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Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid

Viernes, 19 de abril de 2024

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“Si quieres ser subversivo, lee”, el punto final al II Festival de Filosofía

Bajo el título "La censura contra la imaginación. El arte cercado por el integrismo", el Centro Centro Cibeles del Ayuntamiento de Madrid ha acogido, en la tarde del 14 de noviembre, la clausura del II Festival de Filosofía, organizado por ese consistorio, la Fundación Santillana y la Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense. El divertido, a la vez que provocador, debate de clausura ha recaído en Fernando Castro, profesor de Estética de la Universidad Autónoma de Madrid, y Marian López Fernández-Cao, profesora de la UCM y asesora del vicerrectorado para la Escuela Complutense Latinoamericana, moderados por Jaime Rubio, periodista de Verne. Basilio Baltasar, director de la Fundación Santillana Cultura, ha recordado que este Festival es "un programa de entrenamiento destinado a recuperar las buenas costumbres perdidas". Considera Baltasar que "los tertulianos actuales presumen de su desfachatez", y que su trabajo consiste en "poner en escena la mala baba de las malas artes, de hecho al tertuliano triunfante le basta con imputar y ridiculizar a su antojo, porque sólo desea destruir la reputación de los demás". Fue incluso más allá y aseguró que "alentado por una audiencia cautiva puede llegar a ser presidente de los Estados Unidos, y ese es el creciente poder y atractivo de la vulgaridad", y aunque sólo fuese para frenar esa tendencia habría tenido sentido este Festival de Filosofía celebrado en Madrid.

 

Fernando Castro comenzó su participación en esta clausura con la proyección de una batería de imágenes de todo tipo, desde las relacionadas con la "censura patriótica" a Dani Mateo por limpiarse la nariz con una bandera; a la retirada de una obra de políticos presos en ARCO; a la desaparición de Apu de los Simpsons; a las declaraciones de Carmen Martínez Bordiu afirmando que su abuelo había sido un gran feminista; al arte como una "horterada que no cesa, como los bolsos de Jeff Koons, que no copian ni los chinos de lo cutres que son"; Dalí, con su "particular borrón", con el cuadro que le hizo a la nieta de Franco, e incluso la pancarta "Refugees Welcome" que estuvo mucho tiempo colgando en la fachada del ayuntamiento y que no fue más que "un brindis al sol".

 

Ante esa avalancha de referentes, Marian López Fernández-Cao, aceptó el reto, aunque reconoció que prefiere los salones de té y las tertulias del 27 a la esgrima con la que metafóricamente se han planteado estas sesiones del Festival de Filosofía. Centrando el tema en la censura, consideró que la auténtica censura es la gran hipocresía que existe en nuestra historia del pensamiento, "que hace que los documentos de cultura sean documentos de barbarie, porque quien escribe la cultura es quien decide lo que hay y lo que no, lo que es valioso y lo que no". Por ejemplo, "los grupos subalternos como las mujeres, los no occidentales y los pobres no aparecen en la Historia, y esa es la auténtica censura, la que hace que la mirada, en lugar de reconocer al otro, lo utilice a su antojo".

 

Aseguró la profesora complutense no estar a favor de la censura, pero sí de una crítica activa para "hacer nuestra propia historia". Puso como ejemplo, la performance Queridas viejas, de María Jimeno, en la que se dedica a recortar el manual clásico de Historia del Arte de Ernst Gombrich. En ese libro "no aparece ninguna mujer, así que Gimeno se dedica a incluir a esas artistas que deberían estar, pero que no lo están".

 

Fernando Castro recuerda que el debate sobre el heteropatriarcado y el canon occidental, que "para Harold Bloom era un pleonasmo, porque no podía existir arte más allá de Occidente", dio lugar a "una de las mayores contribuciones del activismo desde los 70 para aquí, que ha sido el feminismo".

 

El temor al desnudo y la pornografía 

López Fernández-Cao presentó la serie de Sandro Botticelli, La historia de Nastagio degli Onesti, basada en el Decameron de Bocaccio, como una muestra clara de esa tradición patriarcal que "reconoce que el cuerpo sólo está relacionado con el sexo y el pecado, y como la pulsión, en la sociedad occidental, es masculina el cuerpo que está vetado suele ser el femenino, y eso deriva en que el sexo tiene que ver con la violencia, lo que es muy preocupante".

