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Copón de Pere II d'Urgell

Museo Hermitage de San Petersburgo

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INFORMACIÓN BÁSICA

Copón

 

Copón de Pere II d’Urgell
Taller desconocido del ámbito barcelonés.
Museo Hermitage de San Petersburgo.
Ca. 1390-1400.
53 cm x 30 cm
Plata cincelada, grabada a buril y sobredorada.
Figuras y remates vaciados en plata y sobredorados. Esmalte basse-taille.

 

Encargada por el conde Pere II d’Urgell, esta pieza es un ejemplo temprano de copón, recipiente destinado a custodiar las hostias consagradas que sustituyó en esta función a la píxide. La utilidad del vaso, accesoria a la liturgia eucarística, permitía reservar el Sacramento tanto para su adoración, como para su empleo urgente en la comunión fuera de la misa (viático). Esta tipología de copón, con receptáculo poligonal flanqueado por ángeles sostenidos por brazos serpenteantes, fue frecuente entre los siglos XIV y XV en el entorno catalán. Este ejemplo es particularmente relevante tanto por su riqueza estética como por ser reflejo del contexto devocional y dogmático del momento. Tras el Cuarto Concilio de Letrán, se afianzó la doctrina de la transubstanciación de las especies del pan y el vino, y se instó a su mayor protección contra las profanaciones. Junto con esto, la instauración de la festividad del Corpus Christi confirió a la adoración eucarística una importancia popular, lo que posiblemente motivó la aparición del copón. Su simbología e iconografía identifican al recipiente con el sepulcro de Cristo, a través de los ángeles que lo velan y las escenas de la Pasión, y con el vientre de la Virgen en el misterio de la Encarnación, mediante las escenas de la Natividad, lo que recalca la creencia en la verdadera presencia del Cuerpo de Cristo en el pan consagrado que estaba destinado a guarecer.

Miguel Lahuerta Berazaluce (2020)


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PARA SABER MÁS

Un copón o ciborio es un vaso litúrgico con un papel fundamental en la misa y otros ritos relacionados. La principal función de este recipiente se desarrolla en los últimos momentos de la liturgia eucarística: tras la administración del Sacramento a los fieles, el sacerdote transfiere de la patena al copón las hostias consagradas que no han sido consumidas. Por este motivo en origen recibía, entre otros, el nombre de custodia, término hoy empleado para los ostensorios.

La reserva de la Eucaristía, además de protegerla, tiene la función de disponer de ella para los fieles enfermos o próximos a fallecer; los copones también cumplían la función de portaviático, es decir, como recipientes para el transporte y administración de la Eucaristía en el rito del viático, precedido por la extremaunción. Asimismo, los copones de esta tipología, a menudo denominados de manera genérica copón-ostensorio, podían cumplir una doble función como recipiente para la reserva del Santísimo y para su exposición a través de la colocación de viriles, generalmente sustituyendo a un remate practicable en la tapa. Los copones son la evolución del vaso sagrado llamado píxide, una pequeña caja que cumplía la misma función de reserva de la Eucaristía hasta el siglo XIII aproximadamente. Esta evolución asimiló la forma del cáliz a través de la incorporación de un fuste y un pie al recipiente.

Este copón se compone de cinco partes principales, a saber, el receptáculo y su tapa, el fuste, los brazos y el pie. La primera de estas, el receptáculo, es el lugar en el que se alojan las hostias consagradas. Tiene forma de prisma hexagonal de planta irregular, con sus caras externas ricamente decoradas con esmaltes sobre relieves de plata que representan escenas de la Natividad y la Pasión de Cristo, enmarcados en las aristas con contrafuertes sostenidos por arbotantes, y en su zona superior por arcos conopiales con remates de crochet. El ciclo iconográfico identifica al copón como metáfora del vientre de la Virgen y del Sepulcro. La tapa, con forma de pirámide de lados ligeramente cóncavos, es propia de este tipo de ciborios, denominados de tejadillo. Su borde inferior está recorrido por una moldura de hojas de parra, el resto de las aristas se encuentran decoradas por zarcillos espirales, y, en la cúspide, remata un florón. En las caras se encuentran esmaltes similares a los del receptáculo, representando cada uno a un santo, a saber, san Pablo, san Pedro, san Andrés, y otros tres apóstoles irreconocibles. La zona inferior del receptáculo tiene una forma y ornamentación similar a la tapa, a excepción de la moldura de hojas de parra y los esmaltes.

