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Martes, 19 de marzo de 2024

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La Cumbre sobre Clima y Salud propone una batería de medidas, a la espera de que los políticos las apliquen

Este 7 de diciembre, la Facultad de Medicina de la UCM se ha convertido en la sede de la Cumbre global sobre Clima y Salud 2019, en lo que Enrique Ruiz Escudero, consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, ha calificado como "un lugar idóneo para debatir sobre los temas de salud y para poner en práctica las mejores técnicas que nos capacitan para luchar contra el cambio climático". El rector Joaquín Goyache, recordó que la Complutense está institucionalmente muy implicada con esta Cumbre y con esta defensa de "la vida en el planeta, ya que si queremos que nuestras sociedades progresen y que la vida permanezca tendremos que trabajar todos juntos". Una idea que expresó también Jeni Miller, directora ejecutiva de la Alianza Global sobre Clima y Salud, y que también ha quedado reflejada en la propia Cumbre, en la que participan unas 600 personas de en torno a 50 países diferentes.

La capacidad de España y, en concreto, de Madrid, para organizar una Cumbre como esta en tan solo tres semanas fue señalada por María Neira, directora de Salud Pública y Medioambiente de la OMS; Javier Arias Díaz, decano de la Facultad de Medicina, y María Luisa Carcedo, ministra de Sanidad, Consumo y Bienestar Social.

 

Carcedo aseguró que "los humanos y el resto de seres vivos estamos preparados para respirar un aire limpio entre 8 y 16 veces por minuto y los bebés hasta 44 veces, con lo que están triplemente más expuestos. A pesar de eso, vivimos y respiramos un aire contaminado, que está dañando la salud humana".

 

De acuerdo con la ministra, "la evidencia científica ha demostrado que la contaminación del aire es responsable de muchas enfermedades, el impacto no es neutro en la salud, y en la población infantil se produce incluso con concentraciones menores, corren más riesgo de desarrollar otras enfermedades crónicas como asma, alergia... Y también incluso afecta en el crecimiento intrauterino, de tal manera que los recién nacidos sean más pequeño y con menos peso".

 

7 millones de muertes prematuras cada año

Una de las cifras que más se ha utilizado en la Cumbre ha sido la de "7 millones de muerte prematuras cada año provocadas por la contaminación, de las cuales 600.000 son niños y niñas". El dato lo dio tanto la ministra española como María Neira; Michelle Bachelet, alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, y Diarmid Campbell-Lendru, investigador principal de Cambio Climático y Salud de la OMS.

 

Por ello, y teniendo en cuenta que a nivel mundial, más del 90% de la población infantil vive en entornos con niveles de contaminación atmosférica superiores a los que la OMS considera como perjudiciales, es evidente que "las consecuencias del cambio climático son ya una emergencia de salud pública".

 

Hay que recordar que además de la contaminación del aire hay otras muchas amenazas climáticas como son el aumento de las temperaturas, los episodios meteorológicos extremos, el aumento de enfermedades transmitidas por los mosquitos y otros insectos... Como afirma Carcedo, "esto no es una distopía apocalíptica, es una realidad cotidiana en nuestras vidas".

 

Medidas en positivo

El informe 2019 de Lancet Coundown, que reúne datos de 35 instituciones de todo el mundo, afirma que estamos siendo lentos a la hora de enfrentarnos a este problema y "la inacción tiene un coste que no nos podemos permitir, la acción debe ser enérgica desde todos los sectores sociales, incluyendo la complicidad de la ciudadanía".

 

María Luisa Carcedo asegura que desde el ministerio de Sanidad están desarrollando un enfoque que incluye la salud en todas las políticas, lo que recoge "nuestro compromisos con la UE y los organismos internacionales como la OMS", y que describirá los principales factores ambientales que influyen en la salud humana y establecerá las medidas para proteger la calidad del aire y de agua, así como la gestión de riesgos públicos, la radiactividad, la radiación ultravioleta, el ruido...

 

Enrique Ruiz Escudero, consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, informa de que en esta comunidad autónoma se está trabajando "para ser el referente de la Agenda 2030, y para ello se ha creado un Consejo Asesor integrado por todos los agentes implicados, que garanticen una vida sana, y una política transversal para combatir los riesgos sobre nuestra salud al tiempo que promovemos la prevención en salud pública y mental, desarrollando temas de vacunación con cobertura universal y gratuita, también control de productos contaminantes y de las consecuencias de las olas de frío, calor y contaminación atmosférica".

