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Adiós, maestro

Por Manuel Tapia Zamorano

Hoy es un día muy triste porque se ha ido uno de los grandes. Hoy la soledad se agranda y el sentimiento de vacío sacude el alma. El periodismo ha perdido a uno de los grandes clásicos, a un maestro de reporteros que escribió como pocos sobre el horror de la guerra desde la mirada cómplice de las víctimas.

No llegué a formar parte del círculo íntimo de Ramón Lobo, pero la fortuna me regaló dos extensas entrevistas con él en las que pude conocer a la persona y al profesional. También fue muy generoso al aceptar mis invitaciones para que compartiera su sabiduría y los secretos del oficio con los estudiantes de la facultad. Y me crucé varias veces con él por las calles del viejo Madrid para entablar unas breves conversaciones en las que nos poníamos al día de nuestras tareas y proyectos.

 

Era una buena persona, inteligente, de fina ironía y gran sentido del humor. Un placer escucharle hablar sobre la vida, la familia y la condición humana. Y hasta de su Real Madrid, muy presente siempre en sus pensamientos.

Con la muerte de Ramón Lobo perdemos a uno de los últimos representantes de la estirpe clásica de los reporteros de guerra. Se nos va alguien que amó y honró el periodismo, y que sufrió en carne propia las miserias de una profesión tan canalla como hermosa.

Un ejemplo de dignidad y firmeza ante la muerte. El aullido del lobo se seguirá escuchando desde el cielo.

Columna de la profesora Ana del Paso sobre Ramón Lobo

Artículo del periodista de El País Guillermo Altares