 

Fernando Castro considera, sin embargo, que en el poder no hay una censura ni un temor a la desnudez, sino que en realidad se hace un uso político de ello. Para el conferenciante, "el que hoy en día se perturba por el deseo lo hace por puro cachondeo", y reconoció jocoso que a él le "perturba más ver cómo baila Rajoy con aquel palante patrás, que es una escena biopolítica de porno duro".

 

Para Castro, "desde que declinó el complejo de Edipo, ya no hay nadie que pueda decir que le perturba la desnudez y la pornografía". Esta última, en un sentido etimológico, "no es más que una atención muy meticulosa a los detalles, otra cosa es que detalles quiere el poder que veas". Bromeó con que a nadie le produciría un colapso si los tres presentes hicieran un striptease, "eso no tendría efectos patológicos".

 

Para López Fernández-Cao lo importante es ver qué buscamos cuando miramos y no tiene tan claro que nos quedemos tan tranquilos viendo pornografía, porque considera que "hay una mirada patriarcal, unida a la violencia, del voyeur que quiere ver a quien no quiere ser vistos". Insistió en que le inquieta "sobre todo, la mirada de posesión hacia las mujeres, y hacia todos los grupos que no tienen nombre".

 

Informa la complutense  que en el Museo Arqueológico Nacional, en la parte de Grecia, hay un texto de Diógenes Laercio que es quien funda el pensamiento occidental en el que "da gracias por ser griego, no extranjero; humano, no animal; y hombre, no mujer. Y esa es la sociedad que tenemos, que destroza a los animales, a los extranjeros que mueren a miles en el Mediterráneo, y a las mujeres".

 

La imaginación

Considera López Fernández-Cao que la imaginación, el otro término de esta sesión filosófica, está sobrevalorada. "¿Es libertad? No necesariamente lo es, ni atención al otro, ni cuidado con el otro, sino que puede ser todo lo contrario. Normalmente lo que se censura es el desnudo de los cuerpos debido a esta tradición judeo-cristiana que considera que el cuerpo desnudo es sexo y eso deriva en poder y violencia".

 

Según la profesora de la UCM, "el imaginario lacaniano pretende una mirada narcisista, un espejo que devuelve a uno mismo engrandecido". Por eso, ella apuesta por una "imaginación como un lugar de emancipación, como decía Hanna Arendt". Recuerda Fernando Castro que "la imaginación tiene un papel central en la configuración del conocimiento, sobre todo desde Francis Bacon, y a partir de ese papel será fundamental en el empirismo inglés. Kant la sitúa dentro de las categorías en relación con el esquematismo, y tanto Fichte, como James y Sartre también le dieron un papel importante". Para entender mejor el concepto de imaginación recomendó la lectura de la entrada que hay sobre ella en el "mítico diccionario de filosofía de Ferrater Mora".

 

Para Castro, la imaginación que aparece en el rótulo del debate es sencillamente la ideología neoliberal, o el elemento rector de esa ideología, "porque no es algo que nadie censure realmente, sino que es el elemento central del neoliberalismo: sé creativo, ten una dimensión estética... Con ello se nos vende la precarización de las formas de la subjetividad contemporánea, entregándote a los mundos de los cuentos, con artistas que se autoexplotan por amor al arte". Consideró que los tres presentes sobre el escenario del Ayuntamiento de Madrid eran un ejemplo perfecto de sujetos reprimidos por la ideología de la imaginación.

 

"No cobramos nada, ¿dónde está el parné? Hemos venido por la cara y esto es un desastre total, es un delirio total. Lo mejor es que estoy encantado, lo cual supone que me tendrían que torturar públicamente, porque soy un neoliberal horroroso que vengo a hablar de sinvergüenzas cuando yo soy el primero, que hablo sin cobrar", afirmó irónicamente Castro.

