El salón de actos de la Facultad de Ciencias Químicas ha acogido un acto homenaje al profesor Odón Arjona Loraque, recientemente fallecido. El decano, Francisco Ortega, ha señalado que "este 2019 está siendo sido un año especialmente duro y complicado" tanto para la Facultad como para él, "por la pérdida de tantos compañeros excelentes como Alfredo Pérez Rubalcaba, José Aracil, María Antonia Lizarbe y Odón Arjona". Tanto el decano como el resto de participantes en el acto destacaron que el químico homenajeado tenía dos grandes pasiones en su vida: la Facultad y su familia, a los que les dedicó su tiempo, siempre con alegría, con sensatez y con concordia.
Si el decano de la Facultad de Químicas, Francisco Ortega, destacó que Odón Arjona siempre "tenía la Facultad en su cabeza, y una parte muy importante de su cabeza era la Facultad, por lo que sus indicaciones y sugerencias siempre daban en el clavo", el vicerrector de Relaciones Internacionales y Cooperación, Dámaso López, añadió que no sólo tenía a Química en su cabeza, sino que "tenía los estatutos completos de la Universidad Complutense", lo que permitía regular sus intervenciones y "mostrarse firme en sus ideas, pero defendiéndolas de tal manera que nadie se sintiera molesto por ello".
María Luz López, directora del Departamento de Química Orgánica, agradeció la presencia a todas las personas que han llenado el salón de actos en un homenaje "en el que se quiere dedicar un recuerdo muy especial para alguien con una trayectoria excelente en investigación, docencia y gestión". Recordó la profesora, que Arjona ocupó durante más de 30 años numerosos cargos en la Facultad, y "su compromiso con Químicas fue tan grande que ni siquiera quiso abandonarla para ser vicerrector, aunque se le propuso en muchas ocasiones".
El primer recuerdo que tiene la directora de Departamento sobre Arjona se remonta a los tiempos de su tesis doctoral y, poco después, ya como profesores, impartieron asignaturas juntos, lo que le permitió comprobar su "excelente capacidad para la docencia".
Una capacidad que no perdió con los años, como testimonió Patricia Izquierdo, que habló en nombre de los alumnos de la Facultad, y que recordó a Arjona como "un profesor cercano, capaz de empatizar con los alumnos, alguien a quien le apasionaba dar clases y que conseguía además que a los estudiantes les apasionase su asignatura". Añadió la estudiante que "más allá de ser un profesor excelente era buena persona, atenta con sus alumnos y que incluso sabía utilizar las palabras adecuadas para pedirte que trabajaras más".
Aparte de sus clases y su relación con la directora del Departamento, con quien "hablaba mucho de sus hijos María y Pablo, de los que estaba muy orgulloso, así como de su mujer Marga", también tuvo una relación muy estrecha con Reyes Jiménez-Aparicio, quien fuera decano de la Facultad, y que contó con él en su equipo y que piensa que "tras la pérdida de Odón y Alfredo, ahora el mundo no será igual, será mucho peor".
Del carácter de Arjona, Jiménez-Aparicio destacó su lealtad, su prudencia, su inteligencia, su enorme capacidad de trabajo y su "capacidad para conocer a la gente con solo unas palabras, una intuición que era siempre acertada". Añadió que "aunque no era un tipo presumido, le gustaba vestir bien e ir cuidado, con su chaqueta de punto, su corbata y sus zapatos relucientes, daba igual cómo fuera el tiempo".
Cuando Reyes fue nombrado decano de la Facultad le encargó a Arjona la responsabilidad de la Biblioteca, en unos tiempos muy difíciles, como recuerda Adela Tercero, la directora de por aquel entonces, porque "hubo muchos recortes presupuestarios, pero él dejó claro que quería mantener y mejorar los recursos bibliográficos en formato digital, en papel y en las bases de datos". Por todo ello, tuvo que trabajar en varios frentes, como lograr dinero para mantener las adquisiciones, y "consiguió con su buen hacer que se mantuviesen las subvenciones para la adquisición de revistas y bibliografía básica".
Entre los muchos elogios que Tercero dedicó al homenajeado sobresalen que "era un hombre encantador, amable, simpático, familiar... Siempre te podías dirigir a él para pedirle un consejo o la resolución de algún problema. Fue un amigo entrañable y un apoyo enorme para su trabajo".
A todo ello, Dámaso López añade otros rasgos, como "su amabilidad; su pulcritud en todo lo que hacía y decía; su elegancia sin esfuerzo; su sentido del humor, porque era un hombre muy divertido con sus comentarios prudentes y era serio cuando había que serlo". Su pérdida, de acuerdo con el vicerrector es "irreparable, porque Odón era la persona necesaria, ya que representaba valores como diálogo, debate, progreso, triunfo de las ideas que nos lleven a una universidad mejor... A muchos nos ha inspirado y ha sido un ejemplo imborrable".
Tras las palabras de todos sus compañeros, que estuvieron acompañadas de varias piezas musicales interpretadas por un cuarteto de cuerda, su mujer, agradeció a la Complutense, y a todo su personal, el tiempo y el cariño dedicado a este homenaje y reconoció que "ese Odón del que todos han hablado aquí era el mismo" que conocían en casa.