¿Será seguro bañarse en piscinas y en espacios naturales este verano?

Como cada año, miles de personas ansían la llegada del verano y las buenas temperaturas para disfrutar en playas, piscinas y espacios acuáticos al aire libre. Pero este año el coronavirus podría alterar estos planes. Cada vez sabemos más sobre este patógeno, pero aún quedan muchas incógnitas por resolver, entre ellas si podremos hacer uso de los espacios acuáticos. José Ángel Morales-García, investigador y docente de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid analiza los datos publicados hasta ahora que proporcionan algunas claves de lo que podría suceder este verano.

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El informe determina una baja probabilidad de contagio por agua. / Public Domain Pictures.

El informe determina una baja probabilidad de contagio por agua. / Public Domain Pictures.

Recientemente se ha publicado un informe, elaborado por científicos españoles, sobre la transmisión del virus SARS-CoV-2 en espacios destinados al baño o a actividades acuáticas. Dicho documento, basado en las últimas evidencias científicas al respecto, proporciona algunas pistas del futuro escenario que nos encontraremos con la llegada del verano.

El informe determina una baja probabilidad de contagio por el agua, y nos recuerda que la principal vía de transmisión del virus son las secreciones respiratorias que se producen al hablar, toser y estornudar, por lo que la distancia física entre personas es fundamental para evitar contagios. Por tanto, el riesgo no está en el agua, en la arena o en el aire en sí, sino en la aglomeración de personas que confluyen en piscinas, playas y ríos, disminuyendo la distancia física de seguridad.

Además, otro factor importante de transmisión de patógenos son los llamados fómites u objetos de uso común como duchas, hamacas, toboganes, barandillas o escaleras de piscina, que podrían actuar como vehículo de contagio. En lo que se refiere a la posible contaminación de espacios acuáticos naturales por aguas residuales, el riesgo es reducido según los expertos, siempre y cuando estas aguas hayan sido convenientemente tratadas.

La sal, aliada en el mar

En el mar, en comparación con lo que sucede con otros virus similares al SARS-CoV-2, no se ha observado la existencia del patógeno en el agua. Este hecho podría deberse a la confluencia de tres factores: el efecto dilución del agua, ya que las grandes masas de agua minimizan el riesgo de contagio; la elevada concentración de sal, que se ha identificado como un eficaz agente biocida; y las altas temperaturas.

No existen evidencias sobre la prevalencia del virus en la arena de playa, posiblemente porque la acción conjunta de la sal marina, la intensa radiación ultravioleta solar y las altas temperaturas favorecerían la desactivación de los agentes patógenos.

Es necesario indicar que la ausencia de datos no permite determinar con exactitud el tiempo mínimo necesario para que el virus se inactive. Tampoco se tienen pruebas sobre la propagación del virus por la brisa marina, por lo que la Organización Mundial de la Salud no ha emitido ninguna advertencia al respecto.

Piscinas y spas, mejor controlar aforo

Pero, ¿qué ocurre en espacios artificiales con aguas tratadas, como por ejemplo las piscinas? En este caso, el contagio sería poco probable gracias a los sistemas de filtración y a los propios agentes desinfectantes e higienizantes, como el cloro o la lejía, usados diariamente en el mantenimiento de estas instalaciones.

Algo similar ocurriría en spas y balnearios, donde además de los desinfectantes habituales, las altas temperaturas garantizarían que el virus no sobreviviera.

En todos estos casos, al tratarse por lo general de espacios cerrados, sería absolutamente necesario un estricto control del aforo, garantizando así la distancia social y disminuyendo las posibilidades de contagio.

Más precaución con el agua dulce

En cuanto a espacios de agua dulce, los estudios de supervivencia de otros coronavirus similares a SARS-CoV-2, sugieren una mayor prevalencia de la carga viral en este medio, por lo que habría que extremar las precauciones en este tipo de ambientes.

A pesar de que el efecto dilución favorecería una menor presencia del virus, espacios como tramos de ríos habilitados para el baño, arroyos, pozas, pequeños lagos o embalses serían menos recomendables. Esto es debido a que la temperatura en estas zonas es menor, pero sobre todo porque al ser espacios acotados se favorece la concentración de personas y, por tanto, la posibilidad de contagio. De todos los espacios de baño, estos serían los menos recomendables para su uso.

Hasta el momento, no existen estudios relativos a la supervivencia del virus SARS-CoV-2 en suelos de espacios naturales. Lo que si es necesario recordar es que no es recomendable la desinfección de dichos suelos con los mismos procedimientos que se utilizan asiduamente en la limpieza de espacios urbanos. Por tanto, cualquier método de desinfección ha de ser siempre respetuoso con el medio ambiente.

Por último, recordar que algunos de los agentes más efectivos en la desinfección del agua de piscinas y spas, y en todo tipo de superficies son el cloro (≥0.5 mg/l de agua), alcohol al 70%, lejía (dilución 1/50), povidona yodada y clorhexidina.

Molero asesorará sobre política científica y tecnológica del país. / Michal Jarmoluk.

Infografía elaborada por José Ángel Morales-García a partir de datos del CSIC. 

 

José Ángel Morales-García es investigador y docente del Departamento de Biología Celular de la Facultad de Medicina de la UCM.


 

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