13 MAY 2020 - 19:22 CET

Por Marina Martínez, Vanesa Toldos, Vanessa Martín, Kiri Mabel Rojas.

Desde hace unos años, la cultura organizacional y la comunicación corporativa de las empresas se ha visto forzada a renovar sus estructuras tradicionales y jerárquicas, para convertirse en empresas cercanas y flexibles, con el fin de satisfacer tanto a sus clientes como a sus trabajadores. En este sentido, el teletrabajo brinda ventajas para ambas partes, puede reducir costos para las empresas, y puede brindar una anhelada libertad para conciliar la vida profesional y laboral, siempre y cuando se logre establecer la confianza, para lo cual la comunicación interna es el camino crucial.

Lo que hace unos meses se consideraba una medida de flexibilidad laboral, hoy en día se ha vuelto una necesidad para que las empresas puedan continuar sus operaciones. Es así como, repentinamente, el teletrabajo ha revolucionado los esquemas empresariales; y, sobretodo, la comunicación organizacional, la cual, manejada de una forma efectiva, puede convertirse en una importante propuesta de valor, y otorgar a las marcas el codiciado compromiso que buscan del talento millenial.

A las nuevas generaciones ya no les vale la seguridad de conservar un trabajo: prefieren su libertad, traducida en la práctica en beneficios como movilidad laboral, una cultura empresarial que concuerde con sus valores y el trabajo remoto.

El teletrabajo, o trabajo remoto, consiste en una modalidad que permite al trabajador realizar sus actividades desde el lugar que desee, sin que se requiera su presencia física en la empresa.

Según el reporte The 2020 State of remote work de la firma Buffer y la web de empleo AngelList, el teletrabajo proporciona múltiples ventajas para quienes lo ejercen. Las más valoradas son la flexibilidad horaria y geográfica, mientras que las dificultades más destacadas fueron la comunicación, la colaboración y la soledad.

Según el artículo lanzado en marzo por Harvard Business Review, titulado A Guide to Managing Your (Newly) Remote Workers, los supervisores temen que, al no controlar directamente a sus empleados, éstos no trabajaran lo suficiente, ni tan efectivamente como lo harían en su presencia.

Considerando lo anterior, ¿cómo podemos lograr la comunión entre ambas partes?; ¿en qué debemos pensar antes de comunicar?; ¿cómo aportamos valor a través de la comunicación? Para todos estos interrogantes, la respuesta es la confianza, el puente que equilibra la responsabilidad y la independencia.

Estableciendo una coherencia entre lo que se dice y lo que se hace, construiremos confianza; pero, ¿cómo sabremos si estamos realizando esta tarea adecuadamente? Una forma simple de medirnos es procurar que la planificación de la comunicación interna cumpla objetivos smart: específicos, medibles, alcanzables, relevantes y oportunos.

¿Cómo creamos valor a distancia?

En el artículo "Embracing the chaotic side of Zoom", publicado en abril por The New Yorker,  se nombran particularidades que se han visualizado a través de dicha aplicación, como la entrevista de Robert Kelly para BBC que se tornó viral, por la repentina aparición de sus hijos y esposa corriendo en su casa; si dejamos de lado la naturaleza caótica de esta situación, podemos ver humor y cotidianidad, la cual podría inspirar a altos directivos a crear videomensajes creativos que transmitan empatía y motivación, con el fin de lograr cercanía y llegar a una gran cantidad de empleados.

Gracias a las distintas plataformas por las que hoy podemos comunicarnos, es posible establecer una mayor cantidad de reuniones más concisas y, por tanto, optimizar el tiempo de trabajo. Sin embargo, de esta forma se pierden momentos muy valorados socialmente, como las pausas propias del ambiente de oficina, caracterizadas principalmente por la interacción con los equipos de trabajo. 

De esta forma, el rol de los mandos medios constituye una excelente oportunidad para convertir las preocupaciones de los empleados, en fortalezas que creen valor para las compañías. Es por esta razón que se vuelve esencial el acercamiento de estos mandos a los altos directivos, que comprendan profundamente las bases de la empresa y su futuro, de manera que dispongan de toda la información necesaria que les permita resolver con la mayor rapidez las dudas de los subalternos; y, de esta forma, convertirse y posicionarse como figuras confiables que transmiten seguridad y orden. Del mismo modo, para fortalecer la unión de los equipos, la comunicación constante, sencilla y dinámica reducirá los espacios de incertidumbre, transformándolos en espacios de complicidad.