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“No entiendo que los alumnos se quejen de que el profesor les recomiende leer sobre lo que tienen que aprender”

Por Manuel Tapia Zamorano

Desde su privilegiada atalaya en el vestíbulo central de la facultad ha sido testigo de los principales cambios que ha experimentado el centro en las últimas décadas. Rodeado de libros y trabajando incansablemente en una modesta mesa en la que apenas cabe el ordenador, su experiencia y su fina mirada le han servido para comprobar cómo han ido cambiando en los últimos cuarenta años los hábitos y las relaciones entre alumnos y profesores.

Ignacio Muñoz Maestre (Madrid, 1961) se licenció en periodismo en 1988 y regenta la librería de la facultad desde los primeros años de aquella década. Su familia fundó el sello editorial Fragua, el primero de España que se especializó en temas relacionados con los medios de comunicación, y cuando surgió la oportunidad de instalar una “sucursal” en el edificio gris, él tomó las riendas del negocio simultaneando sus estudios en el turno de noche para poder asistir a las clases.

 

Nacho, como así le llaman sus amigos, resiste como puede la paulatina caída de ventas y la competencia feroz de las plataformas de venta on line. Reconoce que en su época la facultad era un “hervidero de inquietudes” y que ahora la exigencia de los profesores ha disminuido mucho.

Y tiene muy claro que seguirá al frente de la librería hasta que tenga fuerzas. “Si aguanto y me aguantan, estaré aquí hasta la jubilación. Ya queda poco. Apagaré las luces al salir”.

 

¿Cómo surgió la idea de crear una librería en la facultad? ¿Cómo se gestó la idea, hubo que superar trabas administrativas, fue bien entendida la iniciativa por las autoridades académicas de entonces? ¿Qué diferencias había entre aquel despacho instalado en la primera planta y el actual?

Yo comienzo mis estudios de periodismo en esta facultad en el curso 81-82 en el turno de tarde. Por aquel entonces había dificultades para conseguir los manuales y material bibliográfico relacionado con medios de comunicación. Mi familia regentaba la Librería Fragua, primera española especializada en este tema, y se le ofreció la posibilidad de montar una “sucursal” en la facultad. El tema se decidió de inmediato y yo empecé a compaginar mis estudios con la dirección de la librería, lo que me costó repetir primer curso (antes, si suspendías tres asignaturas, no podías pasar de curso). Al año siguiente me matriculé en turno de noche y de esta forma podía asistir a casi todas las clases. Me licencié en periodismo en 1988 y años después obtuve el Título Especialista en Periodismo Socioeconómico.

En estos más de cuarenta años que llevas en la facultad, tanto en tu época de estudiante como en tu etapa al frente de la librería, ¿qué cambios más notables destacarías en la vida universitaria, los hábitos de los alumnos, las exigencias de los profesores…?

Los hábitos de los alumnos, al igual que de la sociedad en general, han cambiado enormemente. Es cierto que de forma progresiva. Lo más notable es la forma en que se relacionan. Ahora es todo mucho más impersonal, todo se hace a través de los mensajes de texto y de voz. El contacto personal es casi inexistente. Acudes a una conferencia, un congreso, una presentación, y te encuentras con las salas vacías, o con quince o veinte personas; los demás, con suerte, lo siguen online por internet (al menos eso dicen).

Antes la facultad era un hervidero de inquietudes, la cafetería y alrededores era un ir y venir de alumnos. Las aulas, llenas. Muchos periódicos bajo el brazo.

Los profesores, a su vez, se contagian de la tendencia. La exigencia se nota que ha disminuido muchísimo. Antes, si los alumnos no se leían y comprendían el libro recomendado, se les suspendía y punto. Ahora se mira mucho el número de suspensos, ya que los alumnos califican y valoran al propio profesor y eso llega ser negativo para los mismos.

¿Cuál fue la etapa más brillante de la librería, me refiero a la época en la que más libros se vendían y más títulos se exponían en el mostrador?

