Grupos de investigación

Mensajes enviados recordando a Javier Docampo

01/04/2020

 

Mensaje: Querido Javier, Cómo no recordar a aquél muchacho que nos daba la bienvenida cuando acudíamos a la Sala Goya de la Biblioteca Nacional para la realización de la tesis doctoral hace ya más de veinte años. El destino quiso darme el privilegio de conocerte más gracias a la generosidad de dos personas muy queridas que tenemos en común, Susana y Olga, pues gracias a ellas pudimos coincidir en muchas ocasiones, incluso compartir coche, excursiones, mesa y mantel. Me quedo con tu humor, retranca, ironía y agudeza insuperable en el análisis de cualquier tema. Contaré una anécdota de la que tu eras protagonista sin estar presente, y que me llenó de orgullo y satisfación. En una comisión de la que formaba parte, los miembros de la misma comentaron nada más producirse la noticia, que dejabas la dirección de la Biblioteca del Museo del Prado por la que tanto trabajaste en su creación y puesta en marcha, para volver a la Biblioteca Nacional y asumir la dirección del Departamento de Manuscritos, Incunables y Raros. Colegas y amigos de muchas instituciones mostraban la misma sorpresa, pues cambiabas a un puesto menos remunerado. Muchos aplaudimos con entusiasmo tu decisión. No creo que para un gran profesional como tú pudiera existir mejor lugar, donde se custodia, cuida y mima los más bellos objetos que estudias y que además constituyen la memoria, nuestra memoria e identidad, en letras mayúsculas. Tu profesionalidad era lo primero, no te importaba ganar menos económicamente, pero sin duda ganabas más, pues no todo es el dinero y desde tu excelencia supiste entenderlo y darnos de paso una gran lección moral. No me sorprendió nada tu decisión, pues siempre te escuché defender a ultranza lo que significa lo “público” sin matices maniqueos, en la enseñanza, la justicia, la cultura, o la sanidad. ¡Cómo disfrutabas con entusiasmo tu trabajo y tus proyectos! Sencillamente, gracias. Qué gusto haberte conocido. Se que tu recuerdo nos hará mejores. Juan Carlos Ruiz Souza

 Juan Carlos Ruiz Souza. Universidad Complutense de Madrid. Departamento de Historia del Arte


Mensaje: Querido Javier, te has ido pero tengo mucho de ti, no sólo en mi memoria personal sino también en la compartida con Susana, Olga y todos tus compañeros de Historia del Arte. Me quedo con el abrazo que nos dimos en tu despacho de la BNE hace muy poco y con el regalo que me hiciste de tu último trabajo publicado relativo a la exposición del Libro de Horas de Carlos V. Me ha inspirado y lo seguirá haciendo desde un ladito de mi mesa de trabajo. Gracias por todo y hasta siempre.

 Azucena Hernández. Universidad Complutense de Madrid. Departamento de Historia del Arte


Mensaje: Precioso, Olga. A nuestro queridísimo Javier le habrá encantado tu emotiva semblanza fruto de una amistad verdadera. Esa bella amistad que nos mantiene ahora más unidos que nunca. Un fortísimo abrazo a su familia. Espero que esta iniciativa que nace de un cariño profundo les reconforte un poco. Todos adorábamos a Javier.

 Javier Jordán de Urríes. Titulado Superior de Patrimonio Nacional


Mensaje: Javier era una persona excelente y un investigador de primera fila. En el poco trato que tuve con él siempre fue muy amigable y me ayudó en todo lo que pudo. El medievalismo español pierde sin duda uno de sus miembros más destacados.

