¿Usamos los antibióticos con responsabilidad? La lucha contra la resistencia antimicrobiana, un problema global

¿Su proceso es vírico o bacteriano? Si la respuesta es “da igual pero por si acaso tomo antibiótico”, es un gran error que puede costarle la vida. El abuso de antibióticos sin conciencia convierte a las bacterias -su enemigo a batir- en súpervillanas a las que estos fármacos no les afectan. Es la llamada resistencia a los antimicrobianos, un problema de salud pública mundial. Del 18 al 24 de noviembre se celebra la Semana Mundial de Concienciación sobre el Uso de los Antibióticos y resolvemos algunas de las dudas más frecuentes entre la población sobre esta materia con la Doctora María Ugarte Ruiz, del centro VISAVET de la Universidad Complutense de Madrid.

 

El profesional sanitario comprueba el origen de la infección antes de recetar antibióticos. / gpointstudio.

El profesional sanitario comprueba el origen de la infección antes de recetar antibióticos. / gpointstudio.

María Milán, 20 de noviembre | Una simple herida infectada puede suponer un problema grave si la bacteria se cuela en el torrente sanguíneo, llegando a producir la muerte del paciente. Procesos similares suceden con una infección de orina, una intervención de trasplante de corazón o un parto. No son escenas del siglo XIX. Son del XXI. A priori, evitables con las herramientas terapéuticas de las que disponemos para estos problemas: los antibióticos.

Y solo a priori porque, si uno de los mayores problemas de salud pública en el mundo, la resistencia a los antimicrobianos, sigue su imparable crecimiento, se estima que en 2050 esto provoque más muertes que el cáncer, la diabetes o los accidentes de tráfico.

“La resistencia a los antimicrobianos y su dispersión mundial pueden producir que la vida tal y como la conocemos ahora mismo cambie y retrocedamos a la ‘era preantibiótica’ antes de Fleming”, explica María Ugarte Ruiz, jefa del Servicio de Zoonosis de Transmisión Alimentaria y Resistencia a Animicrobianos del Centro de Vigilancia Sanitaria Veterinaria (VISAVET) de la Universidad Complutense de Madrid con motivo de la Semana Mundial de Concienciación sobre el Uso de los Antibióticos, celebrada entre el 18 y 24 de noviembre.

La Azitromicina es uno de los antibióticos más comunes. / Testalize.meLa Azitromicina es uno de los antibióticos más comunes. / Testalize.me

Para empezar: antibióticos y antimicrobianos, ¿son lo mismo?

Aunque en ocasiones los leamos -y utilicemos- indistintamente, no son sinónimos. Los antibióticos son “sustancias naturales que tienen un efecto antibacteriano”, define Ugarte mientras que los antimicrobianos son sustancias “naturales o sintéticas” que luchan contra las bacterias. Es decir, que los antibióticos se engloban dentro de los antimicrobianos.

“A nivel divulgativo se utiliza más el término antibiótico, porque llega a más público, pero en términos más técnicos, se usa más antimicrobiano porque engloba a los dos grupos”, señala la veterinaria y añade que el descubrimiento de Fleming se llamó antibiótico porque era un hongo el que producía una sustancia natural que mataba a bacterias con las que crecía.

Antibióticos: con “b” de bacterias y no “v” de virus

¿Qué enfermedades tratan estos fármacos y cuáles no? Más que el tipo de enfermedad, hay que fijarse en el origen de la afección. “Los antimicrobianos y antibióticos son solo tratamiento para enfermedades o infecciones causadas por bacterias, no funcionan contra los virus”, sentencia Ugarte.

¿Podemos tomarlos para tratar una gripe? No, pues es un proceso vírico. ¿Y para un resfriado? Tampoco. Ahora bien, comenta la experta, puede suceder que, en pleno proceso vírico y aprovechando la debilidad del sistema inmune, alguna bacteria crezca en esa situación y produzca complicaciones.

“Por ejemplo, el mismo coronavirus empieza como un proceso vírico pero la neumonía que produce puede complicarse por un proceso bacteriano. Ahí sí te pueden dar un antibiótico o un antimicrobiano para luchar contra esas bacterias que son oportunistas”, añade. 

El origen de la infección: la clave

¿Qué hay de los procesos como faringitis, gastroenteritis, otitis o conjuntivitis? En estos casos, el origen puede ser un virus o una bacteria. Por eso, determinarlo por parte del personal sanitario es importante para recomendar o no antibióticos. A veces, algunos síntomas alertan de la fuente de la infección: si en la faringitis aparecen placas blancas, lo más normal es que sea bacteriana y no vírica.

Cada vez más se promueven métodos de diagnóstico rápido para localizar el origen -vírico o bateriano- de las infecciones

Pero no siempre es fácil la identificación, por eso durante años ha sido frecuente recetar antibióticos y antimicrobianos “por si acaso”. Lo ideal, señala Ugarte, es tomar muestras y confirmar la presencia, por ejemplo, de ARN del virus por medio de PCR o, en el caso de las bacterias, generalmente, cultivar la muestra en el laboratorio. Si esta crece, se confirmaría el origen bacteriano.

