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Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid

Viernes, 19 de abril de 2024

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La evaluación docente del profesorado

La Ley Orgánica de Universidades (LOU), aprobada en diciembre de 2001, introdujo en la universidad española la necesidad de evaluar sus actividades, algo novedoso hasta aquel entonces. Entre las variables que la LOU consideraba que era necesario medir, se encontraba la actividad docente e investigadora del profesorado universitario. El modo de medir la investigación -basado sobre todo en publicaciones e impacto- mediante los sexenios fue aceptado. En cambio, la evaluación de la actividad docente continúa trece años después siendo motivo de debate y controversia.

Desde 2007 las universidades han ido introduciendo en sus claustros el denominado programa Docentia. La Agencia Nacional de Evaluación, Calidad y Acreditación (ANECA) dio a las universidades unas pautas para que cada una diseñara sus propias encuestas, y posteriormente fue homologándolas. En la actualidad, según los datos de un estudio publicado por la Universidad Complutense en marzo de este año, tan solo siete universidades españolas no lo están implementando (Universidad Europea, Pontificia de Salamanca, Fernando III de Sevilla, Universidad de Sevilla, Universidad Internacional Menéndez Pelayo, Universidad de Navarra y la Universitat Católica de Valencia -S. Vicente Mártir).
La Universidad Complutense puso en funcionamiento el programa de evaluación de manera inmediata, ya en el año 2008. Como la mayor parte de las universidades, la Complutense invitó a los profesores a someterse a la evaluación de manera voluntaria. Como también sucede en la mayoría de las universidades públicas, a día de hoy la evaluación continúa siendo voluntaria. "Nuestra intención -señala el Vicerrector de Evaluación de la Calidad, David Carabantes- es establecer de manera gradual la obligatoriedad de todos los profesores de ser evaluados. Posiblemente, aunque todavía no se ha terminado de consensuar, en la convocatoria de Docentia del segundo semestre de este año, junto a los voluntarios ya habrá un porcentaje, posiblemente del 10 por ciento, de profesores que participarán de manera obligatoria. Todavía estamos articulando la manera de hacerlo, pero la intención es que en unos años todos los profesores se evalúen en Docentia", concluye el vicerrector.

Un dato positivo, que vislumbra que esta futura obligatoriedad no tiene por qué ser traumática, es el incremento de profesores que se presentan cada año a la evaluación. En este curso se han presentado 2.650 voluntarios, en comparación con los 2.320 de las dos convocatorias de un año antes.

Poco uso
Un reciente estudio publicado por la Universidad de Castilla La Mancha ha analizado el uso que se está haciendo por las propias universidades de los resultados obtenidos en Docentia. Aunque cada universidad -el estudio las analiza una a una- utiliza sus propias palabras para describir lo que hace, lo cierto es que a día de hoy estos usos son poco menos que simbólicos o como mucho tienen un mínimo peso en el reconocimiento de ciertos procedimientos administrativos (acreditaciones) o en complementos salariales. Eso sí, en algunas universidades los resultados están siendo analizados en pos de conocer las mejores prácticas docentes.

Como señala el vicerrector David Carabantes una de las utilidades que puede tener Docentia para una universidad es presisamente esa: detectar las buenas prácticas docentes. "Se puede crear una especie de catálogo de buenas prácticas que puestas en común nos marcarán un modelo Complutense de calidad docente". Incluso, como señala la profesora de Psicología, Rosario Martínez, participante en el proyecto de innovación docente que está analizando los puntos débiles de Docentia para realizar propuestas de mejora (ver recuadro), el análisis de las evaluaciones "quizá nos podría llevar a una aproximación del retrato robot del buen profesor".
Ana García Moreno, Luis Perdices de Blas, Aránzazu Aparicio Vizuete y Pablo Moreno Ger, son cuatro de los profesores complutenses que han participado en las convocatorias de Docentia desde su implantanción. Los cuatro, además, han aparecido al menos en dos ocasiones entre los veinte profesores con mejores calificaciones en este programa de evaluación docente.

Poco reconocimiento
Además de contar cómo imparten sus asignaturas, qué estrategias emplean para motivar a sus estudiantes o cómo establecen la relación profesor-alumno, los cuatro profesores han opinado sobre el Programa, los motivos que les llevan a presentarse a cada una de sus convocatorias, la posible obligatoriedad del mismo o el escaso peso que tiene la evaluación de la actividad docente en la trayectoria profesional del profesorado universitario.