 Ángel Fuentes. Universidad Complutense de Madrid. Departamento de Historia del Arte


Mensaje: Estoy desolada por la muerte de Javier. Era el mejor compañero que se haya podido tener: leal, cariñoso, inteligente, trabajador; nunca se echaba para atrás cuando había que hacer algo, por difícil que fuera. Durante los años que estuvo en el Servicio de Bellas Artes de la Biblioteca Nacional se integró totalmente en el equipo que formábamos y se implicaba sin reservas para que salieran adelante todos los proyectos que emprendimos, y no eran fáciles: las normas para la automatización de los materiales gráficos, la coordinación de las bibliotecas de arte españolas y su representación en la IFLA, la catalogación de las estampas de Goya, de Callot, de Hogarth, de los carteles, sobre el Amor y la Muerte y tantas y tantas otras cosas, sin abandonar nunca sus queridos manuscritos iluminados. Siempre le recordaré sonriente, con su sentido del humor, de compañerismo y cariño. ¡Lo que disfruté cuando me enseño su última exposición sobre el Libro de horas de Carlos V!, ¡cuánto sabía y qué bien lo transmitía con su entusiasmo contagioso por esas maravillas que tan bien conocía!. Hemos perdido un amigo entrañable y la Nacional ha perdido un bibliotecario ejemplar. El mejor homenaje que se le puede hacer es llevar a cabo su sueño, la exposición que estaba preparando con tanta ilusión, "Luces del Norte". Elena Santiago Páez. Antigua Jefa del Servicio de Dibujos y Grabados y Bibliotecaria emérita de la Biblioteca Nacional.

 Elena Mª Santiago Páez. Antigua Jefa del Servicio de Dibujos y Grabados y Bibliotecaria emérita de la Biblioteca Nacional.

 


2/04/2020

 

Mensaje: Poco puedo añadir a lo ya dicho, solo que nos deja una gran tristeza su pérdida y echaremos de menos al compañero, al amigo y al gran profesional. Siempre estará en nuestro pensamiento y corazón

Isabel Ortega García.  Departamento de Bellas Artes y Cartografía. BNE.


Mensaje: Ahora que parece inevitable renunciar a nuestro aplazado encuentro, mi querido Javier, te tengo cerca muchas horas del día. El tiempo es una extraña percepción, siempre subjetiva… los bucles del pasado al presente se superponen con emotiva intensidad. Sucede excepcionalmente, pero sucede. Será por ser tú, porque quienes hemos tenido la enorme fortuna de conocerte te hemos querido mucho, como sé que tú nos has querido. El marco de estos sentidos recuerdos nos reúne en torno a tu memoria profesional, investigadora, de bibliotecario e historiador. Los dos compartimos experiencias desde la Biblioteca Nacional y la Calcografía Nacional, respectivamente, y luego de forma más estrecha en el Museo del Prado, antes de que ambos, como buenos hijos pródigos, retornáramos a nuestra casa matriz, tú a la Biblioteca y yo a la Academia. A veces bromeamos sobre los inmortales, cuando nos decíamos que al llegar a nuestras respectivas jubilaciones tú serías el más viejo de la Biblioteca Nacional y yo el más joven de la Academia. Las anécdotas quedan en el recuerdo compartido. Tus muchas virtudes profesionales, tu vocación de servidor público, tu legado intelectual… pueden recorrerse en tus publicaciones, que son y serán el faro de investigadores y bibliotecarios. Pero lo que no dejaste escrito, esa capacidad de conversar en todos los registros, tus enseñanzas orales y el placer de escucharte… eso sí es irremplazable, ahí está la fractura que nos rompe y desconsuela. En cualquier caso, estas también son unas palabras íntimas, personales, dirigidas a tu entrañable familia, para que sepan que no están solas en el dolor y tampoco lo están en el amor.

Javier Blas. Real Academia de Bellas Artes de San Fernando


4/04/2020

 

Mensaje: La Biblioteca Histórica de la Universidad Complutense ha perdido un gran amigo. Siempre nos acompañó, desde sus años en Bellas Artes, luego en Toledo, el Museo Del Prado y ahora en la Biblioteca Nacional. En exposiciones, congresos, presentación de proyectos, Javier siempre tenía un rato para venir a la Biblioteca Histórica, invitarnos a sus proyectos, compartir ilusiones comunes (Catálogos de manuscritos, libros de grabados, la gestión del servicio público). Era un referente para todos los bibliotecarios dedicados al libro antiguo, un compañero generoso, prudente, magnifico profesional. Y yo he perdido a un amigo. Desde la tristeza, solo nos queda seguir tu ejemplo, Javier. No te olvidaremos.

