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Pila bautismal

Iglesia de san Fructuoso de Colmenares de Ojeda

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INFORMACIÓN BÁSICA

Pila Bautismal

 

Pila bautismal
Iglesia de San Fructuoso en Colmenares de Ojeda
Procedente de la antigua iglesia románica de Colmenares de Ojeda
h. fin. s. XII
Piedra tallada, 83 x 125 x 125 cm

 

Realizada a finales del siglo XII, esta pila bautismal es un objeto litúrgico imprescindible para la realización del sacramento del Bautismo. En la actualidad se encuentra en el altar de la iglesia gótica de San Fructuoso, en la localidad de Colmenares de Ojeda (Palencia), descontextualizada de su lugar original que era la primitiva iglesia románica de San Fructuoso, de la que es el único vestigio. Esta tipología de pila bautismal de vaso semiesférico nos sitúa en una época en la que se ha producido un cambio en el ritual de bautismo, pasando de piscinas bautismales ubicadas en el exterior de los edificios en las que se realizaba el rito por inmersión, a pilas mas pequeñas donde el bautismo se realizaba por aspersión de agua en la cabeza del catecúmeno. Su magnífica iconografía y expresividad en la talla la hacen uno de los ejemplos mas relevantes de escenas de Bautismo en estos objetos litúrgicos hispanos, en los que no es muy usual encontrar esta temática. A este tema se le añaden escenas de la Resurrección y el motivo de un grifo rampante, que dotan a esta pila de una gran carga simbólica. Esta pila bautismal es un ejemplo perfecto para comprender la gran importancia que posee el sacramento del bautismo en la vida cristiana, tanto a nivel real como simbólico, destacando la importancia de la que gozaron todos los elementos materiales y sacramentales en la Edad Media.

Ana Mª Cuesta Sánchez (2018)


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PARA SABER MÁS

La pila bautismal de Colmenares de Ojeda encaja con el prototipo de pila o fuente bautismal románica. Es una pieza cóncava de piedra que sirve de recipiente para el agua bendita para posteriormente ser vertida sobre la persona que quiere va a ser bautizada. Dentro de la Iglesia Católica el sacramento del Bautismo es el fundamento de apertura a la vida cristiana, ya que supone la vía de acceso al resto de los sacramentos. Por medio del bautismo se aleja al bautizado del Pecado Original y se regenera la condición de Hijo de Dios, incorporándose a la Iglesia y a su misión.  Este sacramento recibe su nombre de la acción principal del rito que se lleva a cabo: bautizar, que significa “sumergir”, “introducir dentro del agua”. El acto de la inmersión o el descendimiento del neófito al agua y su cubrición por ella implica una muerte de la que se ha de renacer saliendo de ésta. Por tanto, en este ritual vinculado a la materia del agua podemos encontrar un claro un simbolismo: el nacimiento a la vida eterna tras la vida pecadora o pagana anterior.

Esta gran pila bautismal está constituida por dos partes: copa o vaso y pie o pedestal. Atendiendo a la forma de su copa se trata de una pila circular semiesférica caracterizada por adoptar la forma de una esfera dividida a la mitad, alcanzando una profundidad considerable. La basa, de 14 cm de altura y estructura troncocónica, soporta el peso y da estabilidad a la copa que se coloca encima sin ayuda de fuste. Es singular la decoración escultórica que luce a partir de prótomos de león y cuerpos brotes vegetales circulares. El vaso por su parte, con un diámetro de 125 cm y una altura de 69 cm, posee una excepcional figuración en friso corrido de finales del siglo XII en la que aparecen varias escenas relacionadas con el Bautismo y la Resurrección.

En la parte frontal, en la que se desarrolla la escena del bautismo, podemos presenciar la imagen de un niño siendo sostenido por un hombre y una mujer, en la posible figura de padrinos. Este niño está siendo bautizado por inmersión por un religioso tonsurado que se encuentra bendiciendo con su mano derecha, mientras que con su mano izquierda rocía agua sobre la cabeza del pequeño. En el lado izquierdo de esta escena aparecen dos personajes adultos acompañados de un niño pequeño y un bebé, que suponemos acompañan a la comitiva en la celebración del bautismo como asistentes al mismo. En la parte derecha desde el centro de la escena bautismal podemos ver como un segundo clérigo situado a la derecha inmediata del primero porta una cruz y ayuda a los padrinos en la tarea de sujetar al niño.

La siguiente escena figurativa representada es la de la Resurrección a través de la imagen de las Santas Mujeres frente al sepulcro vacío de Cristo. En la parte derecha de ella podemos apreciar como la tapa de la tumba está siendo abierta por un ángel, situado a la izquierda, mientras que el ángel turiferario de la derecha inciensa la escena. Avanzando hacia la izquierda podemos ver varias figuras de soldados ataviados con cotas de mallas que flanquean el sepulcro, pero se encuentran postrados de rodillas en situación de aturdimiento. En la siguiente escena encontramos una comitiva de tres mujeres portando vasos con ungüentos. Estas mujeres son reconocibles por los tocados y vestiduras con las que están ataviadas. Entre las escenas del Bautismo y la Resurrección se puede apreciar una escena diferente con la presencia de tres personajes masculinos desconocidos que ha suscitado múltiples interpretaciones. Por su localización, considerando su pertenencia a la escena del Bautismo se ha establecido que pueden ser parte de los asistentes a esta celebración demostrando su alegría por la realización del sacramento. Pero si se considera la pertenencia de la escena a la Resurrección estaríamos ante el pasaje de los Discípulos de Emaús que sucede temporalmente después a la Resurrección de Cristo. Existe otro elemento a tener en cuenta en la iconografía de la pila bautismal: el grifo en posición rampante rodeado de brotes y tallos vegetales. Este animal, cuyas primitivas representaciones provienen del mundo oriental antiguo, pasaron al Cristianismo con una doble connotación.

