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Acuerdo UE-Mercosur: una alianza que va más allá del comercio

Por Franklin Moya

29/07/2025

Resumen: 

El Acuerdo de Asociación entre la Unión Europea y el Mercosur representa una oportunidad para aportar certidumbre en la reconfiguración de las relaciones económicas, en un panorama marcado por las crecientes tensiones geopolíticas. Más allá del intercambio comercial, el acuerdo mencionado podría constituir un punto de inflexión en la dinámica de los flujos de inversión entre ambas regiones. A partir de los datos más reciente sobre inversión, esta entrada del Blog ICEI+ explora las implicaciones iniciales del acuerdo y su relevancia estratégica en un nuevo escenario global.

 

El valor estratégico del acuerdo

La asociación estratégica entre la UE y los países del Mercosur -Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay- ha tardado 25 años en concretarse. Aunque se ha alcanzado el acuerdo en diciembre de 2024, sigue pendiente la ratificación de los Estados miembros, en particular de aquellos con posiciones más críticas al acuerdo dentro de la UE (más información aquí). Las decisiones finales se esperan a lo largo del 2026, pero dado el escalonamiento de las tensiones geopolíticas, comparables con los de la Guerra Fría, no sería sorprendente que se prolongue más de lo previsto. De ratificarse, la UE contaría con un acuerdo de asociación con casi toda América Latina excepto con Bolivia, Cuba y Venezuela.

El retorno de Donald Trump a la Casa Blanca ha reintroducido narrativas centrales tales como “guerra comercial” y “migración controlada”, que se han ido extendiendo con fuerza en el campo económico y entre los hacedores de política. Lejos de tratarse de fenómenos aislados -y más allá de su aparente entrelazamiento con la economía y la política-, lo que a mi juicio reviste de mayor interés son sus implicaciones en materia de inversión, así como las alternativas económicas disponibles de la UE y América Latina para afrontarlos, cuestiones que abordo y desarrollo en algunos trabajos en el marco de mi tesis doctoral. Con lo que, de partida, adelanto ya una aproximación cautelosa en esta entrada, consciente de las limitaciones, apriorismos, y tal vez, la debilidad argumentativa. A mi entender, tales políticas responden, en esencia, a una estrategia orientada a contener el poder económico de Estados Unidos frente a sus competidores naturales, entre ellos, China e incluso la propia UE, con efectos sobre los flujos internacionales y la posición relativa de los actores económicos globales.

En este contexto, el acuerdo UE-Mercosur trasciende lo puramente comercial, aunque su impacto sustancial se reflejará en este ámbito (en línea de algunos trabajos tal como el de Timini y Viani [2022] y Álvarez y Pinzón [2025]). La diversificación de socios económicos no es solo deseable, sino una necesidad estratégica para ambas regiones. Por una parte, para la UE, significa acceso preferencial a materias primas críticas – particularmente las tierras raras- esenciales para su transición verde y digital. Por otra parte, el Mercosur tiene una oportunidad histórica de upgrading en las cadenas globales de valor (CGV) promoviendo la transferencia tecnológica, cooperación normativa en estándares internacionales y consolidación institucional.

 

Reconfiguración de los flujos de inversión

La escalada de las tensiones comerciales ha alterado el mapa de las inversiones internacionales. Un ejemplo paradigmático de iure ha sido el reciente acuerdo de imposición de aranceles del 15% sobre las exportaciones de la UE al mercado estadounidense. Este porcentaje fue percibido inicialmente por los mercados bursátiles europeos como un alivio, en tanto representaba una reducción a la mitad del propuesto inicialmente. Sin embargo, a medida que se publicaron los compromisos, lo que cede la UE respecto a Estados Unidos, se sustituyó el optimismo por incertidumbre. Este caso ilustra la elevada volatilidad en la que están sumidas las bolsas y las inversiones desde el inicio de la guerra comercial, ocasionando impactos efectivos desde los anuncios previos, tal es así que se han ido reflejando en los diferentes tipos de inversión.

Un primer aspecto son los flujos internacionales de IED recibida, siendo la principal tipología de inversión. El último World Investement Report 2025 alude a que la región europea ha reducido la entrada de flujos de IED en 2024, un 58% respecto a 2023, siendo la región que más inversiones ha perdido, mientras que Norte América registró un incremento del 23%, posicionándose como la única región de economías avanzadas con crecimiento en inversión. Aunque la segunda administración Trump empezó a inicios de este año, la intensificación geopolítica previa puso en marcha una reestructuración en las CGV y sus efectos se extienden a cualquier tipología de inversión, iniciando procesos de reshoring de las inversiones estadounidenses que terminaron afectando al papel que desempeña Europa como friendshoring respecto a terceros países con más incertidumbre.

Por otra parte, si se observa inversiones en materia de cooperación, la UE ha lanzado la iniciativa Global Gateway como respuesta estratégica a la influencia mundial de China a través de la Belt and Road Initiative. Con una estimación de inversión de 300.000 millones de euros hasta 2027, el 15% (45.000 millones de euros) destinada a América Latina, focalizándose en infraestructura sostenible, energía limpia y digitalización (Theodoro, 2025). Sin embargo, la falta de tracción inversora suficiente entre los actores implicados pone en mayor valor, la entrada en vigor del acuerdo asociativo entre la UE y Mercosur. Entre los beneficios en inversión del acuerdo se ofrece una mayor seguridad jurídica, una reducción de barreras arancelarias (de un 90%) y no arancelarias, además de conformar un mercado de al menos 700 millones de personas (véase el informe completo del Ministerio de Economía, Comercio y Empresa).

