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Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid

Martes, 3 de diciembre de 2024

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Se estrecha el cerco al dopaje con esteroides endógenos

La Escuela de Medicina del Deporte de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense, el Laboratorio de Control de Dopaje y el Hospital Clínico San carlos proponen un test antidopaje que diferencia a los deportistas por su raza y por su capacidad de asimilar los esteroides endógenos. La investigación ha conseguido el segundo premio en la XIV edición del Premio Nacional de Investigación en Medicina del Deporte, patrocinado por Cajastur y convocado por la Universidad de Oviedo.

El Laboratorio de Control de Dopaje del Consejo Superior de Deportes, ubicado en la Ciudad Universitaria, recibe cada año unas 8.000 muestras. 7.500 de ellas son de orina y el resto de sangre. Cada una de las muestras de orina llega en dos frascos antimanipulación marcados con un número que identifica al deportista de quien se ha tomado. Son botes de cristal que no se pueden abrir nada más que con una máquina especial, de la compañía que los diseña, que al abrirlos los rompe. El primero de los frascos es el análisis y el segundo el contra análisis. En caso de que el primero dé negativo el segundo no se utiliza, pero si el análisis da positivo hará falta hacer el contra análisis. Ese segundo frasco se abrirá en presencia del deportista y/o de su abogado. Jesús Muñoz Guerra, el director del Laboratorio, informa de que en caso de resultar positiva, una muestra se analiza hasta cuatro veces para descartar falsos negativos, así que las posibilidad de que alguien dé positivo sin haberse dopado son prácticamente nulas.

El problema estriba en los casos contrarios, en los deportistas que han utilizado sustancias dopantes, pero los tests actuales no son capaces de detectarlas. Entre los más difíciles de descubrir están los esteroides endógenos, que son aquellos que produce el propio cuerpo, pero que se pueden suministrar además de manera externa para mejorar el rendimiento del deportista.


Testosterona y epitestosterona
Un método que permite mejorar las herramientas para detectar el dopaje endógeno es lo que acaba de ser premiado en la XIV edición del Premio Nacional de Investigación de Medicina del Deporte. En este trabajo, fruto de cinco años de estudio, se han involucrado unos veinte investigadores de la Escuela de Medicina del Deporte de la Facultad de Medicina, el Laboratorio de Control de Dopaje y el Hospital Clínico San Carlos, de donde proviene la investigadora principal del trabajo, la doctora Cristina Fernández Pérez.


Pilar Martín Escudero, profesora de la Escuela de Medicina del Deporte de la UCM, y una de las firmantes del estudio, recuerda que "el uso de esteroides es algo común en deportistas, sobre todo no profesionales, y no siempre es fácil comprobar si uno se ha dopado o no. El problema estriba sobre todo en el caso de esteroides endógenos, que son iguales que la testosterona que uno mismo produce".


La testosterona es una hormona que produce de manera natural nuestro organismo, y también lo es la epitestosterona. Las dos se fabrican a partir del colesterol y una diferencia sustancial entre ellas es que la primera hace que aumente la masa muscular mientras que la segunda no. La relación normal entre ellas es de una unidad de testosterona por cada dos de epitestosterona. Si en un análisis de orina se ve que hay más testosterona que epitestosterona se sabe que han intervenido sustancias que han modificado esa relación natural.


Cuestión genética
En realidad no todos los grupos humanos tenemos la misma cantidad de testosterona ni la excretamos igual, pero a pesar de eso la prueba que se hace para saber si alguien se ha dopado es estándar para todos los deportistas.


Los investigadores del estudio premiado, en el que se han analizado a unas 150 personas de diferentes federaciones deportivas, han comprobado que se puede medir una deleción (una mutación genética) polimórfica del gen UG-T2B17. Ese gen está encargado de la formación del complejo ácido glucurónico-testosterona, que se relaciona con la eliminación urinaria de la testosterona y sus metabolitos. Esto quiere decir, de manera sencilla, que si una persona tiene dicha mutación en ese gen excretará en menor medida la testosterona y como consecuencia cuando se le someta a un control antidopaje puede ocurrir que habiéndosele administrado testoterona el resultado sea negativo.


Como es lógico se ha observado que la relación entre testosterona y epitestosterona tampoco es la misma entre las personas que tienen dicha mutación genética y las que no. Es decir, que no se debería utilizar un test estandarizado para todos los deportistas. Para evitarlo, los investigadores han creado una nueva técnica de ensayo que permite medir de manera rápida y fiable esta mutación genética.


