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Don Quijote en Azul 11. Un abordaje quijotesco desde el teatro

 

Portal de las I Jornadas Educativas Cervantinas en Azul



Un abordaje quijotesco desde el teatro

 

María Elsa Patronelli

Escuela Media N°6, ex Escuela Normal. 3° año de Polimodal

 

Allá por el año 2007, hace ya doce años, yo era profesora de Lengua y Literatura en 3er año Naturales, de Polimodal, de la Escuela Media Nº 6, ex Escuela Normal.

En Azul se vivía un clima eufórico de celebración; nuestra ciudad había sido nombrada Ciudad Cervantina de la Argentina ese año. Esto implicaba una enorme alegría para todos, pero también una gran responsabilidad, pues debíamos estar a la altura de tal designación.

En las escuelas se empezaron a realizar diferentes tipos de trabajos con los alumnos, y desde todas las áreas y niveles se iban sumando docentes y alumnos para participar.

Ejemplares del Quijote de la Mancha comenzaron a circular por las manos de todos. Exposiciones pictóricas, esculturas, producciones escritas, artesanías y toda clase de manifestaciones artísticas fueron tomando paredes, calles, clubes, instituciones educativas y culturales.

A nuestra ciudad llegó el grupo “Libertablas”, y presentó en el Teatro Español una estupenda versión del Quijote a la que asistimos muchos docentes con sus alumnos.

El presidente del Centro UNESCO Castilla La Mancha dio una charla en el Salón de Actos de la Escuela Normal, para alumnos y profesores. La atmósfera se hacía cada vez más propicia y en el aire se sentían los ideales quijotescos.

Mis clases en 3er año tenían como temática general la literatura latinoamericana, pero había que introducir el Quijote de alguna manera. Es así cómo leímos con los alumnos un texto de Carlos Fuentes, en el que el gran escritor mexicano traza un interesante análisis de la llegada de la cultura española a América.

De ahí a hablar del Renacimiento y luego de Cervantes había un solo paso. Los jóvenes se interesaron. Leímos en clase algunos capítulos del Quijote, y les atrajo tanto que quisieron leerlos en forma dramatizada. Yo iba descubriendo, asombrada, la gracia y la soltura de estos adolescentes, que pronunciaban las arcaicas y complicadas formas de habla de los personajes con gran pericia.

Un día les llevé, solo para trabajar intertextualidad, el libro de Adela Basch Abran cancha que aquí llega Don Quijote de la Mancha.

Se entusiasmaron tanto que lo empezaron a leer, dramatizándolo, y repartiéndose ellos mismos los personajes.

A partir de ese momento yo ya sabía que poco iba a poder dar de literatura latinoamericana, y mucho del Quijote.

El día que les pregunté si se animaban a representarla, vi en sus ojos emoción, temor y muchas ganas. Así fue cómo eligieron los personajes, uno cantó: “Yo hago la escenografía” y otro le contestó: “Yo te ayudo”, y otro levantó la mano: “Yo la música”, y así todos se fueron repartiendo roles y actividades diversas.

Colaboró con el grupo de manera muy eficaz la profesora de plástica, Silvia Tavieres.

Se dieron cuenta de que no hay papel pequeño, ni actividad secundaria. El salón se transformó en una usina de actividad donde eran ellos los que hacían todo: cortar papeles y cartones, dibujar letras, trazar esbozos de escenografía, dibujar vestidos y trajes, buscar música adecuada. Cada día de clase (me encontraba con ellos dos veces por semana) era un torbellino de actividad. Al mismo tiempo empezaron los ensayos. Primero ensayamos en el salón, con fotocopias. Luego, de a poco, se fueron aprendiendo la letra de memoria, y nos animamos a ensayar en el escenario de la Escuela Normal. A veces venían a vernos la directora o la vicedirectora del secundario, y sonreían cómplices.

Al fin, pusimos una fecha de estreno, y buscamos los destinatarios. Por ser la primera vez que mis chicos actuaban, y por tratarse de una obra humorística y dirigida a niños, decidimos que el público invitado serían niños de los tres grados más pequeños de la misma escuela.

Ultimamos detalles, que la torrecita donde aparecería Dulcinea se caía, y había que buscar cómo arreglarla, que el caballo de Don Quijote y el burro de Sancho eran imposibles de hacer y entonces hubo que ingeniarse para fabricar algo que funcionara; ¡¡los molinos de viento también se caían!! Pero a cada dificultad surgía la voz de alguien que la solucionaba.

Llegó el gran día. La obra se representaría en adhesión al 120º aniversario de la Escuela Normal, el viernes 29 de junio. Muchos nervios, y gran diversión. Los jóvenes estaban compenetradísimos de su papel y del rol que cada uno debía desempeñar. Cuando entraron los pequeñitos de 1° grado a 3°, y la sala de 5 años del Jardín de Infantes, me corrió un frío por la espalda, y rogué al cielo que todo saliera bien.

Los pequeños casi llenaron el salón de actos, e hicieron un absoluto silencio. Además estaba presente Canal 2, que filmó la obra, periodistas del Diario El Tiempo y miembros de la Asociación Española.

