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Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid

Viernes, 29 de marzo de 2024

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Gatos, erotismo y mucha literatura

El 8 de noviembre el paraninfo de la Facultad de Filología ha acogido la segunda sesión de los Diálogos transatlánticos, organizado por el Departamento de Literaturas Hispánicas y Bibliografía. Las invitadas en esta ocasión, presentadas por la directora del Departamento, Esther Borrego, y el decano Eugenio Luján, han sido las escritoras Ida Vitale y Clara Janés. Luján considera que esta serie de diálogos se están convirtiendo en "una experiencia de lujo, que sirve para poner en comunicación a escritores (de momento escritoras) de las dos orillas del océano Atlántico", idea que apoyó Borrego, quien recordó que quienes pasan por estos diálogos "están unidos por una lengua, pero también por una cultura y un espíritu, porque al final y al cabo somos países hermanos". Y más allá de la lengua, las dos participantes en el diálogo han encontrado otros puntos de unión, como su amor por los animales y la defensa del erotismo.

 

La profesora Pilar Palomo, encargada de moderar el diálogo, aseguró que estar aquí sentada le hacía volver a los 17 años, a este escenario donde estrenó obras de teatro y donde organizó un homenaje al profesor Ángel Valbuena Prat. Recuerda que por aquí la policía entraba a caballo y "era tremendo porque los pobres animales resbalaban, los estudiantes corrían delante de las cargas policiales, así que los asientos se quitaban incluso de las gradas para que los estudiantes no se reuniesen aquí". "Este edificio y este paraninfo es mi juventud", recalca Palomo.

 

Tras bromear con su edad, Palomo informó de que Clara Janés es solamente la décima mujer que ha entrado en la RAE mientras que Ida Vitale también es una de las pocas mujeres en haber conseguido el Premio Cervantes. Considera la presentadora que hay otras afinidades entre ellas, como que las dos tienen una formación universitaria y un acercamiento propio al feminismo.

 

Ida Vitale leyó su poema Fortuna, que dedicó "a una gran parte de la audiencia", y Clara Janés reflexionó sobre La voz de las mujeres acalladas, realizado a raíz de encontrar un libro sobre el suicidio que la dejó estupefacta, porque estaba conformado por "poemas de las mujeres afganas, las peor tratadas del mundo, que viven completamente tapadas y, entre otras muchas cosas tienen que sufrir que sus hijos las peguen desde que tienen 8 años para demostrar su virilidad. Llaman a sus maridos, niños o viejos, el pequeño horrible". Aquel libro estaba publicado por Bernard Noel y cuando Janés intentó contactar con él descubrió que quien había hecho la selección de los poemas había sido asesinado precisamente por hacerla.

 

Diferencias de género

Cree Palomo que algo tuvo que facilitar el que las dos escritoras hayan sido afortunadas en su vida, quizás el ambiente familiar de Clara Janés o la familia de Ida Vitale, que pertenecía a la elite cultural de Montevideo. Palomo reconoce que en su época no había problemas de tipo jurídico, pero las mujeres sí sufrían persecución como colectivo, incluso algún profesor las dividía en féminas y varones, y ponía a las mujeres detrás, y las dividía por días para hacer exámenes, y les hacía a ellas unos más difíciles.

 

Vitale reconoce no saber qué ocurría en Montevídeo en los años 40, pero ironiza que le "resulta rarísimo estar en una charla que tenga como tema la diferencia entre hombres y mujeres, porque en Uruguay habría vaciado la platea, ya que están aburridos del tema". La escritora afirma que nunca sintió formar parte de una categoría disminuida. "Fui a un colegio privado, fundado por José Pedro Varela, muy respetado en Uruguay por ser el primero que se preocupó por la escuela en el siglo XIX, y allí las mujeres sentíamos que los muchachos eran los diferentes, pero nunca hubo ninguna intimidad", reconoce. Hizo allí el Liceo preparatorio, envidiando a una amiga suya que lo hizo en los preparatorios oficiales, donde no había puertas entre medias entre chicos y chicas, pero nunca sintió que hubiera diferencias, "más allá de las obvias y bienvenidas". Vitale reconoce que se siente "un poco agresiva por tener que señalar una cosa que aquí se ha llevado a un extremo un poco decorativo".

 

Clara Janés piensa que hay una parte de moda en las cuestiones de género, pero leyó Una mujer de Ida Vitale para mostrar, de todos modos, que la situación de la mujer era diferente en Uruguay que en España. Vitale aclaró que aquel poema lo escribió en México, que es "un país muy peculiar que no tiene nada que ver con Uruguay, que es un país de importación, donde no hay uruguayos puros, de hecho nadie sabe lo que es". De manera sarcástica aseguró que "al principio hubo algunas tribus indígenas que se fueron eliminando de manera muy respetuosa y quedaron españoles e italianos, y luego  la guerra de Europa proveyó de todas las variedades posibles".

 

Janés confiesa que el último verso de ese poema le inspiró a ella para crear otro que es un análisis de todas las etapas de la mujer durante la Historia. Cuenta que el poema se publicó enseguida, se tradujo al inglés, Vitale lo leyó en Austin, escribió inmediatamente a Janés y desde entonces comenzaron una relación de diálogo transatlántico.

