El trío de artistas El Enigma de la Fruta imparte la conferencia más curiosa que se ha visto en la historia de la Facultad de Bellas Artes.
"¿Qué sentido tiene una sociedad que se enriquece más y más y no hace más feliz a nadie? Ser idiota es un lujo, es dar un paso adelante. Los idiotas son la gente del futuro". La cita, al parecer extraída de la película Los idiotas, de Lars Von Trier, ilustra el vídeo que realizaron los tres miembros del colectivo El Enigma de la Fruta para celebrar su primer aniversario. Casi un año después de eso, han protagonizado la que probablemente haya sido la conferencia más divertida que los alumnos han podido ver y escuchar en el salón de actos de la Facultad de Bellas Artes.
Unos días antes de la conferencia titulada "La creatividad como fruto, digo... como futuro", la Facultad se había llenado de unos peculiares carteles en los que un fieltro rosa recordaba a un rostro de monstruo infantil, así que el gancho ya estaba echado. Por fin, el día 3 de febrero, con el auditorio completamente lleno, comenzó el espectáculo. Uno de los miembros del grupo repartió mandarinas con una pegatina en la que se podía leer "El enigma de la fruta es la pera". Tras la entrega uno de los miembros se apoyó en la mesa y comenzó a impartir la que podía ser una conferencia al uso sobre creatividad, pero pocos segundos después finge que recibe una llamada por un pinganillo invisible y le avisan de que una pera se ha escapado de la cafetería. Al instante aparece otro de los miembros del grupo disfrazado de pera y bailando al son de Bob Marley. Las sorpresas todavía tenían que completarse con el tercer artista, que aparece disfrazado con un triquini al estilo Borat. Comienza entonces una persecución con la música de Benny Hill de un lado a otro del salón de actos y el público mientras pasándoselo en grande.
El siguiente acto de la performance saca a los tres del auditorio y los reúne en los urinarios. Allí les vemos, gracias a un vídeo, y mientras mean se plantean si será necesario explicar al público qué es lo que han hecho y por qué. Pronto vuelven a su lugar, se sientan y cuando parece que van a explicar lo que hacen, inician una interpretación al estilo Tricicle (aunque con bastante más gracia) y pronto invitan a todo el mundo a que suba al escenario a tomar un piscolabis y ya está.
El Enigma de la Fruta dirige sus trabajos "a un público que no busca la reflexión previa y planteando metáforas fáciles de entender". Una de sus misiones principales es promover el juego, conseguir arrancar sonrisas y alegrar la vida de la gente, lo que no es nada fácil, pero es evidente que lo logran. Explican que se les presentó la propuesta de dar una conferencia en la universidad y decidieron afrontar el reto sin ser muy conscientes de lo que implicaba realmente. Como no se veían "capaces de teorizar acerca de la creatividad" decidieron presentarla "in situ" y ponerla en bandeja.
Así nos hicieron partícipes de su arte y de su alegría de vivir. Y aprendimos que ser idiotas (o al menos fingir que se es idiota) es algo delicioso y, sobre todo, muy divertido.