Y comenzó la obra. ¡Todo funcionó a las mil maravillas! Al finalizar, luego de los entusiastas aplausos, los chiquitos se abalanzaron sobre mis alumnos, irreconocibles bajo sus disfraces y pinturas, y les manifestaron su cariño y su alegría. El Quijote despertó oleadas de admiración, y las jovencitas muchos abrazos y besos.

A la tarde repetimos la función para los niños de ese turno, y se reiteró la atmósfera de entusiasmo y fervor.

En medio de ese ambiente de aplausos, risas y alegría general, porque la obra había salido hermosa, se acercaron a mí algunos integrantes de la Asociación Española, y nos invitaron a representar la obra ¡¡en el teatro!! Y para muchas escuelas de Azul.

La exaltación de los chicos fue mayúscula. Actuar en el teatro ya era palabras mayores, y el público sería muy numeroso. Por supuesto dijimos que sí, y nos pusimos a ensayar con gran entusiasmo.

Luego de esta presentación radial, quedaba lo más difícil y emocionante: la representación en el Teatro Español, el 17 de julio.

Para los ensayos, tuvimos acceso a la zona de vestuarios, y a bambalinas; casi nadie había pisado un verdadero teatro, desde dentro. Fue una experiencia apasionante. Quienes se dedicaban a manejo de luces y a la música tuvieron que practicar con la aparatología del teatro; los actores se encontraron con otras medidas en el escenario, que era mucho más grande que el de su escuela. A todo hubo que adaptarse, y los ensayos ya no eran en horarios de clase, sino a toda hora y en cualquier lugar. Fue un mes frenético de actividad, hasta que llegó el gran día.

Desde el teatro se habían cursado invitaciones a varias escuelas, y se harían presentes a la mañana y a la tarde, en que repetiríamos la obra.

Los pequeños fueron arribando, acompañados por sus maestras, mientras mis jóvenes protagonistas ultimaban detalles: las chicas se pintaban frente a los espejos, los muchachos acomodaban sus trajes, y Don Quijote su armadura.

Mis alumnos se habían transformado. Yo no veía a Eneas, ni a Santiago, ni a Daiana. Eran Quijote, Sancho, Dulcinea. Su encanto y desenvoltura, su manejo de la voz y del cuerpo, como si toda la vida hubieran actuado, fueron maravillosos. La obra fue un éxito; el pequeño público aplaudió a rabiar, y los actores tuvieron que salir a saludar varias veces, hasta que los chiquitos subieron al escenario y los abrazaron sin cesar. Mis alumnos estaban conmovidos por esa recepción; nunca la hubieran imaginado.

FRAGMENTO DE LA REPRESENTACIÓN EN EL TEATRO ESPAÑOL

La obra se dio nuevamente a la tarde, y se reiteró el suceso de la mañana. El personaje de don Quijote se convirtió en el ídolo de los pequeños, ya que lo seguían a donde fuera, y el personaje de Sancho los atrajo por su gracia y carácter juguetón. No faltaron los pequeñitos enamorados de Dulcinea y de las doncellas.

Se acercaron padres para agradecerme lo que había logrado con sus hijos. Yo no hice nada, les repetía. En ellos estaba la semilla, la voluntad y el talento.

En el Diario El Tiempo salieron notas y fotos de la representación, lo que llenó de orgullo a mis noveles actores.

Pasados unos días, llegó un día al salón de clases el señor Osvaldo Balderrama, reconocido y muy querido vecino azuleño, porque había leído publicaciones del diario sobre la obra, y quería invitar a los chicos a su programa “De colores”, en Radio Azul.

Su idea era que los chicos representaran por radio la obra, al estilo de un radioteatro, para grabarla, y enviar la grabación a Galicia, España, a una radio hermana de la radio azuleña.

En efecto, la obra se representó, se grabó y fue enviada a Galicia, hecho que fue de gran interés para los jóvenes, ya que sus voces iban a ser escuchadas al otro lado del océano.

Mis alumnos y yo fuimos inmensamente felices con esta tarea teatral, y trabamos una hermosa relación que ya no pasaba meramente por la de profesora - alumno. Para todos fue una experiencia única, diferente y profundamente motivadora.

A mí me quedó un enorme respeto y cariño por estos jóvenes, que no cesaron en la búsqueda de superación, que asumieron esta tarea con un máximo de compromiso, sabedores de la responsabilidad que conllevaba y de la importancia de dar cada uno lo mejor de sí.

A ellos don Quijote les enseñó a superar dificultades, a aunar esfuerzos en pos del bien común, y a hacer felices a los niños. Y ellos aprendieron a amar a nuestro eterno caballero de la Mancha.

 

Nota: Quiero agregar el nombre de los alumnos de 3º 2ª participantes de esta hermosa experiencia: Eneas Tolosa, Elías Romano, Daiana Vazzano, Daiana Etchebehere, Roxana Maldonado, Santiago Piras, Bernardo Corengia, Juan Pablo Preissegger, Ariel Maíz, Leonel Stein, Adrián Vitale, Mauro Martinez, Mauricio Arrastúa, Eugenia Prat, CÉSAR Marchetti, Alfredo Marchetti, Noelia Kitlein, Deborah Vignau, Magalí Abonjo, Guillermo Abonjo y Santiago Villanueva.

 

Palabras claves: Nivel polimodal. Interdisciplinariedad. Acción Dramática. Apertura comunitaria. Construcción colectiva. Valores quijotescos