido; condenado; estilóforo; parteluz.

Keywords: Atlas; telamon; caryatid; vanquished; damned; styloforus; trumeau

Fecha de realización de la entrada: 2016

Cómo citar esta entrada: GARCÍA GARCÍA, Francisco de Asís (2016): "Atlante", Base de datos digital de Iconografía Medieval. Universidad Complutense de Madrid. En línea: www.ucm.es/bdiconografiamedieval/atlante

© Texto bajo licencia Creative Commons "Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 International" (CC BY-NC-ND 4.0)


Parteluz de la portada occidental de Sainte-Marie d’Oloron (Francia), primer tercio del siglo XII [Foto: Fco. de Asís García]


Abstract

 

The Titan Atlas inspired the figure of the atlante, a male figure that supported diverse architectural elements in the arts of Antiquity. More broadly understood, this figure was relatively frequent in architectural and figurative compositions during the Middle Ages. It adopted features and expressions that reveal its physical effort and was sometimes depicted as ethnically diverse, embodying subjection and punishment values.


Estudio iconográfico

 

La figura del atlante toma su nombre y fundamento iconográfico de Atlas, uno de los titanes rebelados contra Zeus en la mitología grecolatina, castigado a portar a hombros la bóveda celeste. Dicho personaje interviene asimismo en el trabajo hercúleo del jardín de las Hespérides. En la cultura artística se denomina atlantes o telamones a las figuras antropomorfas masculinas que sirven de elemento sustentante en composiciones arquitectónicas –e incluso figurativas–, reservándose el apelativo de cariátides a su variante femenina. Si bien el uso de figuras humanas como soporte edilicio cuenta con ejemplos desde la remota Antigüedad, su codificación en la literatura artística vino de la mano de Vitruvio (De architectura, I, 1, 5-6), quien, recordando el origen de las cariátides como figuras que inmortalizaron a las matronas cautivas de Caria, mencionó el “pórtico pérsico” erigido por los espartanos tras su victoria en Platea, cuya cubierta era sostenida por estatuas que representaban a los prisioneros persas ataviados como bárbaros. En su afán etimológico, al referirse más adelante a los telamones como figuras masculinas sustentantes (I, 7, 6), señala que en griego son denominados atlantes y remite en su discurso al personaje mítico de Atlas como sostén y conocedor del universo.

La revitalización y amplia extensión de la imagen del atlante en la Edad Moderna propiciada por la mirada anticuaria del Renacimiento no ha de hacer olvidar la vigencia de esta figura en la Edad Media, conocida y empleada en diversos medios y contextos. La caracterización medieval del personaje es variada y su reconocimiento estriba fundamentalmente en su función sustentante, al margen de la identidad del personaje que la cumple. En este sentido, oscila entre la posición erguida, agachada o sedente, así como entre la desnudez y atavíos diversos. Habitualmente alza los brazos para recibir el peso real o simbólico de aquel elemento que sujeta, o bien hunde su cabeza entre los hombros con idéntico fin, extendiendo o plegando sus brazos, o apoyándolos en sus rodillas y piernas flexionadas, en ocasiones recibiendo directamente el peso sobre su espalda. Tanto en contextos arquitectónicos como en composiciones figurativas aparece sosteniendo el peso de cimacios, nervios o cornisas –a modo basamento o fuste humano, o inserto en capiteles o modillones–, con función estilófora, como sostén de mobiliario, o como tenante en el sentido más amplio. Con frecuencia hace patente el esfuerzo derivado de su acción mediante expresiones grotescas o de sufrimiento que transmiten el tormento físico y la angustia que experimenta la figura. A este fin contribuyen algunas inscripciones a ella asociadas especialmente en el arte románico. Estas interpelan al espectador describiendo los esfuerzos del atlante y enfatizando el peso soportado, al tiempo que demandan ayuda o conmiseración ante su destino. Con todo, un buen número de atlantes medievales no acusa en su expresión la teórica penalidad de su tarea.

La iconografía medieval vinculó con frecuencia la imagen del atlante a valores punitivos o de sumisión, de ahí que en ocasiones aparezca encadenada. Fue apropiada para ejemplificar castigos, encarnando al pecador o al condenado, y por ello apta para contextos penitenciales o escatológicos con una dimensión moral y ejemplificadora. Asimismo, no perdió su carácter cosmológico –por ejemplo, al asociarse al imaginario celeste–; tampoco sus connotaciones triunfales al verse empleada en la iconografía exaltadora del poder, señalando la humillación del contrario político o espiritual vencido. En los sentidos aludidos tiene cabida la actualización del atlante clásico descrito visualmente como un moro –u otras etnias–, recogiendo la tradición antigua de la figuración del enemigo bárbaro sometido, y como tal se representa al pie de tronos o con función de parteluz en algunos templos. Sin embargo, pese a su carácter generalmente subordinado, las figuras a modo de atlante no necesariamente conllevan una connotación peyorativa o secundaria en el imaginario medieval, especialmente si se consideran sus versiones en términos más amplios. Con función sustentante y en actitud similar se autorretrataron algunos artistas, y en numerosas composiciones las figuras angélicas asumen un rol semejante como apoyo de la bóveda celeste o de imágenes en ella emplazadas.