Sobre este último aspecto, la opinión más tajante es la de la profesora de la Facultad de Ciencias Biológicas Ana García Moreno: "Estar volcada en la docencia prácticamente me ha hecho renunciar a mi carrera como investigadora. Ha sido mi suicidio profesional". García Moreno no entiende que haya restricciones a los méritos docentes: "se reconoce la participación en un máximo de dos proyectos de innovación docente", y no hay límites a los sexenios de investigación. "Si me presento a una cátedra suspendería por no tener mejor currículo investigador. Pero bueno, es algo que tienes que aceptar. Yo he elegido dar todo lo que puedo al alumno, en vez de centrarme en mi carrera profesional".
Para paliar en cierta medida esta situación, la profesora García Moreno publica desde hace 8 años la revista digital Reduca. "La idea surgió para dar un ISSN a los trabajos docentes de los profesores y así puedan aparecer como un criterio de valoración en sus currícula. Se publica cualquier cosa que tenga que ver con la docencia: apuntes, conferencias, vídeos de clases, trabajos de fin de grado o máster, trabajos en congresos científicos, casos clínicos... Esta revista -concluye la profesora García Moreno- es el mayor orgullo de mi carrera, ya que está sirviendo para dar valor al trabajo docente".

A la profesora de la Facultad de Farmacia Aránzazu Aparicio no le parece mal que la investigación tenga protagonismo en la evaluación del profesorado, "pero no que la docencia no se valore prácticamente nada. Es en sí una contradicción porque, por ejemplo, entre los indicadores de calidad de una universidad está su índice de aprobados y eso, está claro, está muy vinculado a la dedicación de los profesores".

El catedrático de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales y antiguo decano, Luis Perdices, es algo más moderado en su manera de ver esta divergencia en el reconocimiento de investigación y docencia, aunque coincide en el fondo. "A los profesores -señala- básicamente lo que se nos valora es la investigación, que sí que tiene relación con la docencia, porque un profesor que está publicando en revistas y tiene sexenios está muy informado de la bibliografía básica y eso se nota cuando da clase. Pero realmente en la estructura educativa no se está valorando la docencia. Dicen que es muy difícil de valorar, pero creo que habría que hacer el mismo esfuerzo que se ha hecho para valorar la investigación. Es difícil porque la docencia no se puede evaluar solo con datos, es un bien inmaterial, pero hay que hacer el esfuerzo".

Obligatorio
El profesor de Informática Pablo Moreno tampoco ve bien ese mínimo peso de la evaluación docente. "Docentia solo te vale para si llega el caso recibir una palmadita en la espalda. Si acaso para ciertos complementos anuales te piden haberte presentado una vez en los últimos cinco años a Docentia. Y a mí una vez en cinco años me parece demasiado poco. Creo que debería ser obligatorio, aunque eso sí, cuando el modelo esté suficientemente bien depurado. Por ejemplo, se valora mucho el porcentaje de aprobados, cuando hay asignaturas hueso que deben ser asignaturas hueso. Quienes las imparten tienen un hándicap para conseguir buenas evaluaciones casi por definición. Deberíamos ir a que sea obligatorio, pero no todas las asignaturas son comparables. La universidad debe resolver ese tema".

Como Pablo Moreno, los otros tres profesores también considerarían positivo la obligatoriedad de participar en Docentia de todos los profesores. "Yo -considera Aránzazu Aparicio- participo porque creo que lo que piensen los alumnos de mí me puede hacer mejorar. Es más, una mala nota no me la tomaría como algo negativo, sino como un mensaje para mejorar. Por esto, lo haría obligatorio. Creo que como mínimo cada dos años deberíamos evaluarnos de forma obligatoria. Te hace estar más actualizado, mejorar y no estar tan tranquilo". "Sí, creo que tendría que ser obligatorio que todos los profesores se evaluasen. En cualquier organización pública o privada el que está arriba del todo tiene que saber cómo funcionan sus trabajadores. Docentia es una referencia, te da un sesgo. Es como el índice de inflación, que no hay que tomarlo como un dato exacto sino como una tendencia", valora el profesor Luis Perdices.

Retrato robot imposible
Si algo queda claro tras hablar con estos cuatro profesores es que realizar una especie de retrato robot del docente excelente sería harto complicado. Por supuesto, los cuatro tienen cosas en común: utilizan en mayor o menor grado Campus Virtual, pero consideran que el contacto directo con los estudiantes es fundamental a la hora de ser un buen profesor; buscan la amenidad combinada con el rigor; creen que la clave de los buenos resultados académicos de los alumnos pasa por la motivación que el profesor sea capaz de despertarles, e incluso consideran que un alto número de suspensos en una asignatura es un fracaso para el docente. En lo que ya no coinciden es el manera de llegar a esos puntos de común, y es que como afirma el profesor de Informática Pablo Moreno, "cada profesor tiene su propio libro de truquillos, que emplea cuando le es necesario".

