La naturaleza salvaje ocupa las calles, ¿para quedarse?

Desde la Diagonal de Barcelona hasta la Rambla de Almería, pasando por nuestra propia Ciudad Universitaria de Madrid. Los jabalíes han aprovechado el confinamiento humano para salir a pasear por los centros de las ciudades, y no solo ellos. Estas surrealistas escenas son totalmente normales para los coordinadores del Grupo de Seguimiento de Biodiversidad de la Universidad Complutense de Madrid pues el territorio que se han aventurado a explorar los animales salvajes “es tan suyo como nuestro”. ¿Cómo se tomará la naturaleza que volvamos, poco a poco, a invadir las calles?

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El jabalí ha sido uno de los protagonistas de las calles céntricas españolas. / Yvonne Hugibens.

El jabalí ha sido uno de los protagonistas de las calles céntricas españolas. / Yvonne Hugibens.

MARÍA MILÁN | Los jabalíes no han sido los únicos animales salvajes en darse paseos, en ocasiones nocturnos, por los centros de las ciudades mientras el ser humano los observaba confinado desde su hogar.

Pavos reales, osos, corzos, patos, cabras y hasta delfines en la costa han campado a sus anchas por todo el país desde que empezase hace más de cincuenta días la cuarentena contemplada en el estado de alarma por la COVID-19. ¿Rebelión en la naturaleza?

“La naturaleza siempre sigue adelante. En realidad, este territorio es tan suyo como nuestro, aunque nosotros lo hayamos invadido y modificado a lo largo de los años. A falta de seres humanos y de sus actividades, la fauna se dispersa de forma natural, buscando recursos de diversos tipos y ocupando nichos ahora disponibles”. Así explica este fenómeno Francisco José Cabrero, uno de los tres coordinadores del Grupo de Seguimiento de Biodiversidad (GSB) de la Universidad Complutense de Madrid (UCM).

Que los animales se dispersen a sus anchas por las calles, el campo y la costa no significa que se asienten en estos lugares de forma definitiva. Los investigadores de este grupo de la Facultad de Ciencias Biológicas pronostican que, cuando el confinamiento acabe y el ser humano recupere paulatinamente sus actividades habituales -ahora mismo las contempladas en la fase 0 del plan de desescalada-, “muy probablemente la fauna volverá a la situación en la que se encontraba anteriormente”.

Adaptación e interferencias, claves en la ocupación

¿Qué animales son más proclives a moverse por las ciudades o en los mares acercarse a la costa? “Existen dos elementos fundamentales que determinan la facilidad de los animales para interaccionar con los humanos o sus infraestructuras en este caso”, destaca José Ignacio Aguirre, otro de los coordinadores del GSB complutense.

Por un lado, explica el biólogo, su capacidad de adaptabilidad a nuevos entornos entendiendo por esto lo generalista o especialista que sea esa especie determinada. Las especies más generalistas en cuanto a sus requerimientos de hábitat y con posibilidades de alimentación más amplios tendrán un potencial de aclimatación más elevado que las más especialistas, tanto en lo referido a su hábitat como a su alimento.

Por otro lado, la capacidad de tolerar las interferencias o de lidiar con ellas de manera más eficiente, también les confiere una ventaja frente a otros animales menos tolerantes.

“Si este nivel de interferencia disminuye como el menor tráfico de personas, vehículos y mascotas en las calles o la reducción de ruido o contaminación atmosférica, aquellas especies que se encontraban en el límite pueden ahora reconquistar determinados espacios o franjas horarias determinadas en las que antes no era frecuente verlos”, añade Aguirre.

Además de aves y mamíferos, más apreciables al ojo humano, los insectos diminutos también están más presentes estos días en los que no se podan con tanta frecuencia e intensidad los espacios verdes.

El concepto de generalista y especialista se aplica también a la vegetación Habitualmente, el ser humano tiende a controlar la vegetación de las zonas verdes urbanas de manera que no parezca asilvestrada y no surjan las conocidas como "malas hierbas". “Estas ‘malas hierbas’, en realidad, suelen ser alimento de muchos insectos y otros invertebrados, que ahora pueden recolonizar esos ambientes donde se encuentran”, señala Cabrero.

El entorno de la nueva normalidad

Desde el pasado sábado, toda la población tiene permitida la salida para pasear y hacer deporte en diferentes horarios según el grupo de edad. José Antonio Molina, tercer coordinador del GSB, adelantaba que “probablemente los primeros días tendremos una impresión diferente de nuestro entorno”.

Además, la “desaparición” temporal de la mayor parte de la población humana ha contribuido a la reducción de los niveles de contaminación. Determinados eventos biológicos como, por ejemplo la reproducción, pueden estar condicionados muy directamente por los niveles de contaminantes atmosféricos en el momento de la producción de los gametos, de la generación de los propágulos, los huevos o las crías. Por eso, el descenso de contaminantes en el aire podría propiciar esta actividad en la naturaleza, si bien es pronto para valorar los efectos, según el grupo de investigación.

“Quizás esta situación también nos ayude a ver de otra manera el manejo de la biodiversidad en los ambientes urbanos y modulados por el ser humano: una manera en la cual podamos ser más tolerantes a una naturaleza más ‘salvaje y a convivir con ella sin que nos moleste la presencia de otros seres vivos, sin necesidad de que los ambientes sean totalmente asépticos y controlados por completo por la mano humana”, concluyen los investigadores en una reflexión final.

 

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