 

María Neira tiene claro de que hay que cambiar el discurso, haciéndolo positivo, "hay que salir y decir dónde se pueden poner medidas, no sólo crear el pánico". Opina que quizás hasta ahora se han dado esos mensajes apocalípticos sobre que vamos a desaparecer, pero lo que necesitamos es "comenzar a reciclar, usar las piernas o la bici, presionar a los políticos y votar solamente a aquellos que tienen la idea de reducir la polución del aire, a aquellos que tienen un buen plan estratégico de salud medioambiental".

 

Michelle Bachelet coincide en que lo que funciona es "que la gente sienta que pueda hacer cosas, necesita que le hablen de soluciones y de esperanzas, son las dos únicas cosas que hacen que la gente se movilice". Añade que se pueden promover también mejores formas de consumo, y aunque "algunos esfuerzos se están haciendo, no lo hacen a la velocidad que necesitamos, hace falta que está más gente comprometida, todos debemos estar comprometidos".

 

Así lo destacó también François Paulette, de las 8 Primeras Naciones, quien reconoce que jugar con sus nietos es un regalo, y ese regalo es la vida, una vida diferente a la occidental, en un mundo donde no funciona el teléfono móvil, pero donde la crisis afecta igualmente al norte del paralelo 60, donde ven cambios todos los días y no se puede predecir qué va a ocurrir mañana, como sí podían hacer antiguamente. Asegura que su conocimiento es infinito y su historia va más allá de cuando comenzaron a vivir en armonía con la naturaleza, y "aunque ese conocimiento no es transferible y algunas veces es contrario al occidental, los acontecimientos que afectan a un mundo afectan a los dos, así que se puede, se debe, trabajar juntos".

 

Otros casos presentados en la Cumbre, más allá de las fronteras occidentales fueron los de Tuvalu y Nigeria. Isala Taape, ministro de Salud de Tuvalu, vive en uno de esos países insulares que el IPCC concluye que va a ser devastado en un futuro cercano, así que en su caso no sólo se trata de preservar la salud, las cosechas o las infraestructuras, sino también la preservación de su tierra, su cultura y sus tradiciones, y sobre todo el futuro de sus hijos. Para Taape también el diálogo es fundamental, porque permite compartir ideas y conocer posibles soluciones para protegerse, ya que todos los países deben mejorar sus políticas en esta lucha colectiva, y "las soluciones deben centrarse en salvar la vida de la gente de este planeta".

 

En la misma línea se expresó el ministro de Salud de la República Federal de Nigeria, Emmanuel Osagie Ehanire, quien pidió colaboración internacional, respetando "el aire, el agua, la tierra, así como la fauna y la flora".

 

Una cuestión política

Nick Watts, director ejecutivo de Lancet Countdown sobre Salud y Cambio Climático, tras resumir brevemente el informe que salió hace tres meses de su asociación, en el que se marcan los retos y las medidas más importantes sobre el cambio climático, concluye que "es un problema enorme para la salud y si respondemos o no a ese problema no es una cuestión tecnológica, económica o financiera, es simplemente una cuestión política, una cuestión de la gente, de las redes, de todos los que estamos aquí".

 

Yasna Palmeiro Silva, del Instituto para la Salud Global, del Universtiy College de Londres, habla del caso concreto de Chile, donde trabajan tanto en olas de calor como en incendios forestales y contaminación del aire. Las recomendaciones para esos tres problemas, que son trasladables a otros países, son "una respuesta proactiva en salud pública, no reactiva, incluyendo una vigilancia epidemiológica relacionada con el calor para medir quiénes han sido los más afectados y dónde viven; una comunicación efectiva entre la dirección meteorológica y la población en general; tener una protección efectiva para todas las personas más vulnerables y otorgarles una respuesta según sus necesidades, tan sencillas como fuentes para recargar botellas que mantengan la hidratación y con ello quitar contaminación plástica; incrementar las zonas verdes en áreas urbanas, porque ayudan a disminuir la temperatura y protegen la salud de la población; manejar los bosques saludables, conectándose con la flora nativa; tener planes a nivel nacional, regional y local y que sean intersectoriales para evitar y prevenir una mayor extensión y la ocurrencia de estos eventos; promover medidas de prevención basándose en el empoderamiento comunitario; proveer un acceso universal a un transporte público eficiente, bueno y bajo en carbono; promover las vías de caminata o carriles bici, que sean vías seguras, algo que sólo ocurre en algunas ciudades, y reducir la quema de madera con subsidios para cambiar a una transición del uso de combustibles mucho más limpios".