 

El postureo de la doble moral

Tras considerar que "la imaginación es el pasteleo puro, es el postureo, no sirve para nada", Fernando Castro contó la anécdota de hace unas semanas cuando montó la exposición de Toni Miró en La Marina de Valencia. Le llamaron y le dijeron que quería hablar con él el obispo de Valencia en directo en la COPE. Castro narró así esa llamada: "Una voz claramente obispal me dijo que si yo era el comisario tenía que clausurar la exposición vergonzosa y repugnante donde las esculturas se masturban. Yo le dije que eso era prodigioso, que el día que eso ocurra sucederán cosas inexplicables. Entró también en directo uno del Foro de la Familia y me dijo que era la vergüenza de España. Habló en plan La casa de la pradera, con ese concepto de la familia antiguo. Le dije que yo era un seguidor de su doctrina y que me acababa de convertir y que iba a ir a su casa a Barcelona porque era una bellísima persona, para reconciliarme con ellos y para jugar con los videojuegos de sus hijos, y que si en su casa era puritano estricto y no jugaban nunca a cacerías atroces que se pueden ver en los videojuegos cancelaría la exposición". Cacerías de videojuegos que López Fernández-Cao mostró con el ejemplo de Red Dead Redemption II, donde se puede asesinar, de mil maneras a una sufragista.

 

Para Castro esto no es más que "una doble vara de medir, como el libro del estilo de El País, que solo sirve para limpiarse el posteriori". Asegura el profesor de la Autónoma que "la doble moral contemporánea es un postureo demencial, y lo pavoroso no es la censura, es la cantidad de bazofia que consumimos cada día".

 

Considera Castro que "hoy la polémica es la del integrismo cultural, la del debate entre Rosalía y el Niño de Elche, pero el gran drama es que no sabemos de filosofía, pero sí quién dijo: Andreíta cómete el pollo".

 

¿Filosofía redentora?

A pesar de eso, Fernando Castro le quitó hierro a la posibilidad redentora que tiene la propia filosofía, porque "en relación con el arte, la censura y la imaginación, hay que saber que Platón fue ya el primer censor del arte, porque uno de los principales vectores de censura del arte es la filosofía, que dice que al poeta hay que expulsarle de la ciudad". A través de toda la historia de la filosofía el arte se consideraba sensibilidad y eso se asociaba con una cierta feminización, la fantasía, la imaginación, y por tanto fuera de la propia filosofía, se consideraba "la loca de la casa".

 

El poder de la imaginación sólo "se recuperó a partir de Fichte, pero no hay una defensa filosófica de la imaginación, sino un fonocentrismo, un logocentrismo, un falocentrismo, así que es un sistema de exclusión de otras cosas como la Literatura, las mujeres, e incluso el otro, es el olvido de la diferencia". De hecho, "el feminismo que llegó tras Derrida tuvo que desmontar el canon de la filosofía de su falocentrismo, pero también la misoginia de Freud y Lacan, así que la filosofía no ha ido nunca de la mano del arte".

 

Además la filosofía no nos va a redimir de eso, porque "cada vez que sale un filósofo en la tele te dan unos retortijones que te mueres, con una dimensión sotanosáurica, como cuando habla Marina sobre la educación que sube el pan". Criticó Castro a "los que van ahora de filósofos, estos nuevos teóricos que hablan de Gramsci... hay que poner una serie de palabras en cuarentena, como los situacionistas, hay que tratarlos mal, porque ni interpretan el mundo ni lo quieren cambiar". "¡Dios me libre de las apoteosis filosóficas, no vaya a ser que convirtamos a la gente en sotanosaurios!" exclamó jocoso.

 

Crítica y lectura

En referencia a videojuegos violentos y otras imágenes, la profesora López Fernández-Cao que "que nada se debe de prohibir, pero sí se debe criticar" aunque reconoció que a sus hijos si se lo censura porque banaliza la violencia. Explicó la complutense que hay varias posturas fundamentales sobre la censura, una es más instrumentalista, que implica prohibir en la medida en que hace que no se produzcan niños agresivos. Stuart Mill señala que "en cualquier caso si lo hacemos de manera instrumentalista nos situamos en una posición jerárquica que puede hacer que lo que prohíbo se convierta en dogma".

 

Reconoce que se puede ver belleza y violencia en una misma obra, pero "yo tengo derecho a criticarla y a hablar de lo que significa en el presente, así que tiene que haber un límite, pero no uno que venga desde arriba, porque nos hemos dejado usurpar la capacidad de juzgar y tenemos que recuperarla".

