Bienestar en centros de Protección Animal: desafíos y realidades

Palabras clave:

Bienestar, Perros, Gatos, Centros de Protección Animal

Contenido del artículo:

Junio 2023. La próxima reforma en la legislación sobre animales y su polémica ha puesto el bienestar animal de actualidad. Los perros llevan más de 20.000 años caminando junto a la humanidad, y es innegable que la percepción de los animales de compañía ha cambiado especialmente en el último siglo, de herramientas de trabajo a miembros de la familia.

Sin embargo, la tasa de abandono de animales en España es una de las más altas de Europa, con alrededor de 285.000 perros y gatos recogidos al año por protectoras en todo el territorio estatal1, por lo que además de tomar medidas para reducirlo hay que tomar medidas para gestionar los animales que ya están en la calle. Con la política de “sacrificio cero” estos recursos deben volcarse en alojamientos (los denominados Centros de Protección Animal (CPAs) que permitan de forma ética mantener a los animales un tiempo variable en condiciones de bienestar hasta su adopción2.

Nuestro papel como veterinarios en este contexto es evaluar de forma objetiva la gestión, para determinar si sus instalaciones, estructura, procedimientos y actividades concretas se están traduciendo en un bienestar real de los animales alojados. Entendiendo siempre que la shelter medicine (medicina de refugios) funciona de forma diferente a la clínica individual de animales de compañía.

Muchos CPAs trabajan a través de asociaciones de protección de los animales, o incluyen programas de voluntariado que engloban a diferentes sectores de la población. Los Proyectos de Aprendizaje-Servicio UCM unen el aprendizaje con el compromiso social, desarrollando conocimientos, habilidades, actitudes y valores en un contexto real que también se beneficia de ello3. Es por ello que este es un ámbito idóneo para uno de estos proyectos: El proyecto WELPET. El objetivo de este proyecto, realizado por la Facultad de Veterinaria en colaboración con el CPA Mancomunidad Henares Jarama, es unir a personas formándose en bienestar animal, mejora real de las condiciones de los animales y educación social de toda la población para concienciar sobre las consecuencias del abandono y cómo mejorar la vida de los animales que lo han sufrido.

Pero… ¿Cómo podemos evaluar el grado de bienestar, si los animales no hablan y a veces (como en el caso de los gatos) incluso enmascaran situaciones de estrés o dolor?

El estado físico y mental de un animal en relación con las condiciones en las que vive y muere deriva de garantizar las denominadas “cinco libertades”4:


1) Vivir libre de hambre, sed y desnutrición
2) Vivir libre de temor y angustia
3) Vivir libre de molestias físicas y térmicas
4) Vivir libre de dolor, lesión y enfermedad
5) Vivir libre de manifestar un comportamiento natural


Diferentes estudios científicos confirman que el ambiente del CPA puede limitar una o varias libertades y consecuentemente ser perjudicial para los animales, especialmente cuando se alojan por largos períodos de tiempo5.

Hay que partir de un profundo conocimiento de la etología de cada especie: los gatos no son perros pequeños, tienen necesidades diferentes y estresores diferentes. Tener en cuenta también parámetros objetivos, como las condiciones de espacio, temperatura, alimentación, o socialización nos permite establecer mínimos sin los cuales no pueden darse las condiciones de bienestar6 (Figura 1).

Figura 1: El alojamiento en parejas mejora el bienestar emocional de los animales al permitirles socializar. Fuente: Autores

 

Medimos también criterios emocionales: ¿cómo se relacionan los perros con las personas que se acercan? ¿Tienden a la agresividad? ¿Al miedo? Del mismo modo no nos indica lo mismo un perro que busca atención con un comportamiento nervioso que uno que permanece tranquilo o uno que ladra casi sin descanso que uno que sólo lo hace de forma ocasional. Estos datos se recogen en cuestionarios que reducen la subjetividad de la persona que evalúa, y se complementan con medidas fisiológicas de cortisol en sangre. A diferencia de la adrenalina que permite hacer frente a situaciones de riesgo inmediato desencadenando respuestas de lucha o huida, el cortisol es una hormona secretada por los animales como respuesta a estímulos estresores de menor intensidad pero sostenidos en el tiempo, como mecanismo de defensa del organismo ante estas situaciones. Si el estímulo estresante (hambre, frío, calor, dolor, miedo…) se prolonga en el tiempo la secreción de cortisol también lo hará, aunque no está claro el alcance que puede tener esta solución de emergencia7.

Atención especial merecen los comportamientos activo-repetitivos o estereotipias, que son un mecanismo compensatorio del estrés. Cuando el animal tiene poco control sobre el medio (está confinado en un ambiente con pocos estímulos y sin capacidad de modificar estas condiciones) aparecen este tipo de movimientos repetidos y secuenciales, así como conductas destructivas y polifagia (comer por aburrimiento). El ambiente de los centros es un campo de cultivo ideal para estas conductas, especialmente cuando hay poco personal para atender a muchos animales, lo que desgraciadamente es bastante común. Estudiarlos permite evaluar la adaptación real de los animales a las condiciones en las que viven8. Todo ello siempre nos dará una idea de la calidad de vida de los animales pertenecientes a una colectividad, nunca un método de diagnóstico individual.