 

Cristina Linares Gil, investigadora de la Escuela Nacional de Sanidad del Instituto de Salud Carlos III, trabaja en el impacto en la salud de los extremos térmicos, también de las sequías y de las partículas en el aire, conociendo que la geografía es fundamental en los diferentes impactos del clima.

 

Informa Linares Gil que desde 2004, a nivel estatal se ha puesto en marcha un plan nacional basado en los umbrales epidemiológicos, vigilando población anciana, niños y otros grupos de riesgo como embarazadas, población laboral que trabaja al sol, y personas con otras enfermedades.  Con esos planes de prevención frente a altas temperaturas, junto a la cultura del calor de la divulgación de los efectos "se ha conseguido que bajase de un riesgo de un 15% a un 2% en la década 2004-2013, pero se sabe que en el futuro se acentuarán las olas de calor, aumentando su frecuencia".

 

Según las estimaciones de la AEMET y la proyección de los peores horizontes la temperatura subirá 1,6 grados hasta 2050 y hasta 3 grados a final de siglo, aunque los efectos de ese aumento se podrán mitigar con "mecanismos de adaptación de la población, tanto a nivel demográfico como económico y urbanístico, para conseguir aumentar las temperaturas umbrales para reducir el impacto. Es necesario y urgente un sistema de vigilancia integrado, que nos permita abordar todo el conjunto de riesgos para que no falle el sistema de salud nacional".

 

Diarmid Campbell-Lendru, investigador principal de Cambio Climático y Salud de la OMS, añade que "los sistemas de salud nacionales son las herramientas fundamentales para proteger el planeta del cambio climático, algo que no se está haciendo mal, aunque sí se está haciendo fatal en el tema de la financiación".

 

Los jóvenes

Campbell-Lendru presentó un panel de jóvenes, a los que denominó "los hijos de la crisis climática", provenientes de Bahamas, Canadá, Filipinas y España y que hablaron de las medidas posibles para luchar contra esta situación. Para Charles Hamilton, de Bahamas, lo fundamental es declarar la crisis climática a nivel nacional en todos los países y "apoyar a la gente joven que no somos los líderes del mañana, en realidad somos los líderes del hoy en esta lucha".

 

Megan Kerr, de Canadá, estudiante de Medicina y activista climática, añadió que "hay que humanizar las negociaciones climáticas, sabiendo que los médicos tienen una gran responsabilidad en ese cambio". También Carmen Corrales, de España y estudiante de quinto curso de la Facultad de Medicina de la UCM, defendió el papel de los médicos y que "hay que pasar a la acción, para defender lo que nos permitirá sobrevivir como especie: la salud".

 

Por último Allan Jay Quesada, de Filipinas, mostró su trabajo fotográfico de niños, víctimas de los muchos tifones que asolan su país cada año, y que "sonríen, aunque en realidad sufren, debido a los efectos que tiene el clima sobre la educación, la sociedad y la salud" en su país.

 

Jeni Miller, en su papel de maestra de ceremonias, reconoce que cuando vio las primeras protestas de jóvenes se sintió avergonzada porque "los adultos no hemos conseguido los logros propuestos", pero ahora siente que en esta lucha es fundamental que trabajemos todos juntos.

 

Haciendo progresos en el clima y la salud

En el plano de medidas puestas ya en marcha, Mandela Barnes, vicegobernador de Wisconsin, explica que en cualquier nivel del gobierno se pueden tomar decisiones, aunque en países como el suyo, Estados Unidos, al final "todo es cuestión de dinero", y hay otros problemas como la violencia con armas que suelen tapar los efectos del cambio climático.

 

Además, "cuando se hacen argumentos de salud para cambiar la opinión pública en el caso del cambio climático hay mucho ruido de gente que piensa que reducir polución acabará con el trabajo, así que lo único que se puede hacer es intentar acabar con el ruido, algo muy difícil, porque tiene mucha influencia entre los políticos y la población en general".