¿Qué evalúa Docentia?
El profesor que se somete a Docentia recibe una valoración de su actividad de 0 a 100 puntos. El mayor peso de la evaluación recae en las respuestas que dan los alumnos a un cuestionario de 18 preguntas. Todos los estudiantes matriculados en la asignatura de la que el docente desea ser evaluado, pueden participar en la encuesta, pero para que la evaluación sea válida deben cumplimentar el cuestionario al menos 7 alumnos. Para favorecer la participación de los alumnos en las encuestas, los Centros, apoyados por el Vicerrectorado de Evaluación de la Calidad, cada vez están dando más opciones para su cumplimentación. La manera más extendida de participación es a través del cuestionario en Internet (ya está disponible para los participantes en la primera convocatoria de este curso), pero en las últimas convocatorias está creciendo el número de centros que facilitan la cumplimentación de las encuestas en la propias clases proyectando las preguntas y facilitando a los alumnos unos mandos para responderlas de manera anónima. En algunas ocasiones en lugar de con mandos se podría hacer a través de una aplicación móvil. La evaluación se completa con un informe de autoevaluación del profesor y las respuestas que da su Departamento y el Centro a unas pocas cuestiones.
El 24 % de la "nota" viene marcado por las respuestas que dan alumnos, profesor, departamento y Centro a cuestiones referidas a la "Planificación, información, organización y coordinación" de la asignatura. En ese apartado, los estudiantes responden a cuestiones como la información que reciben por parte de su profesor del sistema de evaluación que va a emplear, las actividades que van a realizar o la bibliografía que les es recomendada. El Departamento informa sobre el cumplimiento del docente de los plazos que tiene para organizar y planificar la asignatura y si asiste a las reuniones que se realizan con ese objetivo. También el centro confirma si asiste a esas reuniones.
La parte con más peso en la evaluación (44 %) es la que trata de confirmar el adecuado desarrollo de la asignatura. Es ahí donde se computan las calificaciones dadas por los alumnos a su profesor sobre, entre otras cosas, el cumplimiento del programa y de los horarios, su disponibilidad a las tutorías, la utilización que hace de Campus Virtual, si su manera de explicar es clara y comprensible o sobre su capacidad para despertarles interés por la asignatura. Esta parte es completada con las respuestas aportadas por el docente en su autoinforme sobre el uso que hace de Campus Virtual o si elabora materiales didácticos.
El último apartado de Docentia está dedicado, con un peso del 32 %, a los resultados. Aquí el estudiante solo debe contestar una pregunta: "¿La labor docente de este profesor/a me ha ayudado a adquirir conocimientos y competencias?". El resto de la "nota" procede de las actas de secretaría y del autoinforme del docente en el que aporta datos sobre su participación en proyectos de innovación docente o en congresos y seminarios.

Un proyecto de innovación para mejorar Docentia
Uno de los proyectos aprobados en la convocatoria de 2014 de Proyectos de Innovación y Mejora de la Calidad Docente está precisamente dedicado a elaborar propuestas de mejora al actual modelo de Docentia. El proyecto, titulado "Meta-evaluación del programa Docentia de la UCM", lo está llevando a cabo un grupo interdepartamental de la Facultad de Psicología, integrado por una decena de profesores.
"La idea del proyecto -explica la profesora Rosario Martínez, del Departamento de Metodología de las Ciencias del Comportamiento- es ayudar a mejorar el sistema. Estamos analizando la calidad de las encuestas y del propio sistema de evaluación en sí, viendo, por ejemplo, los grados de acuerdo entre las respuestas de los estudiantes y del propio profesor o si tienen utilidad o no las respuestas de los Departamentos y los Centros. El objetivo final -concluye la profesora Martínez- es ver los puntos fuertes y débiles de Docentia y elaborar propuestas de mejora que permitan corregir esas deficiencias".
Como explican los profesores la elaboración del proyecto está siendo ardua, ya que están analizando todas las encuestas de los tres últimos cursos. "Ya hemos conseguido organizar toda la información, que es lo más lento y laborioso, y nuestra idea es que antes de final de año podamos elaborar nuestras conclusiones", informa la profesora Martínez. Todos los datos que manejan son anónimos, es decir no saben ni el nombre del profesor evaluado ni el de las asignaturas.
En el análisis que están haciendo de las evaluaciones los participantes en el proyecto están considerando toda una serie de variables. Así, por ejemplo, están viendo la evolución de los profesores que han sido evaluados en los tres cursos o la relación que hay entre los resultados de las evaluaciones y los resultados académicos de cada asignatura. "Nos gustaría tener en cuenta otras variables -apunta la profesora Martínez- como si influye en los resultados que la asignatura sea troncal u optativa o, por ejemplo, si hay tendencias en las evaluaciones relacionadas con la antigüedad del profesor. Para esto necesitamos que nos faciliten esos datos, lo que no sabemos aún si va a ser posible".
Aunque no es objetivo del proyecto, sus responsables no descartan incluir entre sus conclusiones una tipología de los profesores mejor evaluados, una especie de retrato robot del docente "excelente".

 

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