Grupos de investigación

Federico García Lorca y Litoral: una relación necesaria

 

Fig. 1. Lorca en la Residencia de Estudiantes. Fuente: página web de la exposición Una habitación propia. Federico García Lorca en la Residencia de Estudiantes (1919-1936)

 

Fig. 2. El Beso (1927). Cartulina, tinta china, lápices de colores, gouache. Obra expuesta en la Galería Dalmau en 1927. Fuente: Museo Casa de los Tiros (ceres.mcu.es)

 

Fig. 3. Bandolero. Dibujo de Lorca publicado en el número 3 de la revista (marzo de 1927), en el que se pueden apreciar algunas de las características de su obra gráfica. Fuente: revistas.edaddeplata.org

 

Fig. 4. Marinero. Portada del Número 3 de la revista Litoral (marzo, 1927). Fuente: todocoleccion.net

 


 

Federico García Lorca conoce en la Residencia de Estudiantes (Fig. 1) a Emilio Prados, con el que pronto entabla una amistad. Cabe destacar que en la Generación del 27 un elemento fundamental y a tener siempre en cuenta es la amistad entre sus componentes, todos ellos reunidos en Litoral. Algunos críticos hablan de esta generación como “la Generación de la amistad”: por eso, a pesar de ser todos ellos autores con trayectorias literarias diferentes y alejadas entre sí en muchos casos, llegaron a formar un grupo literario unido, sólido y potente, que fue revolucionario artísticamente. El documento que nos permite atestiguar dicha amistad es la extensa correspondencia literaria conservada entre estos autores. La amistad entre Lorca y Altolaguirre es innegable, como se puede comprobar en las palabras del malagueño: 

La única alegría que he tenido ha sido el haber encontrado en Federico el amigo que tanto deseaba. A él he abierto mi corazón y él ha sabido comprenderlo (…). Creo que esta vez he encontrado al amigo que buscaba y con el que podré hablar de mis cosas íntimas sin que se ría de ellas…

Teniendo en cuenta tanto esto, como el hecho de que Lorca y Altolaguirre ya se conocían antes de llegar ambos a Madrid, no es de extrañar que desde el primer momento se contara con el joven poeta granadino para la nueva revista. 

La relación poética de Lorca con Litoral es fundamental y simbiótica. Gracias a ella publica una de sus primeras obras líricas: Canciones (mayo 1927), como parte de los suplementos de la revista; así como algunos de sus romances, que posteriormente darán forma al Romancero Gitano

Son fundamentales para Canciones las revistas del momento, pues si bien la primera edición de esta verá la luz en Litoral, la segunda lo hará en la Revista de Occidente, otra de las grandes revistas del momento, clave igualmente para la Generación del 27. 

Lorca no fue el único poeta que publicó su obra en los suplementos. Otros nombres como Alberti, José Bergamín, Luis Cernuda y Emilio Prados; todos ellos en 1926 emplearon este recurso. Cabe destacar que los suplementos de Litoral no contaron en ningún momento con ilustraciones, ni en la portada ni en su interior, diferencia clara con los números habituales de la revista, que como se ha demostrado, vienen acompañados de ilustraciones en su interior y en sus portadas. 

Respecto a la publicación de los romances, que posteriormente darían lugar al Romancero Gitano, es en el primer número de la revista donde podemos encontrar tres de ellos, que fueron motivo de algunos desacuerdos entre el autor y los editores de la publicación, al encontrar Lorca en ellos algunas erratas.

Por tanto, y respecto a la colaboración de Federico García Lorca con la revista Litoral es posible concluir que el autor no realizó obras expresas para la publicación en dicha revista, sino que aprovechó la publicación para dar a conocer textos previamente escritos. Esto en ningún caso supone un compromiso menor del autor con la revista, sino todo lo contrario: en ella el poeta encontró una de las primeras plataformas de publicación que confiaron en él como un autor moderno y con futuro, comprometiéndose Altolaguirre y Prados, como padres de la editorial Imprenta Sur, a publicar tres de sus obras (Canciones como suplemento de la propia revista, Suites y Poema de Cante Jondo).

La faceta de Lorca como dibujante también es reconocible en la publicación, pues podemos encontrar algunos de sus diseños. En ellos, Federico sigue la estela de los pintores que conoce, de sus contemporáneos y por tanto de sus estilos, que siempre se ven influenciados por  el estilo poético que será el que le reporte un lugar en la Historia. 

Los dibujos de Lorca se caracterizan por el uso de pluma y lápiz, siempre considerándose a sí mismo un aficionado en este arte. Para él, el dibujo es un ornamento de la literatura, por lo que no es de extrañar que en Litoral algunas de sus composiciones vayan acompañadas de dibujos. A la hora de estudiarlos, es evidente y necesaria la relación del poeta con Salvador Dalí y con Luis Buñuel, ambos relacionados con las artes visuales, cuyas creaciones influencian de manera clara la obra pictórica del granadino. Es precisamente en compañía de Salvador Dalí que Lorca realiza su primera exposición de dibujos, en la Galería Dalmau de Barcelona, durante los meses de junio y julio de 1927; año prolífico en todos los aspectos para el autor y su entorno. En dicha exposición se pudieron ver obras como El beso (Fig. 2), que presenta una clara relación con el cubismo, fuente de experimentación para autores como Dalí en este mismo momento. 