Y hablando de diagnósticos, no podemos olvidar las condiciones sanitarias en las que estos animales desarrollan su vida. Cualquier perro, hasta uno sin hogar, necesita atención veterinaria preventiva y tratamiento de las patologías que pueda desarrollar, no sólo por su propio bienestar sino también como medida de salud pública. Necesitan ser vacunados y desparasitados. Necesitan tratamiento de los síntomas que les producen dolor e incomodidad. Necesitan, para su bienestar, vivir en condiciones de salud. Así que por supuesto también recogemos estos datos: analizamos las heces buscando parásitos internos y señales externas de otras patologías. Buscamos señales de dolor en su postura y en su conducta. Revisamos, junto al personal del centro, los protocolos preventivos a los que se someten, el gasto en medicamentos, el número de eutanasias…También podemos hacer cribado de síntomas, como la fiebre, a veces de formas creativas como por termografía cuando el número de animales es elevado y el manejo no muy fácil (Figura 2).

Figura 2: Fotografía termográfica de un perro en la que se distingue la menor temperatura de la trufa (nariz). Fuente: Autores.

Pero no sirve de mucho tener una idea bastante clara del grado de bienestar de los animales si no podemos paliar, al menos en parte, las deficiencias. La labor veterinaria en este ámbito es ofrecer recomendaciones y soluciones para que los (escasos) recursos se destinen dónde hagan más falta según el criterio científico, que en ocasiones choca frontalmente con el interés político y social: No se trata de tener instalaciones “bonitas” sino animales felices y sin perder de vista el objetivo final que es que la mayoría de ellos vuelvan a ser adoptados.

El papel de asociaciones y personas voluntarias es fundamental para lograrlo, muchas veces aportando ganas y energía frente a las carencias del sistema. Pero no debemos en absoluto desentendernos como sociedad de lo que ya se encargan los que aman a los animales: dotarlos de medios, proporcionar formación y recursos redundará en beneficio de todos.

Mirando hacia el futuro del bienestar animal, tenemos que reevaluar urgentemente nuestras medidas contra el abandono, pero mientras lo hacemos debemos cuidar también de los perros del presente. Encerrarlos sin querer ver qué sucede con ellos, sin destinar recursos para evitar por todos los medios que pasen allí el resto de su vida no es admisible como alternativa al sacrificio. Aunque sólo sea por los milenios de compañerismo, se lo debemos.

 

Autores:

Ana D'ors de Blas
Sebastián Sánchez-Fortún Rodríguez
Laura Germán Jiménez
Cintia Gabriel Molina


Sección Departamental de Farmacología y Toxicología, Facultad de Veterinaria (UCM)

 

Bibliografía:

  1. Fundación Affinity. (2021). Él nunca lo haría. Estudio sobre el abandono, la pérdida y la adopción de animales de compañía en España 2020: Interpretación de los resultados. https://www.fundacion-affinity.org/sites/default/files/white-paper-abandono-2021.pdf
  2. Ley 7/2023, de 28 de marzo, de protección de los derechos y el bienestar de los animales. Boletín Oficial del Estado, 75, de 29 de marzo de 2023. https://www.boe.es/eli/es/l/2023/03/28/7/con
  3. Universidad Complutense de Madrid. Oficina de Aprendizaje-Servicio ApS UCM. https://www.ucm.es/diversidad/aprendizaje-servicio
  4. Brambell, R. (1965). Report of the Technical Committee to Enquire into the Welfare of Animals kept under Intensive Livestock Husbandry Systems. Great Britain. Technical Committee to Enquire Into the Welfare of Animals Kept Under Intensive Livestock Husbandry Systems.
  5. Newbury S., Blinn M.K., Bushb, P.A., Cox C.B., Dinnage J.D., Griffin B., Hurley N., Isaza W., Jones L., Miller J., O’Quin G.J., Patronek M., Smith-Blackmore M., & Spindel, M. (2010). Guidelines for standards of care in animal shelters. Association of Shelter Veterinarians, 1-64. https://www.sheltervet.org/assets/docs/shelter-standards-oct2011-wforward.pdf 
  6. Barnard S., Pedernera C., Candeloro L., Ferri N., Velarde A., & Dalla Villa P. (2016) Development of a new welfare assessment protocol for practical application in long-term dog shelters. Veterinary Record, 178(1), Artículo 18. https://doi.org/10.1136/vr.103336
  7. Jones S., Dowling-Guyer S., Patronek G.J., Marder A.R., Segurson D’Arpino S., & McCobb E. (2014) Use of accelerometers to measure stress levels in shelter dogs. Journal of Applied Animal Welfare Science, 17(1), 18-28. https://doi.org10.1080/10888705.2014.856241
  8. Hiby, E.F. (2005). The welfare of kennelled domestic dogs. [Tesis Doctoral, Universidad de Bristol].