 

Los animales

La poesía de Vitale ha ido inspirado a Janés en otras muchas ocasiones, por ejemplo en otro poema sobre un conejo, en el que se dice que es inútil amar lo que te ignora, y "de ahí salieron diez poemas, y otros diez y otros diez, en tres días seguidos", lo que se convirtió en una de "las experiencias más gozosas" que le han pasado en su vida. Ida Vitale bromea que ella delega todo en los conejos, que son animales que vienen de su recuerdo de una tía que los tenía, pero no los mataba, sólo los miraba.

 

Por su parte, Pilar Palomo hace un inciso y cuenta que ella vive con cuatro gatos, al que añadirá pronto uno más que ha criado su hija a biberón, antes de opinar que "el tema de los animales es importantísimo en Vitale porque los lleva a la poesía y a la prosa, pero a partir de una vivencia personal, como una vez que se puso a acariciar a un sapo".

 

Janés cuenta que ella tiene dos gatos enterrados en su terraza, uno que se acercaba a la radio cuando sonaba música buena y otro que un amigo encontró en su puerta, que era igual que el suyo y que se murió casi al mismo tiempo, así que los enterraron a los dos juntos. Aprovecha la ocasión Janés para leer su poema El gato compañero, justo antes de que la moderadora considere que "las afinidades gatunas son también absolutas entre las escritoras".

 

El humor

Donde no coinciden, por ejemplo, es en el humor, mucho más destacado en Ida Vitale. Una muestra de ese sentido del humor es un cachorro que tuvo al que bautizó Macedonio Fernández, y a quien a veces llamaba Mace para abreviar. Cuenta la Premio Cervantes que Onetti se puso celoso porque no le hubiera llamado como él, sino como el escritor argentino, "uno de los grandes, oscurecido un poco por Borges, hay que leerlo".

 

Como se pudo escuchar en el diálogo, el humor en Vitale es incesante, aunque ella asegura que sobre todo en la prosa, mientras que "en la poesía hay mucho amor, pero a la vida, al cosmos, a la naturaleza, a los animales y las plantas". Según Vitale esa pasión debe ser heredada porque en su casa había un libro de Jean-Henri Fabre, quien "dedicó toda su vida a los bichitos y demás, que era muy usual en la época". Ella no lo leía como estudiante, sino porque estaba en la biblioteca que heredó en su casa, que también tenía colecciones de semillas, plantas, bichos... "Aquello era la naturaleza en germen que tenía en cajitas, y que respetaba tanto como los libros heredados", asevera.

 

El erotismo

Según Palomo, Eros, de Clara Janés, fue el libro donde por primera vez en la poesía española femenina se hablaba directamente del acto sexual, de la belleza del cuerpo, y los alumnos de Ciencias de la Información, donde la moderadora daba clase, "estaban expectantes ante lo que se podían encontrar, pero allí se hablaba de la mística de Santa Teresa, así que los alumnos se quedaban con una cara... en aquel año 1981".

 

En 1989 Janés publicó otro libro que era una caja llena de resonancias míticas, místicas, orientales, españolas, que es casi una sacralización del sexo, lo que la propia autora reconoce que fue el resultado del intento de conquista, de un señor muy guapo de su edad, que se restistía, y luego resultó que era impotente. Aquel libro "surgió de poemas que escribía cada día para ver si le seducía, pero no hubo manera, y llegó un día que se descubrió la verdad de la impotencia, lo que resultó mal en ese sentido, pero bueno en el literario".

 

Metida después en la lectura de los mitos de creación, viajó a Estanbul, y le pareció una ciudad impresionante. De repente allí conoció los mitos hititas, suspendió todo lo que hacía, por primera vez en su vida, y se dedicó dos meses enteros de su vida a un libro. De hecho, ha aprendido incluso persa para traducir a místicos, porque para ella "el misticismo es lo mismo que el erotismo, es una cuestión de un amor llevado a un extremo tan grande, que según Santa Teresa, después del éxtasis tendréis ganas de morir".

 

Aunque admira a esa escritora, lo que realmente es su "llamarada" es la obra de San Juan de la Cruz, que es quien la lleva a escribir, y poco a poco, en contacto con otras lecturas, a atreverse a contar historias.

 

Para Vitale, sin embargo, escribir no tenía ningún mérito, porque era hija única, y descubrió pronto que la felicidad era leer y escuchar música clásica. Concluye la Premio Cervantes reconociendo el papel del lector en la crítica de su obra, porque "a veces un simple lector corre más adelante que las academias, que necesitan un poco más de tiempo para organizarse".

Ida VitaleClara JanésEl 8 de noviembre el paraninfo de la Facultad de Filología ha acogido la segunda sesión de los Diálogos transatlánticos, organizado por el Departamento de Literaturas Hispánicas y Bibliografía. Las invitadas en esta ocasión han sido las escritoras Ida Vitale y Clara JanésEl decano de Filología, Eugenio Luján, y Esther Borrego, directora del Departamento de Literaturas Hispánicas y BibliografíaLa Premio Cervantes Ida VitaleLa escritora Clara JanésEugenio Luján con Pilar Palomo, moderadora del diálogo
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