Marta Torres Santo Domingo. Directora de la Biblioteca Histórica de la Universidad Complutense de Madrid


6/04/2020

 

Mensaje: Me consuela escribir sobre Javier porque hago un repaso de tantos años de amistad y recuerdo los momentos pasados con él. Pero es difícil escribir sobre Javier. Las lágrimas me nublan la vista y caen sobre el cuaderno en el que redacto el borrador de este texto mientras se me hace imposible la selección de solo unos pocos de sus muchos méritos. Empezaré por el principio de mi relación con él. En 1991 hacía unos meses que él era interino en el Servicio de Dibujos y Grabados y se presentaba a la oposición de Facultativo de Bibliotecas que, como no podía ser de otra manera dada su talla intelectual, aprobó a la primera a los pocos meses. Yo era una recién aprobada ayudante de bibliotecas que daba tumbos por la Biblioteca Nacional de España con el único objetivo de trabajar en lo que coloquialmente conocíamos como “Bellas Artes”. Enseguida congeniamos. Los dos estábamos super ilusionados de poder tocar, observar, admirar y catalogar la extraordinaria colección de dibujos y grabados de la Biblioteca Nacional de España (BNE). Todavía recuerdo la emoción de pasar juntos los folios ilustrados con aguadas de colores del manuscrito de Francisco de Holanda, casi a escondidas, a sabiendas de que era una obra maestra que no se servía en sala y no se podía tocar. Llegamos casi al tiempo, entrando a formar parte del equipo de bibliotecarias especializadas en arte que había conformado con buen tino Elena Santiago, generando unas relaciones profesionales y, sobre todo, amistosas que perduran todavía. Las tareas que asumió Javier fueron múltiples, dando ejemplo de su carácter versátil. A través de Javier, el Servicio de Dibujos y Grabados estuvo representado en IFLA, la asociación internacional de profesionales de las bibliotecas. Javier también dedicó mucho tiempo a liderar una asociación de Bibliotecas de Arte. Por una parte, se implicó en profundidad en diversos aspectos del proceso técnico bibliotecario: colaborando en la redacción del capítulo dedicado a los materiales gráficos de las Reglas de catalogación, formando parte del grupo que trabajaba en el formato informático MARC y en el sistema de gestión denominado Ariadna y sobre todo, ocupándose de la selección del fondo moderno especializado en arte y de la catalogación y gestión de la magnífica colección de libros antiguos ilustrados con estampas. Pero como bibliotecario de fondo especializado, también dedicó muchas horas al estudio y catalogación de grabados y de carteles. Su faceta más erudita le llevó a investigar en profundidad la colección de grabados franceses e ingleses y a comisariar la muestra William Hogarth en la Biblioteca Nacional en 1997. Parafraseando a José Riello, nosotros también tuvimos el proyecto que “nos llevó al límite y nos unió para siempre”. Se trató de nuestra participación, junto con Elena Santiago y Pilar Vinatea, en el Catálogo de las estampas de Goya de la Biblioteca Nacional que corría parejo a una exposición sobre la obra gráfica de Goya, en la que Javier dio muestras de su bondad infinita y de su buen hacer. Javier todavía tenía tiempo para investigar lo que más le gustaba, los manuscritos medievales iluminados, tema de su tesina y de la tesis en la que trabajaba por aquellos años en los que ya empezaba a recibir encargos de estudios introductorios para publicaciones facsímiles de manuscritos. Nos gustaban mucho los dibujos y los grabados, los libros antiguos, los viajes de correo acompañando obras para exposiciones e incluso los turnos de la sala Goya cuando dábamos información bibliográfica y conocíamos los temas de interés de los investigadores. Trabajábamos, polemizábamos y nos reíamos mucho, a veces por cosas sin sentido, llegando a tener algunos códigos compartidos que desataban risas colectivas. Sólo tenemos que recordar aquella regla verde de un metro de largo con la que practicábamos gestos de yoga algunas tardes entre carcajadas. Y así pasaron once años y Javier se fue a desarrollar su carrera profesional en Toledo en el ámbito de las bibliotecas públicas que le fascinaron por su dimensión de servicio público esencial. Yo también dejé Bellas Artes para pasar a gestionar las exposiciones y las actividades culturales de la BNE. Antes se había ido Adela al BOE y habíamos perdido a Carmen por una terrible enfermedad. Después se fue Pilar por otros derroteros profesionales y Elena se jubiló. Todavía quedaron compañeras muy queridas en Bellas Artes. Pero todos seguimos viéndonos, con frecuencia a veces irregular, en inauguraciones, en desayunos y cenas llenas de alegría en las que