La librería comenzó con buen pie, era lo diferente y tanto los profesores como los alumnos acudían con asiduidad a ver las novedades y a comprar los manuales recomendados. Por aquel entonces lanzamos la Revista de Información Bibliográfica Fragua, en la que, con algunos artículos de fondo, se incluía una amplia selección de libros con sus pequeñas reseñas. La revista tuvo mucha aceptación y servía para cubrir el vacío existente en materia de comunicación.

¿Qué libros recuerdas como los más vendidos en aquellos años?

Los libros más vendidos eran siempre los referentes a las materias troncales, Economía, Historia, Sociología, Pensamiento Político, etc. ya que de las asignaturas específicas de Ciencias de la Información existía poca bibliografía. Con el paso de los años este asunto se fue solucionando y los profesores comenzaron a publicar sus propios libros y a recomendarlos a sus alumnos, lo que supuso, en no pocas ocasiones, denuncias en los medios de comunicación. Nunca he entendido que los alumnos se quejen de que su profesor -la persona encargada de enseñarles determinada materia- les recomiende leer sobre lo que tienen que aprender.

¿Qué porcentaje de profesores de la facultad han publicado libros en la editorial Fragua?

Fragua, aparte de librería, también disponía desde el principio del sello editorial del mimo nombre, si bien es cierto que en sus orígenes estaba más centrada en temas de filosofía y ciencias sociales. Cuando arrancan oficialmente los estudios de Ciencias de la Información en la Universidad Complutense, en 1971, la editorial Fragua comienza a publicar algún texto sobre periodismo. Con el paso de los años, Fragua se ha convertido en un sello editorial de referencia en el campo de las Ciencias de la Comunicación con más de cuatrocientos títulos cuyos autores son, en su mayoría, profesores universitarios y profesionales de los medios, alcanzado puestos de privilegio dentro del SPI (Prestigio de editoriales, según expertos españoles. Editoriales mejor valoradas por sectores 2022).

¿Cuál crees que es la contribución de este sello editorial al campo de las ciencias de la comunicación?

Fundamentalmente dar visibilidad a temas y autores que no tienen cabida dentro de catálogos de los grandes editores multinacionales, que buscan una rentabilidad inmediata de sus publicaciones.

¿En qué medida han afectado a tu negocio las grandes plataformas de venta on line como Amazon?

Está claro que las grandes plataformas producen un impacto negativo en las ventas del pequeño comercio como las librerías especializadas. Mucha gente se informa de las novedades en las librerías y luego los piden on line a las plataformas para que se los lleven a casa. Triste, pero cierto. Con todo, lo que más influye en la caída de las ventas es la cultura del gratis: gratis la música, gratis el cine y por último gratis los libros. En definitiva, gratis la cultura. Si no te lo dan gratis se piratea y punto. Conste que esto es válido también para muchos profesores.

¿Puedes subsistir económicamente con las ventas que facturas al mes? ¿Tienes otra vía de ingresos?

Lo comido por lo servido. Hubo momentos en que trabajábamos cuatro personas. Ahora estoy yo sólo. Me gusta lo que hago. Tranquilo y sin hacer ruido.

¿Quiénes son tus clientes más habituales, profesores, alumnos, investigadores…? 

Principalmente investigadores, aunque todos suman.

¿Cuántos libros crees que deberían formar parte de la biblioteca particular de un estudiante de periodismo?

Cuantos más mejor; eso sí, siempre que sean libros leídos o en espera de serlo.

Si te pidieran que citaras diez títulos obligatorios, ¿cuáles serían?

No soy de listas top, creo que cada uno tiene que buscar sus propios intereses y preferencias. Si alguien me dice adónde quiere ir y puedo ayudarle, lo hago.

¿Hasta cuándo te ves regentando la librería de la facultad?

Si aguanto y me aguantan, estaré aquí hasta la jubilación. Ya queda poco. Apagaré las luces al salir.

¿Qué profesores te dejaron más huella?

Muchos, tanto los que me han dado clase como los que he conocido en todos estos años; pero te puedo decir que extraño a los que nos han dejado antes de tiempo.