Una de las líneas de trabajo del Plan Nacional contra la Resistencia a los Antibióticos (PRAN) es el desarrollo de métodos de diagnóstico rápidos, algunos ya implementados en centros de atención primaria, para conocer el origen de la afección y hacer, por tanto, un uso responsable de los antimicrobianos.

Más allá de la azitromicina y la amoxicilina

Los antibióticos y antimicrobianos se distribuyen en familias según su mecanismo de acción: algunos destruyen la pared celular de las bacterias, otros evitan que la bacteria se replique, mientras que otros detienen su producción de ARN. Dentro de estas familias, a su vez, hay decenas de grupos.

El desarrollo de antibióticos y antimicrobianos por parte de las farmacéuticas desde su descubrimiento en 1928 experimentó su crecimiento en las décadas de los 30, 40 y 50, con un boom destacado en los años 60 y 70 y un posterior descenso desde entonces. Es decir, apenas se fabrican nuevos antibióticos, y para prácticamente todos los que están en el mercado, ya se han descrito resistencias

¿Por qué no se desarrollan nuevos antibióticos y antimicrobianos? “Es un proceso largo y costoso, en general en todos los fármacos, pero los antibióticos reportan un menor beneficio económico. De vez en cuando alguna farmacéutica saca uno nuevo, pero invierten más en medicamentos para enfermedades crónicas que para estos”, apunta la veterinaria de la UCM y añade que, aunque todavía hay “muchos” para poder utilizar, su uso tiene que hacerse “de forma prudente”.

¿Qué podemos hacer ante las resistencias? 

Infografía con propuestas de acción para tres colectivos de la sociedad. / Elaborado por María Marín a partir de las respuestas de María Ugarte Ruiz.

Infografía con propuestas de acción para tres colectivos de la sociedad. / Elaborado por María Marín a partir de las respuestas de María Ugarte Ruiz.

 

En 2014, se publicó un trabajo en el que se estimaba que en 2050 las infecciones por bacterias resistentes a los antibióticos y antimicrobianos dejarían a su paso más muertes que el propio cáncer: 10 millones. Si bien Ugarte recuerda que se trata de una estimación, los pronósticos “asustan”.

Para romper las predicciones apocalípticas, es necesario pasar ya a la acción, porque todos podemos hacer algo para luchar contra este problema global. Empezando por la propia población en general, “tienen que ser conscientes de que cuando tenemos un proceso vírico, los antibióticos no funcionan y solo estamos consiguiendo seleccionar a la población bacteriana resistente”, indica.

La experta rechaza la automedicación e insiste en seguir las directrices del médico en cuanto a la posología: “España es el país que más antibióticos “guardaba en el cajón”, ahora menos porque se suelen vender las dosis exactas. Así, si el médico o el veterinario lo ha recetado para siete días es porque es el tiempo que necesita el fármaco para eliminar a la bacteria, por eso hay que cumplirlo”. 

Sanitarios y Administraciones Públicas: los otros agentes

En cuanto al personal sanitario, Ugarte distingue entre el profesional de la salud humana y de la animal. El primero, debería recetarlos de forma racional, como tratamiento terapéutico y no preventivo, así como fomentar hábitos de vida saludables para que el sistema inmunitario general de la población esté fuerte.

En cuanto a los veterinarios, durante años se han utilizado antibióticos en las granjas para promover el crecimiento y evitar infecciones de los animales, que ocasionan grandes pérdidas económicas. “Los antimicrobianos tienen que considerarse como un bien preciado y ser el último recurso. Es mejor adoptar otras medidas de prevención como vacunación, limpieza, desinfección, y bioseguridad”, destaca la Jefa de Servicio de VISAVET.

La veterinaria María Ugarte en VISAVET. / M. Ugarte.

La veterinaria María Ugarte en VISAVET. / M. Ugarte.

Por último, otros actores implicados son los gobiernos y Administraciones Públicas. Si bien es cierto que cada vez más países están concienciados “si no se hace una lucha implicando a todos, las medidas no van a resultar 100% efectivas. Es un problema global porque las bacterias no entienden de fronteras. Además, se ha convertido en un problema social, ya que el mal uso que un determinado colectivo haga con los mismos, repercutirá a otros miembros de la sociedad”, opina Ugarte. 

Además, otro problema al que debe enfrentarse es al de la contaminación ambiental que producen las bacterias. En este sentido, también es importante trabajar sobre el concepto multisectorial One Health: salud humana, animal y ambiental, pues están más conectadas que nunca.

A modo de conclusión, Ugarte recuerda -por increíble que parezca después de todo este artículo- que la mayoría de las bacterias son muy beneficiosas “Las necesitamos, están a nuestro alrededor y nos ayudan en procesos como el de la digestión. Nos dan más de lo que nos quitan. El problema será cuando la mayoría de las bacterias patógenas a nuestro alrededor sean resistentes a las armas con las que las atacamos”.


 

      
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