Modificar la fórmula
El estudio apunta a que este tipo de deleción genética coincide con diferentes orígenes raciales, de tal manera que con los sistemas de evaluación actual, a un español se le detectaría el hecho de que tiene más testosterona de la esperada si se hubiera dopado con esteroides endógenos, mientras que en un asiático no se podría detectar. En torno al 80 por ciento de los orientales que han participado en el estudio tienen la deleción genética que está relacionada con una excreción menor de la testosterona. Es decir, asimilan más los esteroides en su propio cuerpo, y por lo tanto son prácticamente imposibles de detectar.


En la actualidad existe una fórmula matemática que sirve para conocer esa relación entre testosterona y epitestostorena. Lo que se quiere es desarrollar una fórmula matemática alternativa, que sustituya a la existente y que sirva para determinar, de manera más precisa, si una persona toma esteroides.


En los impresos que se hacen actualmente en el control de dopaje habría que incluir el campo de la raza para tenerlo en cuenta a la hora de calcular esa variable. En los controles se rellena un formulario estándar, que ya incluye datos relevantes como la hora a la que se recoge la muestra de orina y si el deportista está tomando alguna medicación. En un futuro cercano se quiere solicitar de la WADA (Agencia Mundial Antidopaje) la inclusión de la raza, algo que en principio no debería plantear problemas éticos, ya que en los formularios ya se incluyen otros datos personales como la edad y el sexo.


Los investigadores implicados en este trabajo ya han pedido una ampliación del proyecto para hacer una segunda parte que desean que sea de dos años para perfilar los resultados obtenidos hasta la fecha. Y, como asegura también Muñoz Guerra, para intentar descartar los posibles fallos que se hayan cometido durante el estudio. Él mismo reconoce que la ampliación del proyecto durante 2013 y 2014 servirá para desarrollar el modelo matemático.


Reconocen los investigadores que les hubiera gustado que se aplicase la nueva fórmula matemática para los juegos olímpicos de Londres, pero todavía hay que demostrar la validez del trabajo y eso lleva mucho tiempo, "aunque la WADA ya es conocedora del estudio y está trabajando en esa línea".


Valores éticos
La profesora Martín Escudero tiene claro que la lucha contra el dopaje tiene unos valores éticos y la WADA ahí no quiere interferencias políticas ni de ningún otro tipo. Los responsables internacionales de esta lucha "tienen claro que es esencial para que perviva el olimpismo y sus principios. Los ídolos de los niños no son banqueros ni políticos, son deportistas y por eso es tan importante saber que el deportista está limpio. Son un ejemplo a seguir".


También reconoce la dificultad de esta lucha, porque "es como la oficina fiscal, que siempre llega tarde, aunque cada vez se busca articular sistemas para pillarles cuanto antes. En esto del dopaje hay, no muchos, pero sí algunos científicos que ganan mucho dinero. El deporte de alta competición tiene un problema que es la gran cantidad de dinero que mueve la gente que vive de ello y algunos son capaces de intentar cualquier cosa para aumentar el rendimiento del deportista del que viven y con ello de sus beneficios. Eso sí, aunque la iniciativa parta de otro, siempre hace falta el conocimiento del deportista para doparse".


De momento, de las miles de muestras que llegan al Laboratorio de Control de Dopaje, entre un 2 y un 3 por ciento son adversas. Descartadas las que tienen permisos (de tipo médico, por ejemplo), al final son sólo entre un 1 y un 2 por ciento las que acaban en sanción. El sueño del Consejo Superior de Deportes es que ese porcentaje llegue al cero.

 

Las malformaciones de los esteroides

Las XXXI Jornadas de Formación Teórica y Práctica para la Habilitación de Agentes de Control de Dopaje, celebradas a finales de enero de 2012 y organizadas por la Escuela Profesional de Medicina de la Educación Física y el Deporte de la Facultad de Medicina y la Agencia Estatal Antidopaje, presentaron, entre otras muchas cosas, los efectos secundarios de los esteroides anabolizantes.


Estos efectos son distintos en el hombre y en la mujer, y van desde cuadros leves y reversibles hasta procesos muy graves que afectan a la vida del sujeto. Entre algunos de esos efectos están la impotencia, los problemas cardiacos, el cáncer de hígado, el desequilibrio hormonal, el aumento del colesterol y la depresión.


Uno de los elementos más apreciables a simple vista es la hipertrofia de la masa muscular. La generación de la actividad de la mitocondria muscular mediante la adicción de los esteroides anabolizantes determina un incremento en la masa o del volumen, de ahí que en deportes como el fisioculturismo su uso resulta evidente. Los volúmenes de masa muscular obtenida y la definición son impensables con una rutina de trabajo de pesas en el gimnasio, por muy dura que sea, y no tienen nada que ver con el somatotipo de los humanos, es decir, están más allá de los valores que se utilizan de manera habitual para estimar la forma corporal y su composición, principalmente en atletas.

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