"Dialogando con Emilio Lledó en la Facultad de Bella Artes" ha sido el título del encuentro que ha mantenido el filósofo con estudiantes este 5 de diciembre. La charla ha tenido lugar dentro la cátedra Autric Tamayo y en ella Lledó ha hablado, fundamentalmente de la educación, pero también de otros muchos conceptos como la belleza, la creatividad, su pasión por los libros, la conciencia ecológica y la no deseada, aunque factible, vuelta a la caverna platónica.
Emilio Lledó se presentó a sí mismo como una persona a la que le "encanta dibujar, aunque sin formación ninguna de arte". Reconoció que esta era la primera vez que estaba en la Facultad de Bellas Artes, pero también que se siente muy familiarizado con el arte, ya sea el que le realizan y regalan sus nietas como el que le ha acompañado a lo largo de su vida. "He tenido la suerte de vivir en Alemania casi 15 años y allí he vivido mucho el arte, así que estoy feliz de estar en esta Facultad porque el arte es una de las grandes manifestaciones de la cultura", aseguró. Aparte de la Filosofía reconoce que le interesan temas como las ánforas griegas y de hecho hubo una época en que se dedicó a estudiarlas en detalle.
¿Arte o artesanía?
Adrián, graduado en Bellas Artes preguntó a Lledó si cree que la gente ve la diferencia entre arte y artesanía, a lo que respondió que sí, "pero son dos cosas que están en el mismo género".
Recordó el filósofo un diálogo de Platón, Hipias Mayor, que es una discusión sobre el arte. En él Hipias habla con Sócrates sobre la belleza y ya surge el tema de arte o artesanía. Según Lledó "nacemos en el arte como nacemos en las palabras, el lenguaje es un arte y es un azar lo que somos, dónde hemos caído, pero ese azar es donde estamos y por eso llamamos a la lengua en la que por casualidad hemos nacido, lengua materna. ¡Qué bonito, qué hermoso!".
Como eso es algo casual tenemos que "crear una lengua matriz, la lengua que somos, la que hacemos y el arte forma parte de eso, como una estructura más abstracta, más generadora de sensibilidad y la artesanía tendrá algo que ver más con utilidad".
Existen las dos palabras, pero "que los griegos llegasen hace 24 siglos a tener esa idea de la belleza, que llegasen a crearlo es impresionante". Para Lledó, ese "pueblo pobre, el griego, creó casi lo que somos, con la filosofía y la ética que se inventa Aristóteles en tres escritos, porque apenas se escribía". Según el fílósofo, "la palabra ética tenía que ver con ethos, la guarida donde habitualmente se refugiaba un animal, su cobijo, por eso la ética es nuestro cobijo, la idea que tengamos de bien, de mal". Y esa idea, sin duda, es algo "muy hermoso también porque es la protección, el hábito, la comodidad, nuestra guarida, de la inteligencia, de los ideales que de alguna forma cultivamos".
Concluye de ahí que "la idea de que el hombre es un lobo para el hombre es una majadería infinita, porque realmente los ideales de la cultura, del arte, de la ética, son un elemento de bondad, de creatividad, no de mordisco, de dentellada".
La creatividad en la educación
A Natalia, de cuarto de carrera, le gustaría saber qué habría que cambiar en la educación en el arte para enfocarlo más a la educación en la creatividad. A lo que Lledó responde con un ejemplo: "Cuando iba a los museos de Berlín, ya de mayorcito, tras la caída del muro, me sorprendió ver que iban niñitos de 10-12 años con una profesora. Entraban allí, se sentaban y se les veía escuchando la explicación en el museo vivo".
Piensa además que "es fundamental la formación artística, porque estamos atravesados por dos flechas: el lenguaje y la sensibilidad, eso es lo que constituye al ser humano". En relación con eso cuenta que en Leipzig fue a dar un paseo y vio a un grupo de niños, unos 30 o 40 de unos quince años, con un par de profesores, y se pusieron en torno a la estatua de Bach. "Eso es cultura, eso es aprender, no los exámenes, y esa creación de la sensibilidad se hace en la escuela desde el principio".
Recordó Lledó que su gran maestro, Francisco López Sancho, fue uno de la república en Vicálvaro, y nunca jamás le enseñaron en bachillerato y en la universidad lo que él. Les hacía leer media página de El Quijote un par de veces a la semana y le pedía sugerencias de la lectura, algo que nunca más le han hecho en su vida educativa. Considera el filósofo que aquello "era una gran educación en la sensibilidad, en la creatividad, en tu lengua matriz, que es lo que realmente eres, la que construyes, con tu idea del mundo y tu personalidad".
