La guerra reaviva los fantasmas del pasado de Chernóbil: 36 años del desastre nuclear

En la madrugada del 26 de abril de 1986 se producía el primer desastre nuclear de máxima categoría en el mundo: la fusión y las sucesivas explosiones del núcleo del cuarto reactor de la central nuclear de Chernóbil, a menos de 100 kilómetros de Kiev, capital de Ucrania. Hoy se cumplen 36 años de la catástrofe humana y medioambiental en un país que desde el 24 de febrero de 2022 sufre la invasión rusa.

 

Parque de atracciones abandonado en la zona de exclusión de la ciudad de Pripyat (Ucrania). / Shutterstock

Parque de atracciones abandonado en la zona de exclusión de la ciudad de Pripyat (Ucrania). / Shutterstock.

26 de abril de 2022.

El 26 de abril de 1986, hace 36 años, a las 1:23 de la mañana, hora de Ucrania, el jefe del equipo del reactor de la central nuclear de Chernóbil Aleksandr Akimov y el responsable de operación esa noche Leonid Toptunov decidieron conjuntamente dar la orden de apretar el botón de apagado de emergencia del cuarto reactor. Por lo que sabemos hoy, esta parada de emergencia era probablemente el punto final previsto a las pruebas realizadas en dicho reactor a lo largo de varios días.

Pocos segundos después de apretar el botón, el núcleo del reactor se fundía y producía la primera de varias explosiones que acabaron con su completa destrucción y exposición de todo su material radiactivo al ambiente. Akimov y Toptunov murieron pocos días más tarde a consecuencia de la radiación recibida en las horas siguientes al accidente y muy probablemente sin entender qué había pasado.

Hoy, varias décadas más tarde, los informes oficiales de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (IAEA), basados en los análisis de los datos recogidos, las declaraciones de supervivientes y simulaciones minuciosas, han permitido la reconstrucción detallada de lo que pasó dicha noche. Numerosos artículos, libros, documentales, películas y alguna serie de televisión han facilitado que el público general esté bien familiarizado con los hechos más relevantes.

Un desastre ¿inevitable?

El interior de un edificio en Pripyat, la ciudad a tres kilómetros de la central. / Shutterstock.

El interior de un edificio en Pripyat, la ciudad a tres kilómetros de la central. / Shutterstock.

En un primer informe en 1986 la IAEA, tras reuniones conjuntas con las autoridades soviéticas, atribuyó prácticamente toda la responsabilidad del accidente a múltiples errores humanos. Un año más tarde, en la Unión Soviética se celebró un juicio que acabó con condenas por negligencia criminal para varios de los trabajadores supervivientes.

Sin embargo, un informe posterior de la IAEA en 1992, realizado con datos no disponibles en un primer momento y con un análisis más profundo basado en simulaciones detalladas del reactor concluyó que, en realidad, los ingenieros no incumplieron los protocolos vigentes y, aunque se aprecia que algunas decisiones debilitaron la seguridad de las operaciones innecesariamente, el accidente se habría producido en cualquier caso.

Las consecuencias: humanas, medio ambientales y opinión

Según cifras oficiales, el accidente de Chernóbil produjo la muerte de 31 personas, principalmente bomberos y personas que colaboraron en la extinción del incendio en los días siguientes al accidente. Es imposible conocer de forma precisa el número de personas afectadas a medio o largo plazo, de entre los casi 500 000 liquidadores que participaron en las labores de limpieza y construcción del sarcófago que protege los restos del reactor, o entre la población cercana a la central.

La finalización de las tareas de retirada de los restos radiactivos de la central está prevista para el año 2065. Se estableció una zona de exclusión de 2600 km2 en torno al reactor, que ha sido ocupada por flora y fauna salvaje. Son las terribles consecuencias del accidente nuclear más grave registrado hasta la fecha. Fue el primero de clase 7, la máxima categoría en la clasificación internacional, que corresponde a accidentes en los que el núcleo del reactor se llega a fundir.

Monumento homenaje a los bomberos que participaron en las labores de extinción. / Shutterstock.

Monumento homenaje a los bomberos que participaron en las labores de extinción. / Shutterstock.

Las diferencias en la tecnología y regulación de las centrales nucleares soviéticas con respecto a las de Europa, Japón y Estados Unidos, hacen extremadamente improbable que se produzca un accidente como Chernóbil en estas últimas. Aún así, el 11 de marzo de 2011 se produjo el accidente de Fukushima, el segundo (y último hasta el momento) de la máxima categoría, como consecuencia del maremoto posterior al terremoto más grande nunca registrado en Japón. Los accidentes de Fukushima y Chernóbil han aumentado significativamente la oposición de la población a la energía nuclear en Japón, Europa y Estados Unidos lo que ha supuesto un freno a la expansión de la energía nuclear en muchos países.

Hasta Fukushima, la energía nuclear se consideraba el principal elemento en la estrategia para poder alcanzar en el corto plazo la reducción de las emisiones de CO2 en muchos países, y así sigue siendo en India, China y Pakistán que continúan confiando en la energía nuclear para sustentar su expansión energética.

Pero por otro lado la oposición popular ha llevado por ejemplo a Alemania e Italia a promulgar leyes abandonando la energía nuclear. Dado que la humanidad se juega mucho en la batalla contra el calentamiento global, no parece de recibo despachar el debate sobre la energía nuclear.

Niveles de radioactividad aumentados desde la guerra

Finalmente, la guerra en Ucrania ha puesto de nuevo de actualidad el desastre de Chernóbil. Se han comunicado aumentos moderados de los niveles de radioactividad ambiental debido al movimiento de vehículos y personal, y que han remitido al retirarse las tropas rusas.

También se produjo cierta preocupación por los cortes de fluido eléctrico en la región de Chernóbil, que podrían haber afectado a la refrigeración de las piscinas en las que se almacena el combustible gastado de los reactores del complejo de Chernóbil. 

Sin embargo, los organismos internacionales han estimado que, dado el tiempo que lleva ya el combustible en las piscinas, el riesgo es muy pequeño. No obstante, estos hechos recientes ponen de manifiesto la necesidad de plantearse incluso los escenarios más improbables en lo que respecta a la energía nuclear.

 

El autor de este texto es José Manuel Udías, director del Grupo de Física Nuclear de la Universidad Complutense de Madrid.


 

      
Unidad de Cultura Científica y de la Innovación
Oficina de Transferencia de Resultados de Investigación (OTRI)
Universidad Complutense de Madrid
uccucm@ucm.es - Tlf.: 617691087