dábamos un repaso completo al anecdotario BNE. Cuando los viajes diarios a Toledo empezaban a hacer mella, Javier recibió la irresistible oferta de ocuparse de la Biblioteca del Museo del Prado. Aceptó con ilusión el reto fascinante de mejorar la gestión de la Biblioteca del Museo hasta hacerla digna de servir a una colección artística del nivel de la del Prado y hacer olvidar las palabras de Juan Antonio Gaya Nuño, quien en 1969 decía que el “Museo del Prado no contiene la biblioteca a que debía aspirar”. Porque Javier incrementó y mejoró el fondo de monografías modernas, suscribió nuevos títulos de publicaciones periódicas relacionadas con los temas de interés del Museo, contrató todos los recursos electrónicos especializados en historia del arte y reunió una extraordinaria colección de catálogos de subastas. Por no hablar de su búsqueda incansable de bibliotecas personales especializadas en arte que pudieran cubrir ámbitos poco representados en la colección o hacer crecer el fondo antiguo de literatura artística, sobre todo de fuentes que hubieran servido para la práctica y el estudio de la historia del arte europeo desde la edad media hasta el siglo XIX. A la par que mejoraba y aumentaba el fondo bibliográfico, transformaba el servicio de información que se ofrecía, no sólo al personal del Museo sino también a cualquier estudiante o investigador interesado en la consulta de un fondo tan especializado. Y como Javier podía con todo y era un extraordinario gestor, pusieron bajo su responsabilidad también el servicio de documentación y archivo. Se ocupó de integrar los tres servicios en el Centro de Estudios ubicado en el Casón del Buen Retiro, poniendo en funcionamiento la sala de lectura más hermosa de toda la ciudad, donde se pueden consultar todos los recursos informativos de la Biblioteca, el Archivo y Documentación bajo el amparo de la magnífica bóveda pintada por Luca Giordano. Pero también se ocupó de instalar los fondos bibliográficos, archivísticos y documentales en condiciones inmejorables en los nuevos depósitos, de sustituir los sistemas de gestión de la biblioteca y del archivo, que se habían quedado obsoletos, y de ser uno de los valedores del acceso a las obras de la colección artística a través de la web. Retomó su faceta de bibliotecario de arte implicado en el tejido de estructuras asociativas, convirtiéndose de nuevo en miembro activo de la sección de arte de IFLA y siendo parte implicada en la creación de la red de bibliotecas de museos BIMUS y en la organización de sus jornadas. Teniendo entre sus manos un fondo tan extraordinario de libros antiguos especializados en arte e ilustrados con estampas, el erudito que llevaba dentro no podía dejar de investigarlo en profundidad, escribiendo algunos artículos y, sobre todo, siendo uno de los comisarios de dos relevantes muestras que llevaron los libros de la Biblioteca hasta las salas de exposiciones del Museo, Bibliotheca Artis (2010) y La Biblioteca del Greco (2014). Durante todos los años que Javier pasó en el Museo del Prado, mantuvimos el contacto a través del correo, del teléfono y de comidas frecuentes a mitad de camino de nuestros trabajos. En una de esas comidas, Isabel Moyano y yo comentamos que estaba vacante la plaza de manuscritos de la BNE. Él no dijo nada pero, a los pocos días, me contó muy emocionado que se volvía a la BNE porque su pasión estaba centrada en los manuscritos. Se trataba de un puesto difícil porque, aunque no había bibliotecario más preparado para abordar el estudio de los maravillosos códices medievales, estos iban acompañados de un duro trabajo de gestión de depósitos, diversos “nidos” históricos que había que catalogar y mucha tarea administrativa. Pero como podía con todo, su investigación focalizada en los códices medievales ya estaba dando sus frutos. En la primavera de 2019 había preparado una exposición con las miniaturas del libro de horas de Carlos V y en el próximo mes de mayo se iba a inaugurar la exposición sobre los manuscritos franceses. En la BNE no lo van a olvidar, pero también en el Museo del Prado deja un recuerdo indeleble en los amigos y en el equipo de profesionales que trabajó junto a él en la biblioteca, en el archivo y en documentación. Tuve el privilegio de sustituirle en el Museo del Prado y de “heredar” un departamento organizado de manera ejemplar que ahora ha quedado impregnado de sus recuerdos. Allí permanecen las colecciones que seleccionó, los libros y artículos que escribió, su letra presente en las signaturas escritas a lápiz en tantos libros, pero todo eso no puede llenar el hueco dejado por la pérdida de mi bibliotecario de referencia y de mi buen amigo.