De manera tajante asegura que odia, le repugna "repugna la propaganda que apuesta por la vida laboral tras los estudios, esa es la muerte de la sensibilidad, es la manera más perfecta de perder la vida. Hay que dejar al estudiante que se apasione, y luego ya se ganará la vida". Para Lledó es "una enfermedad de nuestra enseñanza, en nuestro país, el obsesionar a los muchachos con que los estudios son para ganarse la vida".
Otro problema que ve el filósofo es el aumento de la tecnología. Reconoce que estamos en un mundo de comunicación, pero él para enterarse necesita pasar el tiempo con sus dedos, necesita tocarlo. "En mi biblioteca tengo bastantes libros y cuando los miro y los veo recuerdo mi vida, cuando estaba en Heidelberg o Berlín, y veo todos esos libros que me acompañan en mi vida y me imagino que tuviera colgando en la pared cuatro e-books, y eso es otra cosa". Confesó con humor que es "un poco apasionado en cuanto al papel", y debe ser porque ha "cumplido algo más de cuarenta años".
El alma en las manos
Manuel, que terminó Bellas Artes hace cuatro años quiso saber cuál es la mejor pedagogía para enseñar arte. Lledó reconoce no tener experiencia en ese tema, pero confía en que "en la Facultad de Bellas Artes la enseñanza debe ser distinta y debe ser fruto de una praxis diferente".
Recordó que hay un texto de la filosofía griega que dice que el hombre piensa porque tiene manos y "Aristóteles tiene un texto maravilloso que dice que el alma es como la mano de todas las cosas". Según Lledó "la palabra alma viene de algo tan físico y real como respirar, de lo que somos, lo que se mueve".
En relación con eso, asegura que a él la Filosofía le gusta porque es la interpretación de la vida, de los grandes conceptos, y asegura que si hubiera otra vida le gustaría ser maestro de escuela y le gustaría enseñar Historia del Arte o dedicarse a la pintura.
Añade Lledó que "una señora que ha tenido importancia en la política de nuestra ciudad decía que los maestros tienen que hacerse respetar, pero eso sólo se consigue con la pasión en lo que se enseña". Él, por su parte, ha sido muy feliz, en sus cincuenta años de profesor, porque creo que "la educación es la base, como decía Kant. El hombre es lo que la educación hace de él, y yo creo profundamente en eso. Somos la manera en la que nos han enseñado y el amor de lo que nos han transmitido".
La necesidad de una Facultad para enseñar arte
Nacho, estudiante de cuarto curso se plantea si es necesaria una institución para la educación artística, a lo que Lledó responde que "sin duda, porque el arte es una de las grandes manifestaciones de los seres humanos, y hay que saberlo orientar, organizar y animar. Es muy heroico dedicarse a las bellas artes, me parece genial"
Según el filósofo, "la obsesión por el pragmatismo es el hundimiento de todo, incluso de la riqueza material, porque todo parte del apasionamiento. Sin pasión no hay nada. A mí mi maestro me transmitía amor, me transmitía vida".
Añade Lledó que "en cualquier forma de arte, las manos, el darse cuenta de que esa mano es como un alma, es fundamental, así que necesitáis las manos para crear y es algo que yo he descubierto muy tarde. Las manos son tan esenciales, porque son la frontera que nos acerca a la realidad y nos permite modificarla, embellecerla, sea cual sea la idea de belleza". Reconoce, por ejemplo, que una de las cosas de las que está más orgulloso en su vida es en poder leer la Iliada en griego, con eso le basta. Por ejemplo, El poema del mío Cid es de un español que va creándose, pero casi 15 siglos antes, "la Iliada ya era tan moderna como el griego moderno".
La chica de la lata
María Ángeles, otra estudiante de cuarto de Bellas Artes se preocupa por la sobre estimulación tecnológica en las generaciones más jóvenes. Lledó responde con dos nuevas anécdotas.
La primera se plasmará en un pequeño artículo que se llama Chicle en las calles. Informa Lledó de que en torno a donde él vive hay un Corte Inglés que está negro y que le "parece inconcebible que un tío vaya mascando chicle y lo escupa en la calle, que es un espacio común". Frente a algo tan nauseabundo, "la educación para la ciudadanía es esencial".
La segunda de las anécdotas incluye a "tres niñas con el uniforme elegante de un colegio de Príncipe de Vergara. Dos de ellas venían sorbiendo de una lata de Coca Cola y una de ellas tiró la lata al suelo". Lledó la cogió, la tiró a la papelera y le dijo que eso no se hace y la niña le dijo: "Váyase usted, tío viejo, textual". Reconoce Lledó que llegó a su casa "tristísimo porque unas niñas bien comidas, de buena familia, con el uniforme de cuadros tiren la lata al suelo" y que a él con sus ochenta y tantos años le digan tío viejo.