Las obras pictóricas de Lorca se ven, de esta manera, fuertemente atravesadas tanto por el cubismo como por el Surrealismo, al que se une el fuerte andalucismo que caracterizó la primera etapa artística del artista, en una suerte de síntesis pictórica de lo que posteriormente sería Romancero Gitano

Para comprender mejor la relación entre los dibujos de Lorca y Litoral conviene prestar atención a dos de ellos. El primero es el Bandolero que abría el número 3 (marzo, 1927) de la revista. Este dibujo es realmente de 1925, reutilizando Lorca de nuevo una obra que no estaba hecha ex profeso para la revista. Este dibujo resulta realmente enigmático si tenemos en cuenta que en este número Lorca solo participa como dibujante, con una obra que no guarda relación aparente con los textos publicados en el número. A todo esto se añade el hecho de que no se conserve el original, lo que dificulta mucho el estudio. La figura del bandolero tiene un significado especial en la obra de Lorca, siempre en relación con los gitanos, grandes protagonistas de su poesía. Junto a los clowns o arlequines y los marineros, estos cuatro elementos son fundamentales para comprender la iconografía de la obra pictórica lorquiana. Estas figuras masculinas siempre se muestran claramente melancólicas y tristes, pues se saben de primera mano excluidos de la sociedad. Precisamente esta marginalidad representa el misterioso bandolero gitano de Litoral, que en este caso resulta estereotípico; con sombrero calañés, trabuco y barbuquejo sobre el rostro (en lugar de la característica gola con la que el autor adornaba muchos de sus personajes). 

Este dibujo constituye una excepción en el corpus lorquiano, pues generalmente las composiciones son mucho más completas (con elementos de fondo como la luna, por ejemplo, aludiendo a la muerte) y menos estereotipadas. Para comprender la imagen del gitano codificada en la obra de García Lorca, conviene acudir al Busto de Antoñito el Camborio  (1928) (fig. 3), con el que ilustró uno de los ejemplares de su Romancero Gitano y en el que se encierra toda la profundidad psicológica del gitano lorquiano. El tema de los bandoleros ya se encuentra presente en Canciones (1927), por tanto, no es de extrañar la representación de estos personajes en sus dibujos:

En la luna negra
de los bandoleros
cantan las espuelas.
Caballito negro.
¿Dónde llevas tu jinete muerto?

Sin embargo, la inclusión de este dibujo en este número de la revista es todavía un gran misterio. 

Un dibujo de Federico configura la portada de este número 3. Se trata del primer Marinero dibujado por el poeta que se conoce publicado (fig. 4). En este caso, se da el mismo modus operandi del Bandolero: la obra original responde a 1925, pero en 1927 el autor la retoca, añadiendo color. El hecho de que se seleccione este dibujo de Lorca para la portada de un número en el que el granadino no participa como poeta, sino exclusivamente como dibujante, pone de manifiesto la importancia de la transdisciplinariedad en la Generación del 27 y en Litoral. Lorca es aceptado como artista pictórico sin ningún tipo de objeción, siendo su aportación a la revista en este caso, meramente plástica y no literaria. 

El estudio de esta revista de vanguardia nos recuerda que en muchas ocasiones cometemos el error de reducir a los autores a compartimentos estancos, sin permitirles salir de disciplinas impuestas de manera artificial por los propios historiadores. Lorca demuestra sobradamente en Litoral que su faceta como dibujante y su faceta como dibujante constituyen un todo indivisible, y que ambas son respetadas por sus contemporáneos por igual. Deberíamos hacer lo mismo.

 

Por María Fernández Pérez, Manuel Gago Rodríguez, Inés Pérez Teresa y Ana Zamora Selva
Grado de Historia del Arte UCM, Tercer Curso, abril 2022

 

Bibliografía 

DE LAMA DE LA CRUZ, V. (coord.), Poesía de la Generación del 27: Antología crítica recomendada, Madrid, Editorial EDAF, 1997.

GARCÍA LORCA, F., DEL HOYO, A. (coord..), Obras Completas, Madrid, Editorial Aguilar, 1971.

GARCÍA LORCA, F., REY HAZAS, A. (coord.), Bodas de Sangre, Barcelona, 2012.

JIMÉNEZ GÓMEZ, H., Alberti y Lorca. La difícil compañía, Sevilla, Editorial Renacimiento, 2009. 

LÓPEZ ALONSO, A., La angustia de García Lorca, Madrid, Algaba Ediciones, 2002.

PLAZA CHILLÓN, J.L., “La imagen del gitano en los dibujos de Federico García Lorca: transgresión y marginalidad” en Pensamiento y cultura gitanos, 31 (2005), p. 42 – 48. 

 

Otros enlaces de interés

  • Vídeo propuesto por la UNED para comprender mejor el ambiente de la Residencia de Estudiantes, que aglutinó a los participantes de la etapa de la publicación y contribuyó de manera decisiva a la creación de un ambiente artístico que propició la vanguardia española. Consultar en: Canal UNED