 

Matt Whitney, analista de Clean Air Fund, también cree que "se puede actuar a nivel local, aunque sabemos que los problemas para el aire son globales, así que es fundamental reducir las emisiones de gases contaminantes".

 

Esperanza Caro Gómez, directora general de Desarrollo Sostenible de Sevilla, habla en nombre de la red española de Ciudades por el Clima, sabiendo que la tendencia a agruparse en ciudades es cada vez mayor y los problemas se acrecientan, pero también pueden ser más fáciles solucionarlos. En las ciudades se concentran ciudadanos con actividad económica, empresarial y cultural, haciendo que algunas ciudades sean invivibles, por la contaminación en el aire y el agua, así que "lo fundamental es mejorar la calidad de vida de los ciudadanos y para eso hay que cambiar el paradigma de las personas". De acuerdo con ella, las ciudades gestionan la movilidad y la gestión y tratamiento de agua y residuos, y "si se trabaja en red se consigue sacar de la confrontación política un problema tan importante como el cambio climático, porque sólo se podrá conseguir solucionar de forma colectiva".

 

Para Caro Gómez "es además fundamental que el sector sanitario sea el primero que se pronuncie, porque la sociedad general le tiene mucho respeto, que se declare la emergencia climática a nivel municipal y que se den incentivos fiscales a aquellos que hacen las cosas bien, premiando a los que hacen autoconsumo en su vivienda, usando menos combustibles fósiles".

 

Por su parte, Madeleine Thompson, investigadora principal de Cambio Climático y Salud de Wellcome Trust, considera que el principal reto para una asociación como la suya es encontrar la independencia política.

 

Crisis humanitarias actuales

David Noguera, presidente de MSF España, explica que muchas de las crisis humanitarias actuales están exacerbadas por el cambio climático, así que "se puede decir que la crisis humanitaria es una crisis climática". De hecho, tiene causas y consecuencias globales, con algunos lugares especiales que se corresponden con un incremento de mortalidad y morbilidad en esos sitos donde hay una gran degradación climática y grandes riesgos medioambientales.

 

Critica Noguera que los problemas medioambientales y las crisis son inseparables de los fallos políticos, como las muertes que se producen en el Mediterráneo, y afirma: "Nunca pediremos permiso para rescatar a gente, por mucho que digan algunos políticos". Declara además que siente un cierto nivel de falta de responsabilidad por parte de los políticos, que fallan de manera sistemática para ayudar a la gente, debido a una visión cortaplacista terrible, y a que se gastan muchos más recursos en el Ejército que en la solución de los problemas medioambientales, sólo para proteger los privilegios de las sociedades ricas.

 

Explica Noguera que "para MSF no hay nada mas sostenible que salvar y recuperar a la gente de los problemas actuales, no hay que caer en la dicotomía en las soluciones a largo plazo permitiendo que las personas sufran hoy". Por lo tanto habrá que hacer que los gobiernos y las industrias respondan mitigando las emisiones y ayudando a aquellos que sufren, revirtiendo la situación y confrontando la situación.

 

Incluso en países como Canadá se han visto olas de calor, tormenta extremas e incendios imparables en los últimos años, como afirmó Gigi Osler, ex presidenta de la Asociación Médica Canadiense. Y todo eso "ha afectado a la salud de los habitantes, en muchos aspectos y aunque es muy fácil ver los efectos físicos ahora se están estudiando los impactos psicológicos, que son menos visibles, pero igual o incluso más terribles".

 

Osler concluye que hay que movilizar a la sociedad contra los problemas provocados por las emisiones de gases contaminantes, y que "hay que trabajar por el mundo actual, por nuestros hijos y por las generaciones futuras".

 

Renee Salas, del Instituto de Salud Global de Harvard, invitó a los moderadores de las diferentes sesiones a hablar de sus conclusiones, entre las que se incluyen trabajar de manera más creativa, incluir a más sectores para colaborar, comunicar mejor, empezar con una aproximación en lo local y luego elevarlo a niveles regionales y nacionales, conseguir que la gente joven hable de manera efectiva a los políticos, trabajar en los espacios educativos, elevar las peticiones de los pacientes, aumentar los datos para conocer mejor la realidad, comunicar con planificadores urbanos y de ahí que salgan las soluciones que escalen en la escala política, conocer los datos de las naciones en desarrollo para que no cometan los mismos errores que hemos cometido en otras partes del mundo, conocer las realidades de los diferentes países y sistemas agroalimentarios como las cooperativas e incluir estos temas de la alimentación en los Objetivos de Desarrollo del Milenio.

