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Manuscritos y libros para el ritual


En los primeros siglos del culto cristiano, las fórmulas de oraciones y plegarias se transmitían siguiendo la tradición oral. Los primeros vestigios escritos de documentos que registraban los elementos de la liturgia fueron los libelli, pequeños folletos con formulas rituales utilizadas en los primeros siglos que permitían su repetición. Desde el siglo IV surgen los libros litúrgicos, manuscritos dedicados a la compilación de las oraciones, cantos y disposiciones ceremoniales propias del culto cristiano. Dentro de estos libros son de especial relevancia las rúbricas, textos escritos más tarde en tinta roja (de ahí su nombre) que, a modo de acotaciones ceremoniales, explican de qué manera han de desarrollarse los ritos. Las diferentes tradiciones litúrgicas orientales y occidentales fueron paulatinamente desarrollando su corpus de libros litúrgicos. En Occidente, destaca el Sacramentario como recopilación de los textos de la misa, y más tarde el Pontifical, con las ceremonias de los obispos. En Oriente, sucede lo mismo con el Eucologio, para los textos eucarísticos, y el Synaxarion, para los relatos hagiográficos de los santos que se leían en los ritos.


Cada rito propio en la liturgia cristiana, que suele coincidor con un determinado espacio geográfico, posee sus particulares libros litúrgicos. Más allá de las diferencias de formato y de su contenido, prima un sentido fuertemente utilitario. Por ello, los volúmenes destinados a ceremonias diferentes fueron desagregándose paulatinamente y descomponiéndose en tomos diferentes, así como aquellos utilizados por ministros diversos o en espacios diferentes dentro del templo. Por otra parte, el valor de los libros litúrgicos va más allá de su sentido como fuente del conocimiento ritual. De esta manera, algunos libros como el Sacramentario o el Evangeliario eran auténticos objetos de veneración y exhibición en los movimientos procesionales por un ejercicio de analogía con su contenido (la eucaristía y la Palabra de Dios). El valor artístico de los manuscritos litúrgicos no reside exclusivamente en la iluminación de muchos de los códices bajomedievales, sino principalmente en los procesos de creación libraria, factura y copia, así como en los medios de transmisión del conocimiento ritual.


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