Marisa Cuenca. Amiga de Javier y jefa del área de Biblioteca, Archivo y Documentación del Museo del Prado

 


Mensaje: Querido Javier, han sido diez años, desde 1992 hasta 2003, compartiendo lugar de trabajo en el Servicio de Dibujos y Grabados de la Biblioteca Nacional de España, hemos pasado muchas horas en nuestra sala de trabajo y atendiendo a los investigadores en la Sala Goya. Nos hemos acompañado en las inauguraciones de nuestras respectivas exposiciones en la BNE y en las que organizaste en el Museo del Prado. Siempre hemos sentido una gran admiración hacia ti como profesional, por tu capacidad de trabajo, por tu habilidad a la hora de trabajar en equipo, por tus conocimientos en tantas áreas: el arte, el grabado, el libro antiguo. Ya estando en Bellas Artes pudimos comprobar tu pasión por los libros de horas y cómo, años más tarde, esa pasión te trajo de vuelta a la BNE para dirigir el Departamento de Manuscritos, Incunables y Raros con una ilusión manifiesta. Tus compañeras bibliotecarias de Bellas Artes, que pronto nos convertimos en un grupo de amigos en el que tú eras el único chico, seguimos en contacto cuando te fuiste a Toledo y cuando regresaste a Madrid a dirigir la Biblioteca del Museo del Prado y tenías en nosotras a las fans más incondicionales, orgullosas de cada uno de tus logros profesionales. A lo largo de todos estos años se han sucedido unos cuantos desayunos, comidas y cenas, muchas charlas sobre el trabajo, la familia, las aficiones, sobre la vida en general. Hemos compartido penas y alegrías, ha habido muchas risas y también nos hemos animado y apoyado en la adversidad. Hemos disfrutado de tu amistad, de tu sentido del humor, de tu fina ironía, de tus profundos conocimientos y de tu impagable compañía. Y en los últimos tiempos nos has mostrado tu capacidad de lucha, tu coraje y como enfrentarse a los momentos difíciles. Querido Javier, todas nosotras te vamos a echar mucho de menos.