 

Informó Fernando Castro, sobre el artículo 19 de los Derechos Humanos que define la libertad de expresión, pero que al mismo tiempo introduce una serie de restricciones estatales y entre ellas "la trampa de la moral pública". Explica el profesor que "la idea del bien común parece que está más allá de toda discusión, y que se considera el referente último, cuando en realidad hoy el principal agente que socava la libertad de expresión es la comunidad. La censura no la ejerce Facebook ni Google, sino que es la del auditorio, y de ahí los linchamientos digitales". Considera que con este mundo de las redes "hemos consumado la idea de la aldea global de MacLuhan en el peor de los sentidos de lo pueblerino". Castro, que no quería vivir en el pueblo porque no quería someterse al intrusismo de la percepción, resulta que hoy vive en "un pueblerenismo digital que se supone que nos ofende, pero eso es mentira, lo que pasa es que estamos más aburrido que la leche".

 

Ironizó con que deberíamos tener un likemetro que te diera minutos al día y también otro botón para hacer de hater, porque "parece que no se puede estar tranquilo sin meter morralla". Frente a esa banalidad recomendó "volver a lo auténticamente subversivo que hay hoy en día que es leer, porque hoy en día la imagen más poderosa es alguien que lee, siempre que no sea El código da Vinci, claro. No hay nada más provocador que alguien que va leyendo La fenomenología del espíritu en el Metro".

 

Coincide Castro con López Fernández-Cao en que "hay que potenciar el pensamiento crítico, tratando de evitar lo perogrullesco. Hay que pensar y actuar contra las obviedades, escapar de las generalizaciones".

El arte

Fernando Castro afirma que hace falta saber qué esperamos hoy en día del arte, porque "ahora los museos están abarrotados, están llenos, y ese ritual de acudir a los museos ha hecho que ya no sean templo de la memoria, sino que son simplemente espacios turísticos". Se preguntó el profesor qué esperamos del arte que cierra este festival de filosofía. ¿Es el arte un factor fundamental de la emancipación? ¿O sirve para domesticar? Para Castro, "hoy seguimos con el ready-made de Duchamp y eso hay que empezar a desmantelarlo, porque o se convierte en un arte ígneo o no será nada".

 

Recomendó el conferenciante desafiar a los ídolos contemporáneos, a las nuevas deidades contemporáneas. "Trump triunfa por la política de lo políticamente correcto, se dice que es muy expresivo, que lo echa todo afuera, que es muy claro... Frente a eso hay que reivindicar la opacidad, el secreto, la timidez, y cuando seamos capaces de hacerlo estaremos capacitados para desmitificar las grandes palabras, que son las grandes falacias".

 

Reconoció que con la proyección de algunas imágenes y con algunos de sus comentarios, a lo largo de este debate se han cometido varios delitos y "tiene uno que frenarse porque piensas que tienes que saber en qué ligas estás funcionando, también con los círculos perversos que genera la censura". Añadió que "Antonio García Ferreras, que crea un clima de performance continuo, entrevistó a Santiago Sierra y este dijo que daba las gracias a ARCO por completar su obra. Algunos están como locos porque se censure o que alguien se escandalice, aunque sea de su familia. De todos modos, en realidad la situación de este país es muy preocupante no con la censura, sino con la justicia".

 

Por último, Castro recomendó la lectura de dos libros recientes que hacen la autocrítica de la retórica del mundo del arte como un mundo sin domesticar. Lo que no tiene precio, de Annie Le Brun, en la que se dice que el arte contemporáneo es cómplice de la catástrofe, y Teoría de la retaguardia, como sobrevivir al arte contemporáneo (y a casi todo lo demás), de Iván de la Nuez.

Fernando Castro, Jaime Rubio y Marian López Fernández-Cao en la clausura del II Festival de FilosofíaBasilio Baltasar, director de la Fundación Santillana Cultura, una de las instituciones que ha promovido este Festival de FilosofíaFernando Castro, profesor de Estética de la Universidad Autónoma de MadridMarian López Fernández-Cao, profesora de la UCM y asesora del vicerrectorado para la Escuela Complutense Latinoamericana
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