La ceremonia del Bautismo en la Edad Media sufrió ciertos cambios sobre todo a partir del siglo IX, cuando la mayor parte de Occidente estaba cristianizada y no era necesario realizar tantos bautismos a adultos. La ceremonia del bautismo daba comienzo en la puerta de la iglesia, donde el sacerdote interrogaba al neófito o a los padrinos sobre las razones que le llevaban a ser cristiano. Tras este primer contacto, se ejecutaba el primer exorcismo mediante la realización de tres soplidos sobre la cara del futuro bautizado, mientras se increpaba al demonio.

Tras esto, se llegaba a la pila bautismal, donde el sacerdote colocaba tres veces sal en la boca del neófito, seguido del rito de Epheta. En él, el sacerdote con un poco de saliva tocaba la nariz y los oídos rememorando los milagros de Cristo. Se proseguía la ceremonia con la Bendición del agua bautismal, recordando la acción purificadora del Diluvio Universal y la protección del Espíritu Santo durante la primera Creación. También se evocaba la pila bautismal como la Fuente del Paraíso, hisopeando en forma de cruz el agua bendita nombrando los Cuatro Ríos. Por último, y tras el signado con oleos en el pecho y espalda del neófito, este era inmerso tres veces en la pila bautismal. Una vez fuera de ella, el cristiano recibía el santo crisma. Los padrinos, con gran importancia desde el siglo IV, tenían el deber de educar en la fe y acompañar a los neófitos en su presentación ante el obispo. Con la extensión del bautismo infantil la labor de los padrinos se vio ligeramente modificada ya que fueron los encargados de responder a las promesas bautismales en lugar de los pequeños, además de acercarles a la pila bautismal sujetarles en la recepción del bautismo.

Las pilas bautismales eran usadas en las ceremonias de bautismo, sin embargo, no siempre se hizo uso de esta tipología objetual. En la era apostólica, este sacramento no hacía uso de pila ya que se realizaba en la costa, arroyos, estanques de agua o ríos. Sin embargo, paralelamente a este tipo de bautismo se daba aquel realizado bajo techo, que con el tiempo llegó a ser el estipulado, dotándole de un mobiliario especial para su realización, como la jofaina o pila para posteriormente conservar el agua. En Oriente, sin embargo, este recipiente de agua toma la forma de una piscina o cisterna lo suficientemente profunda como para garantizar la inmersión total de uno o más catecúmenos simultáneamente. A partir de la construcción de las iglesias del siglo IV las pilas se incluyen en los baptisterios, tomando la misma forma de estanque circular u octogonal dispuesto por debajo del nivel del suelo o parcialmente levantado por encima de él por un brocal bajo de mampostería accesible por escalones. Con el paso del tiempo la religión mayoritaria fue el cristianismo y por ello se dio un aumento del bautismo de niños ya criados en la fe cristiana. Esta evolución del bautismo de adultos a niños provoca un cambio en la estructura de las pilas bautismales, reduciendo su tamaño.

El lugar tradicional de colocación de las pilas bautismales ha sido siempre el lado del Evangelio o hastial norte, simbolizando aquella región tenebrosa que el bautizado deja atrás al recibir el sacramento. Sin embargo, esta pila bautismal de Colmenares de Ojeda, al hallarse descontextualizada de su emplazamiento original podemos ver como ha variado de localización, hallándose ahora en el presbiterio.

Este objeto tiene como peculiaridad ser uno de los ejemplos mejor conservados de pilas bautismales historiadas, con gran complejidad iconográfica, pudiéndose apreciar en ella tres escenas figurativas y una representación de animal fantástico de gran carga simbólica. Su plástica, aunque sin ser un ejemplo de talla delicada tiene gran poder expresivo al dotar a las figuras de un relieve profundo, animado sin duda por la realización de pupilas y detalles como los pliegues de las ropas, las cotas de malla de los soldados o los tocados de las mujeres.

La riqueza de estos ciclos iconográficos, así como su estado de conservación, hacen de esta pila del siglo XII uno de los mejores ejemplos de la plástica plenomedieval hispana en estos soportes litúrgicos, que tras la recomendación del papa León IV, en el siglo XI se vieron incrementadas por todo el territorio peninsular.


GLOSARIO

Turiferario

Acólito o clérigo encargado de llevar el incensario procesionalmente. Por extensión se aplica a los ángeles que portan in turíbulo en sus manos, como adoradores a Dios formando parte de la Corte Celestial. Suelen asociarse a temas sacramentales y temas teológicos, como la Trinidad o distintas advocaciones de la Virgen.

Grifo

Animal fantástico que adopta el aspecto de un felino alado y cuyo origen remoto se rastrea en las antiguas civilizaciones del Próximo Oriente. Esta criatura desempeñó frecuentemente en el Medievo el papel de guardián, desarrollando un destacado valor apotropaico y de protección a los difuntos. Fue incorporado a los bestiarios pasando a formar parte de los programas iconográficos figurativos religiosos y adoptando divergentes significados, como la encarnación de Cristo o del propio Satán.

Neófito

Persona recién convertida o admitida dentro de una religión. Se utiliza frecuentemente para designar a los que iban a recibir el sacramento del bautismo y se incorporaban, por ello, a la Iglesia.


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