Proyectos de Investigación

Plaza de Quintana: la supervivencia del pequeño comercio en el nuevo silencio

por Marina Vidorreta Pérez

 

La entrevista fue realizada a Ramón Gómez Salamanca, propietario de la “Pollería y huevería M.ª Carmen”, situada en la C/Alcalá 337, local 130, en el madrileño barrio de Quintana. Querría entrevistar a Ramón principalmente por dos motivos. En primer lugar, por su conocimiento del barrio y de su vecindario, pues Ramón lleva más de 25 años al frente de su negocio. Se trata de un comercio muy pequeño, donde las relaciones personales son también muy estrechas, y es muy frecuente que se produzcan conversaciones entre Ramón y sus clientes sobre los aspectos más cotidianos de la vida. En segundo lugar, he considerado como ventaja de cara a la investigación la localización de su establecimiento. Situado en la plaza de Quintana, núcleo vertebrador del barrio, Ramón observa en sus día a día como sus vecinos se relacionan con el espacio público, percibiendo así los cambios que pudieran haber ocurrido.

De esta manera hablé con Ramón sobre cómo ha vivido él la pandemia, tanto en el plano personal o emocional como económico, sobre cómo cree que ha afectado a las personas que viven en el barrio y sobre como todas estas vivencias y nuevas pautas de conductas se manifiestan en el quehacer cotidiano y en el propio ambiente del barrio.

Antes decías como en lo sentimental te había afectado, como a otra gente le afectaba, y entonces tú aquí que tratas a mucha gente de cara al público, ¿tú cómo notas que ha cambiado la situación de la gente del barrio o en el barrio en general y a tus vecinos?

¿Que cómo ha cambiado? Pues muy sencillo. Ha cambiado de una forma... tan fuerte. Porque lo que yo estoy contando, yo creo y me imagino, que en cada familia hay un…, pues hay algo parecido. No en todas, pero seguramente en un 60 o en un 70 %, o bien familiares o bien conocidos muy allegados, que les ha pasado lo que me ha pasado a mí. Eh…. (suspira) el reflejo de la sociedad, pues el reflejo de la sociedad es, primero la gente mayor que no sale y cuando sale pues sale con el miedo de saber todo lo que está oyendo de..., del miedo a que le pase a uno mismo, de dudas sobre qué es y lo que no se debe hacer, sobre qué está bien, qué está mal…. Sobre todo, es, es eso, es que el impacto en la sociedad es tan tremendo, sobre todo en la gente mayor, que inclusive hay gente mayor que yo hace ya siete u ocho meses que yo no veo. ¿Por qué? Pues porque se refugian en sitios con menos población, con más metros cuadrados, para poder moverse, y… y entonces es público que tiene una doble residencia pues hace muy bien en quedarse. Pero la gente que no la tiene y que está aquí pues cuando sale, si sale… porque llevamos siete meses con esto y hay picos, hay picos. Hay picos del confinamiento total que fue marzo-abril, que ahí no salía nadie, inclusive… Fíjate si no salía nadie, que yo que abro mañana y tarde, durante cuatro o cinco meses yo no abrí por la tarde. Porque es que, aunque seamos de comida, de una tienda de comida donde somos prescindibles, o sea, tenemos que estar, pues porque… tenemos que dar un servicio… por las tardes, no venía. No venía porque, o cerraba. ¿Por qué? Pues porque no había nadie.

Ya…

O sea la gente compraba por la mañana y por la tarde no salía nadie... Hemos sido muy... muy fieles a lo que nos han dicho, ¿sabés? Por lo menos dentro de nuestra capacidad. Yo recuerdo que durante cuatro o cinco meses no abríamos pues porque venir era para nada. Solamente era algo urgente como eran las farmacias, pero era un… un solar. Pero es lo que te digo. Ha habido picos dentro de lo que es este virus.  Llegó el verano y se vio como… como que... descendía el pico, la curva que decían, y como que habíamos vencido. Nunca más lejos de que no era verdad ¿sabes? O sea, realmente el verano, pues eso. Yo ahora recuerdo el verano como con ambiente, como que la mascarilla me la quitaba y la dejaba a un lado, dejaba los guantes. Pero porque también todo iba saliendo poco a poco. O sea los guantes al principio era muy obligatorio y de repente dejó de ser obligatorio.

Es verdad.

Es que lo recuerdo perfectamente. Yo ahí tengo cajas de guantes que compré, pero de repente… Sí, es que había tantas dudas sobre este virus. Este virus… le hemos ido conociendo nosotros o los dirigentes, los políticos, poco a poco. Pero al principio, ya te digo, había mucha duda. Total, llegó el verano y parece que habíamos vencido, el pico se había bajado y bueno y…. y empezó pues a verse otro tipo de ambiente. Y lo recuerdo yo como que era pasado, como que la pandemia era un pasado, como que el virus habíamos acabado con él. Es verdad que era la sensación, ¿eh? Yo ya te digo que verano la sensación era esa. Porque yo me fui de vacaciones y estaba todo por ahí a tope. En ningún momento... la gente... en algún… o llevaba mascarilla o no la llevaba. Pero me daba la sensación o daba la sensación que es como que… que ya no iba a volver. Y nunca más lejos de otra vez la realidad, ¿sabes? Que ha vuelto. Y ha vuelto otra vez para hacer daño. ¿Y cómo sigue ahora? Pues mira, después de haber vuelto y haber pasado siete meses, las consecuencias de tanto confinamiento, de tanto cierre en tiendas, de tanto cierre de locales, de empresas. Pues ahora va quedando el reflejo. Yo creo que es lo que se ve en la gente... hoy hablábamos gente que hay un silencio en la calle. Un silencio tan tremendo, que la palabra clave para definir ese silencio no sé realmente cuál es. Porque tristeza no lo es. Es cómo que te sientes vencido, impotente, sin ánimo, depresivo… pero todo eso definido en una palabra realmente a mí no me sale. No, no sé qué palabra utilizar a lo que estoy viendo. Porque cada uno con sus problemas, a nivel individual ya te digo y a nivel familiar en lo sentimental, pero es que ahora se ha juntado con los problemas económicos, que más quien menos tiene un familiar o tiene unos hijos que están en el paro, otros con ERTE cobrando el 70 %, gracias a Dios, pero no es suficiente. Entonces claro, todo eso llevado a la calle, a consumir… pues no sé cuál es la palabra exacta. Hoy es lo que te digo, que contaba aquí con una señora que yo el silencio… porque tristeza se tiene… pero que silencio tan aterrador.

Porque el silencio…

Yo pongo la radio un poco alta. Si me ves pongo la radio siempre porque no lo soporto.

Claro porque la plaza de Quintana es una plaza con mucha...

Con mucha actividad.

Con mucha ebullición.

No lo he visto nunca.