¿Qué son los adenovirus y por qué se les relaciona con los casos de hepatitis infantil?

Recientemente otra noticia se cuela entre las de la guerra de Ucrania, el precio de la electricidad, los datos de la COVID-19 y la inflación: el desarrollo de hepatitis infantil grave de etiología desconocida. Estos casos se dan en niños de 1 mes a 16 años de edad, que en su mayoría anteriormente estaban sanos. Al menos 17 han necesitado trasplante y uno ha muerto.  Hasta el 3 de mayo, la OMS había contabilizado al menos 190 casos en alrededor de 12 países diferentes. Podría ser que estos procesos lleven tiempo estando presentes y simplemente ahora se estén diagnosticando más activamente, pero la experiencia reciente nos alerta de que no podemos fiarnos mucho de los “simplemente”.

 

Este adenovirus circula comúnmente en personas sanas, / Shutterstock.

Este adenovirus circula comúnmente en personas sanas, / Shutterstock.

4 de mayo de 2022.

El país que más casos de hepatitis infantil ha registrado es el Reino Unido, siendo España el siguiente, con 22 casos desde diciembre hasta el 3 de mayo, de los que 18 tienen 10 años o menos. También han registrado estas infecciones Israel, Estados Unidos, Dinamarca, Irlanda y otra media docena de países con menos de 5 casos, nada como para hacer sospechar de un nexo epidemiológico (los pacientes no han viajado a otros países).

Se han descartado diferentes etiologías víricas, como los virus que producen las hepatitis A, B, C, D y E. En 10 casos de 61 examinados se ha encontrado SARS-CoV-2 (16%) y en varios había coinfección con adenovirus. Además, se ha detectado la presencia de adenovirus en alrededor de un 75% de los pacientes, por lo que no está de más empezar a conocer mejor a estos virus.

Un icosaedro “desnudo”

Hasta la fecha, los adenovirus humanos (HuAdV) se han considerado virus habituales, poco patógenos en los seres humanos, asociados a procesos leves, autolimitantes, como el resfriado común, de los que son los principales responsables.

Tienen una morfología inconfundible, en forma de icosaedro (un poliedro de 20 caras triangulares y 12 vértices), saliendo un filamento recto, casi tan largo como el propio virus, de cada vértice. Son virus desnudos (sin envoltura), por lo que son extremadamente resistentes a la mayoría de las condiciones ambientales, físicas y químicas, incluidos los detergentes comunes.

Esto quiere decir que pueden atravesar la gran barrera que supone el tracto gastrointestinal, con el pH tan ácido que tiene el estómago y la considerable cantidad de enzimas que se vierten al intestino para digerir los alimentos. Por ello, potencialmente pueden llegar al hígado. De hecho, una enfermedad de los perros que es bien conocida (y frente a la que hay una vacuna muy eficaz, por lo que actualmente hay muy pocos casos), la hepatitis infecciosa canina, está producida por un adenovirus. Además de procesos del tracto respiratorio superior y digestivos, también pueden producir cistitis y conjuntivitis.

Los adenovirus se han empleado mucho en investigación e industria. De hecho, dos de las vacunas que se han administrado en España, la de AstraZeneca y la de Janssen, son recombinantes empleando un adenovirus como vector. No obstante, la inmensa mayoría de los niños afectados no estaban vacunados, por lo que se descarta como causa.

HuAdV-F41, el más frecuente

Cuando se ha realizado la tipificación de los adenovirus se ha visto que en un porcentaje importante se trata de uno que se conoce como HuAdV-F41 (o 41F), incluido en la especie F, una de las 7 especies de Mastadenovirus humanos (nombradas de la A a la G). Pero además de este dato técnico ¿quién es HuAdV-F41?

Este adenovirus, que circula comúnmente en personas sanas, apenas se había asociado a sintomatología en las personas que lo portaban, aunque sí que puede producir diarrea, vómitos, fiebre, generalmente acompañado de sintomatología respiratoria, y posiblemente hepatitis en niños con el sistema inmunitario afectado (inmunocomprometidos).

Así, se había identificado en niños receptores de trasplantes de células madre hematopoyéticas, pero no en otras circunstancias, como asociado a diarreas pediátricas en países de bajos ingresos.

¿Qué puede hacer que un adenovirus sea más patógeno?

Como en el resto de virus, las variaciones en la patogenicidad se achacan a cambios en la secuencia del genoma, es decir, a mutaciones. Se ha estimado que el ritmo de evolución de HuAdV-F41 es de 4,07 x 10-5 sustituciones por sitio y por año. Esta cifra básicamente lo que quiere decir es que es un genoma muy estable.

No obstante, se pueden producir mutaciones. Por ejemplo, recientemente se ha identificado que un cambio en un único aminoácido en la posición 188 de la proteína de la hexona (muchas hexonas conforman los triángulos del icosaedro que mencionábamos antes) ha conferido una virulencia inusitada al adenovirus aviar 4.

La nueva hipótesis del ECDC

Además de una posible mutación de un HuAdV, podría ser que haya un cofactor que afecta a los niños pequeños con infección adenoviral -leve en circunstancias normales- que dispara una infección más grave o un daño hepático mediado por una reacción inmunitaria, hipótesis que desde el 28 de abril baraja el Centro Europeo de Control de Enfermedades (ECDC ), aunque se siguen explorando otras posibles etiologías.

En definitiva, debemos mantenernos alertas para poder determinar qué es lo que hace que los “inocuos” adenovirus se trasformen en agentes virulentos y cortar sus vías de transmisión.

 

Esperanza Gómez-Lucía es investigadora del departamento de Sanidad Animal y codirectora del grupo Virus Animales de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid. También es miembro de la Sociedad Española de Virología (SEV).


 

      
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