La figuración del atlante se desarrolla extensamente en la geografía del Occidente medieval, tanto en el ámbito propiamente arquitectónico –gracias al concurso de la escultura monumental y de la decoración mural– como en otros medios figurativos. El arte carolingio y otoniano recoge los principales sentidos que cobró en la Antigüedad, como mero sustento de elementos constructivos y como figura al servicio de la exaltación áulica, y así lo plasma en las arquitecturas pintadas –como las de las tablas de cánones– y en las imágenes del soberano en la ilustración de manuscritos. La eclosión de la plástica monumental en el románico señala el periodo probablemente más fructífero para la representación artística del atlante, con un éxito particular en ámbito italiano ligado sin duda a la mayor vigencia del legado clásico. La miniatura aquitana y lemosina lo reproduce a partir de los precedentes altomedievales, y desde los ejemplos miniados migra a algunas tallas. Se introduce en numerosos capiteles al tiempo que se revaloriza su figura en marcos arquitectónicos como parteluces y numerosos protiri italianos, sin olvidar su emplazamiento en ménsulas y canecillos. El interés por asociar figuración escultórica a las nervaduras de los nuevos sistemas de cubrición propició su integración en estos elementos constructivos, especialmente en el entorno angevino y su proyección. Con todo, no debe confundirse la aparición de atlantes en estos y otros ámbitos con el auge tipológico de la estatua-columna en similar cronología. Elementos del mobiliario litúrgico y ceremonial –pilas bautismales y aguabenditeras, púlpitos, tronos– recurrieron en ocasiones a la figura del atlante como soporte. Asimismo, con la aparición del sistema heráldico algunos emblemas se representaron sostenidos por personajes a modo de atlante en la Baja Edad Media.

Una débil frontera separa la figura del atlante de otras en actitud sustentante o tenante en el arte medieval. El término tiende a ser empleado con amplitud, si bien puede reconocerse con mayor propiedad la imagen del atlante en periodos y entornos especialmente marcados por la impronta de la Antigüedad.


Selección de obras 

 

  1. Atlas Farnesio, siglo II. Nápoles, Museo Archeologico Nazionale di Campodimonte, inv. MANN 6374.
  2. Sátiros como atlantes, ¿siglo II? París, Musée du Louvre, inv. MR 183-186.
  3. Figuras en estuco bajo la cúpula de entrada a los baños de Jirbat-al-Mafyar (Territorios Palestinos), segundo cuarto del siglo VIII. Jerusalén, The Rockefeller Museum.
  4. Ángeles tenantes. Mosaico de la bóveda de la capilla de San Zenone en Santa Prassede, Roma (Italia), c. 817-824.
  5. Tellus sosteniendo el trono de Otón III. Evangeliario de Liuthar, Reichenau (Alemania), c. 1000. Aquisgrán, Domschatz, Ms. 33, fol. 16r.
  6. Base de la cátedra del obispo Elia, San Nicola de Bari (Italia), c. 1098.
  7. Tablas de cánones. Biblia de Saint-Aubin d’Angers (Francia), c. 1100. Angers, Bibliothèque municipale, Ms. 4, fols. 205r, 206v, 207r, 207v.
  8. Tablas de cánones. Segunda Biblia de Saint-Martial de Limoges, Limoges (Francia), c. 1100. París, BnF, Ms. Lat. 8, fols. 166r, 166v, 167v, 169r, 170v, 171r, 171v.
  9. Duomo de Módena (Italia), atlantes sosteniendo la Maiestas Domini en la portada occidental (inicios del siglo XII) y las jambas de la Porta della Pescheria (c. 1125-1135).
  10. Liber Testamentorum Ecclesiae Ovetensis, Oviedo (España), primer cuarto del siglo XII. Oviedo, Archivo Capitular, Ms. 1, fols. 8v, 32v y 53v.
  11. Parteluz de la portada occidental de Sainte-Marie d’Oloron (Francia), primer tercio del siglo XII.
  12. Segunda arquivolta de la portada meridional de Saint-Pierre d’Aulnay (Francia), c. 1120.
  13. Protiri laterales de la fachada occidental del duomo de Piacenza (Italia), segundo cuarto del siglo XII.
  14. Atlante. San Baudelio de Berlanga (Soria, España), decoración mural de la cubierta de la bóveda, c. 1129-1134.
  15. Parteluz de la portada meridional de Saint-Pierre de Beaulieu (Francia), c. 1130-1140.
  16. Soportes de la tumba de Roger II en la catedral de Palermo (Italia), segunda mitad del siglo XII.
  17. Atlante. Frente occidental del cenotafio de San Vicente de Ávila (España), c.1170-1180.
  18. Figuras en posición de atlante en el arco triunfal de Santa María la Real de Aguilar de Campoo (Palencia, España), finales del siglo XII-principios del siglo XIII.
  19. Capitel del pilar septentrional del arco triunfal de la catedral de Lérida (España), primer tercio del siglo XIII.
  20. Consola procedente del área del brazo sur del transepto de la catedral de Estrasburgo (Francia), c. 1220. Estrasburgo, Musée de l’Œuvre Notre-Dame, inv. MOND 5.
  21. Zócalo de la portada occidental de la catedral de Trogir (Croacia), 1240.
  22. Pinturas murales de la iglesia de San Giacomo de Termeno (Italia), primera mitad del siglo XIII.
  23. Giovanni Pisano, púlpitos de Sant’Andrea de Pistoia (Italia), 1297-1301, y del duomo de Pisa (Italia), 1302-1310.
  24. Adam Kraft, tabernáculo de la iglesia de San Lorenzo de Nürnberg (Alemania), 1493-1496.

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