Concha Huidobro, Isabel Ortega, Adela Paz, Charo Ramos y Pilar Vinatea


Mensaje: Los mensajes de condolencia que nos preceden dan sobrada cuenta de la personalidad de Javier, de sus méritos en el ámbito profesional, de sus virtudes como riguroso y versátil investigador y de su calidad humana, por lo que nuestro recuerdo se centrará en los momentos que tuvimos la suerte de compartir juntas con él. Uno de los proyectos en los que Javier estuvo involucrado desde el principio fue el de la creación de la Red de Bibliotecas de Museos Estatales (BIMUS). Tres de nosotras coordinamos el proyecto y en el 2009 presentamos el catálogo colectivo de las bibliotecas de esa red en la Pre-Conferencia de Florencia de la IFLA, la asociación internacional de profesionales de las bibliotecas. Javier, por su parte, dio a conocer el ingreso de tres destacadas bibliotecas privadas en la Biblioteca del Museo del Prado. Allí coincidimos los cinco, y constituimos un grupo al que llamamos Los florentinos. En nuestro recuerdo de esa estancia de aprendizaje y convivencia con profesionales de otros países perviven, sobre todo, los momentos en los que estuvimos juntos disfrutando de esa hermosa ciudad. Con el paso del tiempo, esa incipiente amistad se afianzó, pues todos hicimos por vernos cada cierto tiempo para ponernos al día de nuestros trabajos y de nuestra vida. Javier siempre hizo por congregarnos y mantener viva esa amistad común, algo que le agradecemos de corazón y valoramos ahora más que nunca. Nos sentimos muy privilegiadas de haber sido amigas suyas, y de haber disfrutado de su compañía y de sus conversaciones de temas variados cargadas de perspicacia, inteligencia y sentido del humor. Ha sido un auténtico lujo visitar con él las estupendas exposiciones Bibliotheca Artis y La Biblioteca del Greco que comisarió en el Prado, y la reciente del excepcional Libro de Horas de Carlos V en la Biblioteca Nacional. Mes y medio antes de su fallecimiento visitamos juntos la encomiable exposición ¡Extra, Moda! que María comisarió en el Museo del Traje. Javier disfrutó mucho ese día, y nosotras también de verle animado y tan ilusionado con la próxima exposición Luces del norte de manuscritos iluminados que estaba preparando y que lamentablemente no ha podido ver inaugurada. Nos hemos quedado sin nuestro florentino, pero siempre le recordaremos con inmenso cariño. Hasta siempre, querido Javier.

Soledad Cánovas del Castillo, Rosa Chumillas, Eugenia Insúa y María Prego de Lis 


Mensaje: Javier fue miembro del Comité Permanente de la Sección de Bibliotecas de Arte de IFLA (International Federation of Library Associations) entre 1999 y 2002 y desde 2013 al 2016. Lucile Trunel, en calidad de presidenta; Isabel Cristina Ayres da Silva, como secretaria, y Ekaterina Igoshina, coordinadora de información, y los miembros actuales de dicho comité me piden que transmita sus condolencias a familiares y amigos por la irreparable pérdida de tan buen profesional.

Soledad Canovas del Castillo. Responsable de la Biblioteca del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza 

 


Mensaje: Se pueden hacer largas relaciones de los méritos académicos y profesionales de Javier Docampo; citar publicaciones y señalarlo como referencia de muchos proyectos; podría contar mucho acerca de nuestros trabajos juntos. El ámbito de este foro parece pedir este tipo de recuerdo; afortunadamente, otros lo han hecho ya por mí, porque yo no puedo hacerlo. Y es que la realidad más brutal es que me falta un amigo, un amigo queridísimo, y la desolación es tan profunda que solo me permite ver el negro hueco que deja. Fuiste muy importante en mi vida y te echaré de menos siempre. Adiós, Javier, amigo y compañero.

 Rosario López de Prado. Amiga 


10/04/2020

 

Mensaje: Lo que siempre me ha admirado de Javier Docampo Capilla es su habilidad para saber qué hacer y cómo hacer las cosas. No se trababa solo de tener un conocimiento sobre un determinado aspecto de la historia del arte, sino de poseer la capacidad crítica para afrontar de la mejor forma y con un sentido crítico un aspecto de la existencia. En las personas en las que el trabajo se mezcla con la vida, y el día a día se convierte en una sucesión de emociones que afectan a tu labor profesional, conocer a Javier y disfrutar de su compromiso, inteligencia, generosidad y rectitud fue un orgullo y una inmensa delicia. Querido amigo, sigues aquí, sigues con nosotros. No puedo decirte adiós, ni quiero, porque sé que nos acompañarás en viajes, conversaciones, exposiciones y recuerdos.

