Proyectos de Investigación

¿Mens sana in corpore sano? La experiencia de un opositor al cuerpo de bomberos durante la pandemia

por Javier Carrera Rodríguez

 

El domingo 23 de noviembre de 2020, entrevistamos a Alberto Núñez López, joven de 25 años y opositor al Cuerpo de Bomberos de la Comunidad de Madrid desde febrero de 2018. En 2017, Alberto se decidió a abandonar el grado de ingeniería que cursaba en la Universidad Politécnica y se incorporó a la carrera de fondo que supone preparar una oposición tan exigente como la del Cuerpo de Bomberos. En la entrevista abordaremos cómo ha afectado la pandemia a un joven madrileño que física y mentalmente trabaja a diario para lograr unas condiciones extraordinarias para lo cual llevaba dos años entrenando cuando irrumpió la pandemia. Finalmente, de forma complementaria, conoceremos los requisitos que se exige a los profesionales del salvamento y las consecuencias, extrapolables a colectivos como deportistas profesionales y estudiantes, que el COVID-19 ha tenido sobre ellos.

 

Al principio, Alberto cuenta de los estudios durante el confinamiento.

Alberto: Es curioso, y quiero mencionarlo, porque yo registro las horas que voy estudiando cada día y al final de la semana. Teniendo las horas registradas del estudio de toda esta pandemia, durante el confinamiento he estudiado más, he sido capaz de estudiar más, por la concentración, que después del confinamiento. O sea, a partir de junio-julio, cuando ya empieza lo de la fase 1, la fase 2 y todo esto, he estudiado muchísimo menos que durante el confinamiento. Pero es que durante el confinamiento también he estudiado muchísimo menos que antes del confinamiento.

Que durante la normalidad. Claro.

Claro. Y lo curioso es que ahora, en noviembre, fíjate si esto ha dejado huella y ha tenido impacto en la cabeza, que, al final, es la capacidad de ponerse delante del libro y poder memorizar. Porque no es leer, es memorizar. Y si tú no puedes memorizar, para qué vas a estar delante del libro. ¿No? Es como que cuesta muchísimo. Pues es ahora, en noviembre, a principios de noviembre, cuando he recuperado a nivel de horas de estudio las horas que estudiaba antes de la pandemia. O sea, ahora tengo el mismo nivel de estudio que la última semana de febrero, antes de saber nada del confinamiento y de la pandemia.

Diez meses para recuperar.

Diez meses para recuperar, exactamente.

Y estamos hablando de preparar oposiciones que no sólo son inciertas por la fecha, sino porque tienes que mantener un trabajo constante. Y digamos que has perdido esos diez meses porque no has continuado ascendiendo. Es muy difícil. Es una realidad de todos los opositores, y, principalmente, yo creo que los de bomberos, porque no es lo mismo encerrarte y estudiar diez horas al día para ser funcionario, por ejemplo, administrativo o algo así, que volver del gimnasio de estar cinco horas entrenando y luego ponerte a estudiar.

Claro, es muy complicado. Y además es ya la exigencia que hay: muy pocas plazas, gente muy apta… Estamos hablando de oposiciones donde hay un corte en la nota teórica y el corte es, por ejemplo, en las pasadas oposiciones, en el 8’55 sobre 10. Y el que sacó un 8’55 no tiene nada que hacer contra el resto, porque hay como un sistema de una campana de Gauss que, entonces, te aleja muchísimo del resto. Entonces ya no es sólo poder estudiar o poder entrenar, sino que eres como un deportista. Tienes que ser un deportista de élite, tanto en el entrenamiento como en el estudio. Y esos parones afectan muchísimo. Afectan muchísimo. Te lo digo.

Bueno. Pues nos has hablado, en fin, del impacto que ha tenido tanto en tu estudio como en tu rendimiento físico. Cuéntanos, ¿cómo has adaptado tu rutina de entrenamiento?

Bueno. Pues durante el confinamiento al final fue como podía. En el tema de estudio como podía. El tema de entrenamiento, las primeras semanas. Pero, al final, cuando sabía que era inútil, que está muy limitado o que puedo entrenar, pero no me va a servir para las pruebas físicas dejé de entrenar. En cuanto ya se permite permiten las fases. O sea, entramos en la fase uno, en la que ya se puede salir a correr; pues, bueno, intento salir a correr, y en cuanto se abren los gimnasios, al gimnasio de cabeza para intentar recuperar todo lo que se ha perdido, que es bastante.

Aún a día de hoy, en el gimnasio, al final, – yo tengo facilidad, no sé si depende la genética de la habilidad o del número de horas – sí que he recuperado. Incluso ahora puedo decir que tengo un nivel mejor que antes de la pandemia. Pero, por ejemplo, en el correr no. Y el hecho de (las personas que corran lo sabrán) estar dos semanas sin correr se nota en el rendimiento. Pues imagínate estar tres meses sin correr. Pero ya no es sin correr; es sin andar, sin dar paseos… O sea, que el paseo más largo era para comprar o para ir a tirar la basura.

Exacto. Entonces, algo que se discutió durante un tiempo, que estuvo en la opinión pública, es la vida de los deportistas, porque por supuesto para la gente normal se dieron muchas campañas intentando hacer que la gente hiciera deporte en casa, en fin: la famosa bicicleta estática o hacer flexiones y todo eso. Pero claro, un deportista de élite no puede permitirse eso porque sencillamente no le sirven esos remedios.

Efectivamente. Tú no haces deporte por salud o porque te gusta; haces deporte porque no te queda otra, porque es un requisito que debes tener. Y aquí me gustaría hacer una puntualización, porque yo creo que durante la pandemia se ha denostado muchísimo, o no se ha querido mirar, que el deporte de alguna manera también es salud y, a mí, a día de hoy, me ha parecido una burrada y me parece una burrada tener a la gente tres meses en casa sin poder salir a darse una vuelta. Puedes salir, vale, al Mercadona o al centro comercial más cercano para comprar comida. Pero, por ejemplo, mi padre es hipertenso. Mi padre tiene que andar y tiene que ir al gimnasio. Y que los gimnasios, (¡los gimnasios!) no sean centros de primera necesidad, aunque los hubieran abierto con el aforo del diez por ciento o del cinco por ciento, o cualquier cosa que se hubieran inventado. Que esos gimnasios que son fuente de salud, que cuanto más fuerte estás o cuanto más en forma estás, menos te afectan – grosso modo – las enfermedades o menos malo te pones, por decirlo de alguna manera. Es una cosa que nos ha afectado mucho, y sobre todo cuando te enteras, por ejemplo, que los centros deportivos en las categorías de establecimiento están en la misma categoría que los bares o las discotecas y que, por lo tanto, las limitaciones que establecen a bares y discotecas también afectan a centros deportivos. Y más ahora que se van conociendo estadísticas sobre los contagios por sectores de actividad: los contagios que se dan en centros deportivos son – ahora no barajo el porcentaje, pero lo miré el otro día – sustancialmente inferiores, pero muy inferiores, a los que se pueden dar en cualquier otro sitio. Y estamos hablando de que son medidas muy simples: que hay unos espráis que cada vez que utilizas una máquina la limpias con papel y que lleves mascarilla. Y sólo con eso es que los contagios, creo recordar, quedan por debajo del cinco por ciento. Por debajo el cinco por ciento los contagios totales. Y yo creo que compensa. Además, para la gente que no le queda otra le da la vida.