A todo volumen | Barry B convierte La Riviera en un desbordamiento colectivo
El cantante arandino hizo de la noche una celebración de la juventud y dejó a Madrid con el pulso acelerado.
28 nov 2025 - 14:09 CET
|
MIHAELA DONCHEVA |
Con los años he aprendido que mi humilde condición de loba solitaria se sostiene en dos personalidades: una impulsiva, que se tira a la piscina sin pensarlo; y otra que analiza cada paso, cada gesto y cada palabra. ¿Cuál de las dos prevalece? No lo sé. Pero cuando se trata de conciertos, noches largas y ganas de pasárselo bien, la impulsividad siempre gana.
Así ocurrió el pasado 25 de noviembre, cuando tuve el privilegio, la suerte y la oportunidad de asistir al segundo concierto de Barry B, con Infancia Mal Calibrada, en La Riviera de Madrid.
La cola de espera ya se había formado a las 17:30 frente a la entrada. Amigos, parejas y algún que otro solitario estábamos ansiosos por ver al artista arandino en directo.
Las puertas se abrieron un par de horas más tarde. Al entrar, apareció ante nuestros ojos una sala preparada para presenciar, una noche más, lo que sería un recuerdo para toda la vida.
Tras una larga espera –que pareció eterna– al unísono de cuerdas y batería, los focos se posaron sobre una figura joven, de pelo rubio teñido, con una chaqueta roja de bordado dorado.
Nada más aparecer en el escenario, aupado por el público que le recibía entre aplausos y vítores, Barry B llenó la sala de euforia, deleite y Rock ’n’ Roll. Parecía que la peña se había fundido en un solo cuerpo: un ente que cantaba, gritaba, saltaba y bailaba, dejando que la música le guiase a lo largo de toda la noche.
Con temas como Kit Kat, Rookies, Monster Truck, Infancia Mal Calibrada o Victoria –entre muchos otros– Barry B convertía la noche del martes en un regalo lleno de sinceridad, emoción y satisfacción. Con cada canción le cantaba a todo el mundo: al amor, al pasado, a la infancia, al corazón. Y la gente respondía coreando su verdad. Cada uno de nosotros era una canción, y éramos todas. Tampoco faltaron las sorpresas. Vivimos momentos de auténtica histeria hasta en cuatro ocasiones.
La primera llegó con Ralphie Choo, que acompañó a Barry en Rookies. Entre aplausos, gritos y pura locura, cantantes y fans hacíamos temblar La Riviera.
Instantes después, un sobresalto colectivo recorrió la sala al escucharse el anuncio de Aitana. Lamentablemente, no pudimos disfrutar de su presencia, pero la chispa ya estaba encendida y nadie podía apagarla.
Más tarde, nos volvimos unos gigantes de cristal, nos arrodillamos ante todo ese dolor que muchos hemos sentido alguna vez, hasta convertirnos en un lago de pena, junto a Gara Durán, la tercera sorpresa de la noche.
Seguimos llenando la sala de euforia, coreando cada tema, saltando, aplaudiendo y celebrando esa Infancia Mal Calibrada, hasta que empezaron a sonar los acordes de una canción muy especial: Yo pensaba que me había tocado Dios, con la que culminaba la noche. Una ola de gritos, saltos y emoción dio la bienvenida a Carolina Durante. Junto a ellos, Barry cerró de forma épica esa segunda fecha, homenajeando su EP Infancia Mal Calibrada. Pero el espectáculo aún guardaba un último gesto: cantarle el cumpleaños feliz a Diego Ibáñez, el vocalista de Carolina Durante.
Fui sola a ese concierto y no me arrepiento. Fue épico, fue magia, fue un pequeño milagro. Barry B demostró ser el orgullo de su triunfo y de la música actual española.
¡Gracias, Barry! ¡Hasta la próxima!