De la zona inferior del receptáculo parte el fuste, en forma de prisma hexagonal, que alza el receptáculo y sirve de asidero. Tiene un nudo en el centro, a fin de facilitar su sujeción con la mano, y una basa en forma de templete de decoración arquitectónica similar al receptáculo, que contiene esmaltes con las efigies de tres santas y tres santos, de los cuales solo son reconocibles santa Lucía y Santiago el Mayor. Sobre el nudo arrancan dos brazos serpenteantes con decoración de zarcillos, en cuyos remates se encuentran dos esculturas de ángeles ceroferarios, que velan el receptáculo indicando su simbología como sepulcro.

El pie, con seis caras mixtilíneas con decoración alterna de esmaltes y motivos vegetales burilados, sostiene el resto de la pieza con puntos de apoyo en forma de pequeños leones
situados en los extremos de cada cara. Los esmaltes que decoran tres de las caras representan los escudos heráldicos del donante sostenidos por ángeles.

Al igual que el resto de los vasos sagrados empleados en la liturgia, eran elaborados con materiales preciosos, o en todo caso dignos y duraderos para contener con propiedad el Cuerpo o la Sangre de Cristo. Para este copón se eligió la plata como cuerpo de la pieza, que fue sobredorada para enriquecerla. Por su parte, los esmaltes fueron realizados con la técnica basse-taille, en la que se obtienen juegos de profundidad y saturación cromática mediante la deposición del esmalte transparente coloreado sobre bajorrelieves de plata.
Esta tipología de copón, con el receptáculo en forma de arqueta poligonal y flanqueado por ángeles sostenidos por brazos serpenteantes, es propia de la orfebrería catalana bajomedieval, en particular del ámbito barcelonés, al que lo adscribe el cuño de la pieza.

Como revelan los escudos heráldicos del pie del copón, este fue encargado por el conde Pere II d’Urgell, probablemente para su donación a un templo, tal vez de importancia, como podría ser la Catedral de Santa María de Urgel, o bien con el que el conde guardase una estrecha relación, como Santa María de Farfaña. La inclusión de los escudos heráldicos propios y de su familia en un recipiente destinado a entrar en contacto con el Cuerpo de Cristo, denota la intención redentora del conde para sí mismo y los suyos.

La elaboración del vaso coincide con el auge del culto al Corpus Christi, festividad instituida en el siglo anterior, y con un periodo de robos y profanaciones en las iglesias; precisamente, en el pueblo de Farfaña, en 1377 se produjo la sustracción de los vasos sagrados y catorce hostias. A este respecto, cabe destacar la relativa novedad del Cuarto Concilio de Letrán (1215), cuyo primer canon afianzó la posición de la Iglesia Católica respecto a la transubstanciación y la verdadera presencia del Cuerpo y la Sangre de Cristo bajo la forma de las especies, y cuyo vigésimo canon requería la protección de éstas bajo llave ante posibles profanaciones. Por tanto, la donación de este copón pudo tener lugar ante la necesidad de reemplazar vasos sustraídos, adecuar los recipientes a las mayores dignidad y seguridad requeridas, o bien por ambas cuestiones.
De entre los copones de esta tipología, este es un ejemplo particularmente interesante tanto por la excepcional calidad de los esmaltes y del tratamiento de los elementos escultóricos, que destacan por la influencia de las tendencias naturalistas del gótico internacional, como por la información que su iconografía y su simbolismo ofrecen sobre el papel de la Eucaristía en la espiritualidad y la devoción del momento. Asimismo, los aspectos formales del copón testimonian la aparición de esta tipología de vaso sagrado como evolución de las anteriores píxides, cuya función era similar.

Miguel Lahuerta Berazaluce


GLOSARIO

Viático

Última comunión ofrecida al enfermo o al moribundo tras el sacramento de la Extremaunción. Su nombre significa literalmente “provisión para el camino”: se realiza con la intención de preparar al fiel para su muerte inminente y, por tanto, su viaje a la vida eterna.

Viril

Pequeña caja circular compuesta por dos lunetas de vidrio, rodeadas por sendos marcos metálicos que se unen por una bisagra. Su función es la de contener una hostia o una reliquia para, al mismo tiempo, permitir la contemplación del contenido durante la exposición y garantizar su protección.

Esmalte basse-taille

Esmalte realizado sobre placas metálicas, generalmente de plata, trabajadas en bajorrelieve. La deposición del esmalte transparente sobre los bajorrelieves genera una gran sensación de profundidad, al encontrarse más saturadas de material coloreado las zonas rehundidas. Esta técnica, inventada en Siena a finales del siglo XIII, tuvo una importante difusión en Europa.


BIBLIOGRAFÍA

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