Matilde Miquel Juan. Universidad Complutense de Madrid. Departamento de Historia del Arte 


13/04/2020

 

Mensaje: Todavía impactado por la noticia del fallecimiento de Javier, no puedo dejar de refrendar lo que otras personas han dicho de él. Tuve la oportunidad de trabajar con él en la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, entre 2003 y 2005, compartiendo numerosos proyectos de todo tipo en los que Javier siempre demostró una valía profesional y unas cualidades personales por encima de lo habitual. Como dijo otro buen amigo, Juan Sánchez, "trabajar con Javier Docampo, ha sido una preciosa y probablemente irrepetible aventura de esperanza, solidaridad, amistad y tesón". Después de ese período, me alegro de haber podido mantener, aunque fuera en la distancia a que nos llevaron proyectos profesionales diferentes, la amistad y el contacto con Javier. Lamentablemente, la última vez que pude compartir conversación con él fue con ocasión de la despedida a nuestro común amigo Juan. Pero la huella de personas como Javier permanece y perdura en todos los que le conocimos. Hasta siempre, amigo mío.

 Joaquín Selgas. Biblioteca del Banco de España 


30/04/2020

Mensaje: No me lo podía creer. Aún hoy, un mes después, me cuesta creerlo. Un mensaje de la Biblioteca Nacional decía que con enorme dolor nos daban la noticia de que te habías ido. No podía ser. En Navidad, como todos los años desde que te habías ido de Vigo en 1990, nos hablábamos de alguna manera y nos contábamos algo de nuestras vidas. Nunca perdimos el contacto desde que un día de otra Navidad, ya muy lejana, nos encontramos por la calle en Vigo y debajo de un paraguas me contaste que habías pasado unas pruebas para trabajar en la Biblioteca Nacional y no sabías que hacer. Yo lo vi muy claro, clarísimo. Recuerdo perfectamente que te dije: “Javier, tú eres muy de Madrid, no lo pienses más, pide una excedencia. Es la Nacional”. Yo sabía que aquí estabas contento, en Galicia se vive bien, tenías familia gallega, amigos... Me dio mucha pena porque desde el principio, desde que aterrizaste en la biblioteca de Industriales de la Universidad de Vigo, después de aprobar las oposiciones en la Universidad de Santiago, nos llevábamos bien, trabajábamos bien juntos. Pero yo sabía que tu ilusión era trabajar en la Biblioteca Nacional. Fue lo mejor que podías haber hecho. Allí creciste como profesional y como persona de una manera que aquí, aunque igual lo hubieses hecho, no sería la Biblioteca Nacional, tu ilusión, tu templo del saber, adonde al final volviste después de pasar por otras bibliotecas donde, sin duda, dejaste una profunda huella. Un día de este horrible confinamiento en el que estamos inmersos sin haberlo siquiera imaginado, me acordé de ti, porque esta última Navidad me contaste que estabas luchando contra un enemigo. Pero te noté esperanzado, con el tratamiento y posterior evolución. Tenías fuerza y ganas de pelear, por eso cuando no me contestaste al mensaje de whatsApp que te envié el 19 de marzo, me quedé preocupada. Y cuando a los ocho días me encontré con la noticia de que te habías ido, no me lo podía creer. Te has ido y allí donde quiera que estés, igual te has encontrado con Ascensión, tu amiga, que también se fue hace un par de años. Os recordaré a los dos con el mayor cariño y recuerdo de los viajes Vigo-Madrid-Vigo que nos hicimos todos los puentes durante los años que estuvisteis trabajando en Vigo. Javier, me quedo con tu última visita a Vigo este verano, tu paseo por el Campus que te sorprendió porque no lo reconocías, ¡había cambiado tanto! Me quedo con el recuerdo de esa tarde estupenda que improvisadamente, pasamos en las Cíes, donde recordaste tu infancia y adolescencia familiar, tus acampadas con tus primos en este paraíso natural. Me quedo con una tarde de recuerdos y conversaciones sobre nuestros trabajos, nuestras familias y con ese baño que no habías esperado darte ni en sueños, en medio de la ría de Vigo. Me quedo con ese brindis con una copa de Albariño de la tierra de la que tú también formabas parte. Me quedo con nuestra última foto, juntos, sonrientes y relajados, después de una maravillosa tarde de navegación, con las Islas Cíes de fondo. Te echaré de menos. 

María Llovo. Biblioteca Universidad de Vigo


03/03/2021

Hace un año, pero sigue doliendo no poder volver a estar con él...

MCC. UnB