Grupos de investigación

Ada Salas

Ada Salas nació en Cáceres en 1965. Estudió Filología Hispánica en La Universidad de Extremadura, donde tuvo una beca de investigación. Además de a la escritura de poesía y ensayo, se ha dedicado a la docencia en Institutos de Enseñanza Secundaria.

Ha publicado los siguientes libros de poesía: Arte y memoria del inocente (1988, Universidad de Extremadura, Premio “Juan Manuel Rozas”) Variaciones en blanco (1994, Hiperión, Premio “Hiperión”) La sed  (1997, Hiperión) Noticia de la luz (2003, Escuela de arte de Mérida), Lugar de la derrota (2003, Hiperión), Esto no es el silencio (2008, Hiperión, Premio “Ciudad de Córdoba”), No duerme el animal (2009, Hiperión), que recoge la casi totalidad de su obra hasta ese momento, Limbo y otros poemas (Pre-Textos, 2013) y Descendimiento (Pre-Textos, 2018). En colaboración con el fotógrafo Tete Alejandre ha publicado Reflejos (2006), y son fruto de su trabajo en común con el pintor pintor Jesús Placencia los títulos Ashes to Ashes (Editora Regional de Extremadura, 2011) y Diez Mandamientos (La Oficina ediciones, 2016). En 2021 apareció Criba, que reúne poemas de la autora con obra gráfica de Laura Lio (Pezplata ediciones, 2021).

En 2016 la editorial Fondo de Cultura Económica sacó a la luz la antología Escribir y borrar, que incluye también una selección de su obra ensayística, entre la que cabe destacar: el libro de prosas acerca de la escritura poética Alguien aquí (Hiperión, 2005, El margen, el error, la tachadura (de la metáfora y otros asuntos más o menos poéticos) (Diputación de Badajoz, Premio de ensayo “Fernando Pérez”, 2011), y Lengua del alma (“Poética y Poesía”, Fundación Juan March, 1919).

 

Truena. Están abriéndose

los cráneos de los dioses. Llueve

como si el agua fuera a rebañar las sobras

en el plato del mundo.

Una mujer camina

bajo el agua

y el agua no la borra.

No la ahoga tampoco.

No lo comprendo

cómo

-sin aparente esfuerzo-

bajo

este cielo cayéndose

persiste en

lo que

-sin apenas dudar-

llamaría existencia.

(de Limbo y otros poemas, 2013)

 

Aprender

 

El cambio

de estación. No cesará

la orquesta -no es posible acallar

su melodía -. Escucha. Escucha tal vez puedan dos tristes bailarines

al fin

acompasarse. Tú baila. Tú baila baila baila

                                                                      -si antes

te aferraste

ahora

te desprendes-. Tú baila y mientras bailas

aprende lo que dice -lo que muda

no muere- aprende

lo que dice

la canción del otoño:

          lo que muda

no muere.

(de Diez Mandamientos, 2016)

 

(Elogio del paréntesis)

 

Somos

espacio

–me dijo alguien

hoy–. Espacio

porque somos

nuestra respiración. 

Pocas veces lo siento ese espacio

más bien

lo que siento es el tiempo

–cómo

sin descanso sacude

este lecho de cosas–.

El espacio que sigue al dolor.

La señal que lo cierra.

El gesto de ese trazo

pequeño y vertical

–el arco

que dibuja

el algo que se dobla–. Según dice

la física

para que algo comience es preciso algún modo

–por mínimo

que sea­–

de tensión. Una vez no hubo espacio y allí

germinó la belleza. Sit tibi

terra levis –o sea que algo pueda bullir bajo

su peso–.

(de Descendimiento, 2018)