 

Evolución de la IED entre la UE y el Mercosur

En los últimos años, la IED de la UE hacia el Mercosur ha ido en aumento, con excepción del paréntesis propiciado por los efectos de la pandemia –Gráfico 1. Brasil ha sido el principal receptor de estos flujos, captando más del 85% de la posición inversora recibida del total, que obedece en buena medida a su tamaño geográfico y económico, dotación de recursos naturales y capacidad industrial. Cabe apuntar que el gigante sudamericano ha sido uno de los principales captadores de inversión a nivel mundial (UNCTAD, 2024, 2025). Por su parte, Argentina ha logrado revertir el ritmo negativo en valores absolutos y relativos positivos en su participación relativa del total, incluso en años de pandemia. Uruguay y Paraguay con inversiones más modestas (2% y <1% del total, respectivamente) siguen estando a un nivel marginal.

 

Gráfico 1. Inversión de la UE en países del Mercosur (millones de dólares)

Fuente: Elaboración propia a partir de datos del FMI

 

El origen de la inversión de la UE en Mercosur procede principalmente de tres países: Países Bajos, Luxemburgo y España -Gráfico 2. Los dos primeros han conseguido un peso relativo superior habida cuenta de su papel como plataformas de inversión debido a regímenes fiscales favorables, mientras que España ha tenido interés en invertir en el Mercosur, y particularmente más allá de los países con los que comparte idioma, focalizándose en Brasil. Cabe prever que, con la ratificación del acuerdo y con algunos años de por medio, la inversión pase a canalizarse directamente entre los países de ambos bloques, reduciendo el uso de plataformas y potenciando a las principales economías productivas.

 

Gráfico 2. Origen de la IED de la UE en Mercosur (millones de dólares)

Fuente: Elaboración propia a partir de datos del FMI

 

Desde la perspectiva del Mercosur, la inversión hacia la UE ha sido modesta, se encuentra estancada y concentrada en España. De acuerdo con algunos trabajos agregados en América Latina, la región sudamericana cuenta con potencial de desarrollo en la internacionalización empresarial (Álvarez et al, 2024). Los valores negativos observados en el resto de los países de la UE corresponden mayoritariamente a las repatriaciones de los países que hacen uso de plataformas de inversión como Países Bajos, siendo un tema para analizar con mayor detenimiento y que trataremos de aproximarnos desde el grupo de investigación International Business and Markets (INTBM) a finales de este año -Gráfico 3.

 

Gráfico 3. Inversión de Mercosur en principales economías de la UE (millones de dólares)

Fuente: Elaboración propia a partir de datos del FMI

 

Brasil y Uruguay se constituyen como motores de inversión del Mercosur en la UE. La posición de Brasil es coherente por su peso económico en la región. No obstante, llama la atención la dinámica de Uruguay, cuya magnitud económica no anticiparía una actividad inversora tan significativa. Este comportamiento señala el papel adoptado por Uruguay como plataforma regional para acceder al mercado europeo -Gráfico 4.

 

Gráfico 4. Inversión en la UE por país de origen de Mercosur (millones de dólares)

Fuente: Elaboración propia a partir de datos del FMI

 

Conclusiones: inversiones para un futuro compartido

El análisis de las dinámicas recientes permite identificar un grado latente de inversión entre la UE y Mercosur, con flujos predominantemente unidireccionales desde UE -destacando Países Bajos, Luxemburgo y España- hacia Mercosur, siendo Brasil la principal puerta de entrada. En el sentido contrario, Mercosur adopta una dinámica inversora modesta hacia la UE, abriendo la posibilidad de ampliar mercados, facilitando su inserción en las CGV si se llega a ratificar el acuerdo. Una referencia del proceso y del impacto de economías latinoamericanas en economías europeas, tal como la española, ha sido ya abordado en la primera entrada de este blog, la cual invito a leer (véase aquí).

De no concretarse el acuerdo UE-Mercosur, tras 25 años de negociaciones, el futuro cercano para ambas regiones será muy limitado. Se desperdiciaría una oportunidad estratégica de ofrecer certidumbre a sus Estados miembros en un entorno de tensión geopolítica. Sin duda, llegados a este punto, la responsabilidad de que se ratifique el acuerdo recae en los países que conforman la UE, ya que la diversificación económica es una postura transformadora de las relaciones económicas actuales, y en este sentido, es una apuesta mayor para la UE. Tal como se ha tratado de evidenciar en esta entrada del Blog ICEI+, las transformaciones irían más allá del ámbito estrictamente comercial, situando a las inversiones y su articulación con la política industrial, los elementos clave para un fortalecimiento de las CGV y el acceso a recursos estratégicos en la doble transición energética y digital. En este panorama, la UE y el Mercosur están llamados a estrechar su relación económica, como socios estratégicos, en un mundo cada vez más multipolar.

 

Referencias:

Álvarez, I., Da Ponte, A., Valderrama, N., y Moya, F. (2024) La inversión latinoamericana en España. Madrid: Consejo Empresarial Alianza por Iberoamérica (CEAPI).

Álvarez, I. y Pinzón, K. (2025). América Latina en las cadenas globales de valor: evolución, retos y geoestrategia. Economistas, (189), 87-100.

Theodoro, Bruno. (2025). Global Gateway y su impacto en América Latina: balance y perspectivas. En F.J Verdes-Montenegro (Coord), Informe Iberoamérica 2025. La IV Cumbre UE-CELAC en Colombia: Retos y promesas (pp. 57-74). Fundación Carolina.