Más allá de la anécdota, Lledó considera que "todo eso viene de la educación, ¿qué le enseñan a estas niñas? En una Facultad de arte cómo está, tan cerca de la creación, se entiende que hay que educar sensibilidad y amor".
Lledó cree en el papel de la política, pero entendiendo que "su característica es, según un texto famoso griego, ser decente". De acuerdo con Lledó, "la decencia es la esencia de la política y eso también tiene que enseñarse en la escuela. Si uno mete en el niño desde pequeño unos grumos pegajosos, ideológicos, has aniquilado sus posibilidades, así que desde la infancia hay que transmitir amor".
El final del arte
Marina, también en último curso, se pregunta si el arte tendrá fin. "Espero que no, porque eso sería la muerte", responde tajante Lledó. Y es así porque "la posibilidad de crear la llevamos dentro".
Para ilustrar esta opinión, el filósofo leyó unas líneas de su escrito "En el origen de la corporeidad", en la que habla sobre el Vulneratus Deficiens, escultura en la que "el artista esculpió la idea, la forma mortal que recorre el mármol y resume la historia plena con la que el hombre acabó asumiendo su finitud". Cree Lledó que "el día que perdamos la sensibilidad y que el arte desaparezca volveríamos a la caverna. Es posible, pero yo confío en que no".
Rodrigo, recién licenciado en Bellas Artes, considera que el arte sigue reivindicando lo inútil en contraposición a lo práctico, a lo que el filósofo responde que echar ese conocimiento de las aulas "es una manera de entontecer a la gente". Por ejemplo, la Filosofía fue el origen de la Ciencia, pero "al mismo tiempo de la conciencia crítica, porque querían saber qué eran las cosas y cómo eran".
La demagogia
Un estudiante del público preguntó a Lledó su opinión sobre que ahora se subvierta el mensaje y que sólo domine la demagogia y el sensacionalismo. El conferenciante confesó que cuando escucha tertulias "hay una falta de reflexión sobre las palabras, una falta de educación sobre el lenguaje. Patinamos sobre las palabras y no nos damos cuenta de que sobre esa superficie helada está la vida, la realidad", así que hay una falsificación que le entristece como la trivialización sobre lo que dicen las cosas.
Otro texto de Aristóteles dice que "la política es la mas importante de las ciencias, la más arquitectónica porque lo comprende todo". De acuerdo con Lledó, "un imbécil con poder es gravísimo, porque deforma, un señor que quita la Filosofía, la reflexión, eso es ideológicamente un malvado, aunque no lo sepa, eso es la destrucción de un país. Que nosotros seamos un poco imbéciles no tiene mayor trascendencia, pero que lo haga alguien con poder acaba imbecilizando al país".
¿Existe el arte sin belleza?
"Uf. Buena pregunta", responde Lledó a una estudiante del público. De manera más concreta, le asegura que "el ser, la belleza existe de muchas maneras, pero hay pinturas que pueden parecer feas, en las que también hay arte, aunque quizás también ahí hay belleza, porque la belleza no es sólo una escultura griega, sino que hay muchas formas de belleza, ya que se podría entender como abrirnos a la sensibilidad, es lo que llama a los ojos, lo que inquiere a los ojos, lo que nos mira a los ojos, como los libros que me leen, porque a veces incluso alguno me reprocha que hace años que no lo miro".
Poniendo el acento en la literatura, asegura que es una maravillar coger el Quijote y poder hablar con Cervantes. "Esa infinita posibilidad de diálogo que nos ofrece la literatura es un enriquecimiento maravilloso, una novela de Galdós o un poema de Lorca y dialogar con ellos, o con Machado, es esencial en la vida, y hay que luchar porque eso no desaparezca".
Sin coche
Ante una última pregunta, también sobre el concepto de la belleza, Lledó explica que la "idea de belleza de los griegos respondía a una cultura, a la corporeidad, a lo humano frente a los mitos. Nuestra sociedad es distinta y la idea de belleza no sé cuál será, pero tiene que ver con el sentimiento, con la sensibilidad, porque somos fruto del lenguaje y del amor".
Los ideales, de acuerdo con el filósofo, también hay que educarlos. Puso como ejemplo el hecho de que hace quince años regaló su coche y desde entonces va en transporte público, "y por principio además".
Recuerda Lledó que "puede ocurrir que nos digan que mañana no habrá aire y que se va a ir todo a paseo". En relación con eso, asegura que en Alemania, a finales de los años 80, en Berlín ya iba mucha gente en bicicleta, "los estudiantes de un país que fabrica muchísimos coches van en bici a la universidad. Es cierto que Berlín es más llano que Madrid, pero es una cosa de educación, por eso cuando veo a algunos vecinos míos que dicen que su papá les va a regalar un coche, me enferma".