 

Termina Salas con una historia de un hombre que llegó moribundo a su clínica, y se preguntaron cuál debía ser la prioridad para salvar a esa persona. Al final, el paciente se salvó gracias a que había todo de médicos especialistas y enfermeras, técnicos trabajando juntos, y esa es "una metáfora de cómo debería funcionar el tema de la lucha contra el cambio climático y sus consecuencias".

 

Andy Haines, profesor de la London School de Higiene y Medicina Tropical, explica que todos los implicados en Ciencias de la Salud han estado en esa situación y que "es importante salvar a ese paciente, que ahora mismo es el planeta y la vida en la Tierra, como foco de nuestra preocupación, así que nuestra salud y la de nuestros sistemas debería estar en el centro del debate político, sin ninguna duda".

 

Insistió en que la energía para continuar con esta lucha se debe sacar de trabajar juntos, para lograr que en esta época del Antropoceno se ayude y se salvaguarde la salud humana gracias al conocimiento y a la manera de presentar ese conocimiento. Otro gran reto es el de la implementación de las medidas, porque hay muchos intereses económicos que se basan en modelos que no externalizan la contaminación y no pagan por ellos en sus países.

 

Uno de los primeros pasos que hay que dar es investigar más en los problemas mentales que está causando el cambio climático. También hay que contrarrestar las falsas noticias y la desinformación, que "son lo contrario a la ciencia, y también las noticias que nos producen un alejamiento psicológico de lo que está ocurriendo en el mundo".

 

Aparte, hay que defender a los colegas activistas que sufren presiones, e incluso asesinatos, por defender al planeta; encontrar diferentes maneras de reunirse para no contaminar tanto; implementar medidas en las ciudades para reducir las emisiones; presionar a los gobiernos para que incluyan la sostenibilidad y la salud en sus políticas, y encontrar soluciones apoyadas por profesionales de la Salud.

 

Haines apuntó, por último, que "el fracaso no es una opción, ni tampoco el pesimismo".

 

Cerró la jornada el decano de Medicina, Javier Arias, quien reconoce tener tres sentimientos tras esta larga Cumbre: de agradecimiento, a todos los que han tenido un papel estelar en la organización de este evento en la Facultad; de satisfacción, por cómo ha salido todo, a pesar de algún imprevisto y contratiempo, y, por último, de sentirse involucrado personalmente y como institución, porque "la UCM a partir de ahora va a luchar por involucrarse cada vez más en este tipo de eventos, y eso será bueno para nosotros, nuestros estudiantes y las futuras generaciones".

Javier Arias Díaz, Joaquín Goyache, Jeni Miller, María Neira, María Luisa Carcedo y Enrique Ruiz EscuderoEl rector Joaquín GoyacheMaría Luisa Carcedo, ministra de Sanidad, Consumo y Bienestar SocialMaria Neira y Michelle BacheletNick Watts, director ejecutivo de Lancet Countdown sobre Salud y Cambio ClimáticoYasna Palmeiro Silva, del Instituto para la Salud Global, del Universtiy College de LondresCristina Linares Gil, investigadora de la Escuela Nacional de Sanidad del Instituto de Salud Carlos IIIDiarmid Campbell-Lendru, investigador principal de Cambio Climático y Salud de la OMS Isala Taape, ministro de Salud de TuvaluEl ministro de Salud de la República Federal de Nigeria, Emmanuel Osagie EhanireAllan Jay Quesada, Carmen Corrales, Megan Kerr y Charles HamiltonMandela Barnes, vicegobernador de WisconsinMadeleine Thompson, científica principal de Cambio Climático y Salud de Wellcome TrustMatt Whitney, analista de Clean Air FundEsperanza Caro Gómez, directora general de Desarrollo Sostenible de SevillaDavid Noguera, presidente de MSF EspañaGigi Osler, ex presidenta de la Asociación Médica CanadienseRenee Salas, del Instituto de Salud Global de HarvardAndy Haines, profesor de la London School de Higiene y Medicina TropicalJavier Arias Díaz, decano de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense
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