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Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid

Viernes, 19 de abril de 2024

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Antonio Sanabria: "La reforma laboral solo sirve para tener carta blanca para destrozar el sistema del bienestar"

Antonio Sanabria es uno de los autores del libro Quiénes son los mercados y cómo nos gobiernan, un auténtico best-seller que explica de manera sencilla las razones de la crisis actual y también propone algunas posibles salidas. Sanabria forma parte del Consejo Científico de ATTAC España, y también es investigador de otras instituciones como el Instituto Complutense de Estudios Internacionales. Junto a representantes de esas dos organizaciones ha pasado por la Facultad de Políticas de la Complutense para intervenir en una mesa redonda sobre la crisis del euro y antes de su participación en la misma nos reunimos con él para entender un poco mejor esta crisis que parece no tener fin.

- De la manera más concisa posible, explíquenos cómo hemos podido llegar a la situación actual.
- Te respondo en líneas generales, porque eso da para varias tesis. Hubo una crisis de rentabilidad en los años setenta y la manera de responder a esa crisis fue aplicar una serie de políticas. Por un lado, estuvieron las políticas de ajuste salarial, que reconfiguraron las relaciones del capital-trabajo para repartir el excedente. Al mismo tiempo supuso unas políticas de liberalización de los mercados de capitales desde una nueva lógica. Esos mercados, con el sector bancario en el epicentro, se encargaban de autorregularse y establecer una situación de equilibrio. Era así porque se consideraba que el capital privado, por su propia naturaleza privada iba a tener un comportamiento totalmente racional. La crisis actual evidencia la quiebra de todo ese modelo en el que se han polarizado las relaciones sociales y el reparto de la riqueza, donde se ha visto que el sector privado por el hecho de serlo no va a ser más eficiente y donde las soluciones que se presentan, que son las mismas que se plantearon en los años treinta, tras el crack del 29, no se quieren tomar porque suponen renunciar a unos determinados privilegios de clase.


- La crisis comenzó en Estados Unidos, pero luego se ha extendido esencialmente por Europa. Susan George, vicepresidenta de ATTAC Francia, nos comentó en su día que la Constitución Europea era un mecanismo que sólo iba a servir para aumentar las desigualdades sociales y beneficiar a las empresas. ¿Cuánta culpa hemos tenido los europeos en esta crisis?
- Tenemos culpa, pero habrá que preguntarse quién, porque no todos han tomado las decisiones. Unos están pagando la crisis de un banquete en el que no fueron invitados. Claro que Europa tiene mucha responsabilidad, pero el tema es por qué Europa se está comportando como lo hace. La mal llamada Constitución Europea, porque no lo es, forma parte de una institucionalización de esas políticas de ajuste. Es decir, establece de una manera supranacional la garantía de que las medidas se iban a adoptar por la vía "adecuada". Es cierto que la crisis comienza en Estados Unidos, porque es el mercado financiero más desarrollado y eso afecta a su banca y luego a la banca europea.


- ¿Es una crisis esencialmente de los bancos?
- Hay que partir del hecho de que es una crisis bancaria, no es una crisis fiscal ni monetaria. Es una crisis bancaria que ha pillado la mano a los bancos de Estados Unidos y a los europeos del núcleo del euro porque eran los que más ahorro acumulado tenían. Ese ahorro lo exportaron a Estados Unidos a jugar en esos nuevos derivados financieros, esas "maravillas" de la ingeniería financiera que se suponía que iban a dar rentabilidades asombrosas sin que pasara nada. Ahora llega la crisis y esos capitales han huido comprando deuda de los países periféricos, que eran los que crecían a tasas espectaculares. Antes de que se les considerara unos cerdos, lo que ahora llaman los PIGS (Portugal, Italia, Grecia y España), eran un sitio de inversión preferente para esos bancos. Ahora algunos países como Grecia amenazan con el impago, con la no recuperación de ese dinero. La solución que se plantea son políticas que garanticen la recuperación de ese dinero, aunque eso suponga la propia ruina de Europa, pero eso es lo que tiene la avaricia.


- Si el resultado final es la ruina de Europa, ¿a quién le interesan esas políticas?
- Este es un juego de lucha de poder y de correlación de fuerzas. El capital financiero y el capital bancario están interesados en que las cosas se hagan de esa manera. De ese modo, los segmentos sociales que también están interesados en que se haga así siguen manteniendo unas políticas de ajuste que se definen a sí mismas como una redistribución de la renta del trabajo hacia el capital, de las clases bajas hacia las clases altas.


- ¿Qué medidas se pueden tomar para frenar esa situación?
- Hace falta lo que no se quiso hacer en su día, y que se ha demostrado que fue mucho más que un error. Hace falta poner un contrapeso político institucional a la parte económica. Es decir, más institución y menos mercado. Más regulación, más control democrático de las finanzas, de las relaciones económicas, y priorizar otras cosas al margen de las tasas de rentabilidad, del beneficio puro y duro. Por ejemplo, haría falta que la Unión Europea se coordinase a sí misma y aplicase políticas expansivas de gasto, especialmente en los países que tienen superávit de ahorro. Que abran el grifo ellos y tiren de la demanda. Además de eso se debería considerar que no se puede pagar ninguna deuda si no se crece, es decir que hay que aplicar políticas de inversión pública. Haría falta más Europa.


- En la Europa actual, se considera que los que mandan en las políticas de todos los países son Merkel y Sarkozy. ¿Es así, o ellos son también títeres del sistema?
- Merkel y Sarkozy son los que mandan porque el núcleo duro ha tomado las riendas de todo esto, pero a su vez son los representantes de los principales bancos acreedores, que son franceses y alemanes, y son los que más expuestos están, sobre todo al caso griego. Esos bancos se refugiaron en los PIGS después de salir de Estados Unidos. Así que los dos políticos no son exactamente unos títeres, pero sí hacen de portavocía y son representantes de políticas que benefician a esa banca. También hay elementos no económicos. Por ejemplo, Merkel tiene de socio de gobierno a los liberales que propugnan una serie de políticas populistas, como son referirse a los griegos como a esos "locos del sur" y tratarlos de derrochadores. Interesa electoralmente no contar la verdad, es no decirles a los ciudadanos alemanes que tienen una deuda pública cercana al 90 por ciento porque están inyectando miles de millones de euros, casi el 15 por ciento de su PIB, para ayudar a la banca de su país. El 15 por ciento del PIB se calcula que es lo que se gastó Japón en diez años ayudando a la banca de su país, y aquí ha sido en dos o tres años.


- ¿Por qué a pesar de eso se sigue apoyando a Alemania?
- Hay muchos factores, desde la información o desinformación, hasta dejarte guiar por una serie de datos inmediatos. Se ha jugado con el populismo de acusar de todos los problemas a los países del sur que han sido unos irresponsables mientras que Alemania ha sido ejemplar. En realidad, Alemania ha incumplido el pacto de estabilidad del euro desde 1999 en términos de deuda pública sobre el PIB, así que habría que preguntarse quién ha sido más irresponsable. Al final todos esos ajustes y recortes que se plantean desde Alemania llevan a la destrucción del sistema del bienestar.


- ¿Las medidas no han servido para nada?
- A la vista está. Zapatero anuncia en mayo de 2010 una serie de medidas a partir de que la prima de riesgo se dispara y ahora damos palmas con las orejas porque la prima de riesgo está solo un poquito más alta de lo que estaba entonces. ¿Ha valido para algo? No. Se vaticinaba en España un crecimiento a partir de 2012 y ahora mismo se publican los datos de Eurostat y todo indica que volvemos a la recesión. La reforma laboral sólo ha servido para tener carta blanca para destrozar el sistema de bienestar. Se dice que ya no vale, que es insostenible y que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades.


- ¿Al final se le echa la culpa al ciudadano?
- Sí, porque además se dice que esto es una crisis fiscal. Lo único de fiscal que tiene es que los llamados PIGS son los que menos ingresos fiscales tienen en proporción al tamaño de su economía. Es decir, los que menos impuestos recaudan. El caso de Grecia es colosal, porque no paga impuestos ni dios. Especialmente dios, porque además la iglesia griega tiene sus ventajas fiscales. Lo que es evidente es que la parte principal de la deuda no es privada, sino pública, así que no pueden decir que la gente ha vivido por encima de sus posibilidades. La parte principal de la deuda es bancaria, que son los que han importado el ahorro externo y la han llevado a los países periféricos a sectores como el de la construcción. Las familias se han endeudado para hacer algo tan "irracional" como comprarse una casa, que es algo que está dentro de la constitución.


- ¿Queda alguna esperanza para salir de esta crisis?
- Es una cuestión de voluntad política, de presión social y de correlación de fuerzas. Hay que decir "no al ajuste" y a partir de ahí viene todo lo demás. Europa tiene que ir por otro camino porque están destrozando no solo a Grecia, sino al resto de economías, tanto las periféricas como las centrales. En Alemania financian el sostenimiento del sector bancario con dinero público. Eso estallará de algún modo, aunque es impredecible. En los años treinta estalló con el nazismo, y es curioso que Alemania tiene una fijación enfermiza por la inflación a partir de lo que fue en su día el auge del nazismo, que surgió por la crisis, la hiperinflación galopante. Ahora sus medidas las está haciendo con el sector más ultraderechista de sus socios. Hay que recordar que el nazismo también surgió porque se les impuso el pago de unas deudas al precio que fuera y el rechazo de la gente salió por ahí. La explosión social puede surgir por cualquier lado, y ojalá que en este caso sea para el lado bueno. No todo es desesperanza y en las movilizaciones sociales actuales, como el 15-M y las protestas en Grecia, está la vía para que esto sea más breve. No hay receta mágica que nos diga cómo hay que actuar, pero al final la clave está en ejercer un poder mayoritario y evidenciarlo.

 

"Las medidas que hay que tomar son las contrarias a las aplicadas"

Antonio Sanabria tiene claro que son los propios economistas los que deberían denunciar explícitamente la nueva reforma laboral. De acuerdo con él, "no es cierto que se estén dando soluciones técnicas, la reforma laboral es solo una solución política que además a nivel técnico es un error, porque el problema no es de oferta, es de demanda". Las empresas no contratan porque no compra nadie, así que habría que incentivar la demanda con una mejor redistribución de las rentas, "especialmente las más bajas, para que la economía se recupere con un mejor crecimiento, mucho más sostenible del que teníamos". Las medidas que hay que tomar, según Sanabria son, "exactamente las contrarias de las que se han aplicado".

En cuanto a la propuesta de dación en pago de aplicación voluntaria por los bancos, Sanabria considera que es totalmente "populista". Además piensa que la dación en pago en sí misma "no es solución de nada, porque tiene que ir acompañado de otras medidas, como crear una banca pública de alquiler con todo el stock de viviendas que tienen los bancos, que baje el precio de la vivienda y que esté regulado, más viviendas de protección oficial...". Lo que ha planteado el gobierno de Rajoy es "una cuestión de buen gobierno de la banca, se recomienda, así que son solo fuegos artificiales, seguimos como antes pero fingimos que estamos interesados en el tema y lo vendemos a la opinión pública".

Hablando de las políticas española y griega recuerda que hay unos recortes brutales en plena recesión, "algo que no defendería ningún economista hace veinte años, aunque ahora es lo que se proclama". Los últimos datos indican que en España una de cada cuatro personas está en "situación de pobreza", pero incluso cuando nuestro país tenía altas tasas de crecimiento, la pobreza se estancó y no se redujo.

La esperanza de Antonio Sanabria reside en la gente y en su capacidad de movilización contra las reformas. El día que le entrevistamos es el 23-F y el economista nos recuerda que se está haciendo una campaña para señalar que "igual que aquel día se intentó dar un golpe de estado militar, en los países europeos y en España en concreto estamos viviendo un golpe de estado financiero que ha llevado a un presidente a cambiar todo su programa electoral